Lo que nos enseña la medicina soviética

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[Artículo número 5 de la lista de lectura de 30 días de Robert Wenzel que te ayudará a convertirte en un conocedor libertario]

En 1918, la Unión Soviética se convirtió en el primer país en prometer una cobertura universal “de la cuna a la tumba” de la atención sanitaria, a conseguir mediante la completa socialización de la medicina. El “derecho a la salud” se convirtió en un “derecho constitucional” de los ciudadanos soviéticos.

Las ventajas proclamadas de este sistema eran que “reduciría los costes” y eliminaría el “derroche” que derivaba de la “innecesaria duplicación y paralelismo”, es decir, de la competencia.

Esos objetivos son similares a los declarados por Mr. Obama y Ms. Pelosi, objetivos atractivos y humanos de cobertura universal y bajos costes. ¿Cómo no puede gustar?

El sistema tuvo muchas décadas para funcionar, pero la extendida apatía y baja calidad del trabajo paralizó el sistema de atención sanitaria. En lo más profundo del experimento socialista, las instituciones sanitarias en Rusia estuvieron al menos cien años por debajo del nivel medio en EEUU. Además, suciedad, olores, gatos vagando por los pasillo, personal médico borracho y ausencia de jabón y suministros de limpieza se añadían a la impresión general de desesperanza y frustración que paralizaban el sistema. De acuerdo con estimaciones oficiales rusas, el 78% de las víctimas del SIDA en Rusia contrajeron el virus en los hospitales públicos por jeringuillas sucias o sangre infectada con el VIH.

La irresponsabilidad, expresada en el popular dicho ruso que dice “Hacen como que nos pagan y hacemos como que trabajamos”, generó una vergonzosa calidad de servicio, una corrupción extendida y una extensa pérdida de vidas. Un amigo mío, un famoso neurocirujano en la Rusia actual, recibía un salario anual de 150 rublos (un tercio del salario medio de un conductor de autobús).

Para recibir una mínima atención por parte de doctores y personal de enfermería, los pacientes tenían que pagar sobornos. Incluso fui testigo de un caso de un paciente que no pagó y murió tratando de llegar a un servicio al final de un largo pasillo tras una operación cerebral. La anestesia normalmente “no estaba disponible” para abortos o cirugías menores de oído, nariz, garganta y piel. Se usaba como medio de extorsión por parte de burócratas médicos sin escrúpulos.

Para mejorar las estadísticas respecto de las cifras de gente que moría dentro del sistema, a los pacientes normalmente se les echaba por la puerta antes de que expiraran.

Siendo diputado del pueblo en la región de Moscú de 1987 a 1989, recibí muchas quejas acerca de negligencias criminales, sobornos de los apparatchiks médicos, dotaciones de ambulancias ebrias e intoxicaciones alimentarias en hospitales e instalaciones infantiles. Recuerdo el caso de una niña de 4 años de mi distrito que murió por una nefritis aguda en un hospital de Moscú. Murió porque un doctor decidió que mejor ahorrar el “precioso” papel de radiografías (importado por los soviéticos con divisas fuertes) en lugar de confirmar su diagnóstico. Esa radiografía habría refutado su diagnóstico de dolor neuropático.

Por el contrario, el doctor trató a la joven con paños calientes, lo que le mató casi instantáneamente. No había recurso legal para los padres y abuelos de la niña. Por definición, un sistema de un solo pagador no puede permitir ese recurso. Los abuelos de la niña no pudieron soportar su pérdida y murieron ambos en seis meses. El doctor no recibió ninguna reconvención oficial.

No es sorprendente que los funcionarios públicos y cargos del Partido Comunista, ya en 1921 (tres años después de la socialización de la medicina por Lenin), se dieran cuenta de que el sistema igualitario de atención sanitaria solo era bueno para sus intereses personales como proveedores, directores y racionadores, pero no como usuarios privados del sistema.

Así que, como en todos los países con medicina socializada, se creó un doble sistema: uno para las “masas grises” y el otro, con un nivel de servicio completamente diferente, para los burócratas y sus servidores intelectuales. En la URSS se daba a menudo el caso de que mientras trabajadores y campesinos morían en los hospitales públicos, las medicinas y equipos que podían salvar sus vidas se encontraban sin usar en el sistema de la nomenklatura.

Al final del experimento socialista, la tasa oficial de mortalidad infantil en Rusia era más de 2,5 veces mayor que en Estados Unidos y más de 5 veces que en Japón. La tasa de 24,5 muertes por cada 1.000 nacimientos vivos fue cuestionada recientemente por varios diputados del parlamento ruso, que afirman que es 7 veces mayor que la de Estados Unidos. Esto haría que la tasa de mortalidad rusa fuera de 55, comparada con la tasa de EEUU de 8,1 por cada 1.000 nacimientos vivos.

Una vez dicho esto, debería dejar claro que Estados Unidos tiene una de las tasas más altas del mundo industrializado solo porque cuenta todos los niños muertos, incluyendo los bebés prematuros, que es entre los que se produce la mayoría de los decesos.

La mayoría de los países no cuentan las muertes de niños prematuros. Algunos no cuentan ninguna muerte que se produzca en las primeras 72 horas. Algunos países ni siquiera cuentan ninguna muerte en las primeras dos semanas de vida. En Cuba, que presume de una tasa de mortalidad infantil muy baja, a los niños solo se les registra cuando tienen varios meses, dejando así fuera de las estadísticas oficiales todas las muertes infantiles que tienen lugar en los primeros meses de vida.

En las regiones rurales de Karakalpakia, Sajá, Chechenia, Kalmukia e Ingusetia, la tasa de mortalidad infantil está cerca de 100 por cada 1.000 nacimientos, poniendo a estas regiones al mismo nivel que Angola, Chad y Bangladesh. Decenas de miles de niños mueren por gripe cada año y está aumentando la proporción de niños que mueren por neumonía y tuberculosis. El raquitismo, causado por falta de vitamina D y desconocido en el resto del mundo moderno, está matando a muchos jóvenes.

El daño uterino está muy extendido, gracias a los 7,3 abortos que la mujer rusa sufre de media durante sus años fértiles. Teniendo en cuenta que muchas mujeres evitan completamente los abortos, la media de 7,3 significa que muchas mujeres sufren doce o más abortos a lo largo de su vida.

Incluso hoy, de acuerdo con el Comité de Estadísticas del Estado, la esperanza de vida para los hombres rusos es de menos de 59 años (58 años y 11 meses), mientras que para las mujeres de Rusia es de 72 años. La cifra media es de 65 años y tres meses.# En comparación, la vida media de los hombres en Estados Unidos es de 73 años y para las mujeres de 79. En Estados Unidos, la esperanza de vida al nacer para la población total a llegado a un máximo histórico de 77,5 años, frente a los 49,2 años de hace solo un siglo. La esperanza de vida al nacer es 12 años menor.#

Después de 70 años de socialismo, el 57% de todos los hospitales rusos no tenía agua caliente corriente y el 36% de los hospitales ubicados en áreas rurales de Rusia no tenía agua ni instalación sanitaria en absoluto. ¿No es asombroso que el gobierno socialista, al tiempo que desarrolla exploración espacial y armas sofisticadas, ignorara completamente las necesidades humanas básicas de sus ciudadanos?

La pésima calidad de servicio no es simplemente característica de las “bárbaras” Rusia y otras naciones del este europeo: es un resultado directo del monopolio público sobre la atención sanitaria y puede producirse en cualquier país. En la “civilizada” Inglaterra, por ejemplo, la lista de espera para cirugía es de cerca de 800.000 personas en una población de 55 millones. El equipamiento de última generación no existe en la mayoría de los hospitales británicos. En Inglaterra, solo el 10% del gasto sanitario deriva de fuentes privadas.

Los británicos fueron pioneros en el desarrollo de la tecnología de diálisis de riñón y aun así el país tiene una de las tasas de diálisis más bajas del mundo. La Brookings Institution (que no es precisamente defensora de los mercados libres) descubrió que cada año a 7.000 británicos que necesitan prótesis de cadera, entre 4.000 y 20.000 que necesitan una cirugía coronaria y entre 10.000 y 15000 que necesitan quimioterapia contra el cáncer se les niega atención médica en Gran Bretaña.

La discriminación por edad es particularmente evidente en todos los sistemas de atención sanitaria gestionados públicamente. En Rusia, a todos los pacientes con más de 60 años se les consideraba parásitos inútiles y a los que tienen más de 70 se les negaba incluso las formas elementales de atención sanitaria.

En Canadá, la población se divide en tres grupos de edad en relación con su acceso a la atención sanitaria: menores de 45 años, entre 45 y 65 y mayores de 65. No hace falta decir que el primer grupo, a los que podría llamarse “contribuyentes activos”, disfruta de trato prioritario.

Los defensores de la medicina socializada en Estados Unidos utilizan tácticas soviéticas de propaganda para alcanzar sus objetivos. Michael Moore es uno de los más eminentes y eficaces propagandistas socialistas en Estados Unidos. En su película, Sicko, compara injusta y desfavorablemente la sanidad para pacientes mayores en Estados Unidos con enfermedades complejas e incurables con la atención sanitaria en Francia y Canadá para mujeres jóvenes con partos rutinarios. Si hubiera hecho lo contrario (es decir, comparar la atención sanitaria a mujeres jóvenes en Estados Unidos teniendo niños con pacientes mayores con enfermedades complejas e incurables en sistemas sanitarios socializados), la película habría sido la misma, excepto en que el sistema de atención sanitaria de EEUU parecería el ideal y Reino Unido, Canadá y Francia parecerían tercermundistas.

Ahora en Estados Unidos nos están preparando para la discriminación en el trato a los viejos en lo que se refiere a la atención sanitaria. Ezekiel Emanuel es director del Departamento de Bioética Clínica en el Instituto Nacional de la Salud y uno de los autores del plan de reforma sanitaria de Obama. Es también hermano de Rahm Emanuel, jefe de personal de la Casa Blanca de Obama. Foster Friess informa de que Ezekiel Emanuel ha escrito que los servicios sanitarios no deberían estar garantizados para

individuos a los que irreversiblemente se les impida ser o convertirse en ciudadanos participativos. Un ejemplo evidente es no garantizar los servicios sanitarios a pacientes con demencia.#

Un artículo igualmente polémico, con Emanuel como coautor, apareció en la revista médica The Lancet en enero de 2009. Los autores escriben que

al contrario que la asignación [de atención sanitaria] por sexo o raza, la asignación por edad no es una discriminación injusta: toda persona vive distintas etapas de la vida en lugar de tener una sola edad. Aunque la gente de 25 años tenga prioridad sobre los que tienen 65, todos que hoy tienen 65 tuvieron antes 25. Tratar de  forma distinta a los mayores de 65 años a causa de estereotipos falsedades sería discriminatorio; tratarlos de forma diferente porque ya han tenido más años de vida no lo es.#

La medicina socializada creará enormes burocracias públicas (similares nuestros distritos escolares unificados), impondrá costosas órdenes a los empresario que destruirán empleos para poder proporcionar la cobertura e impondrá controles de precios que llevarán inevitablemente a escaseces y una baja calidad en el servicio. También llevará a un  racionamiento de la atención sanitaria no basado en precios (es decir, un racionamiento basado en consideraciones políticas, corrupción y nepotismo) por parte de los funcionarios públicos.

El “ahorro” real en un sistema socializado de atención sanitaria solo podría alcanzarse exprimiendo a proveedores y negando atención: no hay otra forma de ahorrar. Se utilizaron los mismos argumentos para defender el cultivo del algodón en el sur antes de la Guerra de Secesión. La esclavitud indudablemente “reducía los costes” de mano de obra, “eliminaba el derroche” de la negociación salarial y evitaba “duplicaciones y paralelismos innecesarios”.

Al defender su solicitud de medicina socializada, los profesionales sanitarios de Estados Unidos son como ovejas reclamando un lobo: no entienden que el alto coste de la atención sanitaria en Estados Unidos se basa parcialmente en el hecho de que los profesionales sanitarios de Estados Unidos tiene el mayor nivel de remuneraciones en el mundo. Otra fuente del alto coste de nuestro sistema sanitario son las regulaciones públicas existentes en el sector, regulaciones que impiden que la competencia rebaje los costes. Las normas existentes como los “certificados de necesidad”, licencias y otras restricciones a la disponibilidad de los servicios de atención sanitaria impiden la competencia y, por tanto, generan precios más altos y menos servicios.

Los sistemas médicos socializados no han servido para aumentar en ningún lugar la salud en general o los niveles de vida. En realidad, tanto el razonamiento analítico como la evidencia empírica apuntan a la conclusión opuesta. Pero el lúgubre fracaso de la medicina socializada en aumentar la salud y la longevidad de la gente no ha afectado a su atractivo para políticos, administradores y sus servidores intelectuales en busca de un poder absoluto y un control total.

La mayoría de los países esclavizados por el imperio soviético abandonaron un sistema de completa socialización mediante la privatización y la competencia en los seguros en el sistema sanitario. Otros, incluyendo muchas socialdemocracias europeas, tratan de privatizar el sistema de atención sanitaria a largo plazo y descentralizar el control médico. La propiedad privada de hospitales y otras unidades se ve como un factor determinante crítico del nuevo sistema, más eficiente y humano.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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