La Corona Inglesa contra Massachusetts

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[Conceived in Liberty (1975)]

Las autoridades de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, con su vieja concesión de autogobierno, tenían buenas razones entretanto para temer la llegada de la Restauración. Ya una orden británica había obligado a la Bahía de Massachusetts a reducir su persecución de los cuáqueros. ¿Qué violaciones futuras le seguirían?

Por su parte, el rey Carlos estaba decidido a poner a sus pies a su colonia más recalcitrante e independiente. Su virtual independencia, su extendido desacato y evasión de las Leyes de Navegación recientemente aprobadas, su gobierno oligárquico por una teocracia puritana, su apropiación de los asentamientos de New Hampshire y Maine solo podían enfurecer a un monarca anglicano. A mediados de 1662, el rey confirmó la concesión de Massachusetts, pero, vaga y ominosamente, destacaba la invalidez de las leyes contrarias a las leyes de Inglaterra.

Más importante fue que el rey ordenara a Massachusetts permitir el uso del Libro de Oración Común y conceder el voto a todos los terratenientes de “tierra bastante” fueran o no miembros de la iglesia puritana. Por supuesto, con esta orden el rey golpeaba en corazón de gobierno teocrático en Massachusetts.

Massachusetts fue capaz de obedecer la letra de esta reclamación, pero no el contenido: en lugar de restringir el voto a los miembros de la iglesia, la Colonia de la Bahía sustituyó el requisito para que cada no miembro tuviera que obtener confirmación de un ministro local, de los concejales del pueblo y el propio Tribunal General, de que era ortodoxo en religión, un guante que nadie era capaz de recoger.

Finalmente, el rey Carlos vio su oportunidad para dar el primer paso fatídico para poner de rodillas a Massachusetts. En 1664 envió una expedición al mando del Coronel Richard Nicolls, un realista veterano, a América para conquistar y arrebatar Nueva Holanda a los holandeses. Nicolls iba a quedarse para gobernar Nueva Holanda (ahora rebautizada Nueva York) como delegado del Duque de York. El rey aprovechó la oportunidad para nombrar a Nicolls presidente de una comisión de cuatro hombres para someter a Nueva Holanda e inspeccionar, regular y resolver disputas en Nueva Inglaterra.

He aquí la primera intrusión de la autoridad inglesa en Nueva Inglaterra. Tanto Massachusetts como el rey consideraron correctamente la comisión: la cuña entrante del gobierno británico y el fin del autogobierno, así como el derrocamiento de la oligarquía puritana en Massachusetts. Y tampoco se vio reafirmada Massachusetts por el hecho de que uno de los comisionados reales fuera Samuel Maverick. Antiguo mercader de Boston y veterano rebelde contra la tiranía de Massachusetts y firmante de la petición de Child, Maverick era un hombre ansioso por vengarse de su viejo enemigo.

El Profesor Oliver Chitwood apunta que en esta emergente “lucha entre la oligarquía de Massachusetts y la Corona, el pueblo iba a perder independientemente del resultado. Si ganaba el rey, los derechos cubiertos por la concesión se perderían para la colonia en su conjunto. Por otro lado, si ganaba la oligarquía, se vería reforzada en su posición y continuaría la vieja política de intolerancia y voto limitado”.[1]

Aparentemente, Chitwood no ve la otra cara de la moneda, pues ante cualquier resultado, el pueblo también iba a ganar (autogobierno y libertad del gobierno imperial por un lado, liberación de la teocracia por otro).

La comisión llegó armada con dos grupos de instrucciones reales: las públicas y las secretas. Las instrucciones públicas eran escuchar quejas, resolver disputas entre las colonias de Nueva Inglaterra y aplicar las Leyes de Navegación. También incluían las buenas intenciones del rey para con Massachusetts. Sin embargo, las instrucciones secretas eran presionar para que se eligieran diputados y magistrados más dóciles que aprobaran la idea de un gobernador real en Massachusetts. El propio Nicolls era el preferido por el rey para este cargo. El rey también dio instrucciones a los comisionados para insistir acerca de la tolerancia religiosa en Nueva Inglaterra, especialmente, por supuesto, para los anglicanos.

Tras la llegada de los comisionados en julio de 1644, Massachusetts envió una respuesta rotunda a sus pretensiones: los enemigos de Massachusetts evidentemente habían convencido al rey para enviar una comisión que pudiera a discreción revocar el derecho fundamental de los colonos al autogobierno, un derecho incluido en su concesión. Además de estos argumentos de principios, los comisionados reales estuvieron sometidos a denuncias personales en la colonia. Uno de los comisionados, el ambicioso Sir Robert Carr, fue acusado de mantener a una señorita, mientras que el coronel George Cartwright era sospechosos de ser un “papista”. En el ambiente puritano de la Bahía de Massachusetts, era difícil saber qué delito era considerado más abyecto.

La comisión procedió primero a la rápida consecución de su misión más prioritaria: la conquista de Nueva Holanda. El siguiente paso de los comisionados, de acuerdo con sus instrucciones, era flanquear a Massachusetts sometiendo a las colonias más débiles de Nueva Inglaterra antes de afrontar su tarea más difícil, la Bahía de Massachusetts. Así que su primer paso, a principios de 1665, fue Plymouth, donde los comisionados reclamaron que el voto dejara de depender de la confesión religiosa, al menos para los cristianos “ortodoxos”. Al contrario que la Bahía de Massachusetts, Plymouth sucumbió rápidamente, debilitando así enormemente el gobierno teocrático y oligárquico. El rey elogió calurosamente a Plymouth por su disposición a cumplir, pero no sin una referencia a su errante hermana: “Vuestra conducta parece haberse apagado por el mayor lustre de la contraria de la colonia del Massachusetts”.

El siguiente paso era resolver la todavía candente disputa fronteriza sobre el territorio de Narragansett: a la comisión de le concedió poder para anular cualquier concesión real previa. Connecticut y la Atherton Company seguían reclamando activamente el territorio. La Corona había aconsejado a los comisionados dejar el territorio de Narragansett fuer tanto de Connecticut como de Rhode Island y hacer de él una provincia real, con la reclamación de Atherton continuando en vigor. A finales de marzo, los comisionados presentaron su decisión, modificando significativamente sus instrucciones. Pues aunque se atribuía el territorio de Narragansett directamente a la Corona y se le calificaba de “provincia del rey”, los comisionados decidieron compensar a Rhode Island por la pérdida autorizándole a gobernar independientemente la provincia en nombre del rey.

Además, estaban convencidos por las pruebas de Rhode Island de la naturaleza fraudulenta de la compra de la Atherton Company del tratado con los indios. Por tanto, los comisionados evacuaron de plano la demanda arbitraria de Atherton y ordenaron a los propietarios de la compañía que abandonaran el territorio. (Sin embargo, Sir Robert Carr demostró su inclinación bucanera al pedir a la Corona que le concediera derecho a una buena porción de las mejores tierras de pastoreo de Narragansett). Sin embargo, Winthrop consiguió convencer a Nicolls, que no había estado presente, de que se anulara la decisión sobre Atherton. Pero al menos se dejaba a Rhode Island al cargo del territorio.

El otro impacto importante de los comisionados en Rhode Island, como hemos visto, fue la limitación obligatoria del derecho de voto a los que tuvieran “tierras bastantes”. Rhode Island, por supuesto, no necesitaba que le insistieran para aceptar lo que ya tenían: permiso para todos los ortodoxos de tener las iglesias que escogieran.

Aparte de la tomada sobre Atherton, las decisiones de los comisionados fueron bastante satisfactorias para Connecticut. Ya hemos visto el papel de los comisionados en la liquidación de New Haven. A los comisionados Connecticut les dijo que ya había cumplido con los requisitos de dar el derecho de voto a todos los “hombres con tierras bastantes”, aunque no fueran miembros de una iglesia y de permitir una completa libertad religiosa a gente con creencias ortodoxas y “vida civil”. Aunque era verdad, sin embargo, que Connecticut había sido mucho más democrático que Massachusetts en dar el voto a los no miembros de una iglesia, apenas se permitía una libertad religiosa completa a los no puritanos. A cambio de su buena disposición para con las solicitudes de los comisionados, Connecticut y Rhode Island, como Plymouth, se vieron favorecidos con un mensaje del rey Carlos felicitándoles por su buen comportamiento.

Una vez concluido rápida y satisfactoriamente su trabajo con las colonias del sur de Nueva Inglaterra, los comisionados dedicaron su atención a su problema principal: la Bahía de Massachusetts. Enfrentándose al Tribunal General de Massachusetts en mayo de 1665, los comisionados se dieron cuenta enseguida de que esta colonia no conseguiría del rey condecoraciones por buena conducta. Los comisionados plantearon sus demandas: que se proponía actuar como tribunal de apelaciones para los casos de Massachusetts; que, como habían hecho las demás colonias, Massachusetts adoptara un juramento de lealtad al rey; que concediera completa libertad religiosa a los anglicanos y que cumpliera las Leyes de Navegación. Los comisionados también reclamaron que Massachusetts eliminara de verdad su prohibición contra el voto de no miembros de la iglesia.

Liderada por el gobernador Richard Bellingham, Massachusetts rechazó de plano cada una de estas demandas reales. La concesión de Massachusetts, declaraba después, daba a la colonia de la bahía poder absoluto para dictar leyes y administrar justicia, así que cualquier actividad de apelación por parte de la comisión sería una intolerable violación de los derechos de Massachusetts. Los comisionados respondieron con enfado que eran agentes directos del rey, la misma autoridad responsable de la concesión. ¿Niega Massachusetts la autoridad de la comisión real? Massachusetts contestó, en una obra maestra de evasión y falsa humildad, que estaba más allá de su capacidad o función decidir sobre la validez de la comisión.

Los comisionados decidieron tomar el toro por los cuernos y establecerse como tribunal de apelación en la cas del capitán Thomas Breedon, para escuchar quejas contra Massachusetts. Pero el Tribunal General actuó con rapidez, proclamando “al son de trompetas” fuera de la casa de Breedon que esta acción era una violación de la concesión real y de los derechos de Massachusetts y no podía contar con la aprobación del Tribunal General.

Derrotados y frustrados, los comisionados abandonaron Boston, pero con esta advertencia de lo que iba a pasar:

El Rey no renunció a su soberanía sobre vosotros cuando os hizo una corporación. Cuando Su Majestad os dio poder para hacer leyes sanas y administrar justicia por ellas, no abandonó su derecho a juzgar si las leyes son sanas (…) es posible que la concesión que tanto idolatráis pueda perderse hasta que os hayáis librado de esas muchas injusticias, opresiones, violencias y sangre de las que os habéis quejado.

Con el coronel Richard Nicolls de vuelta a Nueva York para asumir su cargo como gobernador, los demás comisionados se dirigieron al norte para tratar de acabar con el gobierno de Massachusetts sobre los asentamientos de New Hampshire y Maine. Más allá de conseguir unas pocas firmas en una petición al rey de liberación del gobierno de Massachusetts, los comisionados consiguieron poco en los pueblos de New Hampshire, a pesar de estar acompañados por agentes del pretendiente de la propiedad de New Hampshire, Robert T. Mason. De hecho, los pueblos de Portsmouth y Dover hicieron llamar a algunos magistrados de Massachusetts para resaltar su solidaridad con esta. No es sorprendente, ya que New Hampshire estaba dominado por una oligarquía de mercaderes de Massachusetts (por ejemplo, Valentine Hill y la familia Waldron) que se habían mudado al Piscataqua para dedicarse al floreciente comercio de la madera y la pesca. La oligarquía era nombrada por el Tribunal General de Massachusetts o elegida por un cuerpo electoral muy limitado.

Una docena de peticionarios de Portsmouth se quejaba a la comisión de que bajo Massachusetts “cinco o seis de los hombres más ricos de esta parroquia han gobernado y ordenado todos los cargos, civiles y militares, a placer y nadie se atrevió a oponerse por miedo a grandes multas o una larga prisión”. En particular, la oposición atacaba al gobierno teocrático puritano y reclamaba el derecho de culto como anglicanos y el derecho de voto. El mayor ardor de los peticionarios lo expuso el ministro puritano de Dover, Reverendo Joshua Moody. Los peticionarios también pedían una unión de New Hampshire y Maine, donde los asentamientos tenían problemas similares.

Si algunos mercaderes eran miembros privilegiados de la oligarquía de New Hampshire, también otros como Francis Champernowne encabezaban la petición y otros más como Pynchon y Bradstreet defendieron a los peticionarios en el tribunal de Massachusetts. Pero sin éxito. Pues tan pronto como se fueron los comisionados, las autoridades de Massachusetts empezaron a arrestar los lo principales peticionarios y reclamantes. Así, el destilador de Portsmouth, Abraham Corbett, fue llevado ante el tribunal “para responder por sus prácticas tumultuosas y sediciosas contra su gobierno”.

Los resultados fueron sin embargo más fructíferos para la comisión en los pueblos de Maine, de los que se había apropiado Massachusetts solo una década antes y donde la preponderancia de los colonos y pescadores anti-puritanos mantenían alto el resentimiento. Al encontrar a Maine descontento con el gobierno de Massachusetts, los comisionados procedieron a organizar  un gobierno independiente en York para los ocho pueblos de Maine. Los comisionados contaban con una carta real ordenando el sometimiento de los pueblos de Maine a la jurisdicción de Ferdinando Gorges, nieto y heredero del anterior propietario, y John Archdale acompañaba a la comisión como representante de Gorges para ver que se aplicaba la orden.

Viajando más al este de la nueva provincia del Duque de York, al este del Río Kennebec (hoy Maine central y oriental), los comisionados organizaron luego un gobierno, bajo el duque, de los pocos habitantes dispersos y llamaron Cornwall al territorio.

Antes de disolverse, los comisionados enviaron su informe a la Corona en diciembre de 1665. En él atacaban la intransigencia de Massachusetts y recomendaban la revocación de la concesión de la colonia de la bahía. También recomendaban un gobierno real directo para New Hampshire y Maine y alababan la actitud cooperativa de otras colonias de Nueva Inglaterra.

Sin embargo el informe de los comisionados resultó funesto. Una maldición: ninguno de los comisionados volvió a casa con el informe. Maverick se estableció en Nueva York; Carr murió poco después y Cartwright, viajando a Inglaterra con el informe, fue capturado en el mar por los holandeses. Más importante fue que el rey creyó que era un mal momento para ocuparse de Massaachusetts.

Por supuesto, los holandeses se sentían agraviados por la repentina apropiación por Inglaterra de Nueva Holanda en un momento en que los dos países estaban en paz. Y en la consiguiente guerra con los holandeses, Inglaterra soporte fuertes pérdidas y gastos, especialmente cuando los franceses se pusieron del lado de los holandeses. También una gran epidemia devastó Londres y el sur de Inglaterra y ese mismo año un gran incendio destruyó dos tercios de las viviendas de Londres. Además, se estaba alzando un clamor contra el lord canciller del rey, el despótico Conde de Clarendon, que pronto sería derrocado y enviado al exilio.

Con toda la agitación en Inglaterra, Carlos decidió dejar por el momento el asunto de Massachusetts. En abril de 1666 pidió a Massachusetts que enviara un delegado a Inglaterra para responder a las acusaciones de los comisionados. Massachusetts replicó bruscamente que ya había dado todas sus explicaciones a los comisionados y ahora no tenía nada que añadir. La colonia de la bahía, sí envió a la Corona como endulzante un regalo de dos mástiles caros y grandes para la marina real, por valor de unas dos mil libras, de los bosques de New Hampshire.

El rechazo de Massachusetts no se había decidido sin oposición. Ciudadanos importantes de unos pocos pueblos de Massachusetts aconsejaron obedecer la orden del rey. De los peticionarios de Boston contra el desafío, la abrumadora mayoría fueron: (a) mercaderes y (b) hombres no libre y por tanto no votantes y miembros de iglesias no puritanas. Así que el consejo de precaución vino en buena parte de los grupos más prominentes en fuerte oposición al gobierno de la oligarquía existente.

A pesar del desafío de Massachusetts, el rey abandonó entonces el asunto y dejó de perseguir a la colonia. En el interior, el odiado Conde de Clarendon cayó del poder en 1667, para ser sucedido por el ministerio Cabal, en el que Anthony Ashley Cooper, luego Conde de Shaftesbury, fue el cargo más influyente en asuntos coloniales. Y como el propio Lord Ashley era un activo propietario de la nueva concesión de Carolina, se interesaba minimizar la interferencia real en las colonias. Además, otros propietarios coloniales influyentes, como el Duque de York, estaban más interesados en explotar sus propios derechos de propiedad que en poner de rodillas a las colonias. El gobierno de Massachusetts había triunfado… de momento.

Incluso la única victoria de los comisionados sobre la Bahía de Massachusetts (la separación de Maine) resultó de corta duración. Durante la guerra anglo-holandesa, el apoyo a Massachusetts en Maine aumentó por el miedo a los indios amigos de los franceses y de los misioneros católicos franceses. También al darse cuenta de que Inglaterra, al empezar la guerra y caer Clarendon, no tenía en mente intervenir, Massachusetts, en la primavera de 1668, dio pasos para reincorporar por la fuerza  los pueblos de Maine a la comunidad de la bahía. Cuatro líderes del Tribunal General fueron a York y allí reimpusieron en gobierno de Massachusetts sobre Maine. Massachusetts gobernaba ahora triunfante, sin una sola derrota a manos de la Corona.


[1] Oliver P. Chitwood, A History of Colonial America, 3ª ed. (Nueva York: Harper, 1961), p. 219.

Publicado el 16 de octubre de 2012. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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