Los peligros detrás de los beneficios extraordinarios de la Fed

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Hace pocos días, la Fed anunció que había “ganado” una cantidad récord de dinero en 2009. Posteriormente transfirió 46.000 millones de dólares al Tesoro. Estamos en medio de una seria recesión, con una alta tasa de desempleo, el mercado de la vivienda en una profunda crisis y la bolsa dando sólo pequeños pasos hacia la recuperación. En este ambiente, la Fed obtiene beneficios.

Es impresionante, ¿verdad? Por desgracia, las enormes ganancias de la Fed son una señal de que la economía sigue en una terrible situación y que ésta está empeorando.

Examinemos de cerca los balances de la Reserva Federal, al menos en lo que hay disponible. Un año antes de alcanzar sus beneficios récord, los activos de la Fed consistían en casi 500.000 millones de dólares en activos públicos. Esto incluía bonos del Tesoro y activos emitidos por Fannie Mae y Freddie Mac, los dos gigantes del mercado inmobiliario cuya solvencia está garantizada por el gobierno federal. Como Fannie y Freddie son actualmente propiedad del estado, los activos deberían considerarse títulos del estado.

Durante 2009, la Fed realizó intervenciones agresivas en los mercados financieros: mediante varias operaciones, aumento la cantidad de activos del estado en su poder a 1,8 billones de dólares. La cantidad de activos públicos en el balance de la Fed se triplicó. Con este enorme aumento en activos, 46.000 millones son sólo un 2,5% de rendimiento, el cual fue generado directamente por el gobierno.

Por tanto, lo que llama la Fed “beneficios” no son un signo de la llegada de una gran reactivación de la economía. Más bien son un “truco keynesiano” que ha ocultado el declive en el bienestar económico. A este truco se le denomina frecuentemente como una “mezcla política”, una mezcla de políticas fiscales y monetarias.

Funciona así. El recientemente electo Presidente Obama aumenta el déficit presupuestario hasta llegar a un récord. Las Tesorerías para esa deuda se envían al “mercado libre”. Al mismo tiempo, la Fed inicia sus operaciones de mercado abierto, es decir, imprime dinero y compra deuda pública con el fin de ponerla en su balance. Luego, cuando esta deuda se acerca al vencimiento, el estado paga a la Fed por la deuda emitida (en lugar de pagar a los inversores privados).

Pero eso no es todo. Contrariamente a las afirmaciones de algunos grupos, la Fed no es un banco privado: no puede quedarse los beneficios obtenidos por tener deuda pública. Más del 90% del dinero que el Tesoro paga a la Fed va… de vuelta al Tesoro. Así que el estado moderno recibe beneficios de imprimir moneda al tiempo que da una pequeña comisión a su intermediario financiero.

Aquí reside, en pocas palabras, todo el misterio del plan moderno de “imprimir bajo demanda”. No hay comida gratis, sino comida pagada por otros.

Algunas agencias de noticias afirman que los beneficios de la Fed demuestran que los contribuyentes no pierden dinero como consecuencia de los masivos programas de rescate. Sin embargo, los hechos son que la Fed ganó dinero mediante títulos del estado. Cuando el gobierno paga a la Fed con el fin de aumentar sus “ganancias”, el dinero vuelve tranquilamente al gobierno.

Así, el gobierno y el banco central pueden mostrar beneficios hasta el infinito derramando eternamente dinero de la cuenta del Tesoro a la de la Fed y viceversa. O aún mejor, la Fed puede pagar al Tesoro varias veces más imprimiendo billones de dólares de EEUU, comprando compañías en Wall Street y logrando pequeños dividendos.

Por tanto, los llamados “beneficios” no son una evidencia de que la economía de EEUU vaya bien. Lejos de ello, estos beneficios son una prueba de que las impresoras están trabajando durante muchas horas. Además, el estado ha asumido enormes responsabilidades, que ponen en cuestión la solvencia de todo el sistema financiero estadounidense. Esto hace más probable la hipótesis de un retorno de la alta inflación (aunque este escenario es actualmente menos probable que una mayor “deflación” del crédito).

Deberíamos aprovechar esta oportunidad para ocuparnos de un problema distinto, las reglas de contabilidad de la Reserva Federal. Al contrario que la mayoría de las instituciones financieras, la Fed no cumple con la regla de prudencia contable, el principio de acuerdo con el que, en caso de que haya activos que pierdan valor, las cuentas deben reevaluarse con el fin de reflejar el precio de mercado.

Si los títulos emitidos por Fannie y Freddie y comprados por la Fed pierden repentinamente un 50% de su valor, la Fed no tiene que apuntar las pérdidas en estos activos. Este mecanismo hace del banco central, no sólo un prestamista de último recurso, sino también un creador de mercado de último recurso.

La cuestión que aflora es qué podría pasar si la Fed afrontara la necesidad de revender los activos con el fin de aumentar los tipos de interés o detener la inflación.

Luego podemos encontrarnos con que la Fed no sería capaz de vender estos títulos al precio fijado en libros. Para convencer a los bancos privados de que los compren en operaciones de mercado abierto, podría tener que rebajar el precio. Luego la Fed no tendría otra alternativa que registrar las pérdidas reales. Esto incluso podría generar que la Fed tenga un patrimonio negativo.

Si se llegara a esto, hay dos posibles escenarios. En el primero, el banco central sería recapitalizado por el Tesoro. Sería un escenario interesante, en el que el poder de fijar impuestos apoyaría el poder de imprimir y no al contrario. En el otro escenario, como nada impide a la Fed tener un patrimonio negativo (no es una empresa privada que cotice en bolsa) no habría consecuencias. Bien podría continuar sus operaciones sin diferencias notables.

¿Pero eso no significaría el colapso del dólar? El valor de los pasivos sería mucho mayor que el de los activos, mientras que el dólar no estaría siquiera cubierto por bonos emitidos por el estado.

En cualquier caso, una cosa es segura: desde el punto de vista del mercado, la Fed es una institución quebrada. La historia ofrece un ejemplo de una moneda basada en un mercado inmobiliario falso: los assignats franceses, que acabaron siendo completamente devaluados.

Lo único que mantiene viva la Fed es el paraguas protector del estado estadounidense y sus leyes de curso forzoso. No es una relación parasitaria, sino simbiótica. Lo que queda por ver es lo fuerte que es este lazo simbiótico y cuánto tiempo tardará en producirse la inevitable caída.


Publicado el 28 de enero de 2010. El artículo original se encuentra aquí.

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