1. El columnista del New York Times, Eduardo Porter, sobre cómo aumentar los salarios
Los siguientes tres párrafos son una cita del artículo “Unionizing the Bottom of the Pay Scale”, del columnista del New York Times, Eduardo Porter. El artículo apareció en portada en la sección de economía en la edición nacional del 5 de diciembre de 2012. El tema del artículo son los intentos actuales en marcha para sindicalizar a empleados de establecimientos como restaurantes de comida rápida y Walmart, cuyos trabajadores están en las escala inferior de los salarios en EEUU.
Los líderes sindicales saben que tienen pocas posibilidades, acorralados por sentencias legales que limitan cómo pueden organizarse y protestar, mientras tratan de organizar a trabajadores en sectores de baja cualificación y alta rotación, como la comida rápida. Pero esperan haber ideado una estrategia ganadora, aplicando algunas de las tácticas que usaron los trabajadores antes de que la Ley Wagner creara el derecho federal legal a sindicalizarse en 1935.
“Debemos volver a las estrategias de interrupción no violenta de la década de 1930”, sugiere Stephen Lerner, un veterano organizador y estratega anteriormente en el Service Employees International Union, uno de los sindicatos detrás de la huelga de la comida rápida. “No puedes organizarte con éxito sin una desobediencia civil a gran escala. La ley cambiará cuando los empresarios digan que hay demasiadas interrupciones. Necesitamos otro sistema”.
En las décadas de 1990 y 2000, el S.E.I.U. sindicalizó a decenas de miles de limpiadores, principalmente latinos, de Los Ángeles a Houston, incluyendo a miles de inmigrantes ilegales, a los que se consideraba hasta entonces imposibles de organizar debido a su estado legal. Lo hizo presionando no solo a los contratistas de mantenimientos de edificios, sino asimismo a los propietarios de edificios que los contrataban, a menudo recurriendo a tácticas muy agresivas. En 1990, el sindicato pidió a los miembros que enviaran por correo su basura a Judd Malkin, el presidente de la empresa propietaria de edificios en el complejo Century City en Los Ángeles, imprimiendo su dirección en bolsas de basura. Malkin se reunió con Lerner poco después.
Porter cree equivocadamente que los sindicatos son capaces de mejorar el nivel de vida de los asalariados en todo el sistema económico y que lo hacen asegurando aumentos en los salarios en dinero. Junto con casi todos, comete el error de suponer que como ganar más dinero es evidentemente una política inteligente a seguir para un asalariado individual, de esto se deduce que debe ser una política inteligente a conseguir por los todos los asalariados juntos. Ignora completamente el hecho de que los aumentos en salarios monetarios obtenidos por sindicatos reducen la cantidad de mano de obra demandada y por tanto causan desempleo, menos producción, precios más altos y una carga añadida de apoyo a los desempleados. Ignora el hecho de que lo que sirve para aumentar los salarios monetarios sin causar desempleo adicional es sencillamente el aumento en la cantidad de dinero y el consiguiente aumento en el volumen de gasto en el sistema económico. Pero este fenómeno sirve igualmente para aumentar precios y por tanto no mejora el nivel de vida de los asalariados.
Por exponer estos puntos en la terminología habitual de demanda y oferta, la única forma en que pueden aumentar los niveles salariales es o bien si hay menos oferta de trabajo, lo que significa desempleo, o bien más demanda de trabajo, lo que también significaría más demanda de bienes de consumo y por tanto precios más altos en los bienes de consumo. Así que, por muy sorprendente que pueda ser, debemos concluir que salarios monetarios más altos, ya se obtengan mediante menos oferta de trabajo o más demanda de trabajo basada en una mayor cantidad de dinero, sencillamente no aumentan el nivel de vida del asalariado medio. Debemos concluir que si realmente quieren aumentar el nivel de vida del trabajador medio, los sindicatos están completamente equivocados en hacer de su objetivo el aumento en los salarios. Pero ese es su objetivo y no tienen ningún otro gran objetivo comparable.
Quiero reconocer que hay una forma en que un aumento en la demanda de trabajo puede aumentar los niveles salariales sin aumentar la demanda de bienes de consumo y de precios. Y es siempre que tenga lugar como consecuencia de un aumento en el ahorro. Lo que contribuiría a esto serían las reducciones en el gasto público acompañadas por reducciones equivalentes en impuestos pagados con fondos que de otra manera serían ahorrados e invertidos profusamente. En esta categoría están el impuesto de sociedades, el impuesto progresivo de la renta, los impuestos a ganancias de capital y los impuestos de sucesiones. Los ahorros adicionales que se producirían se gastarían en buena medida en el pago de salarios adicionales. Los asalariados estarían en disposición de aumentar correspondientemente su gasto de consumo. Esto no representaría un aumento en el gasto de consumo general total, porque estaría financiado por una reducción equivalente, en realidad más que equivalente, en el gasto de consumo por parte del gobierno. Así que, mientras que aumentan los salarios, no habría nada que hiciera que aumentaran los precios. Por supuesto, esas reducciones fiscales son un anatema absoluto para los sindicatos y sus defensores.
Lo que sí mejora el nivel de vida de los asalariados son los aumentos en la productividad del trabajo, es decir, la producción por unidad de trabajo. Esto sirve para aumentar la oferta de bienes en relación con la oferta de trabajo y así reducir precios en relación con los salarios. Puede verse acompañado por bajadas reales de precios mientras los niveles salariales no cambian. O, cuando se permiten los efectos de un aumento en la cantidad de dinero y volumen de gasto se produzcan al tiempo, manteniéndose iguales los precios mientras aumentan los salarios o aumentando ambos, precios y salarios, pero con los precios aumentando menos que los salarios.
Debo apuntar que un fundamento esencial para un aumento en la productividad del trabajo es un grado suficientemente alto de gasto para producir bienes de capital en lugar de bienes de consumo. El resultado es también apoyado por reducciones en el gasto público acompañadas por reducciones equivalentes en impuestos pagados por fondos que de otra forma serían ahorrados e invertidos.
Porter y casi todos los demás desconocen totalmente estos hechos. Sobre todo, ignoran el hecho de que el nivel de vida de los asalariados no aumenta en el lado de los niveles salariales sino del de los precios a la baja. Como se ha indicado, la caída en los precios no tiene que ser absoluta. Pero debe ser al menos relativa. Es decir, los precios deben bajar al menos en comparación con los que habrían sido en caso contrario si el único factor operativo fuera un aumento en la cantidad de dinero y el volumen de gasto.
Cuando uno comprende que el nivel de vida de los asalariados aumenta por el lado de los precios que bajan en lugar de por los salarios que suben, solo hace falta dar un pequeño paso hasta la conclusión de que los sindicatos no solo ignoran completamente cómo aumentar en nivel de vida de los asalariados en general, sino que operan de forma diametralmente opuesta a los intereses de los asalariados en general.
Los sindicatos pueden aumentar el nivel de vida de pequeños grupos de trabajadores, consiguiendo privilegios monopolistas que limiten el número de trabajadores que pueden emplearse en un sector laboral concreto o causando una necesidad artificial de servicios de trabajadores de cierto tipo. Pero en estos casos reducen en nivel de vida de otros trabajadores.
Los trabajadores a los que se impide trabajar en sector sindicalizados deben encontrar empleo en otros sectores, donde al aumento en sus cifras sirve para deprimir los salarios. Si hay leyes de salario mínimo que prohíban esa caída en los salarios, entonces los trabajadores desplazados acabaran simplemente como parados o tomarán los trabajos que de otros trabajadores que se convertirán en desempleados.
Obligar al empleo continuo de más trabajadores de los necesarios para fabricar un producto a pesar del hecho de que los avances económicos hayan hecho que su empleo en esa línea de trabajo ya no sea necesario, tiene el efecto de mantener un precio de producto que es innecesariamente alto y por tanto de privar a los asalariados en todo el sistema económico de los fondos que habrían tenido disponibles como consecuencia de un precio más bajo para gastar en otros productos. Y deberíamos darnos cuenta de que la fabricación de estos productos, previamente no asequibles por falta de fondos disponibles, habría requerido en empleo de una cantidad de trabajo igual al trabajo desplazado inicialmente.
A la vista de estos hechos, uno puede entender cómo la productividad del trabajo a lo largo de los últimos 225 años aproximadamente se ha multiplicado enormemente con un efecto positivo comparablemente enorme en salarios reales y nivel general de vida sin efecto negativo alguno en la tasa general de desempleo. De hecho, el número total de asalariados empleados también ha aumentado enormemente, en línea con el aumento de población que hizo posible el aumento en la productividad del trabajo y el consecuente aumento en el nivel de vida.
La única contribución de los sindicatos a este proceso es impedirlo. A cada paso, luchan contra el aumento en la productividad del trabajo siempre que amenace con reducir el número de empleos disponibles para sus miembros. De hecho, se enorgullecen abiertamente de “crear trabajo” en lugar de crear bienes, aparentemente incapaces de entender que crear trabajo requiriendo más trabajo del necesarios para producir un bien hace impedir la producción de otros bienes, que habrían estado disponibles además del bien concreto que les preocupa.
La afiliación a los sindicatos en el empleo privado ha disminuido mucho a lo largo de las décadas, desde aproximadamente un 35% a mediados de la década de 1950 a en torno al 7% hoy. La razón es el hecho de que la sindicalización impone costes artificialmente altos a las empresas, en forma de salarios sindicales por encima del mercado y reducciones de la eficiencia y la calidad del producto al luchar contra la hostilidad sindical ante mejora en la productividad, normas laborales arbitrarias y la dificultad e incluso la imposibilidad de despedir a trabajadores incompetentes. Bajo estas condiciones, las empresas no pueden competir con otras, extranjeras o nacionales, que no estén sindicalizadas y por tanto antes o después deben abandonar el negocio. El ejemplo más reciente a gran escala es el de Hostess Brands. Tuvo que acabar cerrando cuando uno de los grandes sindicatos con los que tuvo que tratar se negó a aceptar una reducción salarial, con la consecuencia de que 18.000 trabajadores quedaron sin empleo. Este tipo de historia, repetido cientos de veces, explica el declive de la afiliación sindical.
Para continuar existiendo, los sindicatos necesitan “sangre fresca”. Su fuente más fructífera en décadas recientes han sido los funcionarios públicos, que ahora suponen en torno a la mitad de sus afiliados totales. Haciendo enormes contribuciones a las campañas políticas de políticos corruptos y haciendo que su afiliados voten en masa a esos políticos, lo sindicatos de funcionarios pueden conseguir salarios extravagantes y prestaciones por pensiones para sus miembros, financiados por los contribuyentes. A la vista de las quiebras o inminentes quiebras gubernamentales, este proceso ha encontrado una creciente oposición y es de esperar que pueda estar cerca de acabar.
Debo comentar brevemente sobre el tema principal concreto del artículo de Porter, el intento actual de sindicalizar a los trabajadores peor pagados del sistema económico. Si tienen éxito, puede servir para mejorar los niveles de vida de los trabajadores en este grupo que mantengan sus empleos. Recibirán mayores salarios.
Pero el aumento en el precio de cosas como hamburguesas y otras comidas rápidas y el tipo de bienes que vende Walmart que sería necesario para cubrir estos costes más altos impuestos por el aumento salarial, generará una reducción en las cantidades de estos bienes que los compradores puedan permitirse comprar. Esto a su vez debe generar una reducción en el número de trabajadores que estén empleados en la producción y distribución de estos bienes. Estos trabajadores estarán por tanto desempleados o harán que bajen los niveles salariales en el resto del sistema económico.
Además, los salarios real (el nivel de vida) de los trabajadores en todo el sistema económico que compren estos productos se verá reducido debido a la necesidad de pagar mayores precios por ellos, incluyendo, por supuesto, la muy considerable parte de este grupo que son ellos mismo gente de baja renta. Y los precios que paguen serán más altos, no solo debido al aumento en los niveles salariales impuestos por los sindicatos, sino asimismo debido a las reducciones en la productividad del trabajo impuestas por los sindicatos.
¿Puede este resultado ser realmente la idea de Porter de los sindicatos de una mejora económica para los pobres?
Y ahora llego a un punto en el que Porter tiene razón, el punto que aparece en el párrafo final que he citado de su artículo. Es la percepción de Porter de que para alcanzar sus objetivos, los sindicatos deben basarse en tácticas de intimidación e implícitamente en la fuerza y la violencia. Este es el significado de las “tácticas muy agresivas” que alaba como exitosas en los esfuerzos sindicales de organización en el pasado. Porter se refiere solo a que “el sindicato pidió a los miembros que enviaran por correo su basura a Judd Malkin, el presidente de la empresa propietaria de edificios en el complejo Century City en Los Ángeles, imprimiendo su dirección en bolsas de basura”. No menciona cosas como impedir el acceso a fábricas y tiendas por piquetes masivos, el ataque físico a trabajadores no sindicalizados, el lanzamiento de bombas fétidas en fábricas y el disparo a ruedas de camiones. Pero está claro lo que quiere decir. No se escapa utilizando la expresión “no violenta” después de “interrupción”.
Intimidación, fuerza y violencia, esa es la teoría de Porter y los sindicatos de cómo aumentar el nivel de vida del asalariado medio. Es la teoría de aquellos cuyas cabezas están tan vacías de conocimiento de la economía como estaban nuestros ancestros simiescos.
2. La Federación de Maestros de California incita al odio contra los ricos
La Federación de Maestros de California (CTF, por sus siglas en inglés) se describe a sí misma, en la página de inicio de su sitio web como “la representante estatal de la American Federation of Teachers. La CTF representa a docentes y otros empleados de escuelas y universidades públicas y privadas, desde los niños menores a la educación superior”.
La CTF es un sindicato. Su organización madre pertenece a la AFL-CIO. Como tal, es una organización basada precisamente en el mismo tipo de ignorancia de la economía que acabo de describir. Los efectos de su operación en la cantidad y calidad del producto de sus miembros y sus empleadores (principalmente el Departamento de Educación de California) son los que uno esperaría de la influencia de un sindicato poderoso. En este caso, un rendimiento muy bajo por parte de los alumnos, que generalmente quedan entre los peores de la nación en las puntuaciones de exámenes de matemáticas e inglés.
Sin embargo, en lo que se refiere al tema del conocimiento de la economía y todo lo que dependa de dicho conocimiento, como entender mucha de la historia y literatura modernas, acontecimientos actuales y políticas públicas contemporáneas, el efecto de su existencia es aún peor. Esto es porque en estas áreas, ella y muchos, si no todos, sus afiliados, trabajan para llenar las mentes de los jóvenes estudiantes, que están en la escuela para obtener conocimientos, con una ignorancia mayor que la que tenían al entrar en la escuela. Su ignorancia de la economía y la de sus afiliados sirven para crear hordas de descontentos ignorantes que son hostiles al sistema económico capitalista, los derechos individuales, la libertad económica y los principios fundacionales de los Estados Unidos.
(Por supuesto, aquí y allí uno podría encontrar algún afiliado de la CFT que rechace todas sus creencias y actividades destructivas y esté de acuerdo con los principios que he expresado. ¿Pero puede alguien cree que se l permitiría enseñar libremente esos principios? ¿Que no encontraría una abrumadora presión para no hacerlo y que su vida no se haría muy difícil, diciéndolo suavemente? Sea como sea, la CFT casi con seguridad no es una organización dedicada a apoyar la libre investigación y la discusión abierta que constituiría un desafío a las bases de su propia existencia. El hecho de que utilice cuotas pagadas por sus afiliados para desarrollar su programa político, independientemente de las convicciones y elecciones de los afiliados individuales, es una confirmación de este hecho).
No haría casi falta decir que además de enseñar el mismo tipo de ideas pro-sindicato que propone Porter, la CFT y sus miembros también enseñan mucho del resto del cuerpo de doctrina marxista, sobre todo la teoría de la explotación. Es la creencia de que los capitalistas y los ricos (en la jerga actual “el 1%”) roban y empobrecen sistemáticamente a la gran masa del pueblo (es decir, “el 99%”).
Las cabezas huecas de los “maestros” marxistas no contienen ninguna conciencia en absoluto del hecho de que bajo el capitalismo la riqueza de los ricos se acumula mediante la introducción repetida de productos nuevos y mejorados, más eficientemente producidos, que sirve para aumentar el nivel de vida de todos. Y que al acumularse esa riqueza, no lo hace como una gigantesca pila de comida en los patos de capitalistas glotones, sino como capital, es decir, como medios de producción que fabrican los productos que compran todos (capitalistas y no capitalistas) y proporcionan la base para la demanda de trabajo de todos los asalariados. La riqueza de los capitalistas (los “ricos”) es, en otras palabras, la fuente de la oferta de bienes que compran los no capitalistas y de la demanda de trabajo que venden los no capitalistas. Todo lo que reduzca esta riqueza, reduce la demanda de trabajo y la oferta de productos. De ambas formas, reduce los salarios reales y el nivel general de vida.
Así, contrariamente a las creencias de los ignorantes de la CFT, gravar la riqueza de rico no sirve para transferir comida del plato un glotón al de una persona hambrienta o para proporcionar prestaciones de cualquier tipo a los pobres, que en modo alguno son gratuitas. Por el contrario, sirve para hacer a la gente más pobre, al reducir la demanda de su trabajo y la oferta de productos disponibles para que los compren.
A la vista de este trasfondo, uno debería considerar el vídeo de dibujos animados que incluyó el pasado día la CFT y se muestra ahora destacado en su sitio web. El vídeo se titula “Pon impuestos a los ricos”. Está narrado por Ed Asner, un actor de Hollywood.
Pido a los lectores que vean este vídeo completo y escuchen cuidadosamente los comentarios de Asner. Es una obra no solo ignorante sino del tipo de ignorancia malvada con la que uno trataría de incitar a una turba, el tipo de ignorancia que se uso bajo los zares rusos para fomentar pogromos y que bajo Hitler se usó para la infame Noche de los cristales rotos, es decir, la noche en noviembre de 1938 en que las tiendas propiedad de judíos en toda Alemania fueron atacadas y destrizadas por turbas nazis.
Hitler retrataba a los judíos, que no llegaban a ser el 1% de la población alemana como un grupo conspirativo taimado y glotonamente avaricioso, que trataba de mejorar a costa del 99% o más del pueblo alemán que no era judío. Echaba la culpa a los judíos de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, de la inflación que le siguió y de la Gran Depresión. De la misma manera, la CFT y Asner retratan a nuestro 1% (“los ricos”) como otro grupo conspirativo taimado y glotonamente avaricioso, que trataba de mejorar a costa del 99% o más del pueblo estadounidense que no es “rico”.
Echan la culpa a “los ricos” de las burbujas y crashes en el merado bursátil e inmobiliario y por la pérdida de trabajos y casas de la gente. Una y otra vez, afirman que el sufrimiento del 99% lo ha causado la maldad deliberada del 1%. Tan maliciosa es su propaganda, que en su intento por ridiculizar la contribución productiva de “los ricos”, que la izquierda hace mucho que tiene la costumbre de burlarse como “la teoría del chorrito”, que su vídeo muestra a un hombre rico orinando sobre miembros del 99%. (Es posible que esta imagen se haya eliminado del vídeo en respuesta a las quejas. Pero la reproducimos aquí).
Este es el tipo de odio de clase que la Federación de Maestros de California esparce por el pueblo estadounidense y que se está enseñando a niños indefensos intelectualmente en las aulas de sus afiliados. ¿Cuánto tardarán si el 99% de la gente se convence de que todos sus problemas en la vida son resultado de la maldad del 1% de la población antes de que dicho 99% ataque al 1% en una orgía de odio y destrucción?
Ese es el resultado de lo que están preparando la CFT, Ed Asner y el resto de la izquierda estúpida. Están en un proceso de organizar la persecución de una minoría altamente productiva y previsora del 1% de la población mediante un 99% cada vez peor educado y más manipulado.
*****
La primera parte de este artículo mostraba cómo el éxito de los sindicatos en imponer sus demandas depende de las actividades de matones. Los matones son necesarios para los sindicatos para realizar actividades como enviar basura por correo a empresario que de otra forma no estarían dispuestos a tratar con ellos y de crear “demasiadas interrupciones” como para que las puedan soportar los empresarios. Sus tácticas “muy agresivas”, como las describe Porter, o de puño americano, como debería decir en realidad, son necesarias para que los sindicatos se abran paso. Los matones hacen ofertas que, en terminología de El padrino, los empresarios “no pueden rechazar”.
La Federación de Maestros de California y sus afiliados siguen políticas que van mucho más allá del empleo de matones de vez en cuando. Sus políticas y sus enseñanzas diarias sirven para crear una generación de zombis llenos de odio y sin ideas, que no saben más que propaganda izquierdista y que estarán disponibles para servir como tropas del imperio en una guerra futura contra el capitalismo y “los ricos”. Su afirmación de conocimiento será poco más que su capacidad de recitar que son el 99%y que odian al 1%.
Mientras la Federación de Maestros de California controle la mayoría de la educación en California, una tarea cívica principal de todo legislador y votante en California sería aprovechar cualquier oportunidad para votar un recorte del presupuesto del Departamento de Educación de California mientras se use directa o indirectamente para promover las doctrinas de odio o lucha de clases defendidas por la CFT y sus afiliados.
Se ofrecía una excelente oportunidad para hacerlo en las elecciones del pasado noviembre. Se votó una propuesta en California, la Proposición 30, que amenazaba con un recorte de 6.000 millones de dólares en financiación de la educación pública salvo que los votantes aprobaran 6.000 millones de dólares en nuevos impuestos adicionales. Los votantes deberían claramente haber rechazado la proposición y pedido que cualquiera que fueran los recortes a realizar, se hicieran sobre todo en la financiación de cursos para divulgar la ideología llena de odio de la CFT y sus afiliados. Esos recortes en el gasto son tan necesarios en el cuerpo político como la eliminación quirúrgica de un cáncer maligno en el cuerpo de un ser humano.
Actualmente, la gente debería reclamar disculpas de la CFT, Ed Asner y productores de su desgraciado vídeo animado. Aunque su producción no sea un delito, el odio de clase que defiende, junto con el odio de clase inculcado habitualmente en alumnos por la CFT y sus afiliados, sirven para producir un clima intelectual en el que el delito (a una escala masiva) será sin duda su resultado.
Publicado el 4 de enero de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.