Pioneros en la crítica literaria de libre mercado

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[Literature and Liberty: Essays in Libertarian Literary Criticism Ÿ Allen Mendenhall Ÿ Lexington Books, 2014 Ÿ 161 páginas]


[Publicado originalmente en Libertarian Papers]

Al subtitular su libro como “Ensayos sobre crítica literaria libertaria”, Allen Mendenhall sitúa su obra dentro de una interesante aproximación metodológica que sigue fuera de la pantalla del radar de la mayoría académica. Desde la aparición de Orientalismo, de Edward Said (1978), ninguna nueva aproximación literaria nos ha invitado a leer textos desde un punto de vista privilegiado que nos sacuda para reconocer trasfondos ideológicos profundamente asentados que hasta ahora habían permanecido inadvertidos o simplemente se dejaban pasar en silencio. Aun así, mientras que Said alertaba a los lectores respecto de una mala representación literaria del “oriente”, apoyando implícitamente el colonialismo europeo en el periodo moderno temprano y pleno, la crítica literaria libertaria ofrece un análisis más integral de las estructuras del poder política, dirigida a entender la literatura y la sociedad en cualquier periodo de tiempo y en cualquier punto del planeta.

Esta aproximación interdisciplinaria también comparte con la crítica marxista la creencia en que la política y la economía son relevantes para una comprensión de los textos literarios (así como un deseo subyacente de mejorar la condición humana), pero ofrece una base teórica enormemente diferente. El hecho de que el marxismo, bajo diversos disfraces, mantenga una situación de fortaleza en los estudios literarios y culturales académicos aunque haya sido en buena parte desacreditado como teoría y práctica económica me lleva a sospechar que muchos académicos ortodoxos están ciegos a su apología totalitaria propia y no son capaces de una aproximación alternativa viable. Un fuerte remedio para la primera condición es  American Academia and the Survival of Marxist Ideas, de Dario Fernández-Morera (1996), mientras que los ensayos de Hans-Hermann Hoppe, David Osterfeld y Ralph Raico en Requiem for Marx, de Yuri Maltsev (1993), proporcionan una útil explicación de los principios de la escuela austriaca en relación con el marxismo. Lo anterior debería ser de lectura obligatoria en cualquier universidad dedicada a aproximaciones metodológicas a la literatura y la cultura.

Sin embargo, como apunta Mendenhall, “incluso las últimas antologías de teoría y crítica literaria se dedicaron principal, si no exclusivamente, al marxismo, pero ninguna en absoluto al capitalismo, un supuesto mal”. Para mis alumnos y colegas no familiarizados con la crítica literaria libertaria, me gustaría recomendar la introducción de Paul Cantor a Literature and the Economics of Liberty: Spontaneous Order in Culture (2009), el innovador libro que coeditó con Stephen Cox que se lee como un manifiesto de esta aproximación crítica. Como los ensayos en este libro se centran en autores canónicos europeos y estadounidenses tempranos (Cervantes, Jonson, Shelley, Whitman, H.G. Wells, Cather), generalmente también menciono (cuando tengo ocasión) que el análisis libertario funciona igualmente bien fuera de los parámetros del canon literario occidental, generando nuevas ideas en campos tan diversos como la antigua filosofía moral china (Long, 2003) y la moderna cultura popular estadounidense (Cantor, 2003, 2012; McMaken, 2012). Y como pueden encontrarse artículos sobre una amplia variedad de temas en al interdisciplinaria Journal of Libertarian Studies (1977-2008) como en Libertarian Papers (2009.2011) (ambas disponibles como PDF gratuitos a través del Instituto Mises), realmente no hay excusa para que los investigadores de humanidades permanezcan ignorantes ante este floreciente campo de estudio.

Es un placer añadir ahora el libro hábilmente argumentado y apasionadamente dedicado de Mendenhall a mi lista de lecturas recomendadas sobre investigación libertaria. El prólogo, titulado “La base para la libertad” y el epílogo “Hacia una teoría literaria libertaria”, argumentan desde un punto de vista teórico el privilegio de la metodología individualista sobre la doctrina colectivista en la interpretación de textos. Aunque, como reconoce el autor, al libro le falta una unidad general de enfoque, cada ensayo individual ofrece un ‘caso de estudio” práctico de un tema o una dirección dentro del alcance de la crítica literaria libertaria. Los primeros seis capítulos se ocupan de una serie de autores, que son Emerson, Shakespeare, E.M. Forster, Godofredo de Monmouth, Henry Hazlitt, y Mark Twain. El séptimo capítulo sigue la aparición del concepto de transnacionalismo sobre y contra el nacionalismo y se ocupa de las implicaciones del desarrollo de la crítica literaria, así como para el mundo en que habitamos.

El área de experiencia del autor abarca no solo el libertarismo y la literatura, sino también la economía austriaca, la historia y también el derecho. Abogado que está actualmente obteniendo diversos títulos en derecho y literatura con un doctorado en inglés, Mendenhall también proporciona un medio de intercambio intelectual sobre temas relacionados con el derecho y las humanidades en su sitio web, The Literary Lawyer: A Forum for the Legal and Literary Communities. Este trasfondo polifacético le da una buena capacidad para explorar la intersección entre derecho y literatura, que es quizá más evidente en sus capítulos sobre Godofredo de Monmouth, Shakespeare y E.M. Forster.

En “A Tale of the Rise of Law: Geoffrey of Monmouth’s The History of the Kings of Britain”, Mendenhall se apoya en las proposiciones de John Austin sobre jurisprudencia y en la teoría de la formación del estado de Murray Rothbard para argumentar que la historia del reino de Inglaterra de Godofredo hace uso del derecho consuetudinario y del mito para “legitimar la narración oficial de la nación”, defendiendo así un estado centralizado en un periodo de conflicto entre el derecho y el gobierno monárquico.

El capítulo sobre “Libertad y Shakespeare”, al tiempo que reflexiona sobre la creciente inclusión de Shakespeare y otros textos literarios en los programas de la facultad de derecho, también marca las limitaciones de críticos anteriores que (a menudo sin una base en derecho, historia legal o la tradición del derecho común) buscan documentar e interpretar el uso del bardo de conceptos legales en su obra literaria. Sin embargo Mendenhall concluye que hoy “derecho y literatura” puede ser “el campo más prometedor” para una aproximación económica a la literatura de fantasía si los investigadores literarios fueran más allá de los paradigmas marxistas (o cuasi-marxistas) que abundan en la profesión.

El capítulo sobre “Derecho y libertad en Un pasaje a la India, de E.M. Forster” argumenta que Forster alababa “El hinduismo brahmán como una alternativa al estado de derecho británico y al utilitarismo reformista de Jeremy Bentham”,  actuando así contra la perspectiva ‘orientalista’ llena de prejuicios atribuida a autores occidentales por Edward Said. Según Mendenhall, la visión idealizada del hinduismo brahmán de Forster le permite validar la variedad de experiencias humanas y el concepto de un “orden espontáneo” por encima de “la construcción centralizada y artificial del estado de derecho británico”, que era simplemente una estrategia ideológica para aplicar su opresivo imperio colonial.

Los capítulos sobre Emerson, Twain y Hazlitt tratan de tres temas diferentes. En “Emersonian Individualism”, Mendenhall sitúa el trascendentalismo de Emerson junto al objetivismo de Ayn Rand y luego las posturas tanto de Emerson como de Rand contra la poética “presentista y libre de valores” de Walt Whitman. En “Bowdlerizing Huck”, lamenta que una nueva edición de Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, inclinándose ante la corrección política y eliminando palabras ofensivas relacionadas con la raza, en realidad rebaja la crítica de Twain sobre las relaciones raciales en el Sur y manipula “el pasado para ajustarse a objetivos ideológicos actuales, transformando los textos literarios propios de un tiempo en vehículos políticos o propaganda para el presente”. El capítulo “Henry Hazlitt, Literary Critic” examina los escritos olvidados de crítica literaria de Hazlitt, en particular The Anatomy of Criticism (1933), a los que, aunque les falte la perspectiva rigurosamente austriaca encarnada en sus trabajos económicos, merece sin embargo atención por “su capacidad para evitar etiquetas totalizadoras y desafiar la clasificación reductiva” en un campo dominado por el formalismo y el marxismo.

En el capítulo final “Literature, Transnational Law, and the Decline of the Nation-State”, Mendenhall expone primero el absurdo del nacionalismo en línea con Orwell y Said y luego continúa ofreciendo una visión general de la historia y situación del campo del “transnacionalismo”, empezando con el premonitorio ensayo de Randolph Bourne “Trans-National America”. Desmantelando “la homogeneidad y coactividad de las normas y regulaciones nacionalistas”, Mendenhall describe el derecho transnacional como “el orden pluralista de diversos principios y normas de distintas costumbres, culturas y comunidades, que toma su vocabulario de discursos filosóficos en competencia y no de órdenes coactivos de arriba abajo de estados o soberanos”. “La belleza del derecho transnacional”, según Mendenhall, “estriba en que sirve al interés presuntamente ‘liberal’ del pluralismo, mientras sirve al interés presuntamente ‘conservador’ de minimizar y evitar la burocracia gubernamental”. Luego señala la influencia potencial del derecho transnacional sobre la teoría político-literaria: mientras que “los teóricos occidentales que se basan en el marxismo refuerzan las estructuras occidentales de poder que explotan al tercer mundo (…) el derecho transnacional subvierte el dominio occidental (…) y crea un espacio para la acción del tercer mundo”. Concluye el capítulo con una sección sobre “Capitalismo y transnacionalismo”, definiendo el capitalismo como “un sistema de intercambios económicos voluntarios entre partes sin interés ni intervención del gobierno”. En esta sección final, Mendenhall reflexiona sobre la confusión básica respecto del término: “Algunos oyen capitalismo y piensan en ‘opresión’ y ‘explotación’; otros oyen capitalismo y piensan en ‘libre mercado’ y ‘prosperidad’”.

La confusión sobre el término ‘capitalismo’, que Mendenhall trata de resolver tanto en el capítulo final como en el prólogo, es, en mi opinión, uno de los obstáculos para entender la diferencia entre intercambio de libre mercado y colusión entre economía y política. Yo también he “oído a catedráticos (y yo añadiría, a alumnos) en el aula presentar críticas del capitalismo que no tienen ninguna base en la investigación o la realidad económica”. Como dice Mendenhall:

Mucho de lo que critican es una caricatura vulgar del capitalismo que no representa las cosas que representa el capitalismo para mí o para otros capitalistas serios: libertad, movilidad, voluntarismo, paz, originalidad, intercambio, creatividad, cooperación, prosperidad, felicidad, salud, comercio, producción, belleza, colaboración, ingenio, variación, diversidad, mutualidad, acción e independencia. Parece que cuando estos críticos del capitalismo hablan de capitalismo, tienen en mente una idea de mal y opresión, no un sistema independiente que a lo largo de la historia humana ha eliminado más males genéricos que cualquier otro sistema.

Aun así, quizá Mendenhall no sea suficientemente justo con investigadores literarios al enfrentarles a “sus críticos económicos”, como si estuvieran especialmente equivocados en su confianza en “categorías prefabricadas de capitalismo”. Basta con acudir a la exposición de Wikipedia de “distintos modelos de capitalismo”, que comprende las variedades del mercado libre, la economía mixta y la planificación estatal, para ver que hay un caos extendido respecto del uso del término en público. Tampoco la mayoría de los académicos ortodoxos merecen un estrella dorada por su conocimiento de la escuela austriaca, ya que, aunque rechacen fácilmente el marxismo, sin embargo aceptan a menudo teorías económicas que les convierten en defensores de intervenciones públicas de todo tipo, llevándonos a una vía paralela hacia el mismo ‘camino de servidumbre’.

Quizá se añada a la confusión el hecho de que la expresión ‘capitalismo de compinches’ (refiriéndose a la práctica anticapitalista quintaesencial que conlleva la colusión entre gobierno bancos y grandes empresas) se emplea comúnmente como si el calificativo fuera una característica definitoria (como en ‘limón ácido’) en lugar de una aberración (como en ‘manzana envenenada’). Como dice Mendenhall: “continuaremos sufriendo la confusión y la ira hasta que marxistas literarios y economistas de libre mercado sean conscientes de estos significados contradictorios”.

Si, por un lado, a los diversos temas de este libro les falta el hilo conductor de una monografía, por el otro, los ensayos individuales demuestran elocuentemente cómo la crítica literaria libertaria puede aplicarse a una diversidad de asuntos. La aproximación es coherentemente libertaria, pero los argumentos apenas son redundantes y las conclusiones son cualquier cosa menos reductivistas. Por el contrario, el énfasis en la acción humana casi nos impide a priori caer en la trampa de forzar todo texto para conformar un molde crítico preestablecido. Además, el objetivo declarado de Mendenhall no es simplemente aclarar los diversos temas de los que se ocupa, sino “ofrecer una serie de opciones para lo que podría ser una teoría y crítica literarias libertarias”.

Al tiempo que ofrece una defensa convincente de una aproximación libertaria en las humanidades, este libro debería también interesar a investigadores austriacos y libertarios que no se hayan aventurado fuera de las ciencias sociales en estudios literarios y de literatura imaginativa. Como dice Mendenhall: “Estoy seguro de una cosa: este libro demuestra a los libertarios que las humanidades, en general, y la literatura, en particular, pueden servir como fuentes útiles e ilustrativas para el estudio de la economía y la acción humana”. Enfrentándose a un entorno académico en el que se sigue alimentando a los alumnos con el marxismo y sus variantes, este libro de ensayos ofrece alimento nutritivo para el pensamiento a investigadores en todas las disciplinas humanistas y sociales, ya sean  versados en crítica literaria libertaria o no hayan oído hablar nunca de ella.


Publicado el 9 de agosto de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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