La economía de Hillary Clinton

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The Economics of Hillary ClintonEn un reciente discurso del día del trabajo a los trabajadores sindicados en Illinois, Hillary Clinton declaró que si fuera elegida presidenta de Estados Unidos, se aseguraría de que “algunos empresarios fueran a la cárcel por robo salarial y todos los demás abusos que llevan a cabo”. Sus comentarios incendiarios eran evidentemente “carnaza” para la audiencia, pero también ayudaban a aclarar sus propias opiniones económicas y cómo gobernaría si fuera elegida.

Aunque Clinton esté algo atascada en un escándalo con respecto a sus servidores de correo electrónico utilizados mientras estaba en Foggy Bottom, parece que sobrevivirá (como ella y su marido han sobrevivido a todos los demás escándalos que han definido sus carreras políticas) y será la nominada oficial del Partido Demócrata. Dado el estado actual de la política de EEUU y dado el hecho de que no parece haber un aspirante republicano que pueda resistir su poder estelar, al menos de este punto ventajoso actual, parece que Clinton accederá al cargo para el que ha estado “destinada” desde 1992.

Dado que hay muchas posibilidades de que Clinton entre en la Casa Blanca en enero de 2017, deberíamos revisar sus creencias económicas y sus propuestas de políticas económicas, ya que es probable que tengamos que vivirlas en menos de dos años. No es sorprendente para la gente interesada en la economía de la libertad (o mejor dicho, la economía de la prosperidad), que las políticas de Hillary decepcionen y decepcionen mucho.

Si se combina la línea de Clinton con otras cosas que ha dicho acerca de política económica, así como lo que hay escrito en su sitio web acerca de lo que llama “la economía del mañana”, aparece un paisaje que no produce confianza a nadie que entienda el papel que desempeña la libertad en una economía de mercado. Como Bernie Sanders, cuyas políticas y puntos de vista ya he tratado, Clinton sigue una dura aproximación estatista a las políticas económicas.

Cuando era Primera Dama, Clinton hablaba de “canalizar a Eleanor Roosevelt”. En la campaña actual, al menos lo que declara en su sitio web y en sus discursos de campaña, también canaliza al esposo de Eleanor, Franklin. Aunque Clinton afirma que sus propuestas son parte de “la economía del mañana”, la dura realidad es que son esencialmente la economía del New Deal, y la parte del New Deal que creaba tanto daño que un Congreso dominado por el propio partido de Roosevelt abolió mucha de ella. Como su oponente en las primarias Bernie Sanders, Clinton está tratando de revivir un segundo New Deal.

Mientras que Franklin Roosevelt ponía sus políticas bajo el paraguas de las “cuatro libertades”, Clinton ha caracterizado bajo la égida de las “cuatro luchas” en las que promete “pelear” por esto y “pelear” por aquello. Afirma especialmente tener afecto por la clase media estadounidense, así que deberíamos ver cómo sus planes se corresponden con las perspectivas de la clase media.

Acción frente a retórica

Sin embargo, antes de examinar las propuestas económicas de Hillary Clinton, recuerdo a los lectores que esto no es otra diatriba para satisfacer la hillaryfobia de los republicanos y lo que han expresado en las pasadas dos décadas. Este artículo hace una cosa: examinar sus ideas económicas y permitir a los lectores tomar sus propias decisiones acerca de su candidatura.

También tenemos de distinguir la retórica de Clinton de sus propias acciones y especialmente la economía de su vida actual, pues no hay mayores defensores de lo que se califica burlonamente como “capitalismo de compinches” que Clinton y su esposo y quizá no haya dos personas en la vida pública actual que se hayan beneficiado más del este híbrido económico que los Clinton. Hillary Clinton defenderá la clase media en sus palabras, pero la dinámica y la historia del capitalismo de compinches nos dicen que la clase media y los pobres son los que más sufren por esa forma de economía política.

Los Clinton, compinches capitalistas

(A favor de algunos en la izquierda, un par de publicaciones progresistas han expuesto los lazos cercanos de Clinton con las empresas que dominan un sector que ella denuncia en sus palabras de campaña).

Cuando Bill Clinton abandonó el cargo, su esposa y él esencialmente tenían ingresos netos negativos, ya que sus pasivos legales superaban con mucho sus activos personales. Gracias a cierta ayuda externa, pudieron encontrar alojamientos en los elegantes Hamptons, que no son precisamente un suburbio de clase media y, poco después, el dinero empezó a llenar sus cuentas bancarias. Como Hillary estaba limitada a su salario en el Senado de EEUU, al haber sido elegida para el cargo por los votantes de Nueva York en 2000, la pareja dependía de que Bill hiciera un discurso tras otro y cobrara una enorme tarifa tras otra.

El punto de conexión de los Clinton y el capitalismo de compinches no son sin embargo las enormes tarifas que recibían tanto Bill como Hillary (después de que Hillary abandonara el Departamento de Estado), sino el papel que ha desempeñado la Fundación Clinton en convertirles en multimillonarios. Siendo claros, los Clinton esencialmente crearon una red de protección a través de la fundación que hubiera hecho ruborizar a Don Corleone.

Cuando estaba en el Departamento de Estado, Hillary concedería a una empresa algunos favores legales o administrativos y luego la empresa haría grandes contribuciones a la Fundación Clinton o Bill daría un discurso con unos honorarios consiguientes que podían atender a numerosas familias de clase media durante un año. Por ejemplo, estuvo el caso del banco suizo UBS, como se indicaba en un post reciente de The Atlantic:

El banco suizo UBS es una de las instituciones financieras más grandes y poderosas del mundo. Como secretaria de estado, Hillary Clinton intervino para ayudarle con Hacienda. Y después de eso, el banco suizo pagó a Bill Clinton 1,5 millones de dólares por una ronda de discursos. El Wall Street Journal informó de todo eso y más el jueves en un artículo que destaca los enormes conflictos de intereses que han creado los Clinton en el pasado reciente.

No solo UBS pagó directamente a Bill, sino que también contribuyó con más de 600.000$ a la Fundación Clinton y esto no fue la única vez en que pasó algo parecido. No hay ejemplos directos del quid pro quo en los que alguien tenga pruebas contundentes de que Hillary vendiera favores en el Departamento de Estado, pero uno no puede dejar de sospechar.

Los críticos de las actividades de Hillary señalan correctamente que cambiar favores por grandes sumas de dinero y realizar una campaña populista no cuadran. Además, como este artículo examina su programa económico “populista”, uno sospecha que la competencia entre Bernie Sanders y la sombra de Elizabeth Warren en el trasfondo ha tenido mucho que ver como el reciente “descubrimiento” de Clinton de que Wall Street tiene algunos personajes oscuros (incluyendo quienes han hecho donaciones a la Fundación Clinton o pagado a  Bill o Hillary una prolija tarifa como oradores).

No cabe duda de que Clinton, como Sanders y Warren, tiene una visión de “suma cero” de la actividad económica y por tanto cree que está completamente justificada para promover sus propias versiones de estatismo económico. Además, a ella y a su marido, junto con todos los demás en su círculo, les ha ido bien personalmente impulsando una “economía de redes de protección” y han llegado a ver los negocios y los dueños de negocios como pozos sin fondo de los cuales conseguir dinero, tanto para ella como para sus proyectos protegidos.

Clinton, Alinsky y la política de la “nueva era”

Al contrario que su marido, Hillary Clinton fue seguidora de Saul Alinksy, el marxista radical que empleaba el activismo social como medio para destruir tanto las instituciones privadas como públicas de forma que pudiera tomar su lugar una “nueva era”. Como muchos otros radicales, Alinksy fue un maestro de la destrucción y sabía que botones pulsar y cómo organizar a la gente para reclamar favores para sí mismos, pero no entendía en absoluto cómo funciona la economía y no tenía interés por descubrirlo. El empresario, en su opinión, era un chupasangre y eliminar ese parásito era básico para todo su activismo.

Aunque Hillary no es tan ideológica en sus posturas económicas como Sanders y Warren (e incluso Barack Obama con su mentalidad de “no construiste eso” respecto del empresario), es igual de destructiva. Un examen de sus propuestas económicas en el sitio web de campaña demuestra ese hecho descarnado. Aunque no afirme ser una abierta socialista como Bernie Sanders (que aparentemente cree que puede convertir a todo el país en Suecia, o al menos en Minnesota) está sin embargo claro que Sanders (y Elizabeth Warren) ha influido enormemente en su campaña.

Haciendo campaña para un nuevo New Deal

Como Sanders, que quiere que nuestro futuro se parezca mucho a la era de hace ochenta años, la “economía del mañana” de Clinton se parece muchísimo a la economía de FDR de 1937, al canalizar a Bernie Sanders (y tal vez de nuevo a Eleanor Roosevelt) para la nueva edición de New Deal:

  • Construir “infraestructura”: De nuevo un demócrata echa mano de toda la línea de “infraestructuras”, con la promesa de programas masivos de obras públicas que recuerdan la antigua Public Works Administration (PWA) y, por supuesto, la Works Progress Administration (WPA).
  • “Invertir” en investigación y educación: Me acuerdo de una vieja frase de campaña de Bill Clinton: “Vamos a invertir en educación y medio ambiente”. Eso significa que Hillary pretende aumentar la asignación federal para investigación dirigida por el gobierno y para programas federales de educación que estén dominados por exámenes estandarizados.
  • Aumentar el salario mínimo: Aunque no apoye los 15$ la hora, Clinton sigue repitiendo el viejo dicho de que aumentar el salario mínimo aumenta mágicamente todas las pagas de trabajadores, haciendo de todos más ricos de la noche a la mañana.
  • Recuperar los sindicatos: Ninguna campaña presidencial demócrata está completa sin una llamada a volver a la década de 1950, cuando una buena parte de la economía de EEUU estaba dominada por los sindicatos. También fue un tiempo en el que predominaban las huelgas masivas y la violencia mortal orientada hacia el trabajo. Clinton ha prometido hacer todo lo posible para apuntalar las pensiones sindicales generosas pero normalmente carentes de fondos.
  • Más subvenciones a la educación superior: Una administración Hillary prometería aumentar enormemente las subvenciones a los estudiantes para la universidad y “hacer asequible y disponible para siempre la universidad”. Cómo pagaría estos enormes nuevos derechos no aparece en el sitio web.
  • Expandir las guarderías: Este ha sido un tema presidencial demócrata habitual desde que Michael Dukakis basara su campaña de 1988 en las guarderías para madres trabajadoras. No hay más que decir.
  • Promover la atención sanitaria universal: Lo que la gente llamaba HillaryCare en 1994 es ahora el ObamaCare y Clinton promete protegerlo y expandirlo, mientras que ambos tratan de “ralentizar el crecimiento de los costes generales de atención sanitaria y dar mejor atención a los pacientes”.
  • Expandir las prestaciones de la Seguridad Social: Aumentar los desembolsos de la Seguridad Social y poner más gente bajo el paraguas de la SS. Tampoco aquí Clinton indica cómo financiaría su gobierno estos enormes nuevos derechos.

Hasta aquí, la propuestas parecen algo así como un New Deal light. Sin embargo, al contrario que Sanders y el exgobernador de Maryland, Martin O’Malley, que ha declarado en términos indiscutibles que las regulaciones no suponen ninguna dificultad para la pequeña e incluso gran empresa, Clinton al menos de boquilla reconoce algunas de las dificultades que afrontan las pequeñas empresas. Por desgracia, continúa lenguaje de ataque propio de su partido sobre los negocios en general, especialmente las grandes empresas.

  • “Eliminar papeleo para las pequeñas empresas”: Clinton dice que ofrecerá ayuda regulatoria para las pequeñas empresas y empresarios. Sin embargo, esto resulta confuso, dado su abierto desdén por la empresa privada, incluyendo sus infames comentarios realizados este año en un mitin en Massachusetts: “No dejéis a nadie, no dejéis a nadie que os diga, em, ya sabéis, que son las grandes empresas y negocios los que crean empleos. Conocéis esa vieja teoría, economía tramposa. Se ha probado, ha fracasado. Ha fracasado rotundamente”.
  • Dar ventajas fiscales a las pequeñas empresas: No es concreta, pero afirma que su administración rebajaría las cargas fiscales para las pequeñas empresas, pero no a “las grandes corporaciones que pueden permitirse abogados y cabilderos”.
  • Abrir nuevos mercados: Clinton promete ayudar a las empresas a expandirse en mercados nacionales y extranjeros. Afirma apoyar la innovación, aunque ha atacado brutalmente la “economía compartida”, que ha sido una gran creadora de nueva riqueza.
  • Mejorar el acceso al capital: Clinton promete aunar “las mejores ideas del sector privado y el gobierno” para generar más capital dirigido a la pequeña empresa. El problema, por supuesto, no es una falta de “ideas”, sino más bien el hecho de que tanto capital se haya dirigido mal, gracias tanto a las políticas del Sistema de la Reserva Federal como a la interferencia pública directa.
  • Obligar a los inversores a mantener sus acciones y bonos: Clinton ha resucitado la falsa crítica de la década de 1980 de que los participantes en el mercado son miopes y solo buscan el corto plazo en la inversión, mientras que políticos y burócratas se preocupan más acerca del futuro a largo plazo. El articulista George Will incluso reclamaba una ley que obligara a todo el que comprara acciones a mantenerlas por un mínimo de dos años. (El economista Robert Higgs ha señalado que cuando los gobiernos son abiertamente hostiles a la empresa privada, los dueños de negocios aprecian incertidumbre acerca del futuro y se ven obligados a tomar decisiones a corto plazo para sobrevivir a la dura experiencia).
  • Expandir las prestaciones laborales y forzar al alza el salario mínimo: Clinton afirma en su sitio web: “Cuando los trabajadores se sienten seguros, son más productivos, eficientes y exitosos” y propone obligar a los empresarios a añadir licencias familiares y otros beneficios, además de aumentar el salario mínimo.
  • Controlar Wall Street: Esto es muy irónico, ya que poca gente se ha beneficiado más de la generosidad de Wall Street que Clinton y su esposo. Defiende la Ley Dodd-Frank y promete defender todas sus disposiciones, a pesar del hecho de que la Dodd-Frank en realidad ha favorecido a los bancos más grandes y más relacionados políticamente por encima de las más pequeñas cajas de ahorro a las que Hillary afirma preferir. En otras palabras, apoya las supuestas intenciones de medidas regulatorias pero tranquilamente favorece los resultados que darían la vuelta a sus intenciones, fingiendo al tiempo furia ante los resultados inevitables.
  • Promover la “energía verde” a costa de las fuentes convencionales de energía: Esto es habitual en las clases políticas, que afirman que el sector de las “energías limpias” está “creando empleos”. En realidad, los nuevos “empleos verdes” engullen muchos más recursos por unidad de producción que las fuentes convencionales de energía y eliminan oportunidades de empleo en otros lugares.

A pesar de la nueva retórica populista de Clinton, su programa económico refleja su propio estilo de vida de practicar el capitalismo de compinches. Salvo su promesa de eliminar “papeleo” para las nuevas pequeñas empresas, las propuestas económicas de Clinton siguen la misma línea deprimente que hemos visto a Bernie Sanders y Elizabeth Warren: la empresa privada extrae riqueza de la economía, mientras que la expansión del poder del gobierno crea riqueza y oportunidades de empleo.

Si puede resumirse brevemente los puntos de vista de las políticas a aplicar de Clinton, es este: Hillary Clinton cree que una economía debería ser una herramienta del estado y reflejar los intereses políticos de Washington. Todo lo demás se considera “avaricia” o “los beneficios antes que el pueblo”. Los empresarios privados y propietarios de empresas no deberían buscar ser rentables, sino más bien ser virtuosos, decidiendo la propia Clinton cuál es la virtud necesaria.

Hillary Clinton, una beneficiaria de los peores aspectos del capitalismo de compinches, ha decidido después de todo que es una populista económica que quiere “compartir la riqueza”. Nadie la confunde con Bernie Sanders o incluso Huey Long, pero, sin embargo, es una estatista integral que dice a los votantes que la forma de mejorar la economía es hacer más difícil producir cosas y forzar al alza los costes empresariales.

Está claro que no está afirmando ser una defensora de la libre empresa y mantiene su opinión de que el control estatal de los intercambios económicos generará más intercambios y unas mejores expectativas de empleo y mayores rentas. Lo que no dice es que las mimas cargas económicas que promete imponer a las empresas erosionarán aún más las perspectivas de la clase media estadounidense a la que afirma apoyar.

La economía de Hillary Clinton es ante todo una expansión del poder y ámbito del gobierno de EEUU y, a medida que el gobierno gane más control, los empresarios y dueños de empresas tendrán que agradar más a los políticos estadounidenses. Dicho directamente, Clinton cree que gente como ella puede saquear continuamente a las empresas de EEUU, pagando los dueños de estas su dinero de protección sin quejarse. Después de todo, Hillary sabe más, limitaos a preguntarla.


Publicado originalmente el 22 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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