Banca sólida en Líbano

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Uno de los países que ha aguantado relativamente bien durante la reciente crisis financiera es Líbano. No sólo se las arregló para escapar completamente de la burbuja inmobiliaria, sino que también ha mostrado una inmunidad general al declive mundial. Los bancos libaneses incluso han presentados records de beneficios en los últimos años, gracias a un crecimiento masivo de los depósitos, que suman un 67% entre el final de 2007 y 2009.[i] El capital ha ido fluyendo desde el exterior, al verse cada vez más a Líbano como un refugio bancario seguro en la región.

A los bancos libaneses se les obliga a mantener en todo momento un mínimo de reserva del 30% en efectivo, la mitad del cual debe guardarse en los propios bancos, con el equivalente depositado en el banco central. Aunque esto es un eco lejano de las reservas íntegras que defiende la escuela austriaca, sin embargo resultan ser las más altas del mundo, muy por encima de cualquier país occidental.[ii]

El banco más grande del Líbano Bank Audi informa de que incluso la relación real préstamos/depósitos de los bancos libaneses es actualmente de sólo el 34%,[iii] lo que significa que sólo un 34% de los depósitos totales se convierten en préstamos, lo que resulta en una tasa de reservas efectivas del 66%. En comparación, la FDIC informó el pasado verano que la relación nacional préstamos/depósitos para Estados Unidos era del 93% en junio de 2008, es decir, una tasa de reservas del 7%, menos de un noveno de la del Líbano.[iv]

Como explica la teoría austriaca del ciclo económico, cuando los bancos mantienen reservas altas (o preferiblemente íntegras), se impide automáticamente que se extiendan sus prácticas de préstamo lejos de los niveles de los depósitos. Esto desanima a los bancos para realizar inversiones de riesgo utilizando el dinero de sus clientes, evitando así burbujas generadas por las malas inversiones y la especulación. En resumen, tasas de reserva más altas llevan a una mayor estabilidad financiera.

Aparte de las conservadoras políticas de préstamo en Líbano, otro factor clave del bienestar financiero del país fue la sorprendente idea del gobernador del banco central del Líbano (Riad Salameh) que en 2007 ordenó a los bancos privados del país deshacerse de todos los títulos con garantía hipotecaria y prepararse para la crisis financiera que veía avecinarse.[v] “Podrían haber pensado que [él] tenía una bola de cristal”, declaró Edward Gardner, del Fondo Monetario Internacional (FMI), en relación con las acciones de Salameh.

Por supuesto, lo que podría parecer una bola de cristal y brujería para el FMI debería ser sólo considerado sentido común económico, como el mostrado por los numerosos economistas de la Escuela Austriaca que predijeron puntualmente la crisis financiera años antes de producirse. También Salameh entendió que los defectos en los títulos de garantía hipotecaria eran un peso muerto:

No podíamos saber realmente quién sería responsable al final de cobrar estos préstamos (…) y no veíamos a la banca como un lugar para especular sobre instrumentos financieros que no sean realmente concretos.[vi]

En un análisis económico del Líbano en agosto del año pasado, el FMI sí menciona los grandes “colchones de liquidez” de los bancos como un factor contribuyente en la estabilidad financiera del país.[vii] Sin embargo sólo se atribuye a estos colchones dar la capacidad a los bancos de ayudar a financiar los gastos públicos, no su papel vital en estabilizar la economía impidiendo las burbujas. El FMI nunca da una explicación adecuada del rendimiento económico del Líbano. En su lugar, aparte de la capacidad de los bancos de rescatar al gobierno, el informe especula con que el Líbano se beneficia de su relativamente pequeña exposición a la economía global por su pequeña base exportadora, combinada con una creciente seguridad política tras el acuerdo de paz de Doha de mayo de 2008. Esas magras explicaciones dejan mucho que desear.

Otra vez Salameh da una explicación más seria de la situación:

Creo que he demostrado lo que digo. He sido personalmente terco en mantener una postura muy conservadora en la banca, pues creo que esta salvaje expansión del crédito, estos altos apalancamientos con el fin de obtener más beneficios en las instituciones financieras, van contra la misma naturaleza de la banca.[viii]

Por desgracia, a pesar de las refrescantes opiniones de Salameh sobre la banca, probablemente no sea un “austriaco”. Una explicación obvia es el hecho de que ha estado a cargo de un banco central durante 17 años. Otra es que aparentemente prefiere dinero fiduciario combinado con regulación pública en lugar de un sistema monetario de libre mercado. Esto trae su porción de problemas.

A medida que los bancos libaneses retiraban muchas de sus inversiones internacionales y se acumulaban las calamidades en las instituciones financieras occidentales, los bancos libaneses veía una enorme afluencia de capital en sus arcas, siendo mucho de ese dinero convertido a libras libanesas. Por desgracia, el banco central trató de acomodar este aumento de la demanda de la libra expandiendo la oferta monetaria. Esto se hizo parcialmente vendiendo libras y comprando dólares de EEUU. Se compraron cerca de 8.000 millones en 2008 y alrededor de 3.000 millones durante el primer trimestre de 2009. La dolarización en los depósitos bancarios cayó consecuentemente del 77% a principios de 2008 al 64% a principios de 2010.[ix]

Otro método empleado fue emitir certificados de depósito a cinco años mientras el gobierno aceleraba también su emisión de bonos del tesoro en libras. Todo junto llevó a un acusado aumento en depósitos a plazo, que hizo que se disparara el M2 a un ritmo del 35% en 2008 y el 27% en 2009.[x]

La razón esgrimida para todo esto era enjugar parte de la nueva liquidez récord de los bancos para evitar burbujas, especulación y sobreinversión.[xi]

Esto demuestra uno de los muchos defectos de las monedas fiduciarias. Lo que normalmente resultaría ser algo bueno (esto es, altos niveles de depósito) realmente constituye un riesgo potencial cuando se permite la banca de reserva fraccionaria. Aunque los relativamente altos niveles de reserva del país han ayudado sin duda a mantener la estabilidad financiera, siguen estando lejos del 100% generando así preocupación por sobreinversiones y malas inversiones, como evidencia la necesidad percibida por Salameh de enjugar algo de los “excesivos” depósitos de los bancos.

Cuando los bancos se ven inundados de efectivo y les faltan los incentivos adecuados para mantener estos fondos pueden convertirse fácilmente en “demasiado solventes” y transformar sus grandes depósitos en préstamos baratos que generan burbujas y malas inversiones. De ahí la “necesidad” de los bancos centrales y gobiernos de predecir, perseguir y prohibir constantemente todo tipo de inversión concreta que sea o pueda llegar a ser arriesgada. Esta ha sido la mentalidad adoptada por los gobiernos de todo el mundo al producirse la crisis reciente. Puesto que sólo ha habido un banquero central en el mundo, Salameh, que previó los peligros de los títulos con garantía hipotecaria y tomó medidas contra ellos, esta postura tiene una probabilidad de éxito cercana a cero.

Aumentar los requerimientos de reserva aún más al 100% sin duda ayudaría a superar el problema de la expansión de crédito y la sobreinversión. Sin embargo, incluso los bancos centrales todavía afrontarían la cuestión de cuáles son la oferta monetaria y el tipo de interés “correctos” en cada momento, lo que es imposible que puedan determinar los planificadores centrales respecto de toda una economía.

En cambio, en ausencia total de un prestamista de último recurso (es decir, de un banco central), los bancos privados perderían automáticamente su capacidad de crear burbujas mediante expansión del crédito. No tendrían otra opción que sujetar fuertemente las riendas en el préstamo y mantener niveles de reserva, no altos, sino totales en relación con los depósitos a la vista: no hacerlo pondría inmediatamente en peligro su solvencia y supervivencia.

Esto haría asimismo completamente innecesaria toda la regulación bancaria. Se impediría automáticamente a los bancos expandir el crédito más allá de los niveles estables y verse envueltos en préstamos “tóxicos” y arriesgados. En consecuencia, las regulaciones financieras del Líbano y otros países no son realmente regulaciones del mercado sino de los comportamientos que los propios bancos centrales han posibilitado para su propia existencia. Es como alimentar a un león con una mano mientras se lucha contra él con la otra.

Remontar el río sin una pala

Aunque los constantes aumentos en los niveles del depósito del Líbano pueden (paradójicamente) convertirse en un problema potencial, la nube más oscura en el horizonte del país es la astronómica deuda pública. Situada por encima del 140% del PIB en 2009,[xii] sólo los intereses consumen entre el 30% y el 40% de los gastos del gobierno anualmente.[xiii] Esta enorme deuda deriva principalmente de los proyectos de reconstrucción patrocinados por el gobierno después de cada una de las numerosas guerras del Líbano.

Los principales acreedores de estos préstamos son normalmente los gobiernos de Francia, Kuwait y Arabia Saudita. Por ejemplo, tras la invasión israelí de 2006, Kuwait y Arabia Saudita se apresuraron a dar al Líbano un generoso apoyo financiero. Esto es problemático en el sentido de que crea un hábito de dependencia, en el que la percepción es que el Líbano siempre será rescatado por los vecinos regionales y otros amigos con los bolsillos llenos, lo que a su vez continúa animando a un gasto público imprudente.

Otro problema potencial es que el gobierno pueda encontrarse repentinamente incapaz de obtener créditos exteriores favorables. En este  caso, el gobierno puede dirigirse hacia las enormes reservas bancarias como tentadora fuente de financiación. Toda esta situación podría recordar  la del antiguo Banco de Ámsterdam, que, después de su consolidación en 1609, se hizo famoso por mantener una política de niveles de reserva completos durante casi dos siglos. Después de un largo periodo de gran estabilidad y crecimiento económico en la región, el ayuntamiento de Ámsterdam empezó a reclamar en la década de 1780 que le prestara grandes porciones de sus depósitos para cubrir los crecientes gastos públicos. Este desvío forzoso de su fórmula habitual de un porcentaje de reservas del 100% acabó con la desaparición del banco y abrió el camino a un sistema bancario nuevo y menos estable, basado en los principios de la banca de reserva fraccionaria.[xiv] En el peor de los escenarios, los bancos libaneses podrían correr el riesgo de caer en la misma trampa, especialmente cuando se considera que ya poseen el 57% de la deuda pública.[xv]

El gobierno libanés tiene también enormes reservas en oro, las segundas mayores en Oriente Medio y Norte de África, justo por detrás del Reino Unido en los rankings internacionales.[xvi] El oro sumaba más de 11.000 millones de dólares en mayo de 2010, o 16 billones de libras libanesas.[xvii] Esto corresponde a aproximadamente tres veces el M1, pero sólo alrededor del 30% del M2.[xviii] El país tiene una larga tradición de propiedad de oro en el banco central, que data de las décadas de 1960 y 1970, cuando los gobiernos compraban grandes cantidades de oro para añadirlas a las arcas del banco. Se han realizado mucho intentos por parte de los funcionarios públicos de vender oro como forma fácil de financiar el gasto. Hasta ahora, estos planes han sido detenidos por el parlamento y durante la guerra civil el entonces gobernador del banco central (Edmond Naim) incluso dormía en la caja fuerte para proteger el oro de los ladrones.[xix]

Sin embargo, si la situación de la deuda empeora, de nuevo las reservas de oro pueden ser el objetivo de los políticos desesperados, pues una venta a gran escala podría ser suficiente como para pagar más del 20% de la deuda pública a los precios actuales.

Por otra parte, Mr. Salameh, tiene una interesante perspectiva del futuro de la situación de la deuda libanesa. En diciembre del año pasado hizo la siguiente declaración en la revista libanesa Executive Magazine:

Las expectativas futuras de inflación van a disminuir el valor real de la deuda [pública] que hoy se encuentra en alrededor de 48.000 millones de dólares. Y el valor actual o real de esta deuda resultará menos importante en los próximos cuatro o cinco años, ya que el poder adquisitivo de la moneda va a reducirse en todo el mundo.[xx]

Dicho de otra forma, el dólar de EEUU (y presumiblemente también otras divisas) perderá una parte sustancial de su valor debido a la inflación en el futuro cercano, disminuyendo así el valor real de la deuda exterior del Líbano. Es una declaración muy poco convencional para un banquero central, pero también está en línea con las predicciones de muchos economistas austriacos, que prevén una alta inflación a la estela de los “estímulos”, es decir, las vastas expansiones monetarias, de los bancos centrales en todo el mundo.

Si las predicciones tanto de Salameh como de los austriacos resultan volver a ser correctas, los próximos años serán interesantes. Sin embargo, un destrucción monetaria a gran escala como ésa también disiparía las dudas acerca de la necesidad de abolir los bancos centrales y reemplazar las monedas fiduciarias con dinero sólido, lo que, para Salameh, sería una revelación sorprendente.


[i] Matt Nash, “Foreign cash buoys Lebanese currency”, NOW Lebanon, 10 de marzo de 2010.

[ii] Basado en una encuesta de 2003 por el Dr. Pinar Yesin en la Universidad de Zurich. Ver la conferencia de Yesin.

[iii] Ben Gilbert, “Lebanon bankers cool in a crisis”, GlobalPost, 14 de febrero de 2009.

[iv] FDIC, “Section 109 Host State Loan-to-Deposit Ratios”.

[v] Gilbert, B., 2009.

[vi] Borzou Daragahi. “Lebanon central bank chief got it right”, Los Angeles Times, 21de febrero de 2009.

[vii] Harald Finger y Carlo Sdralevich, “Resilient Lebanon Defies Odds In Face of Global Crisis”, IMF Survey Magazine, 11 de agosto de 2009.

[viii] Natalia Antelava, “Lebanon ‘immune’ to financial crisis”, BBC News, 5 de diciembre de 2008.

[ix] The Daily Star (Líbano), 13 de mayo de 2010.

[x] Banque du Liban, “Monetary Survey (2010)”.

[xi] Emma Cosgrove, “Riad Salameh speaks to Executive”, Executive Magazine (125), Diciembre de 2009.

[xii] “Fall in Lebanese public debt to GDP ratio spurs rating upgrades”, The Daily Star (Líbano), 1 de abril de 2010.

[xiii] Cosgrove, “Debt and diligence”, Executive Magazine (128), Marzo de 2010.

[xiv] Jesús Huerta de Soto, Money, Bank Credit, and Economic Cycles (Auburn, Ala.: Ludwig von Mises Institute, 2006), pp. 98-106. Publicado en España como Dinero, crédito bancario y ciclos económicos (Madrid: Unión Editorial, 2009).

[xv] Cosgrove, “Banking — Stuck to the sovereign”, Executive Magazine (131), Junio de 2010.

[xvi] World Gold Council, “World Gold Holdings (June 2010)”.

[xvii] Banque du Liban, “BDL Balance Sheet: a. gold”.

[xviii] Banque du Liban, “Monetary Survey (2010)”.

[xix] David Kenner, “An embarrassment of riches”, NOW Lebanon, 18 de marzo de 2008.

[xx] Emma Cosgrove, “Riad Salameh speaks to Executive”.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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