La mayor transformación industrial de Estados Unidos

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[The Transformation of the American Economy, 1865-1914: An Essay in Interpretation • Robert Higgs • John Wiley & Sons, 1971]

El periodo entre 1873 y 1894 sigue siendo uno de los menos entendidos y más debatidos en toda la historia económica estadounidense. Para algunos, esta época representa la fase más importante de crecimiento industrial en la historia del país.[1] Pero otros interpretan los datos como evidencia de una de las más largas depresiones de Estados Unidos.[2] Unos pocos investigadores han incluso tenido que revisar sus creencias a la vista de las evidencias.[3]

Lo que hace que este tema concreto resulte tan relevante y controvertido es la deflación general de precios[4] que caracterizó al periodo.[5] Esta tendencia de caída de precios (junto con ciertos problemas que supuestamente impactaron en el sector agrícola del país) llevó a muchos economistas a catalogar esta época como una depresión. Por otro lado, algunos economistas ven la deflación como una evidencia de que una caída en los precios no implica necesariamente una pérdida en riqueza y productividad.[6]

¿Cómo pueden estar en desacuerdo acerca de un periodo de tiempo tan abundantemente documentado? El tema no es complicado. Se refiere solo a si la economía estadounidense creció o encogió entre 1873 y 1894. Muy sencillo, ¿no? ¡Pero la profesión económica no puede encontrar un consenso! Tal vez haya que echar la culpa a una falta de preocupación por los detalles.

Si hay un economista con inclinación pro los detalles y con voluntad de descubrir los hechos, este es Robert Higgs. Lo hemos visto en su obra sobre la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.[7] Los más radicales apreciamos también el inmenso esfuerzo puesto en su obra más conocida, Crisis and Leviathan.[8] Higgs, un economista que sufrió un cambio ideológico y metodológico radical a lo largo de su carrera, no descansa. Y no debería sorprendernos que sea asimismo el autor de uno de los mejores estudios de la economía estadounidense entre 1865 y 1914: su primer libro, The Transformation of the American Economy.

Escrito cuando Higgs era aún un positivista metodológico, The Transformation of the American Economy es una interpretación de una enorme colección de evidencias empíricas.[9] Pero los puristas praxeológicos no deberían renunciar a leer el libro. El aspecto más cuestionable de la metodología de Higgs (tomada en buena parte de Milton Friedman y Karl Popper)[10] está probablemente en su juicio de la “utilidad” de una teoría de acuerdo con los bien que se ajuste a los hechos.[11] Pero Mises estaría de acuerdo con Higgs en que los historiadores deberían utilizar teoría para interpretar la historia (en lugar de usar historia como medio para desarrollar teoría).[12] Y aunque la “utilidad” de una teoría no puede determinarse por lo bien que se ajuste a los hechos, indudablemente Mises estaría de acuerdo con la idea de que la teoría debe ajustarse a los detalles de la historia.[13] En resumen, La historia de Higgs debería ser satisfactoria para metodologistas de todos los tipos.

A pesar de la propia admisión de Higgs de que su libro no es una explicación completa de todo el periodo entre 1865 y 1914,[14] indudablemente sigue siendo uno de los relatos más completos desde el artículo periodístico de Walt Rostow sobre la “depresión” de 1873-96.[15] Me costaría encontrar una alternativa mejor.

Antes de continuar, debería quedar claro que el periodo entre 1873 y 1896 fue testigo de varias fluctuaciones. El sector bancario de Estados Unidos sufrió un crash en septiembre de 1873, causando una ligera caída en la productividad.[16]

Sin embargo, el grado de daño está sujeto a debate. En palabras de Rothbard, “¿Qué tipo de ‘depresión’ es una que muestra una expansión extraordinariamente grande de la industria, los ferrocarriles, la producción física, el producto nacional neto o la renta real por cabeza?”[17] Las evidencias sin duda van a favor de Rothbard. Según Friedman y Schwartz:

Sea cual sea la estimación que acepte uno del producto nacional neto, la conclusión principal es la misma: una aumento normalmente rápido en la producción convirtiendo una tasa inusualmente lenta de aumento en las existencias de dinero en una rápida bajada en los precios.[18]

Lo datos sobre producción industrial muestran una pequeña bajada entre 1873 y 1874 de 29 a 28 en el índice de Frickley (siendo 1900 el año de referencia), pero un aumento de 32 a 36 para 1878 y 1879, respectivamente.[19]

Se produjo otro pánico financiero en 1884, pero la producción industrial se mantuvo sin cambios en 47 entre 1884 y 1885 y en 1886 la producción había subido a 57.[20]

Entre 1873 y 1892, la producción industrial ascendió de 30 a 79.[21] Esto representa un crecimiento revolucionario, y tal vez no sobrepasado históricamente, en la productividad estadounidense. El periodo de vigoroso crecimiento acabó en 1893, que vio los inicios de una dramática depresión causada, en buena medida, por los disturbios políticos sobre patrones oro y plata y la incapacidad de los bancos para satisfacer un aumento en la demanda de dinero.[22]

Ahora que tenemos una visión amplia de la naturaleza y dirección de la economía estadounidense durante este periodo de tiempo, podemos empezar nuestra incursión en The Transformation of the American Economy de Higgs. El libro de Higgs es mucho más que una historia de depresiones y crecimiento. Es una crónica del cambio estructural que tuvo lugar en Estados Unidos durante los casi 50 años que van de la Guerra de Secesión a la Primera Guerra Mundial. Higgs se ocupa de cuatro temas principales: causas y naturaleza del crecimiento industrial, urbanización, impacto de los cambios en la agricultura y los granjeros e inluencia de la industrialización en el trabajador y en la desigualdad racial.

Higgs explica que el gran crecimiento industrial de las últimas décadas de siglo XIX no fue un fenómeno aislado y repentino. Las raíces de la revolución industrial estadounidense se encuentran en la economía prebélica de las décadas de 1840 y 1850. Lo que permitió el gran auge posbélico en la producción con una caída constante en los precios fue una ralentización del ritmo de expansión monetaria, que, tras el periodo de los greenback, se mantuvo principalmente ligada a la producción de oro.[23]

¿Qué hizo posible este crecimiento económico radical? Los cambios en la población estadounidense ofrecen una explicación parcial. Entre1865 y 1915, la población estadounidense prácticamente se triplicó, gracias a una caída en las tasas de mortalidad y un aumento sustancial en la inmigración. Un subproducto importante de una mayor productividad fueron, por supuesto, las nuevas tecnologías que permitieron a la ciencia médica combatir enfermedades que habían plagado previamente a poblaciones densas. El gran impacto económico de todo esto fue un aumento en la fuerza laboral: cuantos más trabajadores, mayor es el trabajo que puede hacerse.

Hubo asimismo un importante aumento en la productividad agrícola, causado por la mecanización y la adquisición de tierras más productivas y en buena parte deshabitadas (entre 1845 y 1848, Estados Unidos se expandió territorialmente en casi un 70%). La mayor productividad agrícola liberó mano de obra para fines industriales.

También hubo una acumulación de capital humano, incluyendo un aumento en las tasas de alfabetización (la alfabetización entre los blancos aumentó del 90% en 1870 al 95% en 1915 y entre los no blancos del 20% en 1870 al 70% en 1910), a pesar de las fluctuaciones en la asistencia a las escuelas públicas.[24]

Los aumentos en la inversión fueron posibles solo por una mayor acumulación de capital, al apartar los consumidores sus ahorros, que eran luego invertidos en la producción de una cantidad aún mayor de riqueza. El agrandamiento del mercado, junto con las innovaciones tecnológicas, hizo posible un aumento en las economías de escala. Esto se ve en el auge de las corporaciones y las grandes empresas, que hacían uso de técnicas de producción en masa para proporcionar productos de calidad al consumidor. En cierto sentido, la productividad del periodo se alimentaba a sí misma (una ventaja del mercado no intervenido).

El aumento el la productividad agrícola hizo posible una mayor población con una cantidad relativamente menor de productores. Esto dio a mucha gente la posibilidad de abandonar el campo y emigrar a las ciudades. No es sorprendente que el tamaño delas ciudades aumentara durante el periodo posbélico; esto también contribuyó a la creación de grandes centros industriales ubicados en ciudades.

Los problemas de salud relacionados con el aumento de la densidad de la población se resolvieron poco a poco mediante avances médicos y tecnológicos, como se ha mencionado antes. Esto no solo incluía tecnologías médicas, como vacunas y medicinas antibacteriales, sino asimismo productos menos evidentes, como filtros de agua y mejores sistemas de alcantarillado.

Higgs también propone que un aumento en la densidad de población haría más fácil la innovación. Permitiría a la gente compartir ideas y conocerlas más rápidamente y así crear sobre estas nuevas ideas más rápida y eficazmente. En otras palabras, habría menos barreras al desarrollo intelectual.

Productividad industrial y crecimiento urbano aparte, la época de 1873-96 se considera habitualmente como un periodo de gran pobreza para el granjero. Sin duda un aumento en la producción industrial llevó a una caída en los precios de los productos agrícolas y a un aumento en la productividad que hacía necesarios menos granjeros. Los que no pudieran adaptarse a la naturaleza cambiante del mercado iban a sufrir sin duda, pero esto no es distinto a los cambios en cualquier otro sector.

Es verdad que los precios de los productos agrarios cayeron en mayor magnitud que los costes de transporte, lo que hizo que los costes de producción fueran relativamente superiores respecto de la situación anterior. Pero incluso esto sugiere sencillamente la necesidad de cambiar los modelos de negocio.

Por supuesto, estaban las acusaciones comunes contra los prestamistas. Durante este periodo, los granjeros solían hipotecar su terreno como medio para conseguir el capital necesario para invertir en mecanización y otras cosas para aumentar la productividad de sus tierras.

El aumento en los ahorros llevó a una caída en los tipos de interés, que llevó a la creación de un enorme sector prestamista en el oeste de Estados Unidos. Los tipos de interés también cayeron debido a la deflación de precios, que aumentó con el tiempo el valor real del interés.

Respecto de impacto de la deflación en los granjeros, Higgs concluye que los que tenían pocas deudas no estaban expuestos a los cambios en la relación entre el valor de su deuda y el de su producción. Curiosamente, muchos prestamistas incluían la opción de un tipo de interés dinámico, permitiendo que cayera el tipo de los préstamos con la deflación.

En resumen, el sector agrícola experimentó las consecuencias de un cambio estructural a favor de la industrialización. La agricultura ya no era el sector dominante y esto obligó a muchas personas a cambiar sus planes de negocio o incluso su área de trabajo.

¿Debería haberse salvado el sector de la calesa contra las agresiones de automóvil? Los problemas sufridos por las víctimas de la creciente irrelevancia de sus empleos fueron temporales. Aunque fuera quizá incómodo para algunas personas, nada de esto sugiere que hubiera ninguna pobreza general o depresión en la agricultura. Tal vez esta pobreza fuera propia de aquellos que sencillamente rechazaban cambiar con los tiempos. El gran crecimiento productivo hizo posible el empleo para todos los capaces y dispuestos a adaptarse.

¿Llevó la industrialización a una mayor desigualdad? Los salarios reales de los trabajadores crecieron entre 1880 y 1894 a un ritmo muy rápido, lo que significa que el estadounidense medio era notablemente más rico a final de este periodo que al principio. Esto fue causado sin duda por una combinación del aumento de los niveles de los salarios nominales y las caídas de precios: el poder adquisitivo del dólar estaba aumentando y era el consumidor el que más se beneficiaba. Aunque había desigualdad entre los trabajadores de distintas regiones geográficas, Higgs demuestra que los salarios estaban aumentando igual de rápido en el sur que en cualquier otra parte. Cualquier pobreza general que pueda haber existido en el sur era una consecuencia, no del estancamiento industrial, sino de la Guerra de Secesión y la destrucción masiva que produjo en las propiedades sureñas.

Respecto de la desigualdad entre trabajadores de distintas razas, especialmente entre estadounidenses nativos blancos e inmigrantes europeos, Higgs demuestra que incluso en caso de discriminación, esta se veía habitualmente compensada por la competencia creada por la expansión industrial. Dicho de forma sencilla, si un empresario ofrecía a un inmigrante salarios más bajos, un competidor a menudo aprovechaba esto como una oportunidad para quedarse con ese trabajador ofreciéndole un salario superior. Sobre la discriminación contra trabajadores negros, Higgs no es muy concluyente, pero no presenta ninguna evidencia que sugiera que el mercado recompensara la discriminación. Por el contrario, apunta a la desigualdad de trato bajo la ley y a la discriminación pública contra los negros en sus esfuerzos por conseguir habilidades y educación. Higgs continúa su trabajo sobre este tema en un libro posterior.[25]

La investigación en The Transformation of the American Economy de Robert Higgs es mucho más meticulosa de lo que esta reseña puede llevar a creer. Higgs decribe minuciosamente la historia económica del periodo. El detalle con el que explica los conceptos generales aquí empleados es asombroso. La mayoría de las historias se han centrado en aspectos monetarios de la deflación entre 1873 y 1894, pero la historia de Higgs abarca mucho más y es mucho más humana. Es una historia de un importante cambio estructural en la economía estadounidense y de cómo impacto a distinta gente. Higgs deja poco a la imaginación y reconoce explícitamente lo que no conoce.

The Transformation of the American Economy es un libro que debería leer todo economista e historiador económico. Si más de estos profesionales se tomara tiempo para revisar el libro de Robert Higgs, habría mucha menos confusión y desacuerdo. Higgs demuestra que el periodo entre la Guerra de Secesión y la Primera Guerra Mundial fue en buena parte una época de productividad radical y un enorme aumento en la riqueza. Es verdad que algunos sufrieron, como cabe esperar en estos cambios, pero la sociedad en general se benefició hasta un grado nunca experimentado antes o visto desde entonces.[26]


[1] Murray N. Rothbard, A History of Money and Banking in the United States (Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute, 2002), pp. 147-169; Jonathan M. Finegold Catalán, “The Austrian History of US Money and Banking“.

[2] Paul Krugman, “The Third Depression“. Krugman escribe: “Hasta donde sé, solo hay dos épocas en la historia económica que sean ampliamente descritas como ‘depresiones’ en su momento: los años de deflación e inestabilidad que siguieron al pánico de 1873 y los años de desempleo masivo que siguieron a la crisis financiera de 1929-31”.

[3] Ver el más conocido, Milton Friedman y Anna J. Schwartz, A Monetary History of the United States, 1867-1960 (Princeton: Princeton University Press, 1963), p. 15.

Dada tan amplia diversidad de opiniones, uno puede asombrarse al darse cuenta de cómo se ha realizado la investigación sobre el tema. No es que falte conocimiento histórico en este caso.

[4] Usaré “deflación de precios”, “deflación” y “caída [general] de precios” como sinónimos. En ningún caso quiero decir una reducción en la oferta de dinero. En los tres casos, me refiero al movimiento general de los precios.

[5] F.W. Taussig, “Prices from 1873 to 1884”, Science 6, nº 142 (1885).

[6] El asunto de la deflación es más complejo. Evito a propósito el tema para simplificar. La complejidad deriva del hecho de que una caída en el nivel general de precios puede ser causada por distintos factores y es este factor causal el que decide si la deflación es dañina. Ver Steven Horwitz, “Deflation: The Good, the Bad, and the Ugly“, The Freeman 60, nº 1 (2010).

[7] Robert Higgs, Depression, War, and Cold War (Oakland, California: The Independent Institute, 2006); Robert Higgs, Arms, Politics, and the Economy: Historical and Contemporary Perspectives (Oakland, California: The Independent Institute, 1990); Robert Higgs, Resurgence of the Warfare State: The Crisis Since 9/11 (Oakland, California: The Independent Institute, 2005).

[8] Robert Higgs, Crisis and Leviathan: Critical Episodes in the Growth of American Government (Oxford, Reino Unido: Oxford University Press, 1987).

[9] Robert Higgs, “Nonsense about Deflation“; escribe “incluso si eres un positivista confirmado en tu inclinación metodológica (como era yo en 1971). También, en la p. 67 de The Transformation of the American Economy, Higgs describe la metodología que usó.

[10] Milton Friedman, Essays in Positive Economics (Chicago, Illinois: University of Chicago, 1953) [Publicado en España como Ensayos sobre Economía positiva, Madrod: Gredos,1967)] ; Karl R. Popper, The Logic of Scientific Discovery (Nueva York: Harper Torchbooks, 1965) [Publicado en España como La lógica de la investigación científica (Madrid: Tecnos, 2004)].

[11] Escribe Higgs: “Para determinar cuál de las teorías en competencia es la más útil, debemos considerar cuestiones para las que predicen algo distinto”; Higgs 1971, p. 7.

[12] Ludwig von Mises, Human Action (Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute, 1998), pp. 38–41. [Publicado en España como La acción humana (Madrid: Unión Editorial, 2011)].

[13] Si una teoría dice que si A entonces B, una aplicación a la realidad solo puede ser útil si A ocurre realmente en la realidad.

[14] Robert Higgs 1971, p. viii.

[15] W.W. Rostow, “Investment and the Great Depression”, Economic History Review 8, 2 (1938).

[16] Samuel Rezneck, “Distress, Relief, and Discontent in the United States during the Depression of 1873-1878”, Journal of Political Economy 58, nº 6 1950; Rothbard, History of Money and Banking in the United States (Auburn: Ludwig von Mises Institute, 2002) p. 153.

[17] Rothbard 2002, pp. 153–156. Rothbard interpreta el pánico de 1873 como un periodo necesario de quiebra para limpiar el sistema financiero, dando paso a un gran crecimiento que tuvo lugar durante las siguientes dos décadas.

[18] Friedman y Schwartz 1963, p. 41.

[19] Christina D. Romer, “Is the Stabilization of the Postwar Economy a Figment of the Data?”, The American Economic Review 76, nº 3 (1986), p. 318; Edwin Frickley, Production in the United States, 1860-1914. Harvard Economic Studies (Cambridge: Harvard University Press, 1947).

[20] Rothbard 2002, pp. 161-162; Romer 1986, p. 318.

[21] Ibíd.

[22] La explicación política, Rothbard 2002, pp. 168-169; una explicación monetaria, Friedman and Schwartz 1963, pp. 108-113; una explicación bancaria, ver George Selgin, The Theory of Free Banking (Totowa, New Jersey: Rowman & Littlefield, 1988), pp. 13-15.

[23] El dólar greenback era una divisa fiduciaria en papel emitida por Estados Unidos como medio para pagar gastos durante la Guerra de Secesión. Se usó como alternativa a la emisión de deudas e impuestos. Ver Fred Perry Powers, “The Greenback in War”, Political Science Quarterly 2, nº 1 (1887).

[24] Los trabajadores frecuentemente aprendían por sí mismos ciertas habilidades intelectuales requeridas para distintos trabajos y es importante recordar que las ganancias en productividad permiten aumentar el tiempo libre, que incluye proporcionar a los padres la oportunidad de enseñar a sus hijos (mientras que antes el coste de oportunidad de tomarse tiempo para enseñar a tus hijos cómo leer incluía la pérdidas de salarios necesarios). También había mucha formación en el trabajo, donde los empresarios estaban más que dispuestos a proporcionar a los trabajadores las herramientas necesarias para el empleo.

[25] Robert Higgs, Competition and Coercion: Blacks in the American Economy, 1865-1914 (Cambridge: Cambridge University Press, 2008).

[26] Una posible excepción es el periodo entre 1980 y 2001, aunque no he visto una comparación de los datos. Aun así, los dos periodos son incomparables respecto de lo esencialmente que cambió la economía estadounidense.

Publicado el 3 de octubre de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.