¿Dónde están los detalles [del libertarismo]?

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El libertarismo es claramente el más -quizá el único- movimiento verdaderamente radical en los Estados Unidos. Toma los problemas de la sociedad por la raíz. No es reformista en ningún sentido. Es revolucionario en todos los sentidos.

Debido a que muchos de sus integrantes han venido de la derecha, sigue habiendo sobre él por lo menos un aura o, tal vez, una miasma defensiva, como si de verdad sus intereses centrales fueran, por ejemplo, la defensa de la “propiedad privada”. La verdad, cierto es que el libertarismo quiere impulsar los principios de la propiedad, pero de ninguna manera quiere defender, a diestra y siniestra, todos los bienes que ahora se llaman privados.

Gran parte de la propiedad es robada. Gran parte es de título dudoso. Todo esto está profundamente entrelazado con un inmoral y coercitivo sistema estatal que ha condonado, construido sobre, y se ha beneficiado de la esclavitud, se ha expandido y explotado a través de una brutal y agresiva política exterior colonial e imperial, y sigue manteniendo a la gente más o menos en una relación siervo-amo por las concentraciones de poder político-económico

El libertarismo se refiere, ante todo y sobre todo, a la más valiosa de las propiedades: la vida de cada individuo. Esta es la propiedad más brutal y constantemente amenazada por los sistemas estatales ya sean de derecha o de izquierda. Los derechos de propiedad que corresponden a objetos materiales son considerados por los libertarios como, directamente, resultantes secundarios del fundamental derecho a la propiedad de uno mismo y, consecuentemente, al disfrute de la vida y de aquellas posesiones adquiridas sin coacción.

Los libertarios, en pocas palabras, simplemente no creen que el robo sea correcto si se comete en nombre de un Estado, una clase, una crisis, un credo, o un cliché.

Esto está muy lejos de compartir un “terreno común” con los que desean crear una sociedad en la que unos “super-capitalistas” sean libres para amasar extensas posesiones, diciendo que es, en última instancia, el más importante propósito de la libertad. Esto es una absurdidad proto-heroica.

El libertarismo es un movimiento popular y de liberación. Su objetivo es una sociedad abierta, una sociedad no-coercitiva en la que las personas puedan vivir libres, distintas personas puedan asociarse voluntariamente, des-asociarse y, si lo creen conveniente, participar en las mutuas decisiones que afecten a sus vidas. Esto significa un verdadero mercado libre en todo sentido, desde las ideas hasta las idiosincrasias. Esto significa que las personas pueden organizar libremente de forma colectiva o individual los recursos de su comunidad. Esto significa libertad para formar comunidades basadas y apoyadas en el sistema judicial que ellos deseen, sin ninguno o con sistemas de arbitrio privados, según como consideren más acertado. Lo mismo ocurre con la policía. Lo mismo con escuelas, hospitales, fábricas, granjas, laboratorios, parques, y pensiones. La libertad significa el derecho a formar tus propias instituciones. Se opone al supuesto derecho de esas instituciones de imponerse sobre ti en base al mero hecho del poder o el estatus tradicional.

Para muchos, sin embargo, estos principios de origen radical del libertarismo seguirán siendo meras abstracciones, e incluso sospechosos, hasta que se conviertan en agresivas propuestas normativas específicas.

No hay apenas nada de radicalismo, por ejemplo, en aquellos que dicen que los pobres deben tener una mayor proporción del presupuesto federal. Esto es algo reaccionario, el pedir que la institución de robo estatal se haga meramente más aceptable ampliando la distribución de su botín a las personas más simpáticas. Tal vez nadie en su sano juicio podría oponerse a dar más fondos federales para los pobres en vez de gastar ese dinero en la masacre de campesinos vietnamitas. Sin embargo, para argumentar tales méritos relativos, uno debe terminar siendo simplemente reformista y no revolucionario.

Los libertarios pueden y deben proponer tácticas y objetivos revolucionarios que tengan un significado específico para los pobres y para todas las personas; para analizarlo en profundidad y, por ejemplo, demostrarles el sentido que tiene la libertad, libertad revolucionaria, para ellos. Por mi parte, sinceramente pido ese tipo de pensamiento a mis camaradas.

Las propuestas deben tener en cuenta el trato revolucionario a los robos públicos y privados en base a la propiedad libertaria y, en términos radicales, los factores que han oprimido al pueblo desde el pasado hasta el momento, y así sucesivamente. Murray Rothbard y otros han hecho muchos trabajos teóricos a lo largo de esta línea, pero nunca se puede dejar en unos pocos hombros parte tan grande de la carga.

Permítaseme proponer sólo algunos ejemplos de respuesta concreta, revolucionaria y radical a las preguntas que los miembros de nuestro Movimiento bien podrían hacerse a si mismos.

-La propiedad de la tierra y / o su uso en una situación de declive del poder estatal. La situación Tijerina sugiere un enfoque. Debe haber muchos otros. ¿Y qué hay del agua y la contaminación del aire y la prevención (de forma realista, no romántica)?

-Trabajadores, accionistas, los roles de la comunidad o los derechos al producto del trabajo en términos de análisis libertario y con propuestas concretas en sentido radical y revolucionario. ¿Qué, por ejemplo, podría o debería sucederle a “General Motors” en una sociedad liberada?

De particular interés, para mí en todo caso, es centrar el análisis libertario y el ingenio en el gran asunto pendiente e inacabado de la abolición de la esclavitud. El simplemente dejar a los esclavos libres en un mundo que sigue siendo propiedad de sus amos es, obviamente, una injusticia histórica[1]. (Los libertarios sostenemos que el Sur se debería haber podido secesionar de manera que los esclavos, junto con sus amigos del Norte, podrían haber construido un movimiento revolucionario de liberación, derrocado a los capitanes, y, por lo tanto, logrando la reparación en forma de revolución). Los pensamientos sobre las reparaciones son hoy ensombrecidos por la preocupación de que fueran llevadas a cabo en contra de personas inocentes que de ninguna manera pueden tener culpa de los delitos de los ex-opresores [2]. Sin embargo, hay una forma con la cual esta contradicción podría evitarse: en el uso de las tierras e instalaciones que son “propiedad del gobierno” como elementos de indemnización a los descendientes de los esclavos y que haría posible que estos puedan participar en la comunidad de la tierra, finalmente, como iguales y no como pupilos.

En algún sitio, tengo que asumir, hay un libertario que comparte la idea y podría hacerla funcionar como una buena y coherente propuesta de justicia en este campo. Obviamente, la lista es interminable. Pero el punto es finito y está finamente enfocado. Con el libertarismo ahora en desarrollo como un Movimiento, sinceramente, se necesitan con urgencia propuestas innovadoras, radicales, objetivos específicos y una agenda revolucionaria que pueda traducir estos grandes y duraderos principios en el tiempo, comandando la teoría, e incluso ideando posibles medidas prácticas.

“¿Qué país puede preservar sus libertades, si sus gobernantes no advierten de vez en cuando que su pueblo preserva el espíritu de resistencia? Vamos a tomar las armas.”

Thomas Jefferson, 1787


Notas del traductor:

[1] Karl Hess se refiere a la abolición de la esclavitud en EE.UU. A los esclavos jamás se les pagó por su trabajo cuando fueron sometidos. Hess plantea, siguiendo el punto de vista de Rothbard, que no haberles dado una indemnización por los robos extremos que sufrieron consiente una gravísima injusticia.

[2] La idea es que los descendientes de los ex-opresores no tienen culpa por los delitos de sus ancestros (y en el caso de EEUU actualmente gran parte de la población es descendiente de migrantes europeos llegados luego de la abolición de la esclavitud, por lo que no sería justo tratar el tema como una “compensación racial”).


Publicado en The Libertarian Forum. Junio de 1969. Traducido por Oscar Rosales.

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