El euro no está sobrevalorado (ni ninguna otra divisa)

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Un argumento para abandonar el euro es que está sobrevalorado y que el BCE no está dispuesto a corregir este supuesto “problema”. Esta sobrevaloración se cita habitualmente como por encima del 10% frente al dólar. El banco central de Suiza renunció al control de su oferta monetaria al fijar su divisa en 1,2 frente al euro esencialmente sobre la idea de que su divisa estaba “sobrevalorada”. Los defensores de una ruptura del euro consideran que un país con su propia divisa puede seguir así una política monetaria independiente que asegure un tipo competitivo de cambio. No importa que ni EEUU ni Gran Bretaña hayan mejorado siguiendo políticas monetarias agresivas que han depreciado sus divisas. Esas políticas han obligado a otros países, como Brasil, a contraatacar. Como preveía Mises:

Una aceptación general de los principios del patrón (de tipo de cambio) flexible deben por tanto resultar en una carrera entre las naciones para superarse entre sí. El final de esta competición es la completa destrucción de todos los sistemas monetarios de las naciones.

La idea de que una divisa pueda estar sobrevalorada viene del concepto teórico de paridad de poder adquisitivo (PPA): la idea de que el tipo de cambio debe reflejar la capacidad de comprar la misma cesta de productos en cada divisa.

Por ejemplo, supongamos que el oro se está vendiendo a 1.000$ en Nueva York y 1.000€ en París y que el tipo de cambio es de 1,3 dólares por euro. El seguidor de la teoría de la PPA señalaría que esta situación acabaría pronto debido a la realidad del arbitraje. Por ejemplo, se podría comprar una onza de oro en Nueva York, llevarla a París y venderlo por 1.000€, luego convertir los euros en dólares y obtener un beneficio de 300$. El arbitraje es como encontrar 100$ en la acera. Puede ocurrir, pero no a menudo o durante mucho tiempo. El precio del oro subiría en Nueva York, caería en París o se ajustaría el tipo de cambio. Como el oro se valora en dólares en todo el mundo y el mercado de tipos de cambio es grande, el precio en París normalmente caería a los 800€. El tipo de cambio de 1,3 refleja la relación del precio del oro en Nueva York dividido por el precio del oro en París.

Según muchos economistas que suscriben la teoría de la paridad de poder adquisitivo, si el escenario anterior es cierto para el oro, puede ser igualmente cierto para todos los demás bienes. Así que, de acuerdo con la teoría de la PPA, el tipo de cambio, por ejemplo entre dólares y euros, es la relación entre todos los precios en EEUU y todos los precios en Europa. Ahí debería estar el tipo de cambio: es decir, basado en “fundamentales”. Cualquier desviación se ve como una sobrevaloración o infravaloración de la divisa.

Hay algunos problemas importantes en esta afirmación. Aunque puede usarse el arbitraje con el oro, no puede usarse con todos los bienes. No puedes arbitrar una hamburguesa o un corte de pelo entre países. La paridad de poder adquisitivo no puede aplicarse a bienes no intercambiables. Pero tampoco puede usarse para muchos bienes intercambiables. El precio de un filete que comes en un hotel de Manhattan con vistas a la ciudad no tendrá el mismo precio, ajustado por el tipo de cambio al filete que comas en un restaurante de carretera cerca de París. Si consideras el consumo de un bien no solo el producto sino la comodidad, entorno y una multitud de otros factores, solo unos pocos bienes intercambiables, como el oro o la gasolina, se ajustan a la definición de arbitraje necesaria para la paridad de poder adquisitivo. ¿Cuál es el precio exacto de una barra de pan cuando puede venderse la misma barra a precios diferentes en un supermercado o en un restaurante o en la gasolinera del mismo barrio? Es el mismo producto, pero otros atributos lo hacen diferente en la percepción de los consumidores y por tanto no puede arbitrarse.

La revista The Economist publica dos veces al año el Índice Big Mac (vídeo), que mide la “sobrevaloración o infravaloración” de una divisa. Por supuesto, el precio de una hamburguesa tiene más que ver con el coste de trabajo y renta que con el coste de del pan, la carne o los pepinillos de una Big Mac. También es un producto no intercambiable, así que no deberíamos esperar arbitraje para forzar la unidad en los precios en países y regiones. The Economist trata de vender revistas, así que tiene justificación para ser poco precisa. Sin embargo los economistas profesionales no deberían usar este índice para identificar una divisa como sobrevalorada o infravalorada. En realidad esas declaraciones no tienen sentido en absoluto.

El valor de una divisa, reflejado en el tipo de cambio, está determinado por oferta y demanda. El precio del arroz no está sobrevalorado ni el precio de las manzanas infravalorado. Esa declaración sería considerada idiota para arroz o manzanas, pero se considera justificada para tipos de cambio. Existe el equilibrio cuando la cantidad demandada es igual a la cantidad ofertada. Nadie está pagando en exceso o por defecto. Sugerir que alguien está realmente “pagando en exceso” implica que el comprador es irracional. Es triste ver a economistas en bancos centrales, como el banco central de Suiza, incapaces de llegar a conclusiones evidentes acerca de tipos de cambio a partir de conceptos tan sencillos como oferta y demanda.

Los economistas deberían desterrar las palabras sobrevaloración o infravaloración de sus vocabularios cuando hablen de divisas. Estas palabras deberían también eliminarse de los libros de texto de finanzas internacionales. El euro no está sobrevalorado, ni debería usarse lógica defectuosa como argumento para desmantelarlo.


Publicado el 22 de marzo de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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