El gen egoísta, el darwinismo social y la cooperación humana

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Me llevó hasta mi 43º cumpleaños leer El gen egoísta, escrito en 1976 por Richard Dawkins. En muchos aspectos es un testimonio de su éxito que no sintiera un fuerte deseo de leerlo. Lo que entendía que era su mensaje central había sido absorbido por el mismo tejido de nuestra cultura. Pensaba que el mensaje era simple. Para resumir: estamos dirigidos por nuestros genes para sobrevivir a través de la selección natural competitiva y egoísta; seguimos nuestro propio interés para sobrevivir y procrear; los genes que se adapten más rápidamente y mejor al mundo competitivo sobreviven a costa de los demás y así sucesivamente. El estado de naturaleza es una pesadilla hobbesiana en la que “no hay sociedad y, lo peor de todo, hay miedo continuo y peligro de muerte violenta y la vida del hombre es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”. Es la supervivencia de los mejor dotados, pero armados con este conocimiento podríamos superar algunas de estas asperezas de la vida.

Este mensaje se convirtió en su nuevo y autobautizado “meme” que ha calado en nuestra propia forma cultural de pensamiento. Asimismo, armado con este conocimiento, Dawkins concluye que deberíamos restringir nuestro impulso biológico y construir un mundo más cooperativo.

No hace falta decir que en el libro abunda la información sobre la evolución darwinista y esta se comunica de forma sencilla a cualquier persona con una inteligencia media. Sin embargo, creo que hay al menos una cosa que es incorrecta: no deberíamos restringir nuestros genes a construir un mundo más cooperativo, sino aceptarlos y con ellos sus efectos fenotípicos. Como voy a sugerir, los efectos fenotípicos del éxito no son como los supone cuando se refiere a la cataláctica en el mercado.

La opinión de Dawkins (la de que necesitamos poner límites a nuestros genes para conseguir una resultado más cooperativo para todos) implicaría que si no la seguimos, tendremos lo que se llama darwinismo social, que es tan natural como el propio gen egoísta. En las últimas líneas de El gen egoísta, Dawkins reclama que nos rebelemos contra esta disposición natural.

“Es posible que otra característica única del hombre sea la capacidad de un altruismo genuino, desinteresado, real”, escribe Dawkins. “Tenemos el poder de desafiar a los genes egoístas de nuestro nacimiento. (…) Podemos incluso discutir manera de cultivar y alimentar deliberadamente el altruismo puro y desinteresado”.

Así que Dawkins concluye que esta capacidad de obligarnos a trabajar con otros es “algo que no tiene lugar en la naturaleza”.

Como neófito en biología, pensaba que debería leer algo a Darwin para ver si realmente se deduce que si aceptas la selección natural, como a la noche le sigue el día, debes suponer que toda la sociedad humana funciona como un grupo de replicantes egoístas individualistas.

Aparentemente, el darwinismo social no tiene nada que ver con el propio Darwin. Nunca defendió una política social de promoción de la tendencia natural de la supervivencia de los mejor dotados. Pensaba que la apropiación por otros era la clave para el avance del hombre en la sociedad.

El origen del hombre es el libro en que se ocupa más de estos temas. El propio Darwin imagina que el hombre primitivo estaba “influido por la alabanza y culpa de sus congéneres” y que, para los individuos, había muchas recompensas sociales en evitar un comportamiento puramente egoísta, ya que la “la tribu aprobaría la conducta que le pareciera para el bien general y reprobaría lo que le pareciera mal”. Los individuos primitivos sabían que la aceptación del grupo era importante para sobrevivir, así que, concluye Darwin, “Por tanto, es poco probable exagerar la importancia en tiempos difíciles del amor por la alabanza y el temor al reproche”.

Además, lo que fortalecía al grupo en lugar de al individuo, razonaba Darwin, llevaba a una mayor supervivencia de los grupos que evitaban las peleas egoístas:

No debe olvidarse que sin embargo un alto grado de moralidad da al menos una pequeña ventaja o ninguna a cada individuo y a sus hijos sobre otros hombres de la misma tribu. (…) Una tribu que incluya muchos miembros que (…) estén siempre dispuestos a ayudar a otros y a sacrificarse por el bien común, triunfaría sobre la mayoría de las demás tribus y esto sería selección natural.

Parecería que Darwin no defendía mucho nada que se hay asociado con el término “darwinismo social”, si queremos decir con él que debería disfrutar de la supervivencia de los mejor dotados a costa de nuestros compatriotas. Dawkins se asiente firmemente en la misma tradición que su gran inspirador es estos asuntos: nada menos que Darwin. De esto deduzco que el darwinismo social es más un argumento del tipo “hombre de paja”, utilizado por gente no familiarizada con las obras de Darwin y la cataláctica del mercado.

Respecto de las implicaciones sociales del darwinismo social, el liberalismo hace planes para una paz eterna, el darwinismo social, para una guerra de todos contra todos y, como se ha explicado, ni el gran maestro Darwin ni su abogado más moderno,Dawkins, estarían de acuerdo con la anterior extrapolación de la biología a la ciencia social. Estoy seguro de que (como advierte Ludwig von Mises en La acción humana) lo que se aplica a las relaciones entre hombres y microbios es muy diferente, ya que nosotros tenemos el poder de razonar y ellos no. Así, él dice:

No siempre tiene que haber una guerra de exterminio como en las relaciones entre hombres y microbios generadores de enfermedades. La razón ha demostrado que, para el hombre, el medio más adecuado de mejorar su condición es la cooperación social y la división del trabajo. Son las principales herramientas del hombre en su lucha por la supervivencia.

El hombre antiguo (tal vez incluso Nick el Neandertal) debe haber tenido que pensar racionalmente: “si hago X servicios o proporciono Y bienes a mi congénere (Sid Edadepiedra), me dará a cambio X servicios o Y bienes que esté haciendo/produciendo que quiero y él puede fabricar/hacer mejor que yo”. La capacidad de razonar en esto es nuestra característica distintiva clave del resto.

Mises plantea tres condiciones que satisfacen la necesidad de cooperación social que conlleva la división del trabajo. Primero, el hombre es desigual; segundo, los recursos de la tierra están desigualmente distribuidos sobre diversas geografías y climas. Si no existiera ninguna de estas distinciones, la división del trabajo no ofrecería ninguna ventaja al hombre. El tercer y más importante punto es que se necesita la cooperación para que el hombre trabaje con otro hombre para producir cosas más productivamente. Una sociedad duradera se construye sobre una cooperación permanente. Una guerra de todos contra todos o una lucha competitiva violenta son contrarias a la sociedad.

Debemos recordar siempre que uno de los efectos fenotípicos de nuestros genes (ayudar a la procreación y la multiplicación con éxito) es el innegable hecho de que se cooperas con otros, satisfaces sus necesidades más urgentes y buscas lo mismo a cambio, prosperarás y te multiplicarás.

Diecisiete millones de personas cruzan voluntariamente las puertas de Tesco Plc, cada semana en Reino Unido porque Tesco les da los mejores bienes y servicios a los precios más asequibles y cuando los quieren. Es cooperación voluntaria a gran escala y no abunda la coacción en este modelo. Su competencia con los demás es pacífica y está dirigida solamente por los deseos de los consumidores expresando sus decisiones soberanas al gastar el dinero donde lo hacen. A partir de las preferencias de los consumidores, la dirección ajusta su oferta para atenderlos.

Siempre que se ve desarmonía, si se mira con cuidado, se verá intervención pública o un matón o un bandido trabajando para favorecer a una parte sobre otra o una sentencia judicial que haga lo mismo. Toda intervención es antisocial y por tanto anticooperativa y deberíamos ser muy recelosos con ella, ya que alguno, o alguna clase de personas, normalmente se ve explotada a costa de otras.

Rechazad el darwinismo social, ya que no tiene nada que ver con Darwin o su apóstol moderno, Dawkins. Dawkins me ha animado a mostrar cómo, potencialmente, los efectos fenotípicos de la cooperación podrían unir coherentemente biología con economía. ¡Es algo magnífico!

Esto nos permitió salir de los grupos autárquicos o de caza menor para cooperar en armonía social pacífica con nuestros congéneres. Luego yo digo, en el lenguaje de Dawkins: abrazad y glorificad a nuestros genes. No os rebeléis contra ellos.


Publicado el 22 de octubre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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