“En un contrato laboral basado en el mercado, no hay explotación. La gente llega a acuerdos basándose en sus propias percepciones de beneficio mutuo. Una persona que crea que es mejor trabajar por un dolar la hora en vez de sentarse en casa sin hacer nada, es libre de contratar. De hecho, una persona que trabaje por un salario negativo -que pague por unas prácticas, por ejemplo- es libre de negociarlo”.
