El Waterloo intelectual de Krugman

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El pasado lunes por la tarde, Lew Rockwell, a partir de una indicación de alguien llamado “Travis”, publicó esta cita condenatoria de Paul Krugman de un editorial del New York Times de 2002:

Para luchar contra esta recesión, la Fed necesita (…) aumentar el gasto familiar para animar la moribunda inversión empresarial. [Así que] Alan Greenspan necesita crear una burbuja inmobiliaria para reemplazar a la burbuja del Nasdaq.

Krugman. 2002. Pidiendo una burbuja inmobiliaria.

Es más, al pedir explícitamente una nueva burbuja que reemplace la recientemente explotada, se anticipaba en 6 años al gracioso “informe” del Onion de que “la demanda de una nueva burbuja inversora empezó hace meses, cuando explotó las burbuja hipotecaria subprime y dejó a las empresas sin una fuente disponible de supuestos ingresos”. Excepto que Krugman lo decía en serio.

La cita cuajó en la blogosfera, hasta el punto de que Krugman acabó respondiendo en su blog del New York Times la mañana del miércoles:

Chicos, léanlo de nuevo. No era un defensa política, era sólo un análisis económico. Lo que dije es que la única forma de que la Fed pudiera ganar terreno sería si pudiera hinchar una burbuja inmobiliaria. Y es justo lo que ha ocurrido.

Así que con dos hábiles pasos, Krugman se describe como un doctor que da un excelente diagnóstico y no una receta desastrosa. Uno de sus iguales publicó en su blog que decir que Krugman defendió o causó la burbuja inmobiliaria era “Como decir que Nostradamus causó el auge del fascismo europeo”.

Al mismo tiempo, con su título de “Y yo también estaba en la colina de hierba” describe a sus críticos (especialmente a los austriacos) como teóricos de la conspiración, equivalentes a los pistoleros solitarios (los teóricos del asesinato de Kennedy de Expediente X). Igual que los asuntos de Jekyll Island y los acontecimientos que llevaron a la creación de la Fed, una conclusión evidente de un asunto registrado públicamente se describe por el sofisma del establishment como una extravagancia desbocada. Y de nuevo funciona: otro igual remarcaba displicentemente “no hay necesidad de razonar con esos tipos”.

Incluso el economista Arnold Kling se echó atrás al interpretar la columna a una luz favorable:

No estaba defendiendo alegremente una burbuja inmobiliaria, sino diciendo lúgubremente que la única forma que veía de salir de la recesión sería que se produjera esa burbuja.

Krugman agradeció a Klin su “gentil y amable explicación”. Me puedo imaginar a Kling saltando en su oficina feliz por haber sido mencionado por un célebre Premio Nobel exclamando “¡Le gusto! ¡Le gusto!”

Mark Thornton en el Mises blog aporta una devastadora colección de citas de Krugman de 2001 documentando claramente su apoyo a inducir una burbuja inmobiliaria. La más condenatoria de este bloque es la siguiente, proveniente de una entrevista de 2001 con Lou Dobbs:

Entretanto, la política económica debería animar otro gasto para compensar la caída temporal de la inversión empresarial. Los tipos de interés bajos, que promocionan el gasto en vivienda y otros bienes duraderos, son la principal respuesta.

¿Cómo demonios puede alguien considerar eso como una meditación puramente académica y no una recomendación política para inducir artificialmente el gasto en vivienda?

Ignorando por el momento las otras citas y juzgando sólo por el artículo de 2002, ¿apoyaba o no Krugman crear una burbuja inmobiliaria? Dado que incluso en su reciente defensa de sí mismo en su blog expresaba explícitamente su creencia en que “la única forma de que la Fed pudiera ganar terreno sería si pudiera hinchar una burbuja inmobiliaria”, sólo hay dos posibilidades.

  1. No apoyaba inducir una burbuja inmobiliaria y quería que la Fed no luchara contra la recesión.
  2. Sí apoyaba inducir una burbuja inmobiliaria.

Cualquiera que esté algo familiarizado con la actitud de Krugman hacia el activismo de la Fed debería saber que la proposición 1, que Krugman apoyara una política de no hacer nada, es absurda. Así que, especialmente después de recuperar la citas obtenidas por Mark Thornton, el alegato por la proposición 2 es abrumador.

¿Y qué decir que sus protestas de hombre de paja de que no causó la burbuja inmobiliaria y mucho menos el escándalo de la Enron o el asesinato de Kennedy? El hombre desvía el tiro a propósito. Lo malo de estas citas no es que él necesariamente causara nada. Lo que las hace devastadoras es que exponen la quiebra intelectual de sus principios económicos. Quienes lo ven como la segunda venida de Adam Smith deberían darse cuenta de que los principios neokeynesianos que le llevaron a defender recortes agresivos en los tipos de interés y un gigantesco gasto público, son los mismísimos principios que le llevaron a defender inducir entonces una burbuja inmobiliaria. Él mismo afirmaría que sus principios económicos no han cambiado esencialmente desde entonces. Así que las conclusiones y las prescripciones políticas que infiere de ellas son tan enormemente erróneas como eran entonces.

Publicado el 22 de junio de 2009. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.