La siesta sistemática

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Con victorias sobre los alemanes en el Campeonato Europeo de Fútbol de 2008 y durante la Copa Mundial de 2012, hay pocas dudas de que los españoles llevan la batuta en el campo de fútbol. Pero aunque los españoles tengan mucho que celebrar en el mundo del fútbol mundial, la situación económica es un mundo turbulento.

El desempleo español se encuentra ahora en torno al 23%, con más de un 50% de jóvenes parados. Solo en torno al 6% de los alemanes no tiene trabajo, casi el nivel mínimo en el país desde la reunificación. Esta diferencia consolida la posición de España entre las peores economías del continente y la postura propugnada por Alemania entre las mejores.

Sin embargo, una situación similar podría parecer paradójica. Por ejemplo, uno podría mirar, los niveles salariales de los respectivos trabajadores y encontrar que los españoles de bajo coste son mucho más asequibles. Las empresas que maximicen beneficios deberían estar ampliando sus instalaciones para aprovechar la oportunidad que ha proporcionado la crisis española y abandonar la más costosa mano de obra alemana.

Aunque fijarse en los costes laborales nominales podría proporcionar una defensa convincente de un futuro brillante para España, ocuparse de los detalles proporciona algunas cifras más sombrías.

Una de las principales diferencias entre los mercados laborales de Alemania y España son sus salarios mínimos. El España, el trabajador con salario mínimo puede esperar ganar alrededor de 633€ al mes. Por otro lado, Alemania no aplica salarios mínimos generales, excepto en profesiones aisladas (por ejemplo, trabajadores de la construcción, techadores y electricistas).#

Los empleados alemanas son libres para negociar sus salarios con sus empleadores, sin ninguna intervención de fijación de precios en forma de límite salarial. (Esto no significa que el mercado laboral alemán no esté intervenido en absoluto: los trabajos están cartelizados por cada sector con sus propios controles salariales. Aunque esta cartelización no sea perfecta, al menos reconoce que la política de salario mínimo de talla única no es óptima para todo el país).

Como ejemplo de la postura alemana ante los salarios, consideremos el caso del trabajador de la construcción. En Alemania oriental, este trabajador conseguirá un salario mínimo de alrededor de 9€ por hora. Su contraparte en Alemania occidental ganaría bastante más: casi 11€ por hora.# Esta diferencia permite que las diferencias productivas se valoren separadamente o que las condiciones locales de la oferta y la demanda influyan en los salarios.  Trabajar cinco días ocho horas al día proporcionaría a este trabajador alemán entre 360€ y 440€.

Es evidente que el salario semanal alemán es casi tan alto como el salario mensual español. Lo que es menos evidente es por qué los alemanes no trasladan sus instalaciones a la España de bajo coste.

Como reza el viejo dicho, “cuanto más caro seas para despedir, más caro eres para contratar”. Si una empresa española decide despedir a un empleado, la indemnización para la mayoría de los contratos laborales (el finiquito en España) equivaldría a 32 días por cada año que el trabajador haya trabajado con el empresa. Aunque este proceso no sea tampoco sencillo en Alemania, no hay requisito legal de indemnización que deban pagar las empresas a trabajadores superfluos. El único requisito es dar un amplio preaviso, a veces de hasta seis meses por adelantado. Si una empresa española contrata a un trabajador que no trabaje lo suficiente, se incurrirá en un coste sustancial en el futuro para despedir al empleado. Los empresarios lo saben y cuando contratan trabajadores ejercitan adecuadamente su prudencia, no sea que se materialice este futuro desafortunado y no planeado.

Estos factores hacen que el coste percibido y esperado de la mano de obra a veces más alto en España que en Alemania, a pesar del coste monetario real menor en términos de euro. Este efecto ha sido especialmente pronunciado desde la adopción de la moneda única hace más de una década. Como podemos ver más abajo, el costo medio de la mano de obra alemana apenas se ha movido desde 2000, mientras que la mano de obra española ha aumentado en torno al 25% en el mismo periodo.

Cuando se contrata a un trabajador, el salario nominal es solo la mitad de la historia. El empresario también necesita saber lo productivo que será ese trabajador. Incluso después de considerar los costes extra de la mano de obra española, un trabajador alemán podría ser más costoso. Una empresa aún elegiría contratar ese trabajador si su productividad era mayor.

Como podemos ver en los dos gráficos siguientes, a lo largo de la última década, se ha producido una gran diferencia entre los dos países. Mientras que la productividad alemana ha seguido más o menos el ritmo de sus pequeños aumentos en los salarios, la historia de España es notablemente distinta. La productividad se ha quedado atrás, lo que significa que sobre una base real, los trabajadores españoles son hoy mucho más caros de lo que eran hace solo 10 años.

En su libro La tragedia del euro, Philipp Bagus menciona un fenómeno similar. Bagus apunta a la combinación de (1) los crecientes costes laborales que genera la inflación en la Eurozona y (2) tasas de productividad divergentes entre los países como fuente de desequilibrio. De hecho, la inflación ha sido uno de los factores del aumento (y la desestabilización) de los salarios en la periferia de Europa, y especialmente en España. Otro incluyen, como hemos indicado, salarios mínimos, cargas regulatorias y paquetes de de indemnización que aumentan el coste potencial de la mano de obra.

En todo caso, el efecto es el mismo: los salarios no reflejan necesariamente el propio trabajo, sino más bien la regulación que los rodea. En España, esto se traduce en salarios no competitivos. Sin embargo, es importante recordar que esto no implica que el propio trabajo no sea necesariamente no competitivo: después de todo, depende del precio.

Todo bien tiene su precio, incluso el trabajo. Cuando se impide a los precios fluctuar para liquidar los mercados, se producen desequilibrios. En los mercados laborales, estos desequilibrios son la gente desempleada. Políticas como el salario mínimo de talla única y altos paquetes obligatorios de indemnización mantienen el precio de la mano de obra española por encima del que se necesita para liquidar el mercado.

Hasta que se haga algo para aliviar estas políticas, la mano de obra española seguirá teniendo precios no competitivos. Hasta que los costes laborales españoles puedan tener precios competitivos, las masas españolas tendrán que soportar niveles agobiantes de desempleo.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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