Análisis libertario de clases

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Menciona las palabras “análisis de clases” o “conflicto de clases” y la mayoría de las personas pensará en Karl Marx. La idea de que existen clases irreconciliables, cuyo conflicto es inherente a la naturaleza de las cosas, es uno de los sellos del Marxismo. Siendo este el caso, es natural que las personas que no quieren tener nada que ver con el marxismo no quieran tener nada que ver con el análisis de clases.

Por lo tanto debe ser de interés conocer que no provino de Marx el análisis de clases o la idea del conflicto de clases. Estos temas tienen sus raíces en el liberalismo radical, o libertarismo, el cual antecede las escrituras de Marx. De hecho, Marx rinde homenaje a sus originadores, un grupo de historiadores de la Francia post-napoleónica quienes han sido ignorados por todos menos por un puñado de libertarios de hoy en día. (En este artículo me baso en cuatro de esos libertarios; los historiadores Ralph Raico, Leonard Liggio, y David M. Hart, y el economista e historiador Walter E. Grinder.)

Los nombres de los historiadores franceses clave del siglo XIX son: Charles Comte, Charles Dunoyer, y Augustin Thierry, cuya publicación: Le Censeur européen, fue un semillero para el pensamiento liberal radical. Como lo relata Raico, Grinder, y Hart; Comte y Dunoyer fueron influenciados por el importante, pero subvalorado, economista liberal francés J.B. Say, quien Murray Rothbard elogió por ser brillantemente innovador, el superior de Adam Smith. (Comte eventualmente se casaría con la hija de Say.) De hecho, las semillas de una teoría liberal radical serían encontradas en la segunda y subsiguientes ediciones del Tratado de Economía Política de Say (primero publicado en 1803), en el cual se refleja su respuesta al gasto militar de Napoleón y su manipulación económica.

Como Say escribió en otra de sus obras,

Las grandes recompensas y ventajas que son generalmente asociadas al empleo público suscitan enormemente la ambición y la codicia. Ellas crean una lucha violenta entre aquellos que poseen tales posiciones y aquellos que las quieren.

De acuerdo a Hart, Comte y Dunoyer quedaron consternados por la perspectiva de Say de que los servicios provistos en el mercado eran productivos — eso es, útiles — “bienes inmateriales” y que el emprendedor, así como el trabajador, es un productor. Hart escribe,

Una consecuencia de la visión de Say es que había muchos contribuyentes productivos en el nuevo industrialismo, incluidos los dueños de las fábricas, emprendedores, ingenieros y otros tecnólogos así como también aquellos en la industria del conocimiento como profesores, científicos y otros “savants” o intelectuales.

Esto es importante para el tema de la clase, el propósito del cual es el de identificar a los explotadores y los explotados. Como todo el mundo sabe, Marx, al menos en algunos de sus escritos, pensaba que solo los trabajadores eran industriosos, con los dueños de capital perteneciendo a la clase explotadora (con el estado como su “comité ejecutivo”). El coloca a los dueños de capital entre los explotadores debido a su Teoría del Valor-Trabajo (heredada de Adam Smith y David Ricardo): ya que el valor de los bienes era equivalente al trabajo socialmente necesitado para producirlos, la ganancia y el interés recogido por los “capitalistas” debía ser extraído de la justa remuneración de los trabajadores — De ahí su explotación. Si la Teoría del Valor-Trabajo falla y el intercambio es totalmente voluntario, libre de privilegio estatal, entonces la explotación no ocurre. (La teoría de la explotación de Marx fue luego sistemáticamente refutada por el economista austriaco Eugen von Böhm-Bawerk.)

De ese modo, es crucial notar que los pensadores de los cuales Marx aparentemente aprende sobre el análisis de clases ponen en la clase productiva a todos los que crean utilidad a través del intercambio voluntario. El “capitalista” (siendo en este contexto el dueño de bienes capitales que no esta conectado con el estado) pertenece a la clase industriosa junto a los trabajadores.

¿Quienes eran los explotadores? Todos los que vivían a la fuerza a costillas de la clases industriosas. “Las conclusiones extraídas de esto por Comte y Dunoyer (y Thierry) es que existía una amplia clase de ‘industriales’ (la cual incluía a los trabajadores manuales y los antes mencionados emprendedores y savants) quienes luchaban en contra de otros quienes deseaban dificultar su actividad o vivir de forma improductiva a costa de ella,” Hart escribe.

Los teóricos del industrialismo concluyeron de su teoría de producción que los explotadores tenían que ser el estado y las clases privilegiadas aliadas al mismo, en lugar de toda la actividad no-agricultural, quienes eran esencialmente no productivos. Ellos también creían que a través de la historia había habido un conflicto entre esas dos clases antagonistas, el cual solo podría ser resuelto con la separación radical de la sociedad productiva y pacífica de las incompetencia y los privilegios del estado y sus favoritos.

De este modo la historia política y económica es el registro de conflictos entre productores, sin importar su naturaleza, y las clases políticas parasitarias, ambos dentro y fuera del estado formal. O para usar términos de quien luego apoyaría esta perspectiva, John Bright, era la lucha entre quienes pagan los impuestos y quienes se los comen.

Economía política y libertad

Hart hace hincapié en que el trabajo de Comte y Dunoyer llevan el análisis de Say al siguiente nivel. Mientras Say consideraba a la economía y la política como disciplinas separadas, con la última teniendo poco efecto sobre la primera, los analistas liberales de clases vieron que el trabajo de Say tenía implicaciones más radicales. “La ciencia de la economía política era ‘cargada de valores’ como podríamos decir e implicaba políticas específicas en torno a la propiedad, a la intervención gubernamental en la economía y la libertad individual, algo que Say no apreció pero que Dunoyer y Comte incorporaron en su trabajo,” escribe Hart.

Tal como Hart y Raico señalan, Comte y Dunoyer también absorbieron mucho de otro gran liberal, Benjamín Constant, quien escribió importantes ensayos demostrando que una “era del comercio” había reemplazado la “era de la guerra” y que la moderna noción de libertad — la vida privada — era radicalmente opuesta a la noción antigua de libertad — participación en la política. Como Hart lo señala,

Dunoyer estaba interesado en la oración “[E]l único fin de las naciones modernas es la paz (repos), y con la paz viene el confort (aisance), y la fuente de confort es la industria,” la cual sintetiza sus propios pensamientos sobre el verdadero objetivo de la organización social.

Raico ha también señalado que el análisis liberal de clases puede ser encontrado en las escrituras manchesterianas de paz y libre mercado realizadas por activistas como Richard Cobden, John Bright y Herbert Spencer. Raico cita a Bright en la lucha en contra de las Corn Laws (aranceles a la importación de granos):

Dudo que pueda tener cualquier otro carácter [que el de] … una guerra de clases. Creo que este es un movimiento de las clases comerciales e industriales en contra de los Lores y grandes latifundistas.

De hecho, Raico enfatiza, la Escuela de Manchester entendía que la guerra y otras formas de intriga política, eran motivadas por una búsqueda de la clase política por riqueza inmerecida. Tales ideas estuvieron también presentes entre otros pensadores liberales, incluyendo a Thomas Paine, John Taylor de Caroline, John C. Calhoun, Albert Jay Nock, y Ludwig von Mises.

Guerra de clases y estatismo

¿Cuál es el resultado de este ciertamente truncado panorama? El poder coercitivo del gobierno para imponer impuestos necesariamente crea dos clases: aquellos que crean y aquellos que consumen la riqueza expropiada y transferida por ese poder. Aquellos que generan la riqueza naturalmente desean mantenerla y usarla para sus propios propósitos. Aquellos que quieren expropiarla buscan maneras cada vez astutas de adquirirla sin incitar resistencia. Una de esas formas es propagando una elaborada ideología del estatismo, la cual enseña que la gente es el estado y que por tanto, las personas se pagan a sí mismas cuando pagan impuestos.

Los oficiales del estado y la corte de intelectuales en las universidades y los medios de comunicación, hacen un gran esfuerzo para hacer que las personas crean este fantástico cuento, incluyendo la creación de escuelas. Al final, la mayoría de las personas terminan creyéndolo. El rol de la guerra es el de intimidar a las personas, hacerlas que bajo ese estado paguen impuestos para su propia protección y mantener el flujo de riqueza hacia los explotadores con un mínimo de quejas.

¿Qué pueden hacer los libertarios al respecto? Primero, deben entender la Teoría Liberal de Clases. No deben rehuir de ella debido a que haya sido secuestrada por los marxistas. Segundo, deberían usar cualquier influencia que tengan para elevar la conciencia de clase de todas las personas honestas y productivas. Eso es, que los industriosos deben mostrar que son víctimas diarias de la clase política reinante.

Para leer más

Hart, David M. “The Radicalism of Charles Comte and Charles Dunoyer.”

Hart, David M., and Walter E. Grinder. “The Basic Tenets of Real Liberalism. Part IV Continued: Interventionism, Social Conflict and War.” Humane Studies Review 3, no. 1 (1986):1–7.

Liggio, Leonard P. “Charles Dunoyer and French Classical Liberalism.” Journal of Libertarian Studies 1, no. 3 (1977): 153–78.

Raico, Ralph. “Classical Liberal Exploitation Theory: A Comment on Professor Liggio’s Paper.” Journal of Libertarian Studies 1, no. 3 (1977): 179–83.


Traducido por José Graterol. El original se encuentra aquí.

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