“La historia es en último lugar determinada por las ideas, sean éstas verdaderas o falsas, y las ideas pueden, al menos en principio, cambiar casi instantáneamente. Pero para que las ideas cambien no es suficiente que la gente vea que algo está mal. Por lo menos un número significante tiene que ser suficientemente inteligente para reconocer lo que está mal. Esto es, deben entender los principios básicos en los que la sociedad -cooperación humana- descansan. Y tienen que tener suficiente fuerza de voluntad para actuar de acuerdo a esa percepción.”