I.
Es muy conocido el dicho de que las cosas pueden funcionar bien en la teoría pero no funcionar necesariamente en la práctica. Normalmente significaba desdeñar la importancia de la teoría, sugiriendo que estaría tan alejada de asuntos prácticos como para ayudar a resolver el asunto correspondiente.
El filósofo prusiano Immanuel Kant (1724-1804), en su ensayo de 1793 “Del juicio popular: ‘Esto puede ser verdad en teoría pero no es aplicable a la práctica’”, respondía a dicha crítica; en realidad respondía con su ensayo a una crítica contras su teoría ética por parte del filósofo Christian Garve (1742-1798).
A este respecto, Kant apuntó que la teoría proporciona “principios de una naturaleza bastante general” o normas generales. Sin embargo, la teoría no dice al hombre cómo aplicarla, dice Kant. Para esto, hace falta el acto de juzgar:
Pues un concepto de la comprensión, que contiene la norma general, debe estar complementado por un acto de juzgar por el que el practicante distingue los casos en los que se aplica la norma de los que no.
El filósofo prusiano pedía en la práctica respetar el papel que tiene la teoría para el hombre que actúa:
Nadie puede pretender estar versado en la práctica en una rama del conocimiento y aun así tratar a la teoría con desdén, sin demostrar el hecho de que es un ignorante en la materia.
En este trabajo metodológico, Ludwig von Mises (1881-1973) destacó la importancia de la teoría para el hombre que actúa al nivel más fundamental, advirtiendo que la teoría y la acción humana son de hecho inseparables. Mises escribe:
La acción viene precedida por el pensamiento. Pensar es deliberar por anticipado acerca de la acción futura y reflexionar después de pasada la acción. Pensar y actuar son cosas inseparables. Toda acción está siempre basada en una idea definida acerca de las relaciones causales. Quien piensa en una relación causal, piensa un teorema. La acción sin pensamiento, la práctica sin teoría, sin inimaginables. El razonamiento puede ser defectuoso y la teoría incorrecta, pero el pensar y teorizar no faltan en ninguna acción. Por otro lado, pensar es siempre pensar en una acción potencial. Incluso quien piense en una teoría pura supone que la teoría es correcta, es decir, que la acción que cumpla con su contenido generaría un efecto a esperar de sus enseñanzas. No tiene ninguna relevancia para la lógica si dicha acción es factible o no.
Con la teoría inseparable de la acción humana, la pregunta crucial es esta: ¿Cuál es la teoría correcta? Por razones evidentes, al hombre que actúa le interesa la teoría correcta: “No importa cómo la vea uno, no hay manera de que una teoría falsa pueda servir a un hombre o clase o a toda la humanidad mejor que una teoría correcta”.
II.
En la economía actual de la corriente principal, el valor real de una teoría se verifica siguiendo la línea de un “hipótesis si-entonces”. Por ejemplo, los economistas verifican si un aumento en la oferta monetaria lleva a precios más altos o si un aumento en la oferta monetaria causa que aumenten los precios, o si es verdad lo contrario.
Ese procedimiento es típico del positivismo-empirismo-falsificacionismo, una aproximación metodológica en la economía que no solo debe rechazarse como confusión intelectual, también puede criticarse como propenso al abuso demagógico.
Pues si uno tiene la opinión de que nada puede conocerse (con seguridad) sin verificarse (lo que, por cierto, es una contradicción en sí misma, pero no nos ocuparemos aquí de esta afirmación), uno debe verificar para descubrir.
Una vez que una teoría suene bien o lo bastante benevolente, como la teoría de que un aumento en la oferta monetaria proporciona prosperidad a todos o la teoría de que el gasto público en déficit crea nuevos empleos, a la gente le encantará verla puesta en práctica.
Es más, bajo el reino del positivismo-empirismo-falsificacionismo hay incluso un incentivo económico para divulgar teorías solo por su eficacia política, incluso si esas teorías son falsas: quienes proporcionen legitimación científica creíble para acciones realizadas por el gobierno pueden normalmente esperar altas recompensas.
Por proporcionar un ejemplo metafórico, para hacer que se acepte socialmente el robo, el ladrón estará dispuesto a compartir parte de su botín con los que le ayuden a hacer aceptable su delito desde el punto de vista de sus víctimas.
En lo que se refiere a teorías económicas que suenen benevolentes, pensemos en los siguientes ejemplos:
- El estado es indispensable para la paz y la prosperidad, sin el estado, se producirían caos social, constantes agresiones y miseria.
- La producción del dinero debe estar monopolizada por el estado, pues no hay otra forma de conseguir dinero fiable.
- El dinero físico (oro y plata) se reemplaza con ventaja por dinero fiduciario, ya que solo el dinero fiduciario permite un aumento adecuado de la oferta monetaria, lo que, a su vez, es necesario para el crecimiento productivo y del empleo.
- El capitalismo explota a la clase trabajadora y lleva a la extensión de la pobreza, la guerra y el imperialismo; el socialismo mantendría la paz y aumentaría los niveles de vida de todos.
- La democracia (el voto de la mayoría) es la forma de organización política que respeta la libertad individual y los derechos de propiedad, necesarios para la cooperación pacífica y la prosperidad.
Estos ejemplos pueden bastar para entenderlo: una vez que las teorías se consideran como benevolentes, puede esperarse que se pongan en práctica; cuanto más benevolente sea la teoría, más probable es que la experimentación social se lleve a cabo.
Sin embargo, dedicarse a la por supuestos propósitos de búsqueda de verdad tiene un alto precio, a veces un precio prohibitivamente alto, como ha dejado claro la experimentación con el socialismo en muchos países.
III.
Sin embargo, en el campo de la economía es posible decidir si las teorías son correctas o no sin tener que recurrir a la experimentación y las pruebas.
Mises reconstruyó la ciencia de la economía como la lógica de la acción humana, a la que llamó praxeología. Como teoría apriorística, la praxeología permite deducir verdades irrefutables (o apodícticas) a partir del irrefutablemente verdadero axioma de la acción humana.
En palabras de Mises:
La praxeología es una ciencia teórica y sistemática, no histórica. Su ámbito es la acción humana como tal, independiente de toda circunstancia accidental, individual o del entorno de los actos concretos. Su conocimiento es puramente formal y general, sin referencia al contenido material y las características particulares del caso real. Se dirige al conocimiento válido en todos los casos en que las condiciones se correspondan exactamente como las implícitas en sus suposiciones e inferencias. Sus declaraciones y proposiciones no derivan de la experiencia. Son a priori, como las de la lógica y las matemáticas. No están sujetas a verificación o falsación basándose en la experiencia y los hechos.
La praxeología proporciona una metodología que permite separar las teorías económicas correctas de las falsas sobre una base apriorística, es decir, sin tener que realizar experimentación social.
A la vista de los ejemplos anteriores (sin desarrollar mucho el argumento), sabemos con seguridad que el estado no es la solución, sino la causa raíz de los más graves conflictos sociales.
Por la praxeología también sabemos con seguridad que el dinero es un fenómeno del libre mercado, que el dinero físico, la alternativa lógica de la acción del libre mercado, es dinero fuerte y que la monopolización por el estado de la producción del dinero produce dinero débil.
También sabemos con seguridad que un aumento en la oferta monetaria no hace más rica una economía, meramente beneficia a los primeros receptores del nuevo dinero (los que lo emiten) a costa de los que reciben el dinero más tarde o no lo reciben en absoluto.
También puede deducirse de la praxeología que el socialismo lleva a una gran miseria, ya que es una forma de organización social que no puede funcionar; está condenado al fracaso y el capitalismo es la única forma viable de organización de la sociedad.
Finalmente, puede demostrarse a partir de la praxeología que la democracia (y esto sorprenderá a muchos) es realmente incompatible con preservar la libertad individual y los derechos de propiedad y por tanto la cooperación pacífica y la prosperidad.
El poder de desenmascarar y desmitificar falsas teorías económicas sobre bases a priori, es decir, sin tener que realizar experimentación social, es indudablemente uno de los aspectos más fascinantes de la Escuela Austriaca de economía de orientación misesiana.
En su prólogo a la Crítica de la razón pura (1787), Kant titula al capítulo 3: “La filosofía requiere una ciencia que determine las posibilidades, principios y grado de conocimiento humano a priori”. Para la ciencia de la economía, Mises ha hecho justamente eso.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.