Al final se reduce a esto: Martha Stewart debe ir a prisión o como mínimo debe verse obligada a dejar permanentemente su puesto como CEO de Martha Stewart Living Omnimedia, una empresa que creó de la nada.
James B. Comey, fiscal del Distrito Sur de Nueva York, ha conseguido con éxito acusar a Stewart de cargos de obstrucción a la justicia, conspiración y fraude en títulos como consecuencia de su venta de 2001 de acciones de ImClone después de que la Food and Drug Administration hubiera rechazado su solicitud y su conducta tras la investigación de la venta.
(En una historia relacionada, ahora resulta que la medicina anti-cáncer Erbitux de ImClone, que era en centro de la polémica, es tan eficaz como afirmaba la compañía. Por decirlo de otra manera, todo este lío se habría evitado si no hubiera sido por la incompetencia de la FDA).
A pesar de todos los votos de los abogados de Stewart de que Martha contestará “con vigor” a estas acusaciones, realmente libra una batalla en desventaja. Al contrario del grupo habitual de leyes penales que existen para proteger a gente inocente (es decir, leyes contra el asesinato, la agresión y el robo), Stewart ha sido acusada bajo una serie de leyes que solo existen para un único propósito: conseguir condenas. Dados los duros y desagradables hechos de la ley penal federal en 2003, será un milagro que Stewart ser capaz de rebatir estas acusaciones. Hay mucho en juego políticamente para que el gobierno se eche ahora atrás. Por decirlo de otra manera, Martha Stewart es probablemente una prisionera política.
Por todo lo que sé del caso, tengo serias dudas de que sea culpable de algo (salvo de ser rica e impopular para alguna gente). Por desgracia, en estos tiempos ser rico e impopular es bastante como para mandar a alguien a prisión, pregunten a Michael Milken, Charles Keating y Leona Helmsley.
Como apuntaba en un comentario anterior sobre este caso, las leyes de insider trading están escritas de forma vaga y se aplican arbitrariamente para mantener inquietos a inversores y directivos de la empresa, prácticas que se parecen a las del tiránico emperador romano Calígula, que publicaba sus edictos con letra muy pequeña en postes tan altos que estaba fuera de lo posible que alguien fuera capaz de leerlos. Así que el romano medio siempre tenía que preguntarse si estaba vulnerando la ley; hoy son los chicos de Wall Street los que deben preguntarse si les están mirando. Comey es un animal político que busca seguir los pasos de Rudy Guiliani a la fama y la fortuna.
Además, al no formular acusaciones por insider trading, que era el asunto original en este caso, el gobierno demuestra que está más interesado en conseguir una condena penal (cualquier condena penal bastará) en lugar de tener que ocuparse del tema real de si esto es o no en primer lugar un asunto delictivo.
Por toda la confusión que rodea a la pregunta de qué es realmente “insider trading”, las leyes que gobiernan esta actividad indican claramente que los supuestos violadores deben tener una relación “fiduciaria” con la empresa en cuestión. Por ejemplo, si yo fuera un abogado que trabajara secretamente en una fusión con otra empresa pero estuviera comerciando secretamente con acciones anticipándome a la fusión, estaría violando mi responsabilidad fiduciaria con la empresa que me está contratando.
(Sin embargo, aunque fuera este el caso, la violación de una responsabilidad fiduciaria con una empresa es un asunto civil, no penal. Hay veces en que utilizar “información interna” puede hacer daño a algunas personas, como en el ejemplo que acabo de dar, pero la reclamación corresponde a las partes dañadas. Creo que no hay justificación para que el estado dé sanciones penales por estas cosas).
Dado que la ley apunta a individuos que tengan una relación “fiduciaria” con una empresa, no hay forma de que Stewart, que no tenía ninguna relación con dicha empresa excepto tener 4.000 acciones en su cartera, pudiera caer bajo el paraguas legal del “insider trading”. Dicho de otra manera, los fiscales federales habrían tenido que forzar la ley más de lo que está escrito para conseguir una condena por insider trading, a pesar de que el proceso del gran jurado federal sea ahora solo otra arma operativa de los fiscales de EEUU. En el mundo moderno de injusticia federal, si un fiscal quiere condenas, es dudoso que los grandes jurados hagan otra cosa. Esto demuestra por sí solo lo débil que era realmente el caso original del gobierno.
Una prueba más de que el gobierno estaba estirando el envoltorio legal para acusar a Stewart fue la acusación de “fraude en títulos”. Según Comey, al decir públicamente que era inocente, Stewart era culpable de tratar de manipular legalmente las acciones de su empresa. Aunque los observadores han calificado a esto como un “nuevo giro legal”, en realidad, es un fraude el máximo nivel, demostrando que aquí el verdadero delincuente es Comey, que está tratando de manipular la ley para que diga que si alguien tratar de realizar cualquier tipo de defensa, esa persona ha cometido un delito.
Las acusaciones de obstrucción a la justicia que afronta Stewart van a ser más duras para ella y es en este punto en el que es más vulnerable. En su sentido más literal, las leyes contra la “obstrucción a la justicia” dicen básicamente que las personas, una vez acusadas por el gobierno federal de “mal comportamiento”, no pueden defenderse. Esto porque por definición una defensa es una afirmación de que los fiscales se equivocan y en el mundo moderno de los tribunales federales, decir que un fiscal de EEUU se equivoca es por definición realizar “obstrucción a la justicia”.
Stewart ha declarado que tenía una orden previa para su intermediario (que era asimismo el intermediario del anterior CEO de ImClone, Samuel Waskal, un amigo de Stewart) cuando los precios de las acciones llegaran a cierto nivel. Después de mucha insistencia por parte de los investigadores federales, el intermediario empezó a contar una historia distinta. Poco después, el Congreso (a falta de algo mejor que hacer, supongo) se metió en el fregado y empezó a reclamar información a Stewart. (Waskal se declaró culpable de la lista habitual de acusaciones federales y ahora afronta muchos años en prisión. Todo esto porque su empresa creó una medicina eficaz contra el cáncer que los federales rechazaron incluso haber probado oficialmente).
En todo caso, tenemos investigadores intentando descubrir si la venta de acciones propiedad de Stewart violó una ley que no aplicaba a Stewart en este caso. Stewart no dijo a los investigadores lo que querían oír, así que va a ser acusada como una delincuente. (Eso serían los políticos, jueces, burócratas y otros funcionarios públicos si se les aplicaran esos patrones).
Como no han sido capaces de conseguir suficiente información para acusar a Stewart de insider trading (sin duda, en buena medida porque no tenía relación fiduciaria con ImClone) están haciendo lo que los federales hicieron a Al Capone hace 70 años cuando fueron capaces de condenarle por evasión en el impuesto de la renta. Las acusaciones de obstrucción a la justicia, conspiración y fraude que afronta solo existen como herramienta por la que conseguir una condena (cualquier condena) cuando la investigación de los “delitos” originales se convierte en un agujero seco.
El New York Times en una aterradora noticia sobre las acusaciones escribe que al acusar a Stewart, el gobierno sencillamente está mandando un mensaje a otros ejecutivos corporativos de que si los federales están dispuestos a hacer de Stewart un escarmiento, irán a por cualquier otro:
El fiscal federal principal en el caso, James B. Comey, insistió en que la respuesta a esa pregunta era no. “Martha Stewart no está procesada por lo que es, sino por lo que hizo”, dijo Mr. Comey, fiscal del Distrito Sur de Nueva York.
Aún así, muchos fiscales veteranos dijeron ayer que Mr. Comey está siendo innecesariamente evasivo. La celebridad, dijeron, casi seguro que desempeñó un papel en la decisión de aportar recursos a la investigación de Stewart y en definitiva tratar de convencer a un gran jurado de acusarla de un delito. (…)
Después de todo el propósito de aplicar la ley no es simplemente castigar a la gente por delitos que hayan cometido, sino prevenir delitos que se estén ideando. Eso impulsa a los fiscales a mandar señales claras acerca de los peligros de cruzar la línea mediante el uso de casos que lleguen a la conciencia del público. Si la acusación de ayer hubiera sido contra Martha Jones en lugar de Martha Stewart, nadie estaría leyendo este artículo, sobre todo porque no se habría escrito.
“El efecto disuasorio es inmenso”, decía Christopher Bebel, un antiguo abogado de la SEC y antiguo fiscal federal. “Incluso si el gobierno dedica mil horas a construir el caso contra Martha Stewart, la relación riesgo-recompensa es enormemente positiva y constituye una asignación muy prudente de recursos públicos”.
Aunque el gobierno no consiga una condena, dijeron los abogados, los ejecutivos corporativos agresivos (al ver el precio pagado por Ms. Stewart) serán mucho más cuidadosos para acercarse siquiera a la línea que define la obstrucción a la justicia. Con la acusación de Ms. Stewart sobre ése cargo solo un año después de que la destrucción de documentos ayudara a destruir la empresa contable Arthur Andersen, sería difícil que un ejecutivo corporativo no entendiera el mensaje.#
Al ver el relato del Times, uno debe recordar que el “delito” de obstrucción a la justicia es tan turbio como las leyes contra el “insider trading”. Así que lo que importa de verdad es si la ley actúa o no como escudo para proteger a las personas ante comportamiento incorrectos por el estado u otros o es simplemente una herramienta que los amos políticos utilizan como fusta para mantener alineada a la gente.
Por todos los vítores de los que odian a Martha Stewart sobre los problemas que esta afronta, hay también otra historia, una que se ha convertido en demasiado normal en esta sociedad de fiscales. Stewart es CEO de una empresa que ha prosperado bajo su liderazgo. A resultas de su procesamiento, ha tenido de que abandonar su cargo en MSLO, que ya ha visto caer drásticamente el valor de sus acciones desde el principio de todo este embrollo.
Si los federales tienen éxito en sus intentos de encarcelar a Stewart, es improbable que su empresa sobreviva en su forma actual. Las ventas caerán y la gente perderá sus empleos. Mientras los presentadores de tertulias de radio y televisión alimenten el frenesí contra Martha Stewart, gente cuyo único delito fue trabajar para una empresa de éxito se encontrará buscando trabajo durante una recesión económica.
No todos perderán. Comey se convertirá en una estrella de los medio en la línea de Rudy Guiliani y Joel Klein, que dañaron seriamente los mercados de capitales y las cotizaciones de NASDAQ respectivamente a través de las acciones depredatorias legales como empleados del Departamento de Justicia de EEUU. Gracias a sus escandalosas acusaciones a Michael Milken y Microsoft, ambos son hoy multimillonarios.
Finalmente, uno no puede olvidar aquí el papel de la política. Como he dicho antes, el gobierno esta tratando de hacer de ella una prisionera política. Es la política, no la búsqueda de justicia, la que mueve este caso. Stewart está bien conectada políticamente, pero es a los demócratas, que no controlan actualmente ninguno de los poderes públicos. Su riqueza y proyección pública hacen de ella un objetivo cómodo para un Departamento de Justicia de EEUU muy politizado y para fiscales de EEUU que ven el ejemplo de la vía de Guiliani a la fama y la fortuna.
Al final probablemente tengamos a una persona famosa con un historial delictivo y condenada a prisión (o, en el mejor de los casos, recibiendo una sentencia suspendida o libertad condicional) y una empresa antes próspera y ahora hecha jirones. Ah, y veremos a algunos fiscales federales agasajados como si hubieran resuelto el Crimen del Siglo. En realidad, son tiempos oscuros para la búsqueda de la justicia en los Estados Unidos de América.
Publicado el 9 de junio de 2003. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.