La atención sanitaria proporcionada por el empresario no es un asunto religioso

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El hecho de que los opositores a los derechos de propiedad privada hayan conseguido centrar el debate sobre las condiciones de la atención sanitaria como una especie de asunto religioso es uno de los grandes golpes de relaciones públicas de nuestro tiempo.

Por ejemplo, advertid que lo más alto de una página completa de publicidad en el New York Times ha sido tomada por un grupo llamado la Freedom From Religion Foundation [Fundación para la Libertad frente a la Religión].

Después de citar aprobadoramente a la eugenista Margaret Sanger, el anuncio continúa afirmando que la sentencia Hobby Lobby del Tribunal Supremo es una conspiración católica para imponer “dogmas” en el sistema legal de Estados Unidos. Más abajo (no aparece en la imagen) el anuncio afirma que permitir a los empresarios elegir qué tipo de prestación dan a sus empleados a cambio de su trabajo es una prueba de que Estados Unidos se está convirtiendo en una “teocracia”.

Este tipo de pensamiento es parte de una afirmación mayor, y bastante extravagante, de que un respeto por la libertad o las libertades civiles supone que los empleados usen el poder del estado para obligar a un empresario a proporcionar ciertos tipos de atención sanitaria. Algunos opositores a la sentencia del Tribunal continúan argumentando que permitir la objeción religiosa para un grupo de personas religiosas es “incoherente, peligroso e injusto para otros estadounidenses religiosos”. La consecuencia es que al permitir a los empresarios algún mínimo de libertad para negociar con empleados, el empresario está de alguna forma imponiendo su religión a los empleados.

Siguiendo esta misma lógica, Hillary Clinton dice que rechazar pagar la cobertura para la contracepción es una “pendiente resbaladiza” hacia el extremismo religioso y la libertad de elección para empresarios a la hora de proporcionar atención sanitaria equivale a imponer la Sharia islámica.

Es una desgracia que el tema de la atención sanitaria proporcionada por el empresario se haya considerado un asunto religioso. Como ardid político, es sin embargo un movimiento bastante inteligente, ya que, al establecer el debate sobre órdenes sobre atención sanitaria como un tipo de debate religioso, los defensores de la atención sanitaria regulada por el gobierno han distraído eficazmente al público de advertir que la disputa es solo un debate sobre salarios y contratos, que interesa a todos los empresarios y propietarios de negocios, y no solo a los religiosos o conservadores.

Parte de la culpa de este enfoque en la religión reside en el propio Tribunal Supremo. Hobby Lobby se resistió a la orden utilizando la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa de 1993. A su vez, la mayoría del Tribunal, que aceptó la postura de Hobby Lobby, aplicaron la ley a empresas privadas “propiedad de pocos”, incluyendo aquellas con ánimo de lucro. La sentencia del Tribunal es realmente una victoria de la libertad de elegir para dueños de empresas, pero es extraordinariamente limitada y equivale a un pequeñísimo hueso lanzado a los empresarios por el tribunal. ¿Por qué deberían los empresarios tener que tener un problema religioso con algún aspecto de la regulación religiosa para ser eximidos de ella? ¿No debería permitirse a los empresarios ofrecer a los empleados salarios y prestaciones que se correspondan con lo que empresas y trabajador acuerden libremente? Sin duda a los trabajadores a los que no les preocupa ningún paquete de prestaciones concreto ofrecido por un empresario son libres de rechazarlo. Si un empresario quiere pagar solo los servicios de atención sanitaria New Age basados en “cura con cristales”, debería ser libre de poder hacerlo. Igualmente, si un empresario participa en algún culto sexual inusual y proporciona prestaciones de atención sanitaria en forma de talones para burdeles, también debería ser libre de poder hacerlo. Igualmente, si un empresario no desea proporcionar ninguna prestación de atención sanitaria en absoluto, por cualquier razón, basada en religión, filosofía o ideología, debería ser libre de poder hacerlo. Objetar a esto es argumentar que es correcto y moral que el estado use la violencia o la amenaza de violencia para obligar a los empleados a proporcionar a los empleados solo ciertos tipos de prestaciones aprobadas por el estado.

¿Y por qué la obsesión con la cobertura de la atención sanitaria? La cobertura de la atención sanitaria proporcionada por el empresario, después de todo, es simplemente un tipo de salario pagado a trabajadores a cambio de trabajo. La práctica ahora extendida de ofrecer prestaciones de atención sanitaria a los empleados es un accidente de la historia:

La misma existencia de este sistema es un caso muy extraño y un gran indicio de que la intervención del gobierno ha desempeñado un papel destacado en su creación. Después de todo, los empleadores no pagan por comida o gasolina; ¿por qué pagar por Asistencia Sanitaria?

Que los empresarios suministren Asistencia Sanitaria tiene su origen en la ley de impuestos aprobada en 1943, la que hizo que el seguro provisto por el empresario estuviese exento de impuestos. Para el momento en que Estados Unidos estaba participando en la Segunda Guerra Mundial y tenía promulgado controles de salario y precios, a fin de evitar que los empleadores compitan por la escasa mano de obra empleando el mecanismo normal de ofrecer un salario más elevado. En lugar de ello, los empresarios utilizaron el ahora disponible nuevo Sistema de Asistencia Sanitaria subsidiado  vía impuestos como una forma de diferenciarse entre ellos.

Las ventajas fiscales se hicieron aún más atractivas y fueron totalmente codificadas en 1945 en el Internal Revenue Code. En unas pocas décadas, el subsidio del gobierno al sistema de Seguro de Asistencia Sanitarias provisto por el empleador pasó a ser el sistema dominante en el suministro de Asistencia Sanitaria, tal y como lo demuestran los datos recogidos en el 1965 Sourcebook of health Insurance Data.

Las órdenes federales de atención sanitaria no son más que decretos federales sobre cómo deben los empresarios pagar a los empleados, pero la forma en que un empresario paga a los empleados o qué tipo de servicios de atención sanitaria están cubiertos, no tiene nada que ver con imponer una teocracia católica o la Sharia o cualquier otro sistema de valores. Es simplemente una prestación intercambiada por trabajo.

Es una pena que Hobby Lobby tuviera que recurrir a la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, aunque es posible que sus abogados no vieran otra vía de defensa legal.

Si el Congreso o los tribunales federales tuvieran alguna consideración por la propiedad privada, Hobby Lobby no se hubiera visto obligada a acudir a la libertad religiosa, sino que podría simplemente haber apelado la orden como un ataque injustificado al derecho de empresarios y empleados a negociar salarios libremente.

Durante la era Lochner del Tribunal Supremo, cuando este veía correctamente el derecho a realizar contratos libremente como una extensión de los derechos básicos de propiedad, el Tribunal echaba abajo habitualmente leyes que ordenaban salarios mínimos y otras regulaciones basándose en un derecho a contratar libremente. Si esta visión mucho más razonable de los derechos de propiedad fuera todavía popular hoy en los tribunales federales, habría sido más fácil basar el caso de Hobby Lobby contra las disposiciones del Obamacare en bases completamente no religiosas. Sin embargo, desde el fin de la era Lochner durante el New Deal, la prerrogativa del gobierno de entrometerse incluso en los aspectos más pequeños de la relación empresario-empleado se ha convertido en tan indiscutible que quienes buscan exenciones de las leyes federales sobre esos asuntos se ven obligados a ajustar sus argumentaciones legales dentro de la pequeña caja conocida como “libertad religiosa”.

Igual que el gobierno federal ha reducido literalmente la libre expresión a pequeñas cajas en forma de “zonas de libre expresión”, el derecho a usar libremente tu propiedad privada está ahora limitado solo al ámbito de la libertad religiosa. Si puedes demostrar que tu objeción a alguna regulación pública está relacionada con algún sistema de creencias de amplia difusión, puedes ganar un poco de espacio de libertad en el estrado de los tribunales. Sin embargo, sigues un sistema de creencias que no esté reconocido como una religión por los tribunales federales, estate seguro de que estás solo. Advertid también cómo los tribunales han limitado el alcance de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa solo a ciertos tipos de empresarios. Los contribuyentes individuales, como los cuáqueros, que objetan a que sus dólares en impuestos se usen por ejemplo para bombardear a gente, siguen sin tener suerte y el Tribunal Supremo tuvo cuidado de declarar las leyes fiscales como inmunes ante cualquier reclamación de libertad religiosa en el caso Hobby Lobby.

Ante la sentencia, los intervencionistas están furiosos con que cualquier grupo de personas, por cualquier razón, hayan obtenido una pequeña cantidad de libertad de elección al tratar con gente que quiere intercambiar algún trabajo por dinero. Esta libertad concreta probablemente sea la nariz del camello bajo la tienda, se temen. Solo podemos tener esperanzas. Está bien que se haya protegido la libertad religiosa en un pequeño grado, pero no hay razón para que los verdaderos amigos de la libertad preparen aún un desfile de la victoria.


Publicado el 15 de julio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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