Auge y declive en un microcosmos

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El patrón de auge y declive en la economía en general es esencialmente similar al que se refleja en el caso de un individuo. En ambos casos el auge se caracteriza por la aparición de mucha riqueza nueva y adicional que en realidad no existe. El declive es el resultado del comportamiento económico inspirado por esta riqueza ilusoria.

Las características esenciales del ciclo económico de auge y declive pueden entenderse viéndolas como circunstancias financieras de un solo individuo.

Así, imaginemos que una persona corriente ha estado viviendo siempre más o menos por sus propios medios. Y ahora, un día, recibe una carta certificada de un gran banco. La carta le informa de que es el único heredero de un pariente lejano que poseía una gran fortuna y de que debería ir a la oficina principal del banco para firmar los documentos necesarios y recibir todas las autorizaciones necesarias para en adelante disponer de su fortuna como le parezca. Naturalmente, va rápidamente y toma posesión de su nueva fortuna.

Ya sea la fortuna en cuestión de 100 o 10 millones de dólares, sin duda va a tener un importante impacto en la vida de esta persona desde este momento. Pues le abre nuevos mundos al permitirle comprar cosas con las que nunca soñó antes. Ahora puede permitirse una nueva casa, tal vez una mansión. Puede comprarse todo un nuevo vestuario, viajar por el mundo, dejar el trabajo que tiene actualmente y que no le gusta.

Si tiene negocios, puede expandirlos a lo grande. Si no los tiene, puede empezar un negocio de buen tamaño. Y puede ahora permitirse también invertir y especular en bolsa y en los mercados inmobiliarios, en la medida en que su nueva riqueza le haga posible ya no temer pérdidas de meros cientos o miles de dólares; de hecho, parece que ahora puede permitirse perder incluso un millón de dólares y seguir siendo muy rico.

Éste es el periodo de auge de nuestra persona. Su vida es fácil. Puede hacer mucho más de lo que jamás haya podido hacer antes. Y sus perspectivas no parecen tener límites. Por el resto de su vida, verá este periodo con el mayor cariño y deseará fervientemente revivirlo. Son “los buenos tiempos”.

El declive

Lo que pone fin a la vida fácil de nuestro sujeto es una segunda carta. La carta explica que ahora se ha demostrado que el pariente del que recibió su fortuna la obtuvo por medios criminales. Así que la fortuna de hecho no pertenece a ese pariente y por tanto no podía transmitirla apropiadamente a nadie.

En consecuencia, concluye el banco, nuestro sujeto se ve obligado a devolver la fortuna. Así que todas sus cuentas en el banco en cuestión se bloquean y se obtienen órdenes de los tribunales prohibiéndole gastar nada más de lo que éste pensaba que era su herencia, reclamando, al mismo tiempo, la devolución de lo que queda.

Ahora nuestra persona se encuentra enterrada en una montaña de deuda que no puede pagar. Debe vender su casa o mansión, probablemente por menos de lo que pagó. (Aunque sólo sea por el probable pago de intermediarios y la incapacidad de esperar mucho tiempo al comprador adecuado). Vendiendo la ropa y muchos de los otros bienes que compró probablemente genere unos pocos peniques por cada dólar gastado. Todo lo que había gastado viajando por el mundo sería una pérdida total, como los gastos de muchas otras formas de consumo de lujo. Respecto de las inversiones, pueden haber sido rentables o no. Sin embargo, dada la falta de un gran éxito financiero de nuestro sujeto antes de recibir su herencia, es más probable que no hayan sido rentables.

El resultado de todo esto es que la recepción de su “herencia” por parte de nuestro sujeto ha resultado ser para él una catástrofe financiera. Al permitirle hacer compras masivas con la convicción errónea de que poseía una fortuna cuando en realidad no la poseía, le ha llevado a vivir muy por encima de sus medios y a derrochar mucha o toda la riqueza que tenía antes de obtener su “herencia”.

Auge y declive en la economía en general

El patrón de auge y declive en la economía en general es esencialmente similar al que se ha reflejado en el caso de esta persona. En ambos casos el auge se caracteriza por la aparición de mucha riqueza nueva y adicional que en realidad no existe. El declive es el resultado del comportamiento económico inspirado por esta riqueza ilusoria.

En el ciclo de auge y declive en la economía en general, la riqueza ilusoria no adopta la forma de falsas herencias, sino de crédito bancario en papel recién creado que se confunde con el capital que representa riqueza real y física. Instigados y apoyados por la Reserva Federal, en el auge más reciente los bancos crearon varios billones de dólares de dinero nuevo y adicional, que luego prestaron. Sobre las bases de este capital ficticio, se llevó al sistema económico a actuar como si hubiera aparecido la correspondiente riqueza física nueva y adicional. El resultado, entre otras cosas, fue la construcción de, tal vez, hasta tres millones de nuevas viviendas que la gente no podía pagar.

En realidad, el capital realmente disponible en el auge es insuficiente para apoyar los proyectos que se han iniciado sobre la base de la expansión del crédito. En lugar de crear capital nuevo y adicional, la expansión sirve para empujar al alza los niveles salariales y los precios de los bienes de capital. Esto reduce el poder de compra de los fondos de capital. En último término, crea una situación en la que quienes normalmente habrían estado en disposición de prestar dinero encuentran que no pueden hacerlo o no pueden prestar tanto, porque necesitan los fondos para financiar sus propias operaciones internas que ahora debe realizarse con salarios y precios de bienes de capital más altos. Así que los prestatarios necesitan más dinero mientras que los prestamistas sólo pueden prestar menos. El resultado es una “contracción del crédito”, en la que las empresas van a la quiebra por falta de fondos.

En la fase de auge se han acumulado deudas masivas. Al convertirse en impagables esas deudas, el capital de las empresas que han prestado los fondos se reduce de manera equivalente. En el proceso, el capital de los bancos que han creado el crédito nuevo y adicional puede desaparecer, creando corridas bancarias potenciales y una disminución real en la cantidad de dinero en el sistema económico. El mero fantasma de esos acontecimientos crea un aumento importante en la demanda de dinero en efectivo, con la consecuencia de que el gasto en el sistema económico empieza a disminuir incluso sin una caída real en la cantidad de dinero.

La conclusión a tomar es que la clave para evitar “declives” es impedir la expansión del crédito y los “auges” que la causan. Los auges no son periodos de prosperidad sino de derroche de riqueza. Cuanto más duren, peor es la devastación que los sigue.

El Doctor George Reisman, Profesor Emérito de Economía en la Universidad de Pepperdine y autor de Capitalism: A Treatise on Economics (Ottawa, Illinois: Jameson Books, 1996). Su sitio web es www.capitalism.net. Su blog se encuentra en www.georgereisman.com/blog/.  (Puede descargarse una réplica completa de su libro Capitalism: A Treatise on Economics en pdf en el disco duro del lector simplemente clicando en el título del libro que aparece aquí y salvando el fichero cuando aparezca en pantalla).

Publicado el 8 de noviembre de 2009.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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