El mito del bienestar escandinavo, revisado

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Obama parece empeñado en expandir el estado de bienestar en EEUU a cualquier precio y por supuesto ningún debate sobre el estado de bienestar está completo sin poner a los países escandinavos como ejemplo perfecto de estatismo masivo para tener prosperidad. Esto parece algo realmente inexplicable, incluso para los austriacos y otros libertarios. Al ser ciudadano de Suecia, a menudo se me pregunta por una explicación de estas “economías abejorro” que se supone que no pueden volar, pero aún así lo hacen.

Siempre es bueno ver la historia de un país al examinar su rendimiento económico. Stefan Karlsson hizo justamente esto en 2006 en un excelente artículo sobre la historia económica de Suecia. Por tanto yo sólo daré un breve repaso sobre este asunto antes de centrarme en el asunto esencial de este artículo.

Karlsson escribió lo siguiente:

“Como consecuencia de sus políticas de libre mercado, el ingenio de su pueblo y su éxito en evitar la guerra, Suecia tuvo el más alto crecimiento de la renta per cápita del mundo entre 1870 y 1950, momento en que Suecia se había convertido en uno de los países más ricos del mundo”.

De hecho, gracias a su “neutralidad” durante la Segunda Guerra Mundial, Suecia nunca fue bombardeada o invadida.[1] Esto dejó intactas y sin daños a las industrias suecas, lo que, junto con su economía orientada al libre mercado, permitió al país beneficiarse extensamente de la reconstrucción de la Europa continental tocada por la guerra: Suecia exportó enormes cantidades de bienes y recursos naturales al resto de Europa, estimulando un auge económico en Suecia que duró más de dos décadas.[2] Como apunta Karlsson, durante este tiempo, “Suecia era aún una de las economías más libres del mundo y en realidad el gasto del estado con relación al PIB estaba por debajo del nivel estadounidense”.

A partir de este auge, el gobierno sueco empezó a crear un enorme estado de bienestar durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, haciendo que el gasto público se disparara a más del 50% del PIB. En un momento en medio de la década de 1970, el tipo marginal del impuesto de la renta era un increíble 102%.

Una de las personas gravadas con este impuesto fue Astrid Lindaren, la famosa autora de libros infantiles más conocida por sus historias de Pipi Calzaslargas. En 1976 escribió un cuento satírico publicado en uno de los principales periódicos suecos, donde contaba la historia de una preocupada autora de libros infantiles llamada Pomperipossa, que vivía en el reino ficticio de Monismania. Entre otras cosas, Pomperipossa se preguntaba por qué cuanto más ganaba, menos tenía y por qué a la gente como ella les castigaba económicamente el gobierno simplemente por escribir libros infantiles populares. El cuento también menciona que en Monismania podían evitarse algunos impuestos comprando propiedades inmobiliarias, que es lo que estaba exactamente haciendo en ese momento el secretario del tesoro sueco, Gunnar Sträng.

El cuento de Lindaren avivó un fiero debate sobre los impuestos en Suecia y por primera vez en 44 años el gobernante Partido Socialdemócrata perdió las elecciones generales.

La economía sueca libró una dura lucha a lo largo de la década de 1970, principalmente debido a que las crecientes políticas socialistas habían causado la estanflación y el retraso frente al resto del mundo. Muchos otros países europeos habían alcanzado a Suecia  y su monstruoso estado de bienestar y ahora superaban económicamente al país.

En un intento por salvar la economía, el gobierno realizó extensas reformas y liberalizaciones durante las décadas de 1980 y 1990, recortando impuestos y gastos de bienestar, aboliendo monopolios públicos, reduciendo la regulación, haciendo flotar la moneda y permitiendo más alternativas privadas al sector público.

Las barras verticales representan la libertad económica sueca durante el tiempo, medidas por el índice Heritage. La línea horizontal representa la media mundial a lo largo del tiempo.
Las barras verticales representan la libertad económica sueca durante el tiempo, medidas por el índice Heritage. La línea horizontal representa la media mundial a lo largo del tiempo.

Este aumento en la libertad económica se refleja parcialmente en la Ilustración 1, que proviene del Índice de Libertad Económica anual de la Fundación Heritage. El índice de Heritage clasifica a los países del mundo de acuerdo con su libertad económica general. Se les puntúa sobre diversas variables, incluyendo impuestos, inflación, tamaño del gobierno, libertad laboral, libertad de comercio, etc. Karlsson ya criticó la vieja metodología del Índice en 2005 en Mises.org, pero desde entonces ha mejorado notablemente, como reconocía Karlsson en 2007. Aunque el índice sigue sin ser perfecto, hace un buen trabajo al mostrar la libertad económica general de los países del mundo en relación con los demás.

El índice también revela un punto crucial: hay una errónea opinión común acerca de los países escandinavos como casi cubanos en términos de libertad económica, mientras que el resto del mundo desarrollado (particularmente los Estados Unidos) está mucho más orientado hacia el libre mercado. Sin embargo la realidad es que los países escandinavos están alrededor de los puestos 10 y 20 de las economías “más liberalizadas” del mundo, incluso a pesar de sus enormes estados de bienestar.

Como demuestra el índice Heritage, Suecia, Dinamarca y Finlandia tienen más libertad económica que la mayoría de los países europeos, incluyendo a Alemania, Austria, Francia, Bélgica, España, Portugal y Grecia. Mientras que los países escandinavos tienden a tener impuestos y gastos públicos más altos que la mayoría de los estados europeos, los demás estados tienden a tener más regulación y sistemas legales menos eficientes y transparentes, lo que compensa los efectos positivos de los menores impuestos.

Si se compara al país occidental más libre del índice, que es Australia, con el país escandinavo menos libre, que es Noruega, la disparidad es de 13,2 puntos o un 16%. Comparando Australia con el país escandinavo que está más alto, que es Dinamarca no da una diferencia de 4,7 puntos o un 5,7%.

Otra medición que revela un patrón similar es el Índice de Facilidad de Hacer Negocios, del Banco Mundial, que mide la cantidad de burocracia y regulación que hay que abordar para iniciar y mantener un negocio en un país concreto. Aquí también los países escandinavos se encuentran en torno a los puestos 10 a 20, con una carga mayor normalmente asociada a sus estrictas leyes laborales.

Dinamarca tiende a aparecer mejor en ambos índices que sus vecinos escandinavos, principalmente gracias a sus leyes laborales mucho más flexibles. De hecho, por muy sorprendente que parezca, Dinamarca está a la par con Estados Unidos en la actual clasificación de la Heritage. Dinamarca y Estados Unidos están en los puestos 9º y 8º respectivamente. En enero de este año, el gobierno danés también recortó el tipo del impuesto de la renta de un ominoso 60% hasta un menor (aunque aún asombroso) 50%. Esto se reflejará en el ranking de la Heritage del año que viene, donde probablemente Dinamarca quite el puesto a Estados Unidos.

Por supuesto, en modo alguno los países escandinavos son libres sólo porque clasifiquen relativamente alto en estos índices, pero sin embargo son más libres que la mayoría de los demás países y por eso tienden a tener un nivel de vida superior. Esta es la sencilla razón por la que los estados de bienestar escandinavos parezcan “funcionar bien”: porque la mayoría de las alternativas son aún peores y en el país de los ciegos el tuerto es rey.

Conclusión

Hemos visto que, aunque los países escandinavos tienen cantidades extremadamente altas de lo que Rothbard llamaba intervención binaria, es decir, impuestos, se salvan por su relativamente menor cantidad de intervención triangular, es decir, regulación. Esto pone a los países escandinavos al mismo nivel que otros países desarrollados y ayuda a explicar por qué son capaces de tener niveles de vida iguales o superiores. El error de que los demás países occidentales son mucho más orientados al libre mercado que Escandinavia es muy desafortunado: alimenta la noción de que más expansión pública traería alegría y felicidad a todos, cuando en realidad hace peores las cosas.

Sin embargo, de lo que realmente se trata es de que el mundo en general es tan poco libre que incluso los enormes estados de bienestar escandinavos puedan considerarse entre los países “más libres” del mundo. Aunque las cosas se hayan movido generalmente en la dirección correcta en Escandinavia en términos de aumento de la libertad económica, la tendencia opuesta parece estar produciéndose en muchos otros países, particularmente en Estados Unidos. Viendo que Estados Unidos ya ha descendido al nivel de Dinamarca en términos de libertad económica, sólo puedo preguntarme cuánto tardará en acercarse a Finlandia, Noruega y Suecia.


[1] En realidad el gobierno sueco se alineó sigilosamente con los nazis alemanes y les permitió hacer uso de la red sueca de ferrocarriles y de recursos naturales para evitar así una invasión alemana.

[2] Si ha habido alguna vez un ejemplo empírico perfecto de lo errado que estaba Keynes al creer que la guerra y la destrucción podían generar más riqueza, éste sería la comparación entre el rendimiento económico de Suecia con el de la Europa continental en las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Suecia, con su economía intacta, sobrepasó de largo a los demás países europeos que, en algunos casos, tuvieron que reconstruir sus economías prácticamente desde cero.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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