Hay una unanimidad casi completa entre economistas y diversos comentaristas en que la inflación es un aumento general en los precios de los bienes y servicios. A partir de esto se establece que cualquier cosa que contribuya a aumentar los precios pone en marcha la inflación. Una caída en el desempleo o un aumento en la actividad económica se ve como un generador potencial de inflación. Otros generadores, como los aumentos en los precios de las materias primas o en los salarios de los trabajadores, también se consideran como amenazas potenciales.
Si la inflación es sólo un aumento general en los precios como dice el pensamiento popular, entonces ¿por qué se considera como una mala noticia? ¿Qué tipo de daño produce?
Los economistas de la corriente principal mantienen que la inflación causa compras especulativas, lo que genera derroche. La inflación, mantienen, también erosiona las rentas reales de los pensionistas y gente de bajas rentas, y causa una mala asignación de recursos. La inflación, se dice, también socava el crecimiento económico real.
¿Por qué debería un aumento general en los precios perjudicar a algunos grupos de gente y no a otros? ¿O cómo lleva la inflación a la mala asignación de recursos? ¿Por qué debería un aumento general en los precios debilitar el crecimiento económico real? Asimismo, si la inflación se genera por diversos factores como el desempleo y la actividad económica, entonces sin duda es sólo un síntoma y por tanto no causa nada de esto.
Para averiguar qué es la inflación, tenemos que establecer su definición. Pero para establecer la definición de inflación, tenemos que establecer cómo apareció este fenómeno. Tenemos que remontarnos a su origen histórico.
La esencia de la inflación
La inflación se origina cuando el gobernante de un país, como un rey, fuerza a sus ciudadanos a darle todas sus monedas de oro bajo el pretexto de que una nueva moneda de oro va a reemplazar a la vieja. En el proceso, el rey falsificaría el contenido de las monedas de oro mezclándolas con algún otro metal y devolviendo monedas de oro diluido a los ciudadanos. Sobre esto, Rothbard escribió:
Lo más habitual es que el metal se fundiera y reacuñaran todas las monedas del reino, dando a los súbditos a cambio la misma cantidad de “libras” o “marcos”, pero de menos peso. Las onzas sobrantes de oro o plata se las embolsaba el rey y las usaba para pagar sus gastos.
A causa de la dilución de las monedas de oro, el gobernante puede ahora acuñar un mayor número de monedas y embolsarse para su propio uso las monedas extra acuñadas. Lo que ahora pasaba por ser una moneda de oro puro era en realidad una moneda de oro diluido.
El aumento en el número de monedas producido por la dilución de las monedas de oro es inflación. Como resultado del aumento en el número de monedas que se disfrazan como monedas de oro puro, ahora suben los precios en términos de monedas (se intercambian más monedas por una cantidad dada de bienes).
Advirtamos que lo que tenemos aquí es una inflación de monedas, es decir, una expansión de monedas. Debido a la inflación, el gobernante puede realizar intercambios algo a cambio de nada (puede realizar una acción de desviar recursos de los ciudadanos a sí mismo). Advirtamos también que el aumento en los precios en términos de monedas se produce debido a la inflación de monedas. Observemos sin embargo que es el aumento en monedas producido por la dilución de las monedas de oro lo que permite aquí el desvío de recursos al gobernante y no un aumento en los precios como tal.
Bajo el patrón oro, la técnica de abusar del medio de intercambio se hizo mucho más sofisticada a través de la emisión de papel moneda no respaldado por oro. Por tanto, la inflación significa un aumento en el número de recibos de oro, porque los recibos que no están respaldados por oro quedan confundidos con los verdaderos representantes de la verdadera moneda, el oro.
El tenedor de recibos no respaldados puede ahora dedicarse a intercambiar nada por algo. Como consecuencia del aumento en el número de recibos (inflación de recibos) ahora tenemos asimismo un aumento general en los precios. Observemos que el aumento en los precios se produce aquí a causa del aumento en los recibos en papel que no están respaldados por oro. Asimismo, lo que tenemos es una situación en la que los emisores de recibos no respaldados en papel desvían bienes reales a sí mismos sin hacer ninguna contribución a la producción de bienes.
En el mundo moderno, el dinero ya no es oro, sino papel moneda: en este caso, la inflación es aumento en las existencias de papel moneda.
Observemos que no decimos, como dicen los monetaristas, que el aumento en la oferta monetaria cause inflación. Lo que decimos es que la inflación es el aumento en la oferta monetaria.
Advirtamos que los aumentos en la oferta monetaria ponen en marcha un intercambio de nada por algo. Desvían fondos reales de los generadores de riqueza hacia los tenedores del dinero recién creado. Esto es lo que pone en marcha la mala asignación de recursos, no los aumentos en los precios como tales.
Las rentas reales de los generadores de riqueza caen, no por los aumentos generales en los precios, sino por los aumentos en la oferta monetaria. Cuando se expande la moneda, es decir, se crea “de la nada”, lo tenedores del dinero recién creado pueden desviar bienes a sí mismos sin hacer ninguna contribución a la producción de bienes.
Como consecuencia, los generadores de riqueza que han contribuido a la producción de bienes descubren que el poder adquisitivo de su dinero ha caído, porque ahora quedan menos bienes en total: no pueden ejercitar enteramente sus derechos sobre bienes finales, porque estos bienes no existen.
Una vez que los generadores de riqueza tienen menos recursos reales a su disposición, esto evidentemente va a dañar la formación de riqueza real. Como consecuencia, el crecimiento económico real se va a encontrar bajo presión.
Los aumentos generales de precios, que siguen a los aumentos en la oferta monetaria, sólo apuntan a una erosión de la riqueza real. Sin embargo, los aumentos de los precios por sí mismos no causan esta erosión.
Igualmente es la inflación monetaria, y no el aumento en los precios, lo que erosiona las rentas reales de pensionistas y perceptores de rentas bajas. Por lo general, son los últimos receptores del dinero, siendo llamados a a menudo “grupos de renta fija”.
Sufridores particulares serán los que dependan de contratos en dinero fijo, contratos hechos en los días anteriores al aumento inflacionista en los precios. Beneficiarios de seguros de vida y rentistas, personas jubiladas que viven de pensiones, terratenientes con arrendamientos de largo plazo, bonistas y otros acreedores, los que tengan efectivo, todos sufrirán en peso de la inflación. Serán los que se vean “gravados”.
¿Puede aparecer inflación sin que cambien los precios?
En igualdad de condiciones, si para una existencia concreta de bienes se produce un aumento en la oferta monetaria, esto significaría que se va a intercambiar más dinero por una existencia concreta de bienes. Luego evidentemente el poder adquisitivo del dinero va a caer, es decir, los precios de los bienes van a aumentar (más dinero por unidad de un bien). En este caso, el aumento general de precios se asocia con la inflación, es decir, aumentos en papel moneda.
Pero consideremos ahora el siguiente caso: el ritmo de creación de dinero está en la misma línea del crecimiento de los bienes. Por consiguiente, los precios de los bienes no cambian de media. ¿Tenemos aquí inflación o no? Para la mayoría de los economistas, si un aumento en la oferta monetaria se corresponde exactamente con el aumento en la producción de bienes, esto está bien, porque no ha tenido lugar ningún aumento general de precios y por tanto no ha aparecido inflación. Creemos que esta forma de pensar es falsa: ha habido inflación, es decir, ha aumentado la oferta monetaria. El aumento no puede deshacerse con el correspondiente aumento en la producción de bienes y servicios.
Por ejemplo, una vez un rey ha creado más monedas de oro diluido que disfraza como monedas de oro puro es ahora capaz de intercambiar nada por algo independientemente del crecimiento de la producción de bienes. Independientemente de lo que esté haciendo la producción de bienes, el rey se dedica ahora a un intercambio de nada por algo, es decir, desviando recursos a sí mismo no pagando nada a cambio. El desvío es posible por el aumento en el número de monedas producido por la dilución de las monedas de oro, es decir, la inflación de monedas.
Puede aplicarse la misma lógica a la inflación de papel moneda. El intercambio de nada por algo que pone en marcha la expansión de dinero creado de la “nada” no puede deshacerse por un aumento en la producción de bienes. El aumento en la oferta monetaria (es decir, el aumento de la inflación) va a poner en marcha todos los efectos colaterales negativos que tiene la impresión de dinero, incluyendo la amenaza del ciclo de auge y declive, independientemente de aumento en la producción de bienes.
El hecho de que los precios generales fueran más o menos estables durante la década de 1920 decía a la mayoría de los economistas que no había amenaza inflacionista y por tanto los acontecimientos de la gran depresión les pillaron completamente desprevenidos.
¿Causa inflación un aumento en el dinero metálico?
Supongamos ahora que en un patrón oro, a causa de un aumento en la producción de oro, ha aumentado la oferta de dinero (es decir, de oro). Consecuentemente, ha tenido lugar un aumento general en los precios de los bienes. ¿Deberíamos calificar este aumento como inflación? Según algunos estudiosos del patrón oro, un aumento en la oferta de oro genera distorsiones similares de las del dinero creado de la nada.
Empecemos con una economía de trueque. El minero John produce diez onzas de oro. La razón por la que busca oro es porque cree que hay un mercado para él. El oro contribuye al bienestar de individuos. Intercambia sus diez onzas de oro por distintos bienes, como patatas y tomates.
Ahora la gente ha descubierto que el oro, aparte de ser útil en joyería, también lo es en algunas otras aplicaciones. Ahora asignan mucho más valor de intercambio al oro que antes. Consecuentemente, el minero John puede intercambiar sus diez onzas de oro por más patatas y tomates.
¿Deberíamos condenar esto como malo porque ahora John está desviando más recursos a sí mismo? No, lo que pasa con el minero John es sólo lo que pasa continuamente en el mercado. Con el paso del tiempo, la gente asigna mayor importancia a algunos bienes y disminuye la de otros. Algunos bienes se consideran ahora más importantes que otros para apoyar las vidas y el bienestar de la gente.
Ahora la gente ha descubierto que el oro es útil para otro uso: para servir como medio de intercambio. Por consiguiente, aumenta aún más el precio del oro en términos de tomates y patatas. Ahora el oro se demanda primordialmente como medio de intercambio: la demanda de otros servicios del oro, como ornamentos, es ahora más baja que antes.
Advirtamos sin embargo que el oro es parte del total de la riqueza real y mejora la vida y el bienestar de la gente. Veamos qué pasa si John aumenta la producción de oro.
Uno de los atributos para elegir el oro como medio de intercambio es que es relativamente escaso. Esto significa que un productor de oro que haya intercambiado este bien por oro espera que el poder adquisitivo de su trabajo se mantenga con el tiempo guardando el oro.
Si por alguna razón hay un gran aumento en la producción de oro y persiste esta tendencia, el valor de intercambio del oro estará sujeto a un declive persistente frente a otros bienes, en igualdad de condiciones. Bajo esas condiciones, la gente probablemente abandone el oro como medio de intercambio y busque otro material para desempeñar este rol.
A medida que empieza a aumentar la oferta de oro, disminuye su rol como medio de intercambio, mientras que su demanda para otros usos probablemente se mantenga o aumente. Así que en este sentido, el aumento en la producción de oro se añade al total de la riqueza real.
Cuando el minero John intercambia oro por bienes se dedica a un intercambio de algo por algo. Está intercambiando riqueza por riqueza. Advirtamos también que no se produjo un aumento en la oferta de oro a causa de una acción de dilución del oro, sino a causa de un aumento en la producción de oro.
Comparemos todo esto con la impresión de recibos de oro, es decir, recibos que no están respaldados al 100% por oro. Esto genera una base para consumir sin hacer ninguna contribución al total de la riqueza real. Los certificados vacíos ponen en marcha un intercambio de nada por algo, lo que a su vez lleva a la mala asignación de recursos y a ciclos de auge y declive.
Recordemos que un aumento en la oferta de oro extraído no lleva a la mala asignación de recursos, es decir, a un empleo de recursos contrario al verdadero mercado libre, que refleja las preferencias más urgentes de los consumidores. Advirtamos de nuevo que el número monedas aquí aumentadas no se debe a la dilución de las monedas de oro, sino que es consecuencia de un aumento en la producción de oro, es decir, de riqueza real. Frente al tenedor de dinero creado de la nada, el generador de riqueza (el productor de oro) apoya sus propias actividades. No se dedica al desvío de recursos reales de otros generadores de riqueza por medio de dinero vacío. Consecuentemente, no le va a dañar ninguna disminución en la cantidad de dinero creado de la nada. (Advirtamos que una disminución en el dinero creado de la nada reduciría el desvío de recursos a actividades que aparecieron a la espalda del dinero creado de la nada).
Conclusión
Contrariamente a la definición popular, la inflación no es un aumento general en los precios, sino un aumento en el dinero “creado de la nada”. La inflación es un acto de malversación. En un patrón oro, la inflación es un aumento en recibos no respaldados por dinero en oro. En un patrón papel, la inflación es un aumento en la oferta de papel moneda. Los aumentos generales en los precios, por lo general, se producen debido al aumento del dinero. El daño que la mayoría de la gente atribuye a los aumentos en los precios se debe en realidad a los aumentos en la oferta de dinero creado de la nada. Por tanto, las políticas que tratan de combatir la inflación sin identificar qué es ésta empeoran mucho las cosas. Cuando la inflación se ve como un aumento general en los precios, todo lo que contribuya al aumento de los precios se califica como inflacionista. Ya no son el banco central y la banca de reserva fraccionaria las fuentes de inflación, sino varias otras causas. En este marco, no sólo el banco central no tiene nada que ver con la inflación: por el contrario, se considera al banco como un luchador contra la inflación.
Sobre este asunto, Mises escribía:
Para evitar ser acusado de las nefastas consecuencias de la inflación, el gobierno y sus secuaces recurren a un truco semántico. Tratan de cambiar el significado de los términos. Llaman “inflación” a la consecuencia inevitable de la inflación, es decir, al aumento en los precios. Ansían relegar al olvido el hecho de que este aumento se produce por un incremento en la cantidad de dinero y sustitutivos del dinero. Nunca mencionan este incremento. Atribuyen la responsabilidad del aumento del coste de la vida a los negocios. Es un caso clásico de ladrón gritando “¡Al ladrón!” El gobierno, que produjo la inflación multiplicando la oferta de dinero, incrimina a los fabricantes y comerciantes y disfruta del papel de ser un defensor de los precios bajos.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.