Valor subjetivo y precios de mercado

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Uno de los aspectos más sutiles de la teoría económica moderna es la relación entre valor subjetivo y precios monetarios objetivos. Ésta es un área en la que los austriacos llevan ventaja a otras escuelas, porque les preocupan más sus antepasados que a otros economistas y porque los austriacos fueron decisivos en el desarrollo de la teoría del valor subjetivo.

En un blog dedicado a los estándares de código abierto, la discusión se dirigió recientemente hacia la economía. En concreto, el experto programador pensaba que había descubierto un defecto fatal en el patrón oro. Será instructivo analizar su post y corregir su mala comprensión de la teoría moderna de precios y la defensa del oro como dinero.

Valor subjetivo frente a valor de intercambio

Nuestro escritor, Andy Updegrove, empieza su post apuntando una rareza cuando se refiere al valor de mercado:

Los estándares cubren una terrible cantidad de terreno: cuán grandes son las cosas, cuánto pesan, qué rápido pueden ir, cuánta potencia consumen, qué puras son, cómo deben moldearse para que se ajusten…

En resumen, los estándares se refieren a cosas mensurables. De hecho, los primeros estándares formales creados en sociedades en todas partes normalmente se referían a pesos y medidas. (…)

Sin embargo, hay una excepción a esta regla. Curiosamente, se refiere a un estándar que es tan viejo como los propios pesos y medidas. Y a pesar de su antiguo linaje, las naciones han seguido sin poder ponerse de acuerdo durante mucho tiempo en que vara de medir debe usarse o cómo debería funcionar. Es bastante notable, dado que el estándar en cuestión es tal vez el único que todos usan casi todos los días de su vida.

Por supuesto, ése estándar es el dinero (dólares, euros, reminbis), siendo cada uno una medida de valor.

Ya hemos llegado a una ambigüedad. Cuando Updegrove dice “valor” ¿significa el valor subjetivo que atribuye un individuo a una unidad particular del bien o significa el valor objetivo de intercambio en el mercado que le asigna el sistema de precios? Una vez que tenemos en cuenta esta distinción, la supuesta paradoja desaparece.

Si nos estamos refiriendo al valor subjetivo, no hay “unidad” de medida en absoluto. Supongamos que tomamos una vieja fotografía de la abuela de Jill y le preguntamos a Jill, “¿Valoras este objeto?” Jill podría decir: “Sí, mucho”. Luego tomamos su calculadora y le preguntamos también a Jill si la valora. Jill podría decir: “Sí, pero no tanto”.

Finalmente, preguntamos a Jill: “¿En qué porcentaje excede tu valoración de la fotografía tu valoración de la calculadora?” Jill sería incapaz de responder a una pregunta tan insensata. Puede clasificar esos dos objetos de acuerdo con sus gustos subjetivos, puede decir que valora la fotografía más que la calculadora. Pero esto no implica que haya unidades cardinales de satisfacción psíquica, otorgando más unidades a la fotografía que a la calculadora.

Por otro lado, supongamos que Jill tiene una verdadera necesidad de efectivo y por tanto pone a subasta sus posesiones en eBay. Podría preguntarse: “¿Cuánto piensas que valen la fotografía y la calculadora? ¿Cuál es su valor?” Jill podría contestar. “Bueno, la fotografía viene de la gran Depresión, así que algún aficionado a la historia podría darme 15$ por ella. Y esta calculadora científica HP se vende nueva por 50$, así que espero conseguir 30$ por una usada”. Si le preguntamos después: “¿Cuánto más valiosa es la calculadora que la fotografía?”, Jill podría responder: “Bueno, sólo lo estoy suponiendo, pero probablemente el doble”.

Incluso aunque nuestras hipotéticas conversaciones con Jill utilizaran terminología similar, advirtamos que lo que realmente decíamos era muy diferente en los dos casos. Originalmente, cuando Jill decía que valoraba la foto más que la calculadora, se refería a su propia valoración subjetiva. Si amenazamos con destruir uno de los objetos, Jill habría preferido salvar la foto. (Por supuesto, las cosas se complicarían si Jill decide vender las cosas; en ese caso, la calculadora se haría más valiosa para ella, incluso subjetivamente, y preferiría que destruyéramos la foto).
Con las preferencias subjetivas, no hay “medición” posible. La economía moderna puede explicar el comportamiento del consumidor sin asumir ninguna unidad subyacente de “utilidad”. Sólo tenemos que asumir que la gente sabe cómo clasificar las unidades de bienes en orden de más a menos preferidas.

Pero cuando pasamos de las valoraciones subjetivas e individuales a la valoración objetiva del mercado, las cosas son distintas. Jill ya no está hablando de su gusto personal, sino sobre su estimación de qué precios podría alcanzar si vendiera las dos cosas. Los precios se denominan en dinero, que puede expresarse en unidades cardinales. En ese sentido, los precios en dinero miden el valor de intercambio del mercado.

Por ejemplo, supongamos que una nueva calculadora tiene el mismo valor de intercambio en el mercado de 1/3 de una Blackberry o 200 bolas de chicle. Esto implica que una Blackberry tiene el mismo valor de intercambio en el mercado que 600 bolas de chicle. Pero en lugar de tener que hacer todas estas comparaciones de paridades es mucho más sencillo utilizar un denominador común, es decir, una unidad común de valor de intercambio. En concreto, para cada bien simplemente indicamos su valor de intercambio en billetes de dólar. Así que la nueva calculadora se intercambia por 50 billetes de dólar, una bola de chicle se intercambia por ¼ de un dólar (25 centavos) y la Blackberry se consigue por 150 billetes de dólar.

Ambas partes se benefician en un intercambio voluntario

Updegrove es vagamente consciente de estos asuntos. De hecho, la razón por la que tanta gente se siente cualificada para comentar sobre economía (mientras que ni siquiera soñarían con pontificar acerca de la técnica del doble baypass) es que todos vivimos la economía en nuestra vida diaria. He aquí a Updegrove explicando (lo que le parece a él) el problema de la medición del mercado:

El problema empieza con el hecho de que mientras dos personas pueden estar de acuerdo en lo que significa decir que un objeto pesa una libra, el valor de un objeto en libras [£] depende necesariamente del color del cristal con que se mira. Hay también temas temporales a tener en cuenta. Mientras que el peso del objeto en cuestión seguirá siendo mañana de una libra si no pasa nada, su valor en el mercado habrá cambiado, aunque sea ligeramente.

Aquí, parte del problema es que Updegrove no comprende cómo dan lugar a los precios objetivos las preferencias subjetivas. Es un tema complejo y remito a los lectores interesados a los capítulos 6 y 7 de mi nuevo libro de texto para bachilleres.

Empecemos con lo básico. Cuando dos personas realizan un intercambio voluntario, ambas se benefician. En otras palabras, ambas se llevan el objeto “más valioso”. Como advierte Updegrove, esto sería imposible con una propiedad objetiva, como el peso: es imposible que ambas partes se lleven el objeto más pesado.

Pero una vez que nos damos cuenta de que el valor depende del color del cristal con que se mira, podemos entender que la gente valore objetos de forma diferente y por tanto pueda cada uno intercambiar una cosa menos preferida por otra más preferida.

Lo que es realmente interesante es que esto vale no sólo en el trueque (en el que Johnny intercambia su sándwich de mortadela por el de mantequilla de cacahuete de Sally y ambos niños creen que han ganado con el cambio), sino también en los intercambios monetarios.

Por ejemplo, si doy a un charcutero 30$ por un jamón, es porque valoro el jamón más que los 30$ en efectivo que le entrego. Pero, en este caso, el charcutero valora más mis 30$ que ese jamón concreto.

En este intercambio, no es que piense: “Este jamón vale 30$·. No, pienso que el jamón vale más que 30$, si “valer” se refiere al valor subjetivo que le doy. Si pensara que el jamón valiera 30$, ¿por qué me preocuparía en intercambiar mis 30$ por él?

Cambiando de ejemplo, si compro 100 acciones a 10$ cada una, podemos concluir tres cosas:

  1. Valoraba las 100 acciones más que mis 1.000$.
  2. El vendedor valoraba los 1.000$ más que sus 100 acciones.
  3. El valor del mercado de las 100 acciones es igual a 1.000$. Otro que tenga, por ejemplo, 50 acciones de la misma compañía pensaría que esto supone 500$ de riqueza en su cartera. Todo lo que esto significa es que el último precio comerciado fue de 10$ por acción.

De nuevo vemos la importancia de distinguir entre valoración subjetiva y precios objetivos del mercado.

La valoración del mercado y el patrón oro

Updegrove finalmente relaciona sus cavilaciones con el tema del patrón oro:

Importa determinar en qué se “apoya” el dólar. (…)

Así es que la gente ha luchado desde el principio de los tiempos con cómo medir lo que es, de hecho, una abstracción. El esfuerzo ha implicado demasiadas veces tener que encajar el círculo de las tradicionales reglas de los estándares en el agujero cuadrado de la política monetaria. Cuando ocurre eso, la gente ha vuelto una y otra vez a un solo punto de referencia brillante y elemental para dar cierto tipo de realidad al valor de sus dólares y libras, rublos y francos.

Me refiero, por supuesto, al oro, la “mamá osa” de los puntos de referencia monetarios. (…)

El oro ha sido siempre una opción atractiva como punto de referencia para establecer un valor. (…) En la era moderna, los billetes bancarios han reemplazado en buena medida a las monedas, pero en muchos casos (como en Estados Unidos), esos billetes bancarios podían intercambiarse por monedas de oro y luego de plata. Sólo a mediados del siglo XX se eliminaron los “certificados de plata” de la circulación en EEUU. Tras la Segunda Guerra Mundial, el patrón oro se formalizó internacionalmente con el dólar como principal enlace en la cadena de valoración: bajo el tratado de Bretton Woods, el valor del dólar se fijó en 1/35 onzas troy de oro puro y otras naciones establecieron el valor de su divisa en relación con el oro a través de tipos de conversión a dólares. (…)

Tal vez ayude a los amantes del oro a abandonar el sueño de resucitar el pasado para encontrar el futuro el apuntar a un sencillo hecho: si vamos a relacionar todo con el oro ¿a qué vamos a relacionar el oro? Sí, un sistema así podría hasta cierto punto racionalizar las relaciones económicas entre países, pero el mundo en su conjunto seguiría sin apoyarse en nada. Por desgracia, simplemente no hay más tortugas debajo para soportar cualquier valor que estemos de acuerdo en dar al oro.

Undergrove me cae simpático. Es verdad que algunos de los defensores más apasionados del oro se refieren a éste como “dinero real”, poseedor de “valor intrínseco”, con el que el dólar debe “respaldarse”.

Aún así, como ha dejado claro nuestra explicación, hablando estrictamente, no hay nada inmutable en lo que mide el dinero. Mide directamente el valor de intercambio en el mercado, pero eso a su vez está determinado por las valoraciones subjetivas (y variables) de los individuos.

La riqueza o valor de intercambio es un concepto objetivo, pero no estable. Por eso es tan difícil para analistas que están acostumbrados a mediciones convencionales entender lo que pasa en la economía. Es análogo a un técnico de sonido, cuyo trabajo implica clasificar canciones de acuerdo con una escala de decibelios hablando con un DJ que clasifica esas mismas canciones de acuerdo con lo que a menudo solicitan los oyentes.

Cuando los entusiastas dicen que el oro es “dinero real” y que proporciona una “base sólida” para la economía (al contrario que el papel fiduciario), lo que quieren decir es que el dinero metálico apareció espontáneamente en el libre mercado al otorgar los comerciantes una prima en bienes de mayor liquidez. Por el contrario, hizo falta que los gobiernos de todo el mundo ejercieran la coacción para separar a sus súbditos del oro y la plata e imponerles el papel moneda.

La gran virtud del dinero metálico (y el gran defecto del papel moneda del gobierno) es que aquél no puede producirse fácilmente. Su estabilidad depende de las limitaciones físicas en lugar de la mera disciplina de los banqueros centrales.

Conclusión

El proceso real a través del cual las valoraciones subjetivas llevan a precios objetivos de mercado es complicado. La persona media no necesita entenderlo. Sin embargo, todos deberían ser conscientes de los principios básicos de la teoría moderna del valor, tal y como se resume en este artículo. Precisamente porque el valor es subjetivo, los precios de mercado son mediciones objetivas de la riqueza y permiten a las empresas calcular si están utilizando los recursos eficientemente o no.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.