Socialismo y hambre

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India está sufriendo por los altos precios y la escasez de comida. Ambos los han producido las propias políticas del gobierno. Durante años se ha permitido inflación monetaria, controles, planificación pública, socialismo y una industrialización forzosa que desvía el capital y el trabajo de la agricultura.

Alarmado por los altercados, el gobierno está tomando medidas drásticas. La mayoría de ellas son precisamente las equivocadas. Ha puesto máximos al precio del arroz y ha anunciado controles de precios en cerillas, gasolina, queroseno, azúcar y aceites vegetales. Este es precisamente el paso que más hará por desanimar la producción de estos bienes de primera necesidad. Cuando hay una escasez de productos, la cura está en los precios altos, no en los bajos. En un mercado libre, sin inflación, los precios relativamente altos para cualquier producto son señal de una escasez de éste y dan los máximos incentivos a productores e importadores para aliviar esta escasez.

El gobierno indio buscando cabezas de turco, ha echado la culpa a “especuladores” y “acaparadores” y ha anunciado la imposición de controles estrictos en la compra, venta y transporte de granos. Pero los especuladores y acaparadores, cuando actúan realmente de forma inteligente en su propio interés, realizan un servicio público. Si tienen razón al pensar que si aguantan ahora tendrán luego un precio más alto, esto significa que están conservando suministros ahora para aliviar una escasez futura aún mayor. Salvo que vendan en el momento de máxima escasez, perderán el mejor mercado y simplemente se derrotarán a sí mismos.

Rusia frente a India

Pero el gobierno indio, desconfiando del mecanismo de un mercado completamente privado, está creando una empresa pública de grano para realizar la importación y distribución de éste. La gran paradoja es que justo cuando el gobierno indio ha anunciado esta nueva imitación de Rusia, Rusia ha decidido actuar precisamente en la dirección opuesta.

A principios de agosto, el Premier Jrushchov propuso que las granjas de patatas y verduras vendan directamente a través de sus propias tiendas en las ciudades en lugar de utilizar la red de comercio del gobierno. La ventaja de ese sistema, explicó, es que el consumidor sería capaz de rechazar los productos de baja calidad en una tienda a favor de otro de calidad superior en la tienda de otra granja. A causa del inaceptable sistema de suministro de los canales comerciales del estado y la baja calidad del producto ofertado, los trabajadores soviéticos de la ciudad así como los campesinos han estado cultivando en años recientes sus propias huertas. En 1962, el 70% de la producción nacional de patatas y el 42% de las verduras se producían en esas huertas privadas.

Propiedad privada

Hasta ahora, la renta neta de las granjas colectivas se dividía entre los miembros basándose en el trabajo realizado, contado en unidades de días trabajados. Esto va a ser reemplazado por un sistema de pagos ligado directamente a la cantidad y calidad de la producción. Como resumía Jrushchov en una pregunta que hizo a un conductor de tractores en un campo de trigo: “¿Qué le parecería si se le asignara un terreno en el que fuera responsable de todas las operaciones, arar, plantar, cultivar y recolectar, y se le pagara en función de la cosecha producida?”

¡Una idea maravillosa! ¡El equivalente a un alquiler privado! Es, de hecho, un tercio de una vuelta (o un avance) a la propiedad privada. Sólo dos pasos más serían necesarios para completar la reforma. El siguiente sería otorgar al granjero individual derechos permanentes a un terreno. Esto le daría el incentivo para conservar y mejorar el suelo, para mejorar los edificios, etc. El paso final sería dar a cada granjero el derecho a comprar o vender terrenos. Los granjeros de éxito adquirirían así más terrenos que los fracasados y la producción pasaría cada vez más a manos de los más eficientes y productivos, aumentando así constantemente la eficiencia y la producción.

Los comunistas chinos tienen bastante razón cuando acusan a Jrushchov de flirtear con el capitalismo. Si continúa en esta dirección, mientras nosotros derivamos hacia el socialismo, verdaderamente Rusia puede producir más que nosotros algún día. Entretanto, la socialista India y la comunista Rusia deben importar comida del capitalista Estados Unidos para salir adelante.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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