Carga y manea

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La postura generalizada con respecto a los impuestos es que son del 34% de la generación de riqueza nacional. Sea por acomodo, o por ingenuidad, economistas, opinólogos, y comentaristas en general se rasgan las vestiduras y se mecen las barbas poniendo el grito en el cielo por la ignominia de tener que pagar 34% de sus ingresos al estado. Hacen calculitos en tiempo, y determinan cosas como que desde enero a abril, incluso entrando en mayo, los uruguayos trabajamos para el ogro.

He aquí mi propuesta. Teniendo en cuenta las circunstancias actuales, digo a las autoridades y los formadores de opinión que, al 50%, firmo ahora. Tráiganme los papeles que estampo la rúbrica sin demoras. Fijen un pedazo de tierra, una extensión reducida, algo así como medio departamento de Montevideo, en algún lugar del país. Allí, los residentes pagarán el 50% por ciento de lo que produzcan al ogro, y el ogro no les deberá dar nada a cambio. Los residentes de este oasis, de este San Marino uruguayo, pagarán por sus servicios con su dinero y directamente. Se ocuparán de su salud, de su seguridad, de su educación, de su retiro. Y podrán hacer lo que quieran. Si quieren contratar a alguien, lo contratan. Si lo quieren despedir, lo despiden. Si quieren producir energía, pueden hacerlo. O comprar pollos en Brasil. O abrir a las ocho de la noche los domingos. Si quieren guardar para su futuro, será su prerrogativa. Si quieren tener un arma, sírvase usted. Pueden hacer con su tiempo y sus recursos lo que quieran, y están obligados a darle a los matones la mitad de lo que consigan con su esfuerzo, sus habilidades y su suerte.

En las circunstancias actuales, los uruguayos pagamos impuestos muy superiores a ese 34%, consensual entre difusores ingenuos y acomodados. Pero ésa no es la única mochila que nos cargan. No es el único bulto sobre el lomo del camello uruguayo. Hay una segunda bolsa sobre nuestros doblados espinazos: la regulación. Los patoteros pretenden sacarnos un montón de recursos, y a la vez atarnos las manos a la espalda. El camello tiene que cargar el bulto, y maneado.

Entonces, la propuesta debería ser tentadora para el ogro. Si, como dicen, hoy me saca 34%, yo le digo que le doy 50%. Y además, lo libero de todos los trabajos de control y seudoprovisión de servicios que se ha cargado encima él mismo. 50% en un único impuesto sencillo, una vez por año, sin declaraciones juradas ni inspectores ni inspecciones ni multas.

Sáquenle al camello una de las bolsas. Sáquenle a este burro las maneas. Si hay un matón en el barrio que requiere la mitad de lo que producimos, que se lo lleve, si nos deja producir en paz.

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