La acción de Trump en las tierras públicas en Utah no es una privatización

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Como hemos señalado muchas veces en mises.org, la cantidad de tierra propiedad del gobierno federal en los estados occidentales es enorme. Hoy controlan 640 millones de acres (sin contar las áreas mucho mayores de propiedad federal de la plataforma costera). Y en la mayoría de los estados occidentales el gobierno federal posee más de un tercio de todos los terrenos. En el caso de Utah, el gobierno posee el 65%.

fedlands2_0_0.jpgY es probable que el gobierno federal continúe poseyendo al menos el 65% de las tierras de Utah, a pesar de una reciente decisión de la administración Trump de recortar dos monumentos nacionales creados por la administración Obama en sus meses finales.

En un artículo titulado “Ruled by DC: Get the Feds Out of Western Lands”, me ocupaba de los dos nuevos monumentos:

En los últimos días de su administración, el presidente Obama ha decidido que, con un golpe de pluma, aumentará el control federal directo consolidado sobre los terrenos dentro de los estados occidentales. En concreto, Obama creó el Bear Ears National Monument y el Gold Butte National Monument en Utah y Nevada, respectivamente. La administración Obama afirma que el decreto unilateral de Obama era necesario porque el Congreso no había aprobado ninguna legislación sobre la materia.

De hecho, el secretario del interior nombrado por Obama declaró que “proteger la zona usando legislación habría sido preferible”, pero que, en ausencia de legislación, sencillamente era necesario declarar que las tierras eran monumentos nacionales.

Ahora, la administración Trump ha anunciado que hará algo distinto:

El presidente Donald Trump dijo el lunes que recortará dos monumentos nacionales en Utah que contienen maravillosas vistas de piedras de arena roja, reliquias históricas y recursos energéticos, argumentando que su predecesor se excedió al proteger el terreno (…)

“Algunas personas piensan que los recursos naturales de Utah deberían estar controlados por un pequeño puñado de burócratas muy lejanos ubicados en Washington”, dijo Trump. “Se equivocan. Las familias y comunidades de Utah conocen y aman más estas tierras y tú eres quien sabe mejor cómo cuidar de tu tierra”.

Si se echa un vistazo a los reportajes en los medios de comunicación sobre este asunto, podría tenerse la impresión de que la tierra está dejando de ser terreno federal, algo que no está pasando.

No hay ninguna indicación de que los terrenos se vayan a “privatizar” de ninguna manera. Por el contrario, parece que buena parte de los terrenos sencillamente volverán a su antiguo estatus, que era el de territorio federal administrado por la Oficina de Gestión de los Terrenos o el Servicio Forestal.

De hecho, este artículo de Jason Chaffetz lo confirma:

En el caso del Bear Ears National Monument todo ese terreno ya era federal, gestionado en su mayor parte para conservación. Con la designación como monumento del presidente Obama el mantenimiento recaía sobre el ya ahogado Servicio de Parques Nacionales. Muchos de estos terrenos estuvieron en un tiempo gestionados con éxito por otras agencias (como la Oficina de Gestión de los Terrenos o el Servicio Forestal) y podrían serlo de nuevo.

A pesar del hecho de que estos terrenos “públicos” (es decir, propiedad del gobierno) parece que continuarán siendo terrenos públicos, un observador afirmaba que esta acción es: “el mayor ataque contra los parques y terrenos públicos de la historia nuestra nación”.

Puede que los políticos locales quieran privatizar el terreno. Para que eso ocurra, tendrían que pasar antes dos cosas:

  1. El terreno tendría que entregarse al gobierno estatal o local.
  2. El gobierno estatal o local tendría que privatizar luego los terrenos, a menudo con las objeciones de los votantes locales.
  3. O el gobierno federal podría vender directamente el terreno (la orden de Trump no hace esto).

Pero supongamos que se produce realmente la primera condición y millones de acres de terrenos federales se entregan al gobierno de Utah. Bueno, eso evidentemente no es privatización.

Pero incluso si el estado de Utah controlara los terrenos, todavía tendría que ocuparse de la predecible oposición de los residentes locales. Esto incluiría deportistas y comerciantes locales, personas que no son en realidad izquierdistas amantes de los árboles.

El propio Chaffetz sufrió esto cuando impulsó una legislación que desfederalizaba 3 millones de acres (de 640 millones de acres) de terrenos federales. No le fue muy bien con los cazadores, por decirlo suavemente. Pero la gente del lugar también sabe que los terrenos salvajes pueden ser una fuente de dinero para el sector turístico local.

En otras palabras, la desfederalización de terrenos está lejos de la privatización de terrenos.

Pero para cualquiera que esté fuera de Utah, esto no debería ser asunto suyo. Si los terrenos federales se convierten en terrenos de Utah (como debería pasar con todos los terrenos federales dentro de las fronteras de cualquier estado de EEUU), entonces se convierten en un asunto local de la gente de Utah.

Y en el oeste, la mayoría de los votantes aman sus terrenos públicos.

Una advertencia: hemos oído mucho acerca de cómo varios grupos de tribus indias han apoyado la designación de los dos monumentos porque son un importante “paisaje cultural”.

Pero pasa esto: o estos terrenos son terrenos indios o no lo son. Si son terrenos indios, entonces lo que hay que hacer es hacerlos terrenos tribales y no terrenos federales (Los terrenos tribales son importantes y debería haber más).

Pero si no son realmente terrenos tribales, su administración tienen que ser estatal o local o privada. Después de todo, la propiedad de grandes zonas de terreno es solo otro “poder” que el gobierno de EEUU se inventó para sí mismo.


El artículo original se encuentra aquí.

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