Hace poco más de cinco años, un alumno suyo le mandó un correo preguntándole si había leído La acción humana de Ludwig von Mises. Usted respondió, aunque un poco incómodo, que no había leído La acción humana debido a su antigüedad (publicada en 1949, está muy por encima del límite de 20-30 años que usted sugiere como literatura relevante) y al hecho de que Mises y los austriacos sean considerados figuras marginales por parte de la academia moderna de la corriente principal. Pensaba que estas excusas eran flojas y bastante poco apropiadas para un intelectual de su estatura. Parecían más apropiadas para profesores que más bien dedican su tiempo enseñando lo que ya se sabe que a un investigador que a dedicado su vida a avanzar en la materia que enseña. Espero que tal vez yo le pueda animar a reconsiderar su opinión sobre leer la obra magna de Mises.
Antes de centrarnos en Mises, sus contribuciones a la economía y por qué debería leer La acción humana, me ocuparé de John Maynard Keynes. La mayoría de los austriacos aprovecharían esta oportunidad para destacar las diferencias entre Mises y Keynes, pero en su lugar voy a prestar atención a las contribuciones de este último, para variar. No cabe ninguna duda de que Keynes fue el economista más influyente de la segunda mitad del siglo XX. Incluso quienes no aceptan sus teorías se ven obligados a aceptar de todas formas los modelos macroeconómicos desarrollados a partir de La teoría general. Como se sabe que dijo una vez Milton Friedman: “En cierto sentido, todos somos ahora keynesianos”.
La economía de Keynes puede encontrarse en casi todas las publicaciones académicas importantes. Hay una enorme biblioteca de literatura que se ocupa de la teoría económica que debe su existencia a la publicación de la obra maestra y trabajos previos de Keynes, incluyendo el Tratado sobre la moneda. Más significativo es que haya habido cientos de libros y artículos dedicados a reinterpretar a Keynes y su economía: vienen inmediatamente a la mente “Mr. Keynes and the Classics”, de John R. Hicks, The Keynesian Revolution, de Lawrence R. Klein, y la biografía en tres tomos de Lord Robert Skidelsky. Usted conoce mejor que yo la influencia dominante de Keynes en la macroeconomía moderna.
Sin embargo, al leer Time and Money, de Roger Garrison, un libro dedicado a unificar los marcos keynesiano, monetarista y austriaco proporcionando al menos un modelo macroeconómico común me hizo darme cuenta de que realmente no puedes entender a Keynes sin leer al mismo Keynes. Después de revisar la enormes extensión de interpretaciones, me di cuenta del hecho de que cada una de estas interpretaciones keynesianas tiene el estilo de los gustos personales del autor: leer Value and Capital, de Hicks o cualquier otra interpretación postkeynesiana que prefiera es insuficiente para entender realmente de qué tratan Keynes y sus teorías. En su lugar, tienes un ángulo de Hicks-Keynes o de Klein-Keynes (y así sucesivamente).
Al estar influida por Keynes la macro moderna, la heterogeneidad en la macroeconomía de la corriente principal que se ha desarrollado en los pasados 50-70 años hace imposible conocer realmente la economía keynesiana sin volver a sus raíces. No me cabe duda de que usted ha leído La teoría general y tengo pocas dudas de que esté de acuerdo conmigo en esto.
Con La acción humana, todo esto es verdad, pero multiplicado por diez. No es que haya habido tantas desviaciones de La acción humana que sea difícil decir qué es realmente misesiano y qué no. Creo que es muy significativo que la Escuela Austriaca permanezca, en buena medida, homogénea. Casi todos los economistas austriacos están de acuerdo en una columna vertebral teórica (siendo los procesos de precios y coordinación buena parte de ella) y la evolución de la teoría, excepto en unos pocos casos concretos (por ejemplo, la teoría de la integración del desequilibrio monetario), se ha producido con un impresionante acuerdo entre economistas relevantes.
Sin embargo, como dice usted mismo, la economía austriaca es una escuela heterodoxa de pensamiento y esto le ha impedido tener sus teorías bien defendidas entre la moderna corriente principal. Es más probable que las ideas austriacas no se hayan replicado en las publicaciones que usted lee que lo contrario.[1]
Solo porque la economía austriaca no tenga un lugar prominente en la corriente principal hoy día no significa que no tenga nada que ofrecer. Tampoco necesita usted convertirse a la escuela austriaca para obtener algún beneficio al leer La acción humana. Incluso si terminar la lectura no estando nada de acuerdo y frustrado por lo equivocado que ha estado en todo Mises, apostaría a que sería un hombre más culto.[2] La acción humana no trata solo de epistemología, historia económica y filosofía. La acción humana le abre una perspectiva única para mirar el mundo y más concretamente a la ciencia económica. Ofrece un método alternativo de aproximación a la economía al hacer de ella una ciencia relevante solo para el hombre individual. Esta perspectiva no existe en ningún otro lugar, en su inflexible originalidad.
En sus lecciones de 1931 para la London School of Economics, ahora publicadas como Precios y producción, Hayek escribía que la tendencia acelerada a la fragmentación y aislamiento de la economía en distintas ramas sería muy dañina. Las advertencias de Hayek cayeron en saco roto y hoy vemos una ciencia económica que ha seguido exactamente el destino contra el que advertía Hayek.
La acción humana no sufre este problema. El libro de Mises es completo en el sentido que unifica micro y macroeconomía en un cuerpo general de teoría económica. Mises empieza su trabajo con el hombre individual actor en el mercado y se extiende lentamente a partir de allí, desarrollando un modelo económico singular que abarca un increíble número de subtemas. El libro está unificado por medio de la perspectiva misesiana antes mencionada, lo que pone a todo en el mismo contexto y permite al lector entender exactamente los que dice Mises y lo que esto implica.
Si está esperando un tratado estrecho y repetitivo sobre una visión periférica de la economía, definitivamente se sorprenderá. Mises fue un brillante defensor del capitalismo del laissez faire y era categórico en sus análisis. Pero pocos investigadores fueron más ampliamente leídos y pocos investigadores fueron tan generosos. A Mises nunca se interesó desarrollar un programa. Su única preocupación fue descubrir la verdad: la teoría económica correcta. Sus exámenes nunca se basaron en la especulación o las conjeturas sin base. Mises fue uno de los mayores intelectuales del siglo XX (me atrevería a decir que incluso mayor que Keynes, lo que no implica que Mises tuviera necesariamente razón y Keynes no) y La acción humana le dejará esa impresión.
Sin embargo, mi intención no es demostrarle lo convincente que es Mises o sugerirle que leer La acción humana cambiará para siempre su visión del mundo. Todos sabemos que eso sería ridículo: leer La teoría general no me ha convencido sobre Keynes y estoy seguro de que leer La acción humana no será más convincente para usted. Las mentes intelectuales se mueven lentamente hacia nuevas conclusiones y, en el mejor de los casos, si fuéramos tan volubles como algunos querrían que fuéramos, entonces la intelectualidad nunca se acercaría a nada remotamente cercano a la verdad.
Lo único que puedo asegurar es que tras terminar La acción humana habrá agradecido tomarse el tiempo para leer la obra maestra de Mises.
No se convencerá y sus opiniones políticas y económicas no cambiarán repentinamente (si La acción humana tuviera ese poder, nunca habría habido una revolución keynesiana, solo una revolución misesiana), pero La acción humana plantará una pequeña semilla de influencia en su mente. Es el resultado inevitable de ver al mundo a través de unas gafas muy diferentes. Abre tu mente a vías de aproximación de las que nunca has sido consciente, sin que importe lo pequeñas o insignificantes que te parezcan esas vías. Creo que es una ganancia que incluso un economista establecido y respetado puede apreciar: se podría decir que leer La acción humana pasa el análisis de coste beneficio, incluso considerando su indudablemente cargada agenda.
Si todo esto sigue siendo insuficiente para convencerle, me temo que lo único lo que puedo recurrir es al trueque clásico. Si usted lee La acción humana, leeré encantado su Macroeconomía. Creo que es un acuerdo justo, aunque, pensándolo viene, mi ganancia será mayor que la suya: no solo le haría leer La acción humana, sino que tendré el placer de leer uno de los libros de texto de macroeconomía más ampliamente utilizado en Estados Unidos.
Atentamente,
Jonathan M. Finegold Catalán
[1] Aunque debería de destacar que no estoy afirmando categóricamente que ninguna parte del cuerpo teórico austriaco se haya incorporado al pensamiento económico de la corriente principal (es afirmación sería muy errónea) y por tanto a uno solo le quede la alternativa de volver a las fuentes. [2]¡Que tome este riego es notable, porque no cabe duda de que usted ya es un hombre más culto que la mayoría!
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.