¡No es el consumo!

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Comentaristas y expertos, algunos de los cuales tendrían que saber más, continúan con la cantinela de la idea de que la recesión persiste porque los consumidores no gastan. Todo keynesiano parece creer que como los consumidores tienen un terrible desánimo, solo el estímulo del gobierno puede rescatar a la moribunda economía, dado que (al menos, para ellos) los inversores no gastarán más porque la Fed, habiendo ya llevado los tipos de interés a niveles extraordinariamente bajos, no pueden usar políticas convencionales para rebajarlos aún más y así provocar más gasto en inversiones.

Por favor, miren los datos. Están fácilmente disponibles para todos y cada uno en el sitio web mantenido por la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio, la organización que genera las cuentas de renta y producto nacional de Estados Unidos.

De acuerdo con estos datos, el gasto real en consumo personal se recuperó de su caída tras la recesión en el cuarto trimestre de 2010. Continuando con su crecimiento, está ahora (con los datos más recientes, del segundo trimestre de 2011) incluso por encima de su máximo previo a la recesión.

El gasto público real en consumo e inversión (este concepto no incluye las transferencias del gobierno, como prestaciones del seguro de desempleo y de la seguridad social) también está más alto que su nivel previo a la recesión. En el segundo trimestre de 2011 se encontraba más de un 2% más alto (recordemos que es gasto “real” o ajustado a la inflación; el gasto nominal ha crecido sustancialmente más).

La economía sigue moribunda no porque el gasto en consumo no se haya recuperado y tampoco porque el gasto público haya dejado de aumentar, sino porque el verdadero motor del crecimiento económico (la inversión privada) continúa profundamente deprimido. La inversión fija doméstica privada bruta cayó constantemente tras el segundo trimestre de 2007 y en el segundo trimestre de 2011 permanecía un 19% por debajo de su máximo anterior. Sin embargo, esta cifra no muestra lo mala que es realmente la situación, porque la mayoría del gasto inversor que tiene lugar ahora mismo es lo que los contables llaman la “asignación para el consumo de capital”, la cantidad estimada como necesaria para compensar el desgaste natural y la obsolescencia de las existencias de capital.

La variable clave es la inversión fija doméstica privada neta: la inversión que crea las existencias de capital privado productivo. Los datos trimestrales a lo largo de este año no están aún disponibles en el sitio web de la BEA, pero los datos anuales muestran que un índice de su cantidad real hizo máximo en 2006, cayó sustancialmente en cada uno de los siguientes tres años y se recuperó solo ligeramente en 2010, cuando el índice mostraba que la inversión fija doméstica privada neta se encontraba alrededor de un 78% por debajo de su nivel en 2005 y 2006. He aquí la verdadera razón de la persistencia de la recesión.

Los inversores privados, a pesar de la completa recuperación del gasto real del consumo y el aumento de gasto público real en bienes y servicios finales, siguen aprensivos acerca del futuro de las nuevas inversiones, especialmente nuevas inversiones a largo plazo. He argumentado repetidamente durante los pasados tres años que una razón importante para esta aprensión  y la consiguiente reticencia a comprometer más capital es la incertidumbre del régimen (en este caso, un miedo extendido y serio a que las grandes políticas del gobierno en áreas como impuestos, Obamacare, reforma financiera, regulación medioambiental y otras áreas tengan el efecto de privar a los inversores de control sobre su capital o disminuyan su capacidad de apropiarse las rentas que genere el capital). La cantinela del Presidente Obama sobre lo deseable que sería hacer que “los ricos” pagaran su “justa porción” (es decir, más) de los siempre crecientes costes del gobierno solo exacerba la incertidumbre de régimen. Los líderes empresariales han hablado una y otra vez de cómo el entorno político actual no anima a la toma de riesgos y el emprendimiento.

En todo caso, debería estar clarísimo que el problema para la recuperación no es la falta de gasto de los consumidores. Por favor, tengamos más respeto por los hechos que continuar cantando esa vieja tonada completamente gastada.


Publicado el 15 de septiembre de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.