Como acabamos de ver, a mayor complejidad mas difícil es encontrar a dos personas que quieran intercambiar directamente. Como ya vimos al estudiar la utilidad marginal, las valoraciones se realizan sobre cantidades discretas y muchas veces es difícil medir o comparar bienes muy distintos: ¿cuántas manzanas vale un coche? ¿cuántos coches vale una casa? ¿cuántos zapatos vale un armario? No solo nos encontramos con que cada una de estas cosas tienen un valor distinto para cada persona, sino que además a lo mejor ni siquiera las quieren, como vimos antes con Meri y las zanahorias.
La solución en esto casos es encontrar un bien que todo el mundo quiera y utilizarlo como unidad de intercambio y de medida. En el capítulo anterior vimos como a las tres vecinas les sirve el bambú. En ese caso es la elección fácil y lógica.
Pero imagina que Meri, en vez de tratar con dos vecinas, tuviese que negociar con todo un pueblo de cientos de personas para comprar todo tipo de cosas… ¡Seguro que muchos no querrían bambú! Lo mas práctico sería encontrar algo valioso para todo el mundo, que ocupase poco espacio y fuese fácil de transportar, dividir y contar. Además, si no se estropease en mucho tiempo, lo podría utilizar para ahorrar.
A lo largo de la historia se ha experimentado con muchas cosas que utilizar como medio de intercambio: tabaco, camellos, gallinas, conchas, piedras, arroz… siempre buscando algo que cumpliese tres funciones principales:
1 Medio de intercambio
2 Unidad de cuenta
3 Reserva de valor
Claro que algunas cosas cumplen estas funciones mejor que otras. Es difícil “ahorrar” una gallina muchos años o dividirla en unidades más pequeñas. Para que algo sea buen dinero, o una buena moneda, suele buscarse que sea homogeneo, divisible y medible.
Cada parcela de tierra, cada diamante o cada gallina es distinta de otras (no son homogéneas). No son fáciles de partir en unidades mas pequeñas y a menudo son dificiles de medir o transportar. Todas estas cosas se han utilizado como dinero en el pasado. ¡Y que no se nos olvide! la utilidad marginal es decreciente, por lo que si un bien es abundante, sencillo de replicar y falsificar, ni será muy valorado, ni cumplirá bien la función de conservar su valor.
Por eso los metales preciosos han sido tan ampliamente utilizados como dinero a lo largo de la historia. El Dinero es una herramienta muy util, pero solo es tan útil como las funciones que cumple y lo bien que las cumple. Si Meri no puede utilizar el bambú como medio de intercambio en el pueblo, buscará otra cosa que la gente quiera. Si Katie no puede conservar valor en zanahorias o si Annie encuentra muy engorroso e impreciso usar montones de heno como unidad de cuenta, buscarán algo mejor.
El autor, Félix Moreno, dice:
Economía para Rubias es la introducción más sencilla, breve y divertida a los conceptos básicos de la economía. Sin gráficos ni ecuaciones y repleto de ilustraciones y ejemplos entretenidos, este pequeño libro pretende despertar la curiosidad de todos aquellos que ven en la economía algo arcano, críptico y fuera del alcance de los no especialistas.
Economía para Rubias no pretende ser exhaustivo, tan sólo es un aperitivo para despertar el interés de todos los públicos. Eso sí, los conceptos fundamentales que explica son importantes y se tratan de forma rigurosa y amena.
Es mucho más importante para evitar las falacias económicas y no caer en errores entender bien los conceptos básicos. Construir sobre unos sólidos cimientos es fundamental para poder avanzar en el conocimiento y permiten a cualquiera señalar las contradicciones que a menudo se esconden tras un exceso de complejidad o jerga económica.
Economía para Rubias explica de forma secuencial, deductiva e intuitiva conceptos tan importantes, y a veces tan mal comprendidos, como el valor subjetivo, la utilidad marginal, la propiedad, el comercio, el ahorro y el capital o el dinero.
En sus Lecturas Recomendadas Economía para Rubias anima a los lectores a profundizar y seguir leyendo. Incluye clásicos educativos cómo “Economía en una Lección” de Hazlitt o “El Misterio de la Banca” de Rothbard.
¡La mejor forma de despertar el interés por la economía en públicos de todas las edades!
[Véase también esta reseña por Juan Ramón Rallo. – Editor]