¿Pagan los ricos su “parte equitativa”?

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Este mismo mes se filtró la información de un bufete de abogados panameño que mostraba que muchos ricos habían creado empresas fantasmas en Panamá para ocultar ingresos y evadir impuestos.

De los 11,5 millones de documentos filtrados, solo 211 personas (un 0,00006% de la población de EEUU) con domicilios en EEUU (no todas ellas ciudadanos) estuvieron implicadas en los documentos. Sin embargo, políticos y miembros de los medios de comunicación de Estados Unidos tomaron la filtración como un ejemplo de que los estadounidenses con rentas altas no están pagando “su parte equitativa”.

Toda la idea de una “parte equitativa” es problemática

Para empezar, debemos señalar que el mismo concepto de “parte equitativa” es equívoco, al suponer que todo lo que hacen los gobiernos es absolutamente esencial, así que debería aceptarse como un fait accompli que los agentes públicos son administradores buenos y fiables de los más de tres billones de dólares en ingresos fiscales que se recaudarán de los contribuyentes este año.

La suposición principal en este caso es que pueden hacerse más cosas buenas si más gente pagara más impuestos.

Sin embargo, si los contribuyentes no-ricos creen que están pagando más que su parte equitativa, pueden querer reducir su propia “parte” buscando recortes tanto en impuestos como en gasto para todos (incluyéndose ellos mismos), en lugar de reclamar que se envíe más riqueza a los agentes públicos. Después de todo, una vez se recauda el dinero de los impuestos, todos pagamos de nuevo el gasto público en forma de ciclos económicos, distorsiones del mercado y favoritismo político.

Casi todos pagan impuestos

La idea de que los ricos tienen que pagar más es el reverso del argumento planteado por los contribuyentes de rentas altas que se quejan de la cantidad de impuestos pagados por contribuyentes de rentas bajas. El meme de “la mitad de los estadounidenses no paga impuestos” ha estado pululando durante varios años y el 15 de abril, por ejemplo, Marketwatch y otros noticieros tenían titulares como “el 45% de los estadounidenses no pagan el impuesto federal de la renta”. Esa declaración es técnicamente cierta en un sentido muy estricto, aunque la abrumadora mayoría de los asalariados sí pagan un impuesto sobre la renta a través de la muy regresiva retención en la nómina que rivaliza con el impuesto de la renta en términos de ingresos públicos totales.

Algunos defensores de los contribuyentes de altas rentas incluso llevarán las cosas un paso más adelante y difuminarán las líneas entre distintos tipos de impuesto. Esto llevará a declaraciones abiertamente falsas como esta de una estratega jefe de inversiones de Charles Schwab:

[Gracioso, pero cierto: Una encuesta de Gallup dice que el 57% de los estadounidenses cree que sus impuestos son demasiado altos, pero solo el 55% de los estadounidenses pagan impuestos]

La frase “solo el 55% de los estadounidenses pagan impuestos” ni siquiera se acerca a la realidad bajo ningún patrón, pero la repetición de dichas frases ayuda a  perpetuar la idea de que todos tienen algún tipo de “parte equitativa” y que la gente (supuestamente la gente de otro grupo socioeconómico) probablemente no esté pagando la suya. Si no hacemos cola para pagar nuestra parte equitativa, ¿cómo hará el gobierno todas esas cosas maravillosas que hace?

Los ricos en realidad sí pagan la mayoría del ingreso fiscal

La retención en la nómina es un impuesto considerable sin que importe lo rico o pbre que seas. Sin embargo, en términos de dólares recaudados por gobiernos, está claro que la gente con rentas superiores sí proporcionan la mayoría del lucro.

El 1% superior paga el 37% de todos los ingresos. Entretanto, el 50% inferior de los perceptores de rentas (familias ganando por debajo de aproximadamente 30.000$) pagan en torno al 3% de todos los ingresos fiscales de renta. Atendiendo a las declaraciones con respecto al nivel de renta, Pew informa:

En 2014, la gente con renta bruta ajustada, o RBA, por encima de los 250.000$ pago poco más de la mitad (el 51,6%) de todos los impuestos individuales de la renta, aunque supusieron solo el 2,7% de las declaraciones presentadas, según nuestro análisis preliminar de los datos de Hacienda. Su tipo fiscal medio (total de impuestos pagados dividido por RBA acumulada) fue del 25,7%. Por el contrario, las gente con rentas de menos de 50.000$ supuso el 62,3% de todas las declaraciones individuales presentadas, pero pagaron solo en 5,7% de los impuestos totales. Su tasa fiscal media fue del 4,3%.

Usando estos datos, descubrimos que la gente que gana más de 100.000$ anuales proporciona más del 70% del ingreso del impuesto de la renta.

¿Pero qué pasa con las retenciones en nómina? Pew continúa:

Después de considerar todos los impuestos federales, el sistema impositivo de EEUU en su conjunto es progresivo. El 0,1% superior de las familias paga el equivalente al 39,2% y el 20% inferior tiene tipos impositivos negativos (es decir, reciben dinero de vuelta del gobierno en forma de desgravaciones fiscales reembolsables mayores que lo que pagan en impuestos).

El “20% inferior” está compuesto por personas que ganan menos de 23.000$ de renta. (Fuente: CNN).

Además, como señala Gary Galles, los impuestos de la Seguridad Social están pensados hoy de tal manera que benefician a los contribuyentes de rentas bajas más que a los de rentas altas:

Por ejemplo, para un perceptor que se jubilara a los sesenta y cinco años en 1993, la Seguridad Social abonaba el 59% de la renta gravada para la gente con menor renta, un 44%  para gente con rentas medias, pero solo un 25% para alguien por encima del máximo. Los perceptores de rentas mayores recibían un retorno bastante menor de sus contribuciones que los perceptores medios y menos de la mitad de los más bajos. Gravar las prestaciones de jubilados con rentas superiores aumenta ahora esta diferencia. En términos de prestaciones netas a lo largo de la vida, en dólares de 1992, una persona con rentas bajas jubilada en 2000 percibiría 27.983$ netos del sistema, un perceptor medio, 14.833$, pero un perceptor de alta renta perdería 23.129$.

Necesitamos recortes en gastos, no aumentos en ingresos

Otro problema de la explicación de la “parte equitativa” es que supone que el gasto público produce un “bien” que mejora la economía. Sin embargo, la verdad es que el gasto público solo distorsiona la economía alejándola de cómo la gente la hubiera estructurado en ausencia del impuesto. El mismo propósito de un impuesto, después de todo, es asignar recursos de una forma que es diferente de la que habría habido si se hubiera dejado a la gente en paz.

Además, no hay manera de saber si lo que gasta un gobierno se gasta en algo que la gente realmente valora o no. Sí, las carreteras son a menudo algo bueno, pero ¿cómo podemos saber si una carretera construida por un gobierno en un lugar concreto en un momento concreto es realmente lo que quiere la gente? Quizá esos recursos deberían haberse gastado en un rascacielos o en una pequeña empresa o en atención sanitaria.

La única forma de saber si el dinero se gasta de una forma que refleje las necesidades y deseos de los propietarios es permitir a los propietarios que lo gasten ellos mismos o convencerles para que lo entreguen.

Cuando los gobiernos gastan dinero, por el contrario, asignan recursos arbitrariamente basándose en el poder relativo de diversos grupos políticos de interés.

Así que los recursos que han sido gravado se han asignan mal y permiten al gobierno escoger ganadores y perdedores basándose en los caprichos de las clases dirigentes, en lugar de en los deseos y necesidades de los consumidores.

Por tanto, cuando los supuestos contribuyentes consiguen evitar los impuestos o reducir su carga fiscal, deberíamos agradecerles por mantener más recursos fuera de las manos del gobierno antes de que puedan asignarlos mal para atender los deseos de los poderosos políticamente.

Como señalaba Murray Rothbard, es importante tener en cuenta que el proceso de gastar dólares de impuestos es tan dañino como el proceso de recaudarlos. Al evitar el pago de impuestos, los evasores sí de benefician personalmente, pero también nos benefician a todos nosotros, al impedir que el dinero se use para distorsionar más la economía.

La gente rica gasta e invierte el dinero que mantiene

Aunque el gobierno federal recaudó una cantidad récord de impuestos el año pasado (en torno a 3,2 billones de dólares, una suma equivalente l 27% de la economía privada), se supone que hemos de creer que el gobierno por alguna razón e ve privado de lo que merece.

No deberíamos preocuparnos. Hoy en día, los gobiernos estadounidenses tienen más acceso a más grandes cantidades de riqueza que cualquier gobierno o grupo de gobiernos anterior en la historia del mundo. Se las arreglan muy bien.

Sin embargo, incluso cuando los perceptores de rentas altas consiguen privar a los gobiernos de algunas de sus ganancias, el dinero no desparece del mundo. Como todos los demás, a los ricos les gusta gastar su dinero y hacer más dinero invirtiéndolo. Esto se produce en beneficio principalmente de  vendedores, contratistas, intermediarios, prestatarios, comerciantes y multitud de otras personas que no son ricas y que viven de quitar (voluntariamente) su dinero a los ricos.

Pero incluso si los ricos guardaran su dinero bajo algún colchón, eso simplemente aumentaría el poder adquisitivo de todos los dólares que no estuvieran bajo un colchón, haciéndonos a todos más ricos en términos reales.

Los efectos colaterales de aumentar el poder del estado

En todo caso, aumentar el poder del estado haciendo que más gente pague lo que imaginamos que es una “parte equitativa” es sencillamente poner los cimientos para más intereses especiales poderosos, más ganadores y perdedores elegidos por el gobierno y más control sobre las vidas de la gente normal.

Como señaló Ludwig von Mises hace mucho tiempo, la verdadera democracia no se encuentra en distribuir recursos para ajustarse a la clase política dirigente, sino en permitir que los miles de millones de personas normales del mundo moldeen el mundo de acuerdo con sus propias valoraciones:

Los capitalistas, los empresarios y los granjeros son fundamentales en la dirección de los asuntos económicos. Están al timón y dirigen el barco. Pero no son libres de determinar su rumbo. No son supremos, son solo timoneles, obligados a obedecer incondicionalmente las órdenes del capitán. El capitán es el consumidor.

Por otro lado, cuando el gobierno de EEUU extrae más de 3 billones de dólares de los contribuyentes, solo elimina la libertad de elección de esos consumidores, mientras al tiempo se lleva los recursos que podría haber obtenido en forma de salarios, inversiones y regalos. Todos esos recursos se entregan en su lugar al Tesoro, donde se gastarán de una forma calculada para ayudar en lo posible a que los miembros del Congreso sean reelegidos.


Publicado originalmente el 25 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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