Una lección sobre análisis económico a partir del debate sobre el salario mínimo

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En el devenir de la política intervencionista, hay algunos temas que aparecen periódicamente, independientemente de cuántas veces y cuán completamente se haya demostrado que son dañinos para la misma gente a la que pretenden ayudar. Actualmente la marea nos trae de nuevo el salario mínimo a la orilla de la atención colectiva. Los defensores de esta medida y otras similares usan a menudo argumentos de hombre de paja, como el que aparece más abajo.

Descubrí este anuncio mediante uno de mis amigos que lo compartó en Facebook. Se publicó originalmente el 12 de julio de 2014 en el sitio web de OurTime.org. Me propongo deconstruir aquí este pseudoargumento, apuntando sus grandes errores. No hago esto para convencer a los defensores radicales de aumentar el salario mínimo de que es una mala idea, dudo que sea posible de ninguna manera. Más bien puede ser una corta lección para los interesados en un análisis económico sólido sobre cómo proceder cuando nos enfrentamos a argumentos opuestos respaldados por estadísticas aparentemente sólidas.

El principio ceteris paribus

Lo que se dice en el recuadro se expresa de forma bastante ambigua, lo que es típico de este tipo de argumento. Puede interpretarse de dos maneras. Por un lado, podría afirmar que el aumento en el salario mínimo causó el aumento en el empleo. Es una clara violación del principio ceteris paribus (es decir, que todo lo demás permanezca igual o se mantuviera constante), que está en el núcleo de cualquier buen análisis y no puede destacarse nunca demasiado. Para que esa información fuera válida, debemos suponer que todos los estados son idénticos en todos los demás aspectos y que el aumento en el salario mínimo fue la única condición económica que cambió. Está claro que no es el caso. Los estados usan diversas iniciativas políticas para estimular el crecimiento del empleo y centrarse en este único factor ignora la importante heterogeneidad entre los estados.

En su forma más atenuada, la afirmación podría estar diciendo simplemente que los empleos se crearon a pesar del aumento. Es evidente y trivial. Para que esta interpretación tenga sentido, debemos suponer que el salario mínimo es el tipo más grande de la casa, el factor supremo que aplasta a los demás. Es todo o nada: o elimina todo crecimiento en el empleo o no es un factor. Esto es lo que crea el argumento del hombre de paja. Está completamente simplificado y nadie que se oponga al salario mínimo adopta la postura que trata de refutar. El salario mínimo es solo un factor entre muchos que afectan al mercado laboral, los resultados del mundo real son el resultado de una constelación de factores, cada uno desempeñando su parte. Pero esto no es lo único que está mal en esta versión del argumento: va a más (o a menos).

Heterogeneidad del mercado laboral

El argumento del recuadro implica que el salario mínimo afecta a todo el mercado laboral, pero está claro que no es así. Solo afecta a la parte del mercado laboral en la que la ley representa una limitación a cumplir, es decir, donde los salarios del mercado serían inferiores al mínimo legal. Aquí también hay heterogeneidad entre estados: algunos tienen una porción más grande de trabajadores ganando caso el mínimo mientras otros tienen relativamente menos trabajadores a ese nivel. Si un estado está experimentando crecimiento en trabajos de alta tecnología, mano de obra cualificada o cualquier otro sector con salarios de mercado más altos que el nuevo mínimo legal, no hay razón concreta por la que el crecimiento no continúe después de ponerse en marcha la ley, al menos durante un tiempo. Si un estado tiene una porción relativamente pequeña de su fuerza laboral ganando en torno al salario mínimo, el crecimiento en otros sectores compensará fácilmente las pérdidas inmediatas debido a un mínimo más alto. Si el salario mínimo aumentara solo ligeramente, de un nivel no obligatorio a otro, no esperaríamos ningún efecto discernible a corto plazo en el empleo o la creación del mismo.

Base adecuada de comparación

¿Qué es lo que realmente queremos saber acerca del efecto de un aumento en el salario mínimo? Queremos saber qué habría ocurrido en los estados afectados por la ley si no se hubiera aprobado esta frente a lo que sí ocurrió en presencia de dicha ley. Los estados que no aprobaron aumentos en el salario mínimo son simples representantes de ese futuro invisible y son representantes con sentido solo si todas las demás condiciones son las mismas, como se ha dicho antes, o si podemos aproximarnos razonablemente a esa condición. Así que un modelo de regresión podría darnos una imagen más realista de los efectos de aumento si pudiésemos contralar los suficientes factores adicionales que afectaban al crecimiento del empleo. El argumento del recuadro no hace nada parecido, por supuesto.

Tiempo

Advirtamos que el recuadro se refiere a los estados que aumentaron el salario mínimo al principio de 2014. Esto significa que tenemos como mucho seis meses de historial a ver. Es un plazo demasiado corto. Los principales efectos de la legislación del salario mínimo adoptan la forma de cambios estructurales a largo plazo, al adaptarse los empresarios a las condiciones del mercado. Las decisiones de inversión se inclinan hacia el capital más que hacia la mano de obra. No se crean empresas que podrían haberse creado. Los efectos aparecen in años, no en meses. Las tendencias de empleo ya en marcha pueden persistir por algún tiempo después de que se apruebe una nueva ley.

Los fenómenos económicos son complejos. Un buen análisis económico no puede por lo general resumirse en una simple estadística. Si los estados que aumentaron el salario mínimo hubieran experimento un menor crecimiento en el empleo que los que no lo hicieron, no sería una crítica al salario mínimo, igual que las estadísticas anteriores lo apoyan. Sin una teoría sólida para explicarlas, esas simples estadísticas no tienen sentido.


Publicado el 26 de agosto de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí: aquí.

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