“Financiación del déficit” e inflación

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Supongo que todos saben cómo se desarrolló el sistema bancario y cómo los bancos pudieron mejorar los servicios que ofrecía el oro, al transferir activos de un individuo a otro en la contabilidad de los bancos. Cuando estudiamos el desarrollo de la historia del dinero descubrimos que había países en los que había sistemas en los que todos los pagos se hacían mediante transacciones en los libros de un banco o de varios. Los individuos adquirían una cuenta pagando oro a su banco. Hay una cantidad limitada de oro, así que los pagos que se hacían eran limitados. Y era posible transferir oro de la cuenta de un hombre a la cuenta de otro.

Pero después, los gobiernos empezaron a hacer algo que sólo puedo describir en términos generales. Los gobiernos empezaron a emitir papel, que querían que hiciera el servicio del dinero. Cuando la gente comparaba algo, esperaba recibir de su banco cierta cantidad de oro para pagarlo. Pero el gobierno preguntaba: ¿Cuál es la diferencia si la gente recibe oro o un título del banco que les da derecho a pedir oro? Para ellos sería lo mismo.

Así que el gobierno emitió billetes o dio al banco el privilegio de emitir billetes, que daban al receptor el derecho a pedir oro. Esto llevó a un aumento en el número de billetes de banco que daban al tenedor el derecho a pedir oro.

No hace mucho, nuestro gobierno proclamó un nuevo método de hacer prósperos a todos: un método llamado “financiación del déficit”. Es un término maravilloso. Ya lo sabemos, los términos técnicos tienen la mala costumbre de no ser entendidos por la gente.

El gobierno y los periodistas que escribían para el gobierno nos explicaron esta “financiación del déficit”. ¡Es maravillosa! Se consideró que mejoraría las condiciones de todo el país. Pero si lo traducimos a un lenguaje más común, el lenguaje de los no formados, diríamos “impresión de dinero”. El gobierno dice que esto sólo se debe a nuestra falta de formación: si la tuviéramos no diríamos “impresión de dinero”, la llamaríamos “financiación del déficit” o “gasto en déficit”.

¿Y qué quiere decir? ¡Déficits! Significa que el gobierno gasta más de lo que recauda en impuestos y préstamos de la gente, significa que el gobierno gasta para todos los propósitos para los que quiera gastar. Esto significa inflación, poner más dinero en el mercado, sin que importe para qué fin. Y significa reducir el poder adquisitivo de cada unidad monetaria. En lugar de recaudar el dinero que el gobierno quiere gastar, el gobierno fabrica el dinero. Imprimir dinero es la cosa más fácil del mundo. Todo gobierno es lo suficientemente inteligente para hacerlo.

Si el gobierno quiere pagar más que antes, si quiere compar más productos para algún fin o aumentar los salarios de sus funcionarios, no hay otra vía disponible para ello bajo condiciones normales que recaudar más tributos y usar este mayor ingreso para pagar, por ejemplo, esos salarios más altos. El hecho de que la gente tenga que pagar tributos más altos para que el gobierno pueda pagar salarios más altos a sus funcionarios significa que los contribuyentes individuales se ven forzados a restringir sus gastos.

Esta restricción de compras por parte de los contribuyentes contrapone la expansión de compras de quienes reciben el dinero recaudado por el gobierno. Así que esta simple contracción de gasto por parte de algunos, los contribuyentes cuyo dinero se toma para darlo a otros, no produce un cambio general en los precios.

Lo que pasa es que el individuo no puede hacer nada que haga que funcione la máquina y mecanismo inflacionario. Lo hace el gobierno. El gobierno genera la inflación. Y si el gobierno se queja del hecho de que los precios suben y nombra comités de expertos para luchar contra la inflación, sólo tenemos que decir: “Nadie más que tú, el gobierno, genera inflación, ya lo sabes”.

Por otro lado, si el gobierno no aumenta los impuestos, no aumenta sus ingresos normales, pero imprime una cantidad adicional de dinero y los distribuye a sus funcionarios, aparecen compradores adicionales en el mercado. En consecuencia el número de compradores aumenta, mientras que la cantidad de bienes ofrecidos a la venta permanece igual. Los precios necesariamente aumentan, porque hay más gente con más dinero pidiendo productos cuya oferta no ha aumentado.

El gobierno no califica al aumento de la cantidad de dinero como “inflación”: llama “inflación” al hecho de que los precios de los bienes aumenten. Después pregunta quién es el responsable de esta “inflación”, es decir, de estos precios más altos. La respuesta: la gente “mala”; puede que no sepan por qué suben los precios, pero sin embargo están pecando por pedir precios más altos.

La mejor prueba de que la inflación, el aumento en la cantidad de dinero, es muy mala es el hecho de que quienes están generando esa inflación niegan una y otra vez, con la mayor pasión, que sean responsables de ella. “¿Inflación?”, preguntan, · ¡Oh! Eso es lo que estáis generando cuando subís los precios. No sabemos por qué suben los precios. Es la gente mala la que hace que suban los precios ¡Pero no el gobierno!”
Y el gobierno dice: “¿Precios más altos? Mirad esa gente, esa empresa, ese hombre malo, el presidente de esa empresa…”. Incluso si el gobierno echa la culpa a los sindicatos (no quiero hablar acerca de los sindicatos), incluso así tenemos que darnos cuenta de que lo que los sindicatos no pueden hacer es aumentar la cantidad de dinero. Y, por tanto, todas las actividades de los sindicatos están dentro del marco que crea el gobierno al influir en la cantidad de dinero.

La situación, la situación política, la discusión del problema de la inflación, sería muy diferente si la gente que genera la inflación, el gobierno, dijera abiertamente: “Sí, lo hacemos. Estamos generando inflación. Por desgracia, tenemos que gastar más de lo que la gente está dispuesta a pagar en impuestos”. Pero no lo dicen. No dicen a todos abiertamente “Hemos aumentado la cantidad de dinero. Estamos aumentando la cantidad de dinero porque estamos gastando más, más de lo que nos estáis pagando”. Y esto nos lleva a un problema que es puramente político.
Aquellos a cuyo bolsillo va primero el dinero adicional se benefician de la situación, mientras que otros se ven obligados a restringir sus gastos. El gobierno no lo reconoce, no dice “Hemos aumentado la cantidad de dinero y, por tanto, los precios están subiendo”. El gobierno empieza diciendo: “Los precios están subiendo. ¿Por qué? Porque la gente es mala. Es tarea del gobierno impedir que la gente mala produzca este movimiento al alza de los precios, esta inflación. ¿Quién puede hacerlo? ¡El gobierno!”

Luego el gobierno dice: “Impediremos la especulación y esas cosas. Esa gente, los especuladores, son quienes están generando la inflación, están pidiendo precios más altos”. Y el gobierno elabora “instrucciones” para quienes no quieran estar a malas con el gobierno. Luego añade que esto se debe a “presiones inflacionistas”. Han inventado muchos otros términos que no puedo recordar, términos tontos para describir la situación (“inflación impuesta por los costes”, “presiones inflacionistas”, etc.). Nadie sabe lo que es una “presión inflacionista”, nunca se ha definido.[1] Lo que sí está claro es qué es inflación.

La inflación es un añadido considerable a la cantidad de dinero en circulación. (…) Y este sistema puede funcionar por un tiempo, pero sólo si hay algún poder que restrinja el deseo del gobierno de expandir la cantidad de dinero y es suficientemente poderoso como para tener éxito hasta cierto punto en este aspecto. Los daños que reconocen el gobierno, sus ayudantes, sus comités, etc. están conectados con esta inflación, pero no de la forma que explican.

Esto demuestra que la intención de los gobiernos (…) es ocultar la causa real de lo que está ocurriendo. Si queremos tener un dinero que sea aceptado en los mercados como medio de intercambio, debe ser algo que no puede aumentarse con beneficio para alguien, sea éste el gobierno o un ciudadano. Los peores fracasos del dinero, lo peor que se ha hecho al dinero, no lo han hecho los criminales, sino los gobiernos, que a menudo tendrían que ser considerados, en conjunto, como ignorantes, pero no como criminales.

[1] Hablar de “presiones inflacionistas” e “instrucciones” de la década de 1960. En ese momento, las empresas estaban aumentando precios y salarios porque el gobierno había expandido mucho la cantidad de dinero de la nación y los funcionarios estaban tratando de persuadir a las empresas privadas de mantener los aumentos de precios y salarios por debajo del 3,2%. Era el máximo considerado permisible “bajo las instrucciones voluntarias del presidente para subidas de salarios y precios no inflacionistas”. Y el Presidente Johnson amenazaba con un aumento fiscal si no cesaban las “presiones inflacionistas”. Ver World Almanac, 1967, pp. 60, 61. — BBG.

[Extraído de Ludwig von Mises on Money and Inflation: A Synthesis of Several Lectures, recopiado por Bettina Bien Greaves. Esta conferencia se dio en la Fundación para la Educación Económica (FEE)]

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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