La racionalización en la política y en la vida

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El análisis timológico del hombre es esencial en el estudio de la historia. Conlleva todo lo que podemos saber acerca de fines definitivos y juicios de valor. Pero como se ha apuntado antes, es inútil para la praxeología y de poca utilidad para ocuparse de los medios aplicados para alcanzar el fin buscado.

Con respecto a la elección de medios, todo lo que importa es su idoneidad para alcanzar los fines buscados. No hay otro medio de evaluar los medios. Hay medios idóneos y medios no idóneos. Desde el punto del vista del actor, la elección de medios no idóneos es siempre errónea, un fracaso inexcusable.

Se acude a la historia para explicar el origen de dichos errores recurriendo a la timología y a la comprensión concreta. Como el hombre es falible y la búsqueda de los medios apropiados es muy difícil, el curso de la historia humana es en buena parte una serie de errores y frustraciones. Mirando atrás desde el estado presente de nuestro conocimiento, a veces no vemos tentados a menospreciar el pasado y presumir la eficiencia del presente. Sin embargo, ni los expertos de la “era atómica” están a salvo de errores.

Los defectos en la elección de medios y en actuar no son causados siempre por pensamientos erróneos e ineficiencias. Frecuentemente la frustración es el resultado de la falta de resolución con respecto a la elección de fines. Dudando entre varios objetivos incompatibles, el actor vacila en su forma de actuar. Ahora va a la izquierda, luego a la derecha. Así que no consigue nada. La historia política, diplomática y militar se ha ocupado ampliamente con este tipo de acción irresoluta en la gestión de los asuntos de estado. Freud ha mostrado qué papel  desempeña en la vida diaria del individuo la represión de los impulsos subconscientes a la hora de los olvidos, errores, lapsus orales o escritos y accidentes.

Un hombre que esté obligado a justificar cómo gestionó un asunto a los ojos de otra gente a menudo recurre a un pretexto. Como motivo de su desviación de la forma más idónea de proceder, aporta otra razón distinta de la que le movió a actuar. No se atreve a admitir su motivo real porque sabe que sus críticos no lo aceptarían como justificación suficiente.

Racionalización es el nombre que da el psicoanálisis a la construcción de un pretexto para justificar conductas en la mente del propio actor. O bien el autor se resiste a admitir para sí mismo el motivo real o no es consciente de que le dirige la petición reprimida. Disfraza el impulso subconsciente atribuyendo a sus acciones razones aceptables para su superego. No es consciente de que engaña y miente. Él mismo es una víctima de sus ilusiones y su pensamiento positivo. No tiene el coraje como para ver directamente la realidad. Mientras supone débilmente que el conocimiento del verdadero estado de las cosas sería desagradable, socavaría su autoestima y debilitaría su resolución, renuncia a analizar los problemas a partir de cierto punto. Por supuesto, esta actitud es bastante peligrosa, una retirada de la realidad que no es bienvenida hacia un mundo imaginario de fantasía que gusta más. Unos pocos pasos más en la misma dirección pueden llevar a la locura.

Sin embargo, en las vidas de los individuos hay controles que impiden que esas racionalizaciones se hagan endémicas y causen estragos. Precisamente porque la racionalización es un tipo de comportamiento común a muchos, la gente está atenta e incluso la sospechan allí donde está ausente. Hay quien siempre está dispuesto a desenmascarar los astutos intentos de sus vecinos para mejorar su amor propio. Las leyendas de racionalización más inteligentemente construidas no pueden a largo plazo soportar los repetidos ataques de los demoledores.

Cosa bastante distinta es la racionalización desarrollada para el beneficio de los grupos sociales. Ésta puede prosperar abundantemente porque no encuentra crítica de los miembros del grupo y porque la crítica de los demás se rechaza por ser evidentemente partidista. Una de las principales tareas del análisis histórico es estudiar las distintas manifestaciones de la racionalización en todos los campos de las ideologías políticas.

Extraído del capítulo 12 de Teoría e historia.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.