Las mentiras del proteccionismo de las gambas

0

El sector de la gamba en EEUU debe estar prosperando. O eso pensaría uno. Solo hace una generación, las gambas se consideraban un manjar y tenían un precio alto, pero hoy, la gamba fresca y congelada está disponible fácilmente en supermercados, no digamos restaurantes y los estadounidenses aprovechan completamente la abundancia. En 2003, los estadounidenses consumieron 1.100 millones de libras de gambas, superando los 685 millones de 1994 y los 287 millones de 1970.

Pero el sector de las gambas de EEUU no está prosperando, se está hundiendo rápidamente. La mayoría de las capturas nacionales de gambas se pesca con arrastres en el Golfo de México. Según la Asociación de pesquerías del Sudeste en Tallahassee, Florida, casi 5.000 pescadores de gamba operaban en el Golfo hace una década. Hoy lo hacen menos de 1.900.

¿Por qué el sector gambero de EEUU está en decadencia cuando el consumo de gambas en EEUU está aumentando? La razón, responden los pescadores de gambas nacionales, es que las piscifactorías extranjeras de gambas están echando abajo el precio de las gambas en el mercado de EEUU.

Los pescadores de EEUU apuntan al aumento en las importaciones y la acusada disminución de los precios de importación como evidencia. De 2001 a 2003, las importaciones de gambas aumentaron un 26% y ahora suponen el 90% del consumo de gambas en EEUU. Entretanto, el precio medio de los productos importados de la gamba cayó de 4,94$ la libra en 2000 a 3,38$ la libra en 2003. Los precios  la baja están echando del mercado los pescadores de gambas de EEUU.

Los pescadores locales de gambas se han dirigido al gobierno federal y su ley antidumping para resolverlo. El 31 de diciembre de 2003, la Southern Shrimp Alliance (una organización de cabildeo formada por pescadores de gambas en ocho estados del sur) rellenó una reclamación antidumping en el Departamento de Comercio de EEUU contra las piscifactorías de gambas en Brasil, China, Ecuador, India, Tailandia y Vietnam. Si el Departamento de Comercio decide a favor de los pescadores de gambas, el gobierno federal impondrá aranceles que irán del 26% al 349% en importaciones de gambas de estos seis países.

¿Qué clase de ley es una ley antidumping? ¿Es un medio legítimo de defender empresas nacionales de prácticas injustas en los precios por parte de empresas extranjeras? ¿O es solo otra forma de proteccionismo que daña a la economía en general al escudar a las empresas nacionales ineficientes de la competencia del mercado con empresas extranjeras más eficientes?

A partir de un examen tanto de la teoría tras la ley antidumping como de la forma en que se evalúan las reclamaciones de dumping, la respuesta está clara: la ley antidumping es puro proteccionismo. El caso de las gambas constituye un ejemplo perfecto.

La teoría tras la ley antidumping

Los economistas generalmente definen el dumping como una estrategia deliberada de mercado en la que formas extranjeras fijan precios en un mercado exportador o bien por debajo del coste de producción o por debajo de los precios que cobran en sus propios mercados nacionales. Esta estrategia es una forma de lo que se llama precios predatorios. La ley antidumping de EEUU autoriza al gobierno federal a imponer aranceles a importaciones de países concretos si el gobierno determina que se está haciendo dumping en las importaciones en el mercado de EEUU.

Los defensores de la ley antidumping afirman que, sin control, las empresas extranjeras se dedicarían al dumping para garantizarse beneficio.

Una estrategia de dumping funcionaría así. Las empresas extranjeras venderían sus productos por debajo del coste en el mercado de EEUU para echar del negocio a sus competidores estadounidenses. Una vez se haya conseguido esto, las empresas extranjeras aumentarían sus precios para recuperar las pérdidas en las que hubieran incurrido durante el dumping y, con los competidores estadounidenses fuera de juego, conseguirían beneficios aún mayores en el futuro. Así que, según el argumento, el dumping es una práctica injusta que perjudica a las empresas de EEUU, cuesta empleos en EEUU y, en definitiva, daña a los consumidores de EEUU.

Sin embargo el argumento está lleno de defectos.

El dumping implica un grado imposible de colusión entre empresas extranjeras. Implica que una serie de empresas extranjeras (en la mayoría de los casos, una gran cantidad) será capaz de coordinar con precisión cuándo y en qué cantidad recortar sus precios para echar del mercado a las empresas de EEUU, así como cuándo y en qué cantidad aumentar sus precios una vez que se haya echado del mercado a las empresas de EEUU.

Los obstáculos para esa colusión son enormes. ¿Cuántas empresas extranjeras seguirían la estrategia de dumping? ¿Qué probabilidad hay de que las empresas en colusión estén de acuerdo en cuándo y en qué cantidad recortar sus precios y luego en cuándo y en qué cantidad aumentar sus precios?

El caso de las gambas ejemplifica la enormidad de estos obstáculos. En Brasil, China, Ecuador, India, Tailandia y Vietnam hay decenas de miles de piscifactorías de gambas. Afirmar que estos productores de gambas están haciendo dumping con ellas es afirmar que decenas de miles de piscifactores, en seis países distintos de dos continentes distantes están ejecutando con éxito una estrategia predatoria de precios organizada y coordinada. Es afirmar que estas decenas de miles de piscifactores, muchos de los cuales ni siquiera hablan el mismo lenguaje, se decían a un esfuerzo deliberado, organizado y coordinado para echar del negocio a los pescadores de gambas de EEUU recortando drásticamente los precios. También es afirmar que, una vez que se haya echado del negocio a los pescadores de gambas de EEUU, estas decenas de miles de piscifactores deliberadamente predatorios aumentarán, de forma organizada y coordinada, sus precios para recuperar las pérdidas y conseguir grandes beneficios.

Es una gran mentira propia de una teoría conspiratoria. Es una teoría conspiratoria increíble.

Aunque el dumping pudiera ser organizado y coordinado, sin duda sería una estrategia condenada al fracaso. Las empresas extranjeras que hicieran dumping con sus productos todo el tiempo que hiciera falta para echar fuera del negocio a sus competidores en EEUU sufrirían enormes pérdidas, pérdidas que serían incluso mayores al crecer la participación en el mercado de dichas empresas. Además, las empresas del dumping no serían capaces de aumentar sus precios lo suficiente como para recuperar sus pérdidas. Cualquier aumento sustancial en los precios y los compradores de EEUU rápidamente recurrirían a otros exportadores de gambas.

El caso de la gamba ejemplifica este punto. Los seis países acusados de dumping suponen el 75% de todas las importaciones de gambas de EEUU. Cuarenta y cuatro países más suponen el restante 25%. Los productores de gambas de estos cuarenta y cuatro países estarían encantados de que los autores del supuesto dumping aumentaran sus precios. Sería una forma excepcionalmente sencilla de aumentar sus negocios.

Así que la teoría tras la ley antidumping de EEUU tiene serios defectos. También los tiene la forma en que se evalúan las reclamaciones de dumping.

Cómo se evalúan las reclamaciones de dumping

La agencia federal responsable de evaluar las reclamaciones de dumping es la  International Trade Administration (ITA), una división del Departamento de Comercio de EEUU. Para determinar si las empresas extranjeras son culpables de dumping, la ITA aplica uno o dos patrones a su definición de dumping. Sus patrones, así como su definición de dumping, son problemáticos.

La ITA define así el dumping: “Se produce dumping cuando un mercancía importada se vende o exporta a Estados Unidos por menos del valor normal de la mercancía”. Esta definición es al tiempo arbitraria y oscura. ¿Qué es el “valor normal” de un bien? ¿Su precio la semana pasada? ¿El mes pasado? ¿El año pasado? ¿Su precio en Tokio? ¿En Roma? ¿En Moscú?

Respecto de los patrones, uno de los más usados por la ITA es comparar los precios que las empresas extranjeras cobran en su propio mercado local con los que cobran en EEUU. Si la ITA determina que los precios en el mercado local son más altos que los cobrados en EEUU, impondrá un arancel a las importaciones futuras de estas empresas extranjeras.

Un problema palmario con este patrón es que las empresas cobran precios distintos en distintos mercados por sistema. Es una práctica de negocios perfectamente normal. Salvo que los bienes se muevan libremente entre mercados, el precio variará de un lugar a otro de acuerdo con las condiciones del mercado local. Las empresas prestan mucha atención a esas condiciones y fijan los precios de sus productos de acuerdo con ello. No hacerlo así costaría beneficios.

Además, las condiciones locales del mercado cambian. A veces los cambios justifican recortes de precios. Eso no sería notable, excepto porque, bajo este patrón particular de la ITA, una empresa extranjera que recorte sus precios en EEUU en respuesta a un cambio en las condiciones del mercado en EEUU puede ser acusada de dumping.

Otro problema más con el patrón es que las empresas extranjeras a menudo no venden el mismo producto en su mercado local que el que exportan a EEUU. El caso de la gamba es un ejemplo perfecto. Por ejemplo, los productores de gambas en Tailandia y Vietnam exportan gambas congeladas a EEUU. Pero no venden ninguna gamba congelada en sus países de origen. No hay mercado para las gambas congeladas en sus países de origen. Lo que significa que no hay precio para las gambas congeladas en esos dos países.

En esos casos, la ITA estima cuál sería el precio si el bien estuviera realmente disponible en el mercado de origen de la empresa y utiliza su precio estimado para determinar si las empresas extranjeras se realizan dumping. Aquí los problemas son enormes. Es sencillamente imposible saber cuál sería el precio de un bien si estuviera realmente disponible en el mercado. Así que cualquier precio estimado utilizado por la ITA es una fórmula puramente arbitraria. Aún más importante: ¿cómo pueden considerarse culpables a las empresas extranjeras de cobrar precios más bajos en EEUU de lo que cobran en sus países de origen si ni siquiera venden el bien en sus países de origen?

Un patrón alternativo utilizado a veces por la ITA es evaluar los márgenes de beneficio que obtienen las empresas extranjeras sobre bienes vendidos en EEUU. Según este patrón, pequeños márgenes de beneficio o pérdidas constituyen una evidencia de dumping.

Esto lleva a una conclusión absurda, de nuevo ejemplificada por el caso de la gamba. En la mayoría de las explicaciones, las piscifactorías extranjeras de gambas están obteniendo beneficios razonablemente consistentes. Sin embargo, los arrastres de EEUU apenas cubren costes o tienen pérdidas. Esto significaría, siguiendo el patrón del margen de beneficios de la ITA, que las empresas culpables de dumping no son las piscifactorías extranjeras de gambas ¡sino los arrastres de EEUU!

La realidad

La ley antidumping de EEUU es confusa y enrevesada. La teoría tras la ley y los patrones utilizados para evaluar las reclamaciones de dumping hechas por los productores de EEUU están plagados de defectos. Esto, junto con el historial de la ITA de sentencia a favor de la mayoría de las reclamaciones de dumping que se ponen en su camino, hace difícil concluir que la ley antidumping de EEUU sea otra cosa que puro proteccionismo.

En el caso del dumping de las gambas, la conclusión es inevitable. La acuicultura moderna de las gambas se desarrolló a principios de la década de 1970 y proliferó rápidamente. En 1975, las piscifactorías de gambas suponían en torno al 2,5% de la producción mundial de gambas. En 1985, suponía el 10% de la producción mundial de gambas. En 2001, estaban operando piscifactorías de gambas en más de 50 países y suponían el 40% de la producción mundial.

Las piscifactorías de gambas han proliferado por una sencilla razón: la eficiencia. El arrastre para la pesca de la gamba es costoso y las capturas varían a menudo considerablemente de año en año con los cambios en las condiciones climáticas y ecológicas. Las piscifactorías de gambas no solo producen gambas con un coste muy inferior, producen un volumen constante y fiable. Los procesadores de marisco valoran el volumen fiable: están empresas compran gamba cultivada y producen productos acabados para consumidores que desean que la gamba no fluctúe con las condiciones climáticas y ecológicas.

Al irse expandiendo las piscifactorías de gambas, la producción mundial de gambas ha aumentado y los precios de estas han bajado. Los precios de las gambas son ahora tan bajos que amenazan la supervivencia en el mercado de los pescadores de arrastre de EEUU. Así que los pescadores se han dirigido al gobierno de EEUU y a su ley antidumping para protegerse, no del dumping, sino de la competencia del mercado, con sus competidores extranjeros más eficientes.

La ITA está actualmente investigando la reclamación de dumping de los gamberos contra las piscifactorías de gambas en Brasil, China, Ecuador, India, Tailandia y Vietnam. Está previsto que la agencia presente su decisión preliminar sobre la reclamación respecto a China y Vietnam el 2 de julio. Esta planeado dar esta decisión preliminar sobre Brasil, Ecuador, India y Tailandia el 28 de julio.

Publicado el 27 de junio de 2004. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email