La intolerancia intelectual detrás de “fíjate en tus privilegios”

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quiet2Hace una década, no se habría dicho nadie que se “fijara en sus privilegios”. Ahora supone una “porción de mercado” apreciable en la retórica académica y de la justicia social. Pero lo hace a pesar de se opone frontalmente a las interpretaciones de su significado. De hecho, su impronta expandida se debe en parte a su ambigüedad.

Podría ser una invitación a debatir

En cierto sentido, “fíjate en tus privilegios “equivale en buena parte a “fíjate en un tus premisas” que hay detrás de tuis opiniones y muchos están dispuestos a reconocer que ese recordatorio puede ser útil para avanzar en discusiones sobre asuntos sociales.

Sin embargo yo me pregunto si la gente está tan desprovista de preocupación o de comprensión entre sí que necesita repetidos recordatorios de “fijarse en sus privilegios” que implican que razonarían mejor y actuarían más eficazmente con solo ser más empáticos. Tiendo a estar de acuerdo con Adam Smith, en la Teoría de los sentimientos morales¸ en que:

Por muy egoísta que se suponga al hombre, hay evidentemente algunos principios en su naturaleza que hacen que se interese por las fortunas de otros y haga de ellas algo necesario para su felicidad, aunque no obtenga nada de ellas, excepto el placer de verlas (…) a menudo obtiene pena de la pena de otros.

Además, dar continuamente sermones para mejorar a la gente como forma de “inspirarla” se convierte en poco más que una molestia y cualquier idea que pueda añadir queda desplazada. De la misma manera, invocar repetidamente que se “fije en sus privilegios” tiende a destruir su utilidad dejando una mayor irritación y falta de armonía.

Pero la expresión podría simplemente significar “Cállate”

¿Y cuándo “fíjate en tus privilegios” se convierte en equivalente a “estate callado” en lugar de “evalúa tus premisas”?  “Fíjate en tus privilegios” es una forma de cerrar la discusión cuando el usuario está haciendo al afirmación de que estás desesperadamente confundido en tu comprensión y de que tus opiniones equivalen a una agresión (ya sea “micro” o “macro”). Esta postura fue bien articulada por Robert Heinlein, en La luna es una cruel amante:

¿Dónde se empieza a explicar cuando las palabras de un hombre demuestran que no hay nada que entienda acerca de [un] tema, [sino que] por el contrario está cargado de prejuicios que no se ajustan a los hechos y que ni siquiera conoce?

La afirmación de tu confusión sin remedio se convierte entonces en la base para afirmaciones de que, salvo que seas un miembro de alguna clase victimizada aceptada, debes ser parte de la clase opresora. Por tanto, como dice Max Borders:

Tus derechos y opiniones son inválidos y no tienes quejas o sufrimientos reales porque perteneces al grupo X. O, más en concreto, estás obligado a pagar porque gente que se te parece en algunos aspectos hizo cosas malas en algún momento.

En otras palabras, otros afirman que no necesitan escucharte, ni mucho menos respetar tus argumentos.

El ataque ad hominem

Ese salto implica varios fallos lógicos. Incluida en esa lista está la idea de que cualquier culpabilidad por lo que era verdad de algunos miembros de una clase o grupo arbitrariamente definidos (en lugar de tratar a las personas como los individuos que son) en algún momento en el tiempo pasa a todos los miembros actuales y futuros de esa clase o grupo. Además, incorpora la falacia ad hominem de que como se te juzga como malo o parte de una clase opresora, tu argumentación es falsa, mientras que al contrario su autodefinida bondad y no opresión significan que los suyos deben ser verdaderos, no estando ninguno de ambos relacionado con la validez lógica de un argumento.

Dado que “fíjate en tus privilegios” podría significar o bien “recuerda ser empático, para que podemos entendernos y ayudar mejor” o bien “podemos despreciar tus creencias y violar tus derechos”, ¿cómo podemos decir qué se pretende?

Donde reina la confusión, para entendernos y ayudar mejor hace falta que la confusión se reemplace por una comprensión clara y apropiada. Eso, a su vez, requiere una conversación de “toma y daca” seria y continua.

Sin embargo cuando se usa “fíjate en tus privilegios” para acabar preventivamente con la discusión impidiendo a quienes están en desacuerdo cualquier posibilidad de ser oídos, y mucho menos para rebatir su demonización y ataques, no pueden producirse empatía ni resultados. Así que la clave para evaluar “fíjate en tus privilegios es preguntarse lo que ocurriría si se tratara de avanzar en una conversación seria.

Cómo se produce el diálogo real

Es importante señalar que ninguna conversación se pararía al “fijarse en tus privilegios”. Solo empezaría ahí. En sí misma, la expresión dice que te equivocas en tu comprensión u opiniones, pero deja el cómo completamente sin especificar. Más allá de tener algo que hacer con el hecho de ser miembro de algún grupo supuestamente dominante o privilegiado. Parar ahí la conversación deja “fíjate en tus privilegios” como un insulto, sin ninguna posibilidad de aclarar la comprensión o reducir los desacuerdos o la falta de armonía.

El progreso hacia una mejor comprensión y resultados requeriría varios pasos más.

Empezaría precisamente especificando qué premisas suposiciones o argumentos defectuosos tiene supuestamente alguien, ya sean incluidos o excluidos inapropiadamente. Luego se explicaría por qué son inapropiados para el tema a considerar. Esto establecería las premisas correctas o apropiadas que ocuparían su lugar y articularía las razones del porqué.

Construyendo a partir de esos cimientos, esto demostraría cómo las premisas “nuevas y mejoradas” cambiarían las conclusiones propias. Consecuentemente, establecerían una solución apropiada, basada en el análisis alternativo. En el proceso, tendría que explicarse cómo la solución propuesta no puede explicarse solo sobre una base “más para mí” estrechamente egoísta, completamente aparte del argumento ofrecido, como parte de establecer los nuevos privilegios especiales que se crearían para los presentados como víctimas. También tendría que explicar cómo se verían afectados otros para poder ocuparse de dicho problema, incluyendo si serían imposiciones coactivas sobre miembros de la clase supuestamente dominante o victimizadora y que no tengan nada que ver con los “pecados de los padres”.

Cuando “fíjate en tus privilegios” signifique pensar más cuidadosamente acerca de las circunstancias de otros, que pueden ser muy distintas de las tuyas, y ser más empáticos, puede ser útil para mejorar nuestro potencial de comprensión mutua. Pero tiene que ser solo el principio de una discusión de mucho mayor alcance para dar frutos, una discusión que, llevada a cabo cuidadosa y sinceramente, nos llevaría de vuelta a las disposiciones de autopropiedad y voluntariedad de la libertad.

Por el contrario, cuando “fíjate en tus privilegios” se use como una expresión mágica para acabar preventivamente las discusiones sobre “justicia social”, es la afirmación de un privilegio especial para quienes se les permita definirse como buenos y quienes estén en desacuerdo con los malos, sin tener que dar ningún argumento real. También permite a los usuarios convertirlo en un insulto de demonización social para tratar de imponer sus “soluciones”, siempre a costa de los supuestos malos. En el proceso, socava la cooperación social, al socavar los derechos sobre los que se construye ésta.


Publicado originalmente el 18 de julio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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