Empresa privada frente a libre empresa

0

Está previsto que el United States Export-Import Bank expire al final de junio de 2015 y los representantes electos de ambos partidos se apresuran a reautorizarlo, citando la importancia de las exportaciones y de una fuerte empresas privada para la economía estadounidense.

“Soy una gran defensora del Ex-Im Bank, porque es una herramienta para que seamos competitivos para apoyar la exportación de nuestras empresas”, dijo Hillary Clinton. “La no reautorización de ExIm equivaldría a un desarme unilateral y costaría decenas de miles de empleos estadounidenses”, comentó Harry Reid. Parecería que los demócratas ansían reclamar el título tradicionalmente aplicado a los republicanos de “el partido de la empresa”. Pero hay una diferencia entre ser pro-empresa y ser pro-mercados.

En su libro Reassessing the Presidency: The Rise of the Executive State and the Decline of Freedom, el abogado e historiador libertario John V. Denson observa: “Muchos empresarios y banqueros creen en la empresa privada, pero no creen en la libre empresa” (cursivas originales).

Es una distinción que es importante hacer. La libre empresa es el ideal del laissez faire, del mercado libre, con las interacciones pacíficas entre personas estando completamente sin regular por parte del gobierno. Bajo la libre empresa, cualquiera puede comercias con cualquier otro en términos mutuamente acordados. Como todas las interacciones son voluntarias, todos los comerciantes se benefician necesariamente y tanto la riqueza como el bienestar son libres de aumentar sin la imposición de límites artificiales.

Por el contrario, la empresa privada significa simplemente que las empresas y medios de producción están en manos privadas, aunque el gobierno pueda hacer determinadas demandas sobre cómo han de dirigir las personas sus empresas. Los gobiernos fascistas de Europa en el pasado siglo mantenían un sistema de empresa privada, al tiempo que ejercían un control casi completo sobre el funcionamiento de las empresas. Igualmente, la economía de Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial estuvo marcada por empresas privadas funcionando extensamente a gusto del gobierno.

Esto no quiere decir que la empresa privada sea mala (no lo es), sino simplemente que es insuficiente para la libertad económica y tiende a corromperse por el proceso político. A primera vista, uno pensaría que los dueños de negocios estarían a favor de la libre empresa. Después de todo, ¿quién quiere verse mangoneado por el gobierno? Pero en realidad, vemos exactamente lo contrario. James Buchanan, fundador de la escuela de economía de la elección pública, fue famoso por exponer los incentivos de las empresas privadas para manipular al gobierno para jugar a los favoritos en el mercado. Un sistema de libre empresa beneficia a todos los que están dispuestos a ser productivos. Los controles públicos sobre las empresas, por otro lado, benefician a unos pocos a costa de muchos, lo que significa que los pocos que se benefician tienen todos los incentivos para cabildear y apoyar un sistema así. Así vemos por todas partes que se defiende de boquilla a la libre empresa, pero en realidad de promueve la empresa privada y no libre.

El U.S. Ex-Im Bank es un ejemplo de esto. Fundado como parte del New Deal de FDR hace ochenta años, el banco ha estado proporcionando préstamos a empresas privadas respaldados por los contribuyentes. Se nos dice por parte de políticos supuestamente pro-empresas que se necesita el programa para estimular las exportaciones, aunque la competencia no afectada por los compinches empresariales siempre ha demostrado ser un estímulo económico superior. Especialmente indignante es que la mayoría del dinero que entrega el banco vaya a grandes empresas que indudablemente no necesitan ayudas públicas para exportar sus bienes.

Aunque a los defensores del banco les gusta afirmar que la mayoría de la actividad del banco se dedica a ayudar a pequeñas empresas, en realidad el 97% de las garantías a préstamos del banco van a solo diez grandes empresas, siendo las dos principales Boeing y General Electric, que es difícil que se consideren empresas familiares que necesiten dinero para seguir funcionado. Aunque estas empresas no sean de propiedad pública, el hecho de que sean entidades privadas no justifica este tipo de intervencionismo, que dificulta la competencia y crea incentivos perversos.

Si se reautoriza, el Ex-Im Bank se estima que costará a los contribuyentes 2.000 millones de dólares a lo largo de la próxima década. Este desperdicia millones en autopromoción y relaciones públicas y, debido a órdenes concretas de la administración Obama, recompensa desproporcionadamente intereses políticos, como el derroche de la energía verde conocido como Solyndra y empresas extranjeras afectadas por corrupción, como Abengoa. Sería difícil imaginar una aproximación que fuera menos de libre mercado para apoyar a empresas. Entretanto, las garantías públicas de préstamos a empresas que no podrían haberlos obtenido en el mercado abierto asegura que el dinero se invertirá mal, sirviendo a intereses especiales en lugar de a una economía sólida.

Este tipo de proteccionismo es quizá el ejemplo más seductor e insidioso del atractivo de la empresa privada a costa de la libre empresa. A pesar de haber sido completamente rebatidas como eficaces o sabias por prácticamente todos los economistas creíbles, las políticas proteccionistas han estado entre las más apegadas y difíciles de desmantelar. El Ex-Im Bank no es más que una gota en un cubo comparado con otras políticas proteccionistas, como los mastodónticos subsidios agrarios que vota alegremente el Congreso cada pocos años. Pero incluso este programa relativamente pequeño ha demostrado ser notablemente difícil de erradicar. Parte de la razón es que republicanos y demócratas por igual pueden votar medidas proteccionistas mientras afirmar simultáneamente ser “pro-empresa”. Raramente se hace la distinción entre apoyar la libertad de empresa y apoyar a la empresa directamente mediante acción pública.

La empresa privada es un subgrupo de la empresa libre. Toda empresa libre es privada, pero no toda empresa privada es libre. No tener en mente esta distinción es lo que lleva al apoyo público de programas indefendibles como el Ex-Im Bank. El apoyo a la empresa privada a costa de los mercados libres genera simplemente corporativismo, en el que la empresa se convierte en una extensión del gobierno en lugar de en agente de la competencia y las alternativas.


Publicado originalmente el 9 de marzo de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email