El carácter monetario de Bitcoin

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Las bitcoins han estado últimamente mucho en las noticias. Frente al trasfondo de preocupaciones renovadas acerca de la integridad de la Eurozona y la imposición de controles de capital en Chipre, el precio de una bitcoin se ha triplicado en el último mes y ha llegado a más de 141$ por 1 BTC. ¿Somos testigos de la aparición espontánea de un medio alternativo virtual de intercambio, como ha dicho alguien? Este artículo ofrece una respuesta a esta pregunta considerando tres aspectos de la economía de las bitcoins: su proceso de producción sus factores de demanda y su capacidad para competir con los medios físicos de intercambio.

La producción de bitcoins

Una bitcoin es una unidad de una divisa virtual no material, también llamada criptodivisa. Se almacenan en “carteras electrónicas” anónimas, descritas por una serie de unas 33 letras y números. Las bitcoins pueden viajar de cartera a cartera por medio de una transacción en línea en una red de pares. Cualquier transferencia entre carteras se registra en el código de la bitcoin, de forma que el registro de todo su historial de transacciones identifique claramente a su propietario en cualquier momento concreto, impidiendo así potenciales conflictos de propiedad. Las bitcoins pueden dividirse más en incrementos tan pequeños como 100millonésimas de una bitcoin. El actual volumen de bitcoins existentes es de más de 10 millones y se prevé que lleguen a los 21 millones en el año 2140.

Esto nos lleva al verdaderamente fascinante proceso de producción de las bitcoins. Se “extraen” basándose en un algoritmo matemático predefinido y vienen en lotes, actualmente de 25 unidades, como premio por llevar a cabo una gran cantidad de operaciones computacionales que buscan descubrir la solución a lo que podría describirse como un puzle matemático aleatorio. El papel del algoritmo es asegurar una progresión decreciente de las existencias generales de bitcoins, al dividir por la mitad la recompensa cada cuatro años. Así que en algún momento a principios de 2017, el botín será de solo 12,5 unidades. Asimismo, cuantas más bitcoins se produzcan, más duros serán los puzles matemáticos aleatorios a resolver.

Las bitcoins se producen como compensación incierta de un proceso de consumo de energía (y hardware) que se extiende en el tiempo. La recompensa por tiempo varía, basándose en la eficiencia y sofisticación de un hardware más o menos concreto utilizado para la extracción. Los extractores individuales han empezado a coordinar sus esfuerzos y esta cooperación ha reducido tremendamente la incertidumbre que tiene cada extractor individual.

Debido a este costoso proceso de producción, las bitcoins, aunque virtuales, están limitadas por la escasez. Aunque una bitcoin no tenga forma ni contenido material, el algoritmo que la genera se ha pensado para que replique la producción competitiva de un bien escaso. Primero, la entrada en el negocio de producir bitcoins está abierta a todos. Segundo, el proceso de producción en intensivo en capital y mano de obra, e extiende en el tiempo y también es incierto. Tercero, la producción está sujeta a retornos decrecientes, conformando así la escasez generalizada que afrontan los individuos que actúan en el más conocido mundo físico. Así que las bitcoins resultan ser el opuesto exacto a los “dólares Linden” del “mundo virtual” Second Life. Estos últimos los produce de la nada una autoridad central monopolista, sin ninguna otra limitación que no sea la propia discreción de esa misma autoridad monopolista.

Sin embargo, no son sus costes de producción los que conceden a las bitcoins su estatus de bien económico. Después de todo, la escasez no se basa en la limitación cuantitativa absoluta de algo: proviene de la insuficiencia de las existencias de ese algo, percibido como útil en algún aspecto en relación con las necesidades de las personas. Por tanto debemos preguntarnos cómo han llegado a tener algún valor las bitcoins. Esto nos lleva a un análisis de su demanda.

La demanda de bitcoins

En sus inicios, las bitcoins fueron creadas y guardadas primero en una comunidad “cripto-punk”. Entonces podía decirse con seguridad que servían al fin de atender una visión concreta anti-establishment del mundo. El primer factor de demanda, inicialmente para producir bitcoins, y luego inevitable, pero solo indirectamente, para guardarlas, se basaba en su capacidad de proyectar cierto punto de vista. En cierto modo, las bitcoins eran comparables a un medio artístico de expresión, como la música, la literatura y la pintura.

Gracias es esa fuente inicial de valor, las bitcoins tuvieron un punto de referencia que las posicionaba en relación con otros bienes y servicios. A partir de aquí, las características tecnológicas que las caracterizan llevaron a una expansión de su demanda. Las bitcoins son imperecederas. El almacenamiento y la protección contra el robo o la pérdida accidental tenían un coste muy bajo, ya que son servicios accesorios que proporcionan antirus estándar y software de back-up. Los costes marginales de transacción son asimismo prácticamente cero, una vez se han tenido en cuenta los costes fijos de establecer y mantener una conexión de red. Todos estos aspectos son comunes en los activos de riqueza real. Así que el segundo factor de demanda de bitcoins se explica por su capacidad de almacenar riqueza con bajos costes. A partir del estatus que, como “transportadoras de una visión del mundo”, se usaban sobre todo para el disfrute personal (y por tanto el consumo), las bitcoins evolucionaron hacia un bien de consumo que se ha convertido en atractivo mucho más allá de su comunidad cripto-punk original.

La creciente demanda de inversión también espoleó el desarrollo de intermediarios en bitcoins. Hay ciertos intercambios con los que pueden comprarse y venderse bitcoins frente a otras divisas El almacenamiento especializado en línea, supuestamente con mayor seguridad, también se ha hecho disponible. La intermediación, a través de una abertura a una libre entrada, probablemente siga siendo bastante monopolística, dados los muy estrechos márgenes asociados a la transacción con bitcoins.

Este último aspecto, la tasa de transacción intrínsecamente baja, contribuye a un tercer factor de demanda de bitcoins, que es ser un medio de pago. Una serie de vendedores en línea, que están principalmente especializados en servicios relacionados con la red y ventas en línea de cosas bastante exóticas, aceptan pagos en bitcoins, no solo debido a la garantía de un casi absoluta anonimato. El último componente de la demanda de bitcoins aún está naciendo. Después de todo, solo puede comprarse una serie muy limitada de cosas con bitcoins, y los vendedores siguen dando precio a sus bienes en dólares, euros, etc. El precio se convierte luego a bitcoins, según el tipo de cambio existente, en el etapa final de acabar el método de pago de la transacción. Así que, aunque las bitcoins parezcan servir como medio de pago, definitivamente no se usan todavía para el cálculo empresarial. Esto es casi indudablemente atribuible a su aún muy limitada demanda como medio de intercambio. Sin embargo, ¿no podría convertirse en una moneda completa en el previsible futuro?

Las bitcoins como dinero

Prima facie, las bitcoins poseen todas las cualidades requeridas para una moneda (un medio de intercambio utilizado generalizadamente). Son perfectamente homogéneas, fácilmente reconocibles, cómodamente divisibles, almacenables prácticamente sin coste e imperecederas. Además, como existen como un bien de consumo e inversión, son alabadas por sí mismas, satisfaciendo así el criterio miesiano de la regresión para la aparición de un medio de intercambio en un mercado libre. Sin embargo, para convertirse en una alternativa viable a la monedas existentes, las bitcoins deben generar una demanda suficientemente grande como para que se generalice su uso. Sin la seguridad de que pueden transarse por cualquier otro bien en la economía, no puede desarrollarse una demanda para guardarlas como dinero. Es con respecto a su capacidad de convertirse y mantenerse como algo de uso común, en lo que las bitcoins sufren una desventaja relativa.

De hecho, las bitcoins se encarnan en una tecnología concreta y muy intensiva en capital. Pueden ser lo bastante cómodas para transacciones personalizadas estándar solo si ambas partes del intercambio poseen la tecnología necesaria que da acceso a las bitcoins. Las bitcoins pueden hacer ya el trabajo en compras impersonales en Internet, porque el coste marginal de la tecnología de intercambio con la que van ya es de casi cero para quienes la poseen. Sin embargo, la trasposición de esa tecnología al mundo físico de la compra común cara a cara (cortarse de pelo, comprar un bocadillo o comprar verdura en la tienda de la esquina) implicaría costes añadidos. Es verdad que estos costes disminuirían progresivamente a medida que se vayan usando más los teléfonos portátiles con acceso permanente a Internet, no solo por parte de los compradores, sino también de los vendedores. La clave, sin embargo, es que las bitcoins podrían convertirse en un medio generalizado de intercambio solo a través del uso otros bienes, concretos y físicos, en una economía que ha alcanzado un nivel muy alto de desarrollo tecnológico. Es una desventaja tremenda, al menos por dos razones.

Primero, en cualquier momento concreto, el nivel de desarrollo tecnológico no es uniforme para todos los individuos dentro de la misma economía (nacional). Aunque algunos tengan acceso a la última tecnología en un campo concreto de actividad, otros prefieren seguir con las versiones antiguas. Esto se debe en definitiva al coste de reemplazar bienes existentes de capital, pero asimismo a las preferencias individuales, y a veces a la riqueza personal. Consecuentemente, las bitcoins podrían convertirse en dinero solo en el momento en que la tecnología que las encarna se convierta en uso común. Aún no han llegado hasta allí.

Segundo, una economía en la que el medio de intercambio dependa tanto del uso extendido de una tecnología concreta sería extremadamente vulnerable. Las tecnologías no están dadas; son el resultado de decisiones individuales con respecto a la acumulación y asignación de capital que deben realizarse una y otra vez, y están sujetas a revocación. Así que si se abandona la tecnología ligada al medio de intercambio, debido, por ejemplo, a que ya no están disponibles ahorros suficientes, la economía tendrá que encontrar otro medio de intercambio. Esta fase de transición podría por tanto implicar perturbaciones importantes en la estructura de producción. Un medio de intercambio ligado a una tecnología no proporciona la flexibilidad suficiente a las relaciones económicas y podría verse como complicador, en lugar de facilitador, de algunas acciones, como pasar de una tecnología a otra. Es un defecto importante de cualquier divisa virtual.

Al tratar de entender si la creciente popularidad de las bitcoins refleja la aparición de una nueva moneda, hemos llegado realmente a una distinción fundamental entre medios virtuales y materiales de intercambio. Los últimos son independientes de la tecnología y están encarnados en materia; los primeros están encarnados en tecnología y son independientes de la materia. Esta distinción no es trivial, ya que destaca la gran ventaja que ofrece el dinero material: es suficientemente bueno para cualquiera en cualquier momento y es independiente delas decisiones individuales con respecto a inversión, asignación y mantenimiento de capital. Las monedas virtuales podrían programarse para reproducir algunos aspectos de las monedas materiales, ya sean en metálico o fiduciarias. Sin embargo, siempre serán dependientes de decisiones concretas de inversión de capital. Esto último reduce su grado de comunidad, así como de adaptabilidad a condiciones económicas cambiantes.

En conclusión, las monedas virtuales, de las cuales las bitcoins parecen ser el espécimen más perfeccionado hasta hoy, no permiten a los individuos que actúan gestionar la incertidumbre del futuro tan bien como lo hacen las monedas materiales. Podrían servir para intermediar intercambios entre quienes inviertan en la tecnología que las crea, las almacena y las mantiene. Sin embargo, nuca podrían lograr ese grado de universalidad y flexibilidad que conllevan por naturaleza las monedas materiales. Así que, en el mercado libre, las monedas metálicas, y presumiblemente el oro y la plata, aún tienen una gran ventaja comparativa.


Publicado el 4 de abril de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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