Sacagawea: ¿qué pasó?

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[Lo que aparece a continuación es una entrevista con Burton Blumert, entonces CEO de Camino Coins en Burlingame, California. Fue asimismo presidente del Instituto Mises y del Center for Libertarian Studies]

Mises.org: ¿Qué pasó con la moneda tan anunciada del gobierno de 1$ de Sacagawea? Parece haber desaparecido.

Blumert: Le llamaron el “dólar de oro”. ¡Qué escándalo! Está hecho de chatarra, no de oro. La emisión del año 2000 se oxida muy rápidamente para convertirse un marrón de color lodo, así que ni siquiera parece oro. Puedes en realidad presionarlo con el pulgar y ver cómo empieza el proceso. Se supone que este defecto se arreglará en la emisión de 2001, pero quién sabe.

El gobierno emitió esta moneda de falso oro esperando que alcanzara importancia como si fuera una moneda de oro genuino. Si lo hubiera hecho una ceca privada, el FBI probablemente habría mandado agentes armados. Pero la Casa de Moneda de EEUU puede hacer cosas que no pueden hacer los particulares.

Confieso cierto deleite en que la moneda no haya entrado en circulación. Se ha frustrado otro plan centralizado, por decirlo así.

Mises.org: Así que era lo último que esperaban sus defensores.

Blumert: Hillary Clinton anunció la nueva moneda de dólar con grandes alharacas en abril de 1999. Le gustaba por su mensaje político. Supuestamente atraería nueva atención a la contribución de los pueblos nativos. Pero era una tontería: Los indios han aparecido desde hace mucho tiempo en monedas de EEUU, porque eran un símbolo de coraje e independencia. Los políticos, que encarnan las cualidades opuestas, no fueron homenajeados en monedas hasta el siglo XX.

El gobierno iba a asegurarse de que entraban directamente en circulación, así que las distribuyó a través de los Wal-Mart y en cajas de cereales y en la International House of Pancakes.

Es todo muy gracioso, cuando lo piensas. Yo imagino a los burócratas en Washington en una reunión de consejo: “¿Cómo podemos hacer que el estúpido pueblo estadounidense acepte esta nueva moneda? ¡Eh, pongámosla en manos de la clase trabajadora! ¡Que la consigan en ese lugar llamado Wal-Mart, donde dicen que compra mucha gente!”

La Casa de Moneda dijo inicialmente que la moneda era “un gol en la final”. Incluso arrastró al pobre George Washington con ropa moderna para promocionarla. Nada funcionó. Ante la alternativa, a la gente le gusta más el dólar. El dólar de Sacagawea no es una moneda que circule. Es solo una curiosidad o algo para coleccionar y en todo caso un fracaso.

Mises.org: ¿Estás diciendo que el gobierno se ha rendido?

Blumert: En realidad se acabó el engaño de la moneda. Si vas al sitio web del gobierno, verás que las monedas se venden con una prima. Puedes comprar un rollo de veinticinco monedas por 35$. Es extraño, si lo piensas. ¿Qué pensarías si vieras que el gobierno está vendiendo billetes de dólar a 1,40$?

Tienes que hacerte la pregunta: ¿Es una moneda real o un objeto de colección? La respuesta está clara con solo ver la prima. También el gobierno ha transformado la moneda en pinzas de billetes, collares y llaveros. Esa es la única forma en que los burócratas han pensado en librarse de los millones de Sacagaweas que tienen.

Mises.org: ¿Qué error cometió el gobierno?

Blumert: En Europa y Canadá, cuando se introducen monedas con nuevas denominaciones, dejan al mismo tiempo de fabricar papel moneda. De esa forma, la gente no tiene alternativa. Tiene que aceptar la moneda.

Pero como el Tesoro de EEUU está constantemente preocupado por la estabilidad del dólar, se resiste a dar esos pasos tan extremos. Le preocupa que estimule rumores de mayores entradas e incluso lleve a corridas.

No entienden que mientras haya papel, la gente lo preferirá. Todos pueden entender esto intuitivamente. ¿Qué haces hoy con el cambio? Lo pones en una lata o, si ves alguna moneda inusual, la guardas en un cajón.

Pero como la acuñación se ha devaluado tanto con los años y ahora compra tan poco, la gente tiende a no llevar monedas. Llevan billetes, que es asimismo lo que te dan los cajeros automáticos. Las máquinas expendedoras también aceptan ahora billetes, así que las monedas no tienen mucha utilidad.

Hay elementos adicionales interesantes. A la gente de Las Vegas no les gusta tampoco la moneda de 1$ porque no hace el sonido correcto cuando golpea la bandeja de la tragaperras. Así que el juego fue otro mercado potencial que se agotó muy rápidamente.

Mises.org: ¿Cuál es la mecánica para poder introducir una nueva moneda?

Blumert: A pesar del truco de Wal-Mart y las cajas de cereales, la única forma de poner en circulación una moneda es a través del sistema bancario. La gente tiene que solicitarla realmente al banco. Así el público determina qué circula y qué no. Si la gente estuviera demandando Sacagaweas, la orden iría a través de la Fed al Tesoro, que diría a la Casa de Moneda de EEUU, que fabricaría la moneda.

Pero las órdenes no están llegando. El gobierno podría seguir acuñándolas pero nadie parece quererlas en circulación.

Mises.org: ¿Cuál es la diferencia entre el fracaso del dólar de Sacagawea y el de Susan B. Anthony?

Blumert: Habrás advertido que la Casa de Moneda de EEUU sigue tratando de encajarle también a la gente esa porquería. En el sector la llamamos la Susan B. Agony. Y si hablamos de primas, el gobierno está tratando de vender edición de pruebas de esta moneda de un dólar por nueve pavos.

La mecánica de los fracasos es muy similar. En 1979, la Casa de moneda hizo mil millones de estas. En 1980, hicieron menos de cien millones. En 1981, hicieron menos de diez millones. Igualmente, a la gente sencillamente no le gustó.

Se dijo que el problema es que se parecía demasiado al cuarto. El gobierno prometió no cometer de nuevo ese error, así que al Sacagawea se le dio un color dorado. No contaron con el hecho de que se oscurecería tan rápido que la gente sencillamente no lo usaría.

Se dice que a la gente le gusta el Sacagawea. Pero no es verdad. Al ratoncito Pérez le puede gustar poner monedas bajo las almohadas de los niños, pero para lo que vale el dinero es para llevarlo y gastarlo. Es el aspecto monetario de una moneda lo que determina su éxito o fracaso. Bajo ese parámetro, la moneda ha fracasado.

Mises.org: Ya que estamos en el tema, ¿qué pasó con los billetes de 500$ y 1.000$?

Blumert: Si vas al banco y depositas un billete de 1.000$ y luego pides que te lo devuelvan, no lo conseguirás. La política es sacar de la circulación estos billetes. No se han impreso desde 1934, un año después de FDR confiscara el oro de la gente. ¡Entonces ese billete te habría permitido pagar buena parte de una casa! El gobierno simplemente no quería que la gente manejara esas cantidades de efectivo. Hacía demasiado fácil la evasión de impuestos. También hoy en día, la ausencia de grandes denominaciones se justifica en nombre de la guerra contra las drogas.

Mises.org: Solo desde el punto de vista artístico, parece que nuestro dinero se hace cada vez más feo.

Blumert: Sí, las monedas de nuestros abuelos llevaban bellos símbolos: el centavo con la cabeza de indio, el níquel con el bisonte, el “dime” con la cabeza de Mercurio, el cuarto con la Libertad en pie, el medio dólar con la Libertad andando y por supuesto el magnífico dólar de la libertad de Morgan y el dólar de la paz. Hoy en nuestro bolsillo no hay plata y se muestran retratos de políticos muertos. Algunos están bien, pero la mayoría son horribles. Cuando los países homenajean a hombres en lugar de a símbolos, están en la cuesta abajo. Cuando las acuñaciones de un país homenajean a hombres vivos, es hora de huir a las montañas.

Mises.org: ¿Cuáles son las lecciones del fracaso del Sacagawea?

Debería recordarnos de nuevo que el gobierno no puede hacer nada bien. También demuestra que la gente puede echar abajo los planes más elaborados del gobierno con bastante facilidad. El dinero puede ser a veces tan misterioso que incluso el gobierno tenga miedo. Pasará mucho tiempo antes de que seamos testigos de otro intento de introducir una nueva mala moneda. El sistema monetario no puede permitirse muchas humillaciones a esta escala.

Publicado el 25 de mayo de 2001. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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