Salvando a India de los keynesianos

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En la novela de misterio El Código Da Vinci¸ el albino Silas va en busca de la piedra angular y, en una confesión del cuarto sénéchaux acerca de su ubicación, visita la iglesia de Saint-Sulpice en París para conseguirla. Sin embargo, tras cavar en el punto señalado, todo lo que encuentra es una piedra con la inscripción “Job 38:11”. Una monja le explica el simbolismo: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá”, indicando que Silas ha llegado al final del camino en sus intentos por encontrar la piedra angular.

Igual que Silas, los miembros del think tank económico indio están perdidos en términos de lo que tiene que hacerse.# Mientras que en El Código Da Vinci¸ la elaborada treta era una idea explícita de los cuatro sénéchaux para salvaguardar la piedra angular, en el escenario indio el problema se encuentre entre las orejas del equipo del think tank y lo puso allí hace décadas John Maynard Keynes. Tal vez operando con la más altruista de las intenciones, el pensamiento económico keynesiano ha sido y continuará siendo la piedra en la que tropecemos en nuestro progreso. Salvo que este equipo desaprenda la “brujería” keynesiana para entender el capitalismo (es decir, el libre mercado como lo entiende la economía austriaca), el progreso se verá detenido, si es que lo hay.

En este punto, los lectores podrían correctamente hacer la pregunta: “¿Cómo realizó entonces el mismo equipo las reformas de 1990-2010?” La respuesta es bastante evidente: lo que hemos tenido es una transición de una economía casi comunista (definida por la propiedad estatal de la producción) a una economía casi fascista (en la que la propiedad de la producción es privada, pero el estado planea y controla los medios de producción).# La transición anterior es intelectualmente coherente con las creencias keynesianas del equipo reformista y por tanto no fue difícil de implantar. Incluso este movimiento limitado en la dirección de los “mercados libres” ha dado a la economía india tremendas recompensas en términos de crecimiento y reducción de la pobreza.

A pesar de los evidentes beneficios de la liberalización, India aún continúa planeando centralizadamente la economía y se permite varios programas socialistas. Aunque las pulsiones políticas de los políticos democráticos podría ser parte del problema, la piedra real con la que tropezamos se encuentra en el retrógrado pensamiento económico. A continuación hay unos pocos asuntos en los que la defectuosa ideología está afectando al progreso.

Verdades económicas La creencias defectuosas socialista/keynesianas Pulsiones de los políticos democráticos
Programa de la Ley Nacional de Garantía del Empleo Rural (NREGA, por sus siglas en inglés) que asegura el empleo de un miembro por familia en áreas rurales
La NREGA dificulta el crecimiento y la producción al desviar trabajo/capital de actividades productivas. El estado puede gestionar la economía y promover la producción. A la gente se le paga salarios por encima del mercado por no hacer nada con las fugas compartidas con los funcionarios encargados de implantarlo.
Inversión directa extranjera en el sector de ventas multimarca – El plan para permitir la IDE en ventas que permitiría a similares a Walmart operar en India ha sido cancelado.
Prohibir la tecnología moderna afecta al crecimiento de la economía. Esto solo favorece a un puñado de empresas privadas en detrimento de la nación. El síndrome del palo y la zanahoria y el miedo erróneo a que las compañías multinacionales acaben con las tiendas pequeñas. Los vendedores ineficientes y los intermediarios disfrutan de la generosidad creada por los decretos del gobierno.
Asignación de fondos al sector agrícola
La asignación de fondos no garantiza un buen desarrollo e invariablemente la ejecución deja mucho que desear. Lo que es peor, esto permite a las empresas corruptas ganar cuota de mercado a costa de las honradas. El gobierno debería panificar activamente para la mejora de la productividad y promover la mecanización mediante subvenciones. Los granjeros pobres obtienen “algo” gratuitamente. El sistema garantiza beneficios a las empresas que implanten los proyectos.

He tomado tres ejemplo para explicar cómo la interferencia pública inhibe la actividad económica y estimula las ineficiencias. Los beneficiarios del actual sistema económico son empresas que pueden prosperar bajo el sistema corrupto y los ciudadanos que reciben los subsidios. Esto se produce a expensas de una divisa que se deprecia y sufriendo las consecuencias de estás políticas se encuentra la gran clase media india.

Salvando al país de los keynesianos

Dados los retos a afrontar en el futuro en términos de turbulencias en la economía global, lo correcto a hacer por parte del gobierno sería liberar capital reduciendo sus gastos (lo que lleva a impuestos e inflación más bajos) y disminuir radicalmente la implicación en las actividades económicas y la toma de decisiones permitiendo a las fuerzas competitivas decidir los resultados del mercado. Por supuesto, habrá intereses creados protestando por estos cambios por parte de las empresas que se benefician hoy de las políticas públicas y los ciudadanos que disfrutan de las prestaciones keynesianas.

Aunque habrá impedimentos a la implantación como se indica antes, la mayor piedra en la que tropezar se encuentra en que el equipo económico se dé cuenta de por qué lo anterior es lo correcto. Para un equipo que ha mostrado la NREGA como su logro estrella, ha puesto controles de precios para gestionar la inflación, ha alabado a ministros por presentar presupuestos socialista (por ejemplo, el presupuesto de los ferrocarriles, en el que las tarifas a los viajeros no se han revisado en los últimos ocho años, debido al desbocado déficit, ha efectuado un aumento nominal en 2012), el punto ciego intelectual es el obstáculo real. Con la repetida hipérbole en los medios de comunicación de masas del Primer Ministro Indio Dr. Manmohan Singh como un “brillante economista”, y dado que se ha rodeado de consejeros que son esencialmente economistas del bienestar y keynesianos, la salvación realmente solo se encuentra aquí.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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