Murphy sobre El hombre, la economía y el estado

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Recomiendo vivamente la inteligente evaluación de Robert Murphy de El hombre, la economía y el estado (HEE), de Murray Rothbard en el 50 aniversario de su publicación. Murphy es uno de los pocos comentaristas que reconocen que una de las contribuciones esenciales de Rothbard en HEE fue la completa reconstrucción de la teoría neoclásica de la producción. De hecho, 5 de los 12 capítulos en el tratado de Rothbard se dedicaban a la teoría de la producción. Tal vez el mayor logro de Rothbard en esta área fue integrar la estructura objetiva del análisis de la producción desarrollado por Knut Wicksell y Friedrich Hayek con la teoría subjetiva de la preferencia temporal pura del interés formulada por Frank Fetter y Ludwig von Mises. Rothbard complementaba su análisis del capital y el interés con una versión mejorada de la teoría marginal de la productividad descubierta por John Bates Clark, Wicksell y Alfred Marshall. Así que Rothbard proporcionó la primera teoría completa de los precios de los factores de producción, la formación del tipo de interés y las interrelaciones temporales de los precios de los factores en la estructura de producción.

Tengo unos pocos desacuerdos con el por otro lado excelente artículo de Murphy. Primero, Murphy podría haber destacado que Rothbard se veía a sí mismo como un miembro de la corriente principal neoclásica cuando estaba ocupado escribiendo HEE en la década de 1950. Rothbard estaba muy familiarizado con la literatura contemporánea como indican sus copiosas citas. Así que aunque Murphy tienda a mostrar a Rothbard como un forastero que estaba tratando de echar abajo y remplazar el edificio teórico existente, es más apropiado decir que su objetivo era salvar la economía neoclásica del descenso a un árido formalismo matemático y un positivismo rígido e intolerante que estaba empezando a aparecer.

Segundo, aunque Murphy tiene “un cariño especial” a las críticas de Rothbard de la economía keynesiana, cree que estas han perdido parte de su fuerza porque “un libro de texto keynesiano típico ya no basa sus conclusiones políticas en argumentos que eran comunes cuando escribía Rothbard”. No estoy de acuerdo. Aunque el retrato de Bob de los actuales libros de texto de macroeconomía es correcto, la crisis financiera y el prolongado estancamiento de la economía de EEUU han obligado a los sofisticados nuevos teóricos keynesianos a adoptar políticas de crudo estímulo keynesianas al estilo de la década de 1950. En realidad muchos han ido más allá de los keynesianos de la vieja escuela que defendían políticas inflacionistas por sí mismas y han empezado a pedir a la Fed que promueva realmente expectativas inflacionistas amenazando con una rápida depreciación del dólar en el futuro para estimular el gasto por pánico de consumidores y empresas en el presente. Rothbard dijo una vez: “Keynes era un keynesiano”. Bueno, pasa lo mismo con los nuevos keynesianos: a pesar de sus pomposos modelos de “equilibrio general estocástico dinámico”, también son keynesianos que creen que la creación inflacionista de dinero y los programas públicos de gasto son la cura segura del estancamiento económico. Así que la crítica de Rothbard al modelo de gastos-ingresos keynesiano básico y la teoría de la preferencia de liquidez, que subyacen estas opiniones, siguen mereciendo hoy un estudio cuidadoso.

Finalmente, me ocupo de la definición de Murphy de un “misesiano” como un economista que “piensa que los principios económicos son deducciones lógicas a partir de axiomas autoevidentes”. Tal vez yo sea aquí un poco quisquilloso. Pero había muchos economistas que creían que sus opiniones se deducían lógicamente de axiomas autoevidentes. El gran economista clásico Nassau Senior desarrolló toda su teoría económica a partir de “cuatro proposiciones elementales” y el resultado general no fue nada que reconoceríamos como misesiano, aunque parte del mismo sin duda lo fue. Y por supuesto, Marx creía que deducía su sistema a parir de postulados autoevidentes acerca de la naturaleza del valor y la necesidad para una economía capitalista de acumular capital y reproducirse.

Dejando aparte estas nimiedades, el artículo de Murphy sobre posiblemente el mejor tratado de economía del siglo XX es de lectura obligatoria, especialmente, para los recientemente familiarizados con la economía austriaca.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.