Es un error en economía, tan prevalente como patente, que entre todos los materiales, en un punto definido en el tiempo y en un mercado concreto, puede suponerse que existe una relación definida de intercambio, en otras palabras, pueden intercambiarse mutuamente en cantidades indefinidas a voluntad. No es verdad que en cualquier mercado concreto 10 toneladas de un artículo = 2 toneladas de otro = 3 libras de un tercero y así sucesivamente. La observación más somera de los fenómenos del mercado nos enseña que no está en nuestro poder, cuando hemos comprado un artículo a cierto precio, venderlo de nuevo inmediatamente al mismo precio. Con que tratemos de deshacernos de un artículo de vestir, un libro o una obra de arte que acabemos de comprar en el mismo mercado, incluso si lo hacemos de inmediato, antes de que se haya alterado el conjunto de condiciones, nos convenceremos fácilmente de lo erróneo de esa suposición. El precio al que alguien puede comprar a placer un producto en un mercado dado y en un momento concreto y el precio al que puede deshacerse de lo mismo a placer, son dos magnitudes esencialmente diferentes.
Esto es verdad tanto para los precios al por mayor como al por menor. Ni siquiera productos tan comercializables como el grano, el algodón, el hierro, pueden venderse al precio al que se compraron. El comercio y la especulación serían las cosas más sencillas del mundo si fuera correcta la teoría del “equivalente objetivo en bienes”, si fuera realmente verdad que en un mercado concreto y en un momento concreto los productos pudieran convertirse mutuamente a voluntad en relaciones cuantitativas definidas, pudieran, en resumen, venderse tan fácilmente a un cierto precio como se compraron. En todo caso, no existe una vendibilidad general de cosas en este sentido. La verdad es que, incluso en los mercados mejor organizados, aunque podamos comprar cuando queramos lo que queramos a un precio definido, es decir, el precio de compra, solo podemos deshacernos de ello de nuevo cuando y como queramos con una pérdida, es decir al precio de venta.
Las pérdidas experimentadas por quien se ve obligado a deshacerse de un artículo en un momento concreto, comparados con los precios actuales de compra, es una cantidad altamente variable, como demostrará un vistazo al comercio y a los mercados de productos concretos. Si el grano o el algodón se va a vender en un mercado organizado, el vendedor estará en disposición de hacerlo en prácticamente cualquier cantidad, en cualquier momento que elija, al precio actual o como mucho con una pérdida de unos pocos peniques de la suma total. Si fuera una cuestión de deshacerse, en grandes cantidades, de telas o sedas, el vendedor normalmente tendrá que contentarse con un porcentaje considerable de disminución del precio. Mucho peor es el caso de de quien en cierto momento tiene que deshacerse de instrumentos astronómicos, preparaciones anatómicas, escritos en sánscrito y productos difícilmente comercializables.
Si llamamos a algunos bienes o cosas más o menos vendibles, de acuerdo con la mayor o menor facilidad con la que puede disponerse de ellos en el mercadeen cualquier momento apropiado al los precios de compra actuales, o con menor o mayor disminución del mismo, podemos ver por lo que se ha dicho, que existe una diferencia evidente en esta relación entre productos. Sin embargo, y a pesar de su gran significación práctica, no puede decirse que este fenómeno se haya tenido muy en cuenta en la ciencia económica. La razón de esto es en parte la circunstancia de que la investigación en los fenómenos de los precios se ha dirigido casi exclusivamente a las cantidades de los productos intercambiados y no tanto a la mayor o menos facilidad con la que puede disponerse de las cosas a precios normales. También en parte la razón es el método abstracto concienzudo con que ha sido tratada la vendibilidad de los bienes, sin la consideración debida a todas las circunstancias del caso.
El hombre que va al mercado con sus mercancías intenta por lo general venderlas, en modo alguno a cualquier precio, sino a uno que se corresponda con la situación económica general. Si vamos a investigar los distintos grados de vendibilidad de los bienes para mostrar su incidencia en la vida práctica, solo podemos hacerlo consultando la mayor o menor facilidad con la que pueden venderse a precios correspondientes a la situación económica general, es decir, a los precios económicos.# Un producto s más o menos vendiblede acuerdo con si somos capaces, con mayor o menor posibilidad de éxito, de venderlo al precios correspondientes con la situación económica general, a precios económicos.
Además, el intervalo de tiempo dentro del que puede contarse con la venta de un producto al precio económico, es de gran importancia en una investigación de su grado de vendibilidad. No importa si la demanda de un producto es pequeña o si en otras circunstancias sería pequeña: si su propietario solo puede ofrecer su tiempo, finalmente y a largo plazo será capaz de venderlo a precios económicos. Sin embargo, como esta condición está a menudo ausente en el discurrir real de los negocios, aparece a efectos prácticos una diferencia importante entre aquellos productos de los que, por un lado, esperamos que se vendan en cualquier momento a precios económicos, o aproximadamente económicos, y, por el otro, tales bienes respecto de los cuales no tenemos esa perspectiva, o al menos no en el mismo grado, y para cuya venta a precios económicos el propietario prevé que será necesario esperar un periodo más largo o más corto o si no aceptar una rebaja más o menos notable en el precio.
Repito que debe tenerse en cuenta el factor cuantitativo en la vendibilidad de los productos. Algunos productos, como consecuencia del desarrollo de mercados y especulación, son capaces en cualquier momento de encontrar una venta para cualquier cantidad a precios económicos, o aproximadamente económicos. Otros productos solo pueden encontrar una venta a precios económicos en cantidades menores, adecuadas al crecimiento gradual de una demanda efectiva, llegando a un precio relativamente reducido en caso de una mayor oferta.
[On the Origins of Money (1892)]
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.