¿Eliminar el efectivo salvará la economía?

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Dado el todavía tenue crecimiento económico, muchos expertos opinan que la presencia de efectivo ha impedido que los bancos centrales establezcan tipos negativos para estimular la tibia actividad económica. En una futura crisis económica financiera, los tipos bajos actuales restringirían la eficacia de la política monetaria, se dice.

Se argumenta que la presencia de efectivo y de los bancos centrales trabajen los tipos políticos a cierto nivel, que se supone que reavivaría la actividad económica. Lo que impide esa drástica rebaja de tipos sería que perjudicaría gravemente a los ahorradores que mantenga su efectivo en diversas cuentas bancarias y por tanto se considera políticamente inaceptable.

Se dice que la abolición del efectivo mejoraría la capacidad los bancos centrales para usar tipos negativos (tal vez tan bajos como de un -5% anual) y esto proporcionaría a los bancos centrales flexibilidad y herramientas adicionales para tratar una recesión.

¿Tendríamos más crecimiento económico sin efectivo?

Al defender la abolición del efectivo, muchos expertos están queriendo decir que el efectivo puede reemplazarse por dinero electrónico. Sin embargo, el dinero electrónico solo puede funcionar mientras las personas sepan que pueden convertirlo en moneda fiduciaria, es decir, efectivo a la vista.[1]

Sin un marco de referencia o una vara de medir, no es posible la introducción de nuevas formas de liquidar transacciones.

El dinero apareció a partir de las condiciones de tueque para permitir formas más complejas de comercio y cálculo económico. La característica que distingue al dinero es que es el medio general de intercambio, evolucionado a partir de la empresa privada a partir del producto más vendible. Sobre esto, Mises escribía:

Habría una tendencia inevitable hacía que los menos vendibles de las series de bienes utilizados como medio de intercambio fueran uno por uno rechazados hasta que solo permaneciera un único producto, que se emplearía universalmente como medio intercambio, en una palabra, dinero.[2]

Sobre esto, Rothabrd también escribía:

Igual que en la naturaleza hay una gran variedad de habilidades y recursos, hay variedad en la vendibilidad de los bienes. Algunos bienes son más demandados que otros, algunos son más divisibles en unidades más pequeñas sin pérdida de valor, algunos son más duraderos durante períodos largos de tiempo, algunos más transportables a largas distancias. Todas estas ventajas contribuyen a una mayor vendibilidad. Está claro que en toda sociedad los bienes más vendibles serán seleccionados gradualmente como medios para el intercambio. A medida que son más seleccionados como medios, su demanda aumenta debido a este uso y por tanto se hacen aún más vendibles. El resultado es una espiral que se refuerza: más vendibilidad ocasiona un mayor uso de un medio, lo que causa más vendibilidad, etc. Al final, uno o más productos se usan como medios generales en casi todos los intercambios y a estos se les llama dinero.

El dinero es aquello por lo que se intercambian todos los demás bienes y servicios. Además, el dinero debe aparecer como un producto. Un objeto no puede usarse como dinero salvo que ya posea un valor objetivo de intercambio basado en algún otro uso. El objeto debe tener un precio preexistente para ser aceptado como dinero.

¿Por qué es así? La demanda de un bien depende de su beneficio percibido. Por ejemplo, la gente demanda comida debido a la nutrición que ofrece. Con respecto al dinero, la gente no lo demanda para su uso directo en el consumo, sino para intercambiarlo por otros bienes y servicios. El dinero no es útil por sí mismo, sino porque tiene un valor de intercambio, es intercambiable en términos de otros bienes y servicios.

El beneficio que ofrece el dinero es su poder adquisitivo, es decir, su precio en términos de bienes y servicios. Para que algo sea aceptado como dinero debe tener un poder adquisitivo preexistente: un precio. Este precio solo podría haber aparecido si hubiera tenido un valor de intercambio establecido en el trueque.

Por qué incluso el dinero fiduciario continúa siendo usado como dinero

Una vez algo se convierte en aceptado como medio de intercambio, continuará siendo aceptado aunque desaparezca su utilidad no monetaria. La razón para esta aceptación es que ahora la gente posee información previa sobre su poder adquisitivo. Esto a su vez les permite formar la demanda de dinero.

La clave para la aceptación es el conocimiento del poder adquisitivo previo. Este es el hecho que hizo posible que los gobiernos derogaran la convertibilidad de papel moneda en oro, abriendo así el camino a la introducción del patrón papel.

Lo crucial aquí es que un objeto debe tener un poder adquisitivo para ser aceptado como un medio general de intercambio, es decir, como dinero.

En el sistema monetario actual, el núcleo de la oferta monetaria ya no es el oro, sino monedas y billetes emitidos por gobiernos y bancos centrales.

Las monedas y billetes constituyen el dinero normal que conocemos como efectivo, que se emplea en las transacciones. A pesar de ello, es la relación histórica con el oro la que hace aceptable el papel moneda en los intercambios.

Fue a través de un proceso prolongado de selección como la gente llegó a considerar el oro como el producto más vendible.

Por tanto el oro se convirtió en el marco de referencia para diversas formas de pago. El oro creó la base para el valor del dinero fiduciario actual.

Aparte de esto, el dinero electrónico no es una nueva forma de dinero que reemplaza formas previas, sino solo una nueva manera de emplear en las transacciones el dinero existente.

Como el dinero electrónico no es dinero real, sino sencillamente una forma distinta de emplear el dinero fiduciario existente, evidentemente, no puede reemplazarlo.

Se podría argumentar que un decreto del gobierno podría imponer el dinero electrónico y eliminar el actual patrón papel. Sin embargo, esto no funcionaría.

El dinero electrónico es únicamente un dispositivo de almacenamiento de información con respecto a débitos y créditos. No puede adquirir ningún poder adquisitivo independiente, no puede convertirse él mismo en dinero.

Funciona de la misma manera que los cheques, que no pueden adquirir un poder adquisitivo independiente del dinero.

El mero hecho de que la gente tuviera menos efectivo en sus bolsillos y utilizara en mayor medida dinero electrónico no implicaría una caída en la demanda de dinero fiduciario, como han sugerido algunos comentaristas.[3]

Mientras la gente intercambie bienes y servicios entre sí, habrá demanda de dinero.

Una nueva manera de usar dinero no significa que este sea remplazado o que haya una caída en su demanda.

Aparte de esto, si realmente se produjera esta desaparición de la demanda, sería el fin de la división del trabajo y de la economía de mercado.

En un trabajo inédito titulado “La tecnología y la defensa de la banca libre”, David Friedman y Kerry Macintosh argumentan que la nueva tecnología haría posible implantar trueques complejos. Esto a su vez eliminaría completamente la necesidad de dinero.

Sin embargo, ¿por qué debería alterarse la esencia del trueque debido a una nueva tecnología? ¿Cómo podría un Profesor de economía ganarse la vida si, por ejemplo, a los productores de alimentos no les interesara intercambiar directamente sus bienes por clases de economía?

Los tipos bajos de interés no crean crecimiento económico

La opinión de que tipos muy bajos de interés pueden reavivar el crecimiento económico se basa en una creencia en que los tipos bajos de interés causan crecimiento económico.

El tipo de interés es solo un indicador, por decirlo así. En una economía de mercado no intervenida expresa las preferencias temporales de las personas.

Cualquier política que afecte a los tipos de interés en realidad falsea la señales que van de las personas a los productores, poniendo así en marcha una mala asignación de la riqueza real.

Esto a su vez debilita el proceso de generación de riqueza y la capacidad de las empresas de hacer crecer sus negocios y por tanto la economía en su conjunto.

Además, el crecimiento económico no puede estimularse por medio de tipos bajos de interés, a través de lo cual se dice que se va a estimular la demanda de bienes y servicios.

El aumento en la producción de bienes y servicios finales, que es lo que significa el crecimiento económico, no puede aumentarse por la demanda como tal, sino por medio de la mejora de la infraestructura que permite aumentar la producción de bienes y servicios.

(Una rebaja de los tipos de interés y la consecuente mala asignación de riqueza real debilitan el proceso de generación de riqueza y por tanto la capacidad de mejorar la infraestructura).

Si los tipos bajos de interés fueran la solución para un crecimiento económico robusto, ¿por qué no han tenido éxito hasta ahora los tipos cercanos a cero en las grandes economías? Más aún, ¿por qué reavivarían el crecimiento económico tipos de interés al -5%? ¿Por qué no al -10% o al -20$?

Advirtamos que la abolición del efectivo implica la eliminación del dinero y por tanto la destrucción de la división del trabajo y la economía de mercado. Es probable que en lugar de promover el crecimiento económico, abolir el efectivo para permitir que los bancos centrales rebajen más los tipos de interés dentro del territorio negativo lleve a la destrucción de la economía de mercado y promueva un empobrecimiento económico masivo.


El artículo original se encuentra aquí.

[1] Ver Lawrence H. White “The Technology Revolution and Monetary Evolution”, en The Future of Money in the Information Age, ed. James A. Dorn (Washington, DC: Cato Institute, 1997), cap. 2.

[2] Ludwig von Mises, La teoría del dinero y del crédito, Capítulo 1.

[3] Ver George Selgin “E-Money: Friend or Foe of Monetarism?” en The Future of Money in the Information Age (Washington, DC: Cato Institute, 1997), cap. 13.

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