Preparando una clase esta pasada primavera, encontré un vídeo en el sitio web de la Fed que ocultaba el hecho de la Fed imprime moneda. El vídeo de seis minutos (publicado en enero de 2011) presenta al economista Steve Meyer, consejero senior del Consejo de Gobernadores de la reserva Federal.
Al explicar la expansión más reciente de la Fed, la QE2, Meyer dice:
Puede que se pregunten cómo paga la Fed los bonos y otros títulos que compra. La Fed no paga con papel moneda. En su lugar, la Fed paga al banco del vendedor utilizando fondos económicos recién creados y el banco añade esos fondos a la cuenta del vendedor. El vendedor puede gastar los fondos o simplemente dejarlos en el banco. Si los fondos permanecen en el banco, el banco puede aumentar sus préstamos, comprar más activos o engrosar las reservas que tiene en depósito en la Fed. Más en general, las compras de títulos de la Fed aumentan la cantidad total de reservas que el sistema bancario mantiene en la Fed. El que las compras de la Fed lleven a un aumento en la cantidad de dinero circulando en la economía depende de lo que los bancos hagan con las nuevas reservas y lo que los vendedores hagan con los fondos que reciben. En este caso, la oferta monetaria no ha crecido inusualmente rápido desde que la Fed empezó su primera ronda de compra de activos. Si ha pasado algo es que la oferta monetaria ha
estado creciendo más lentamente de lo normal.
Cualquier estudiante del dinero y la banca reconoce el sofisma de decir que “la Fed no paga con papel moneda”. Si quienes ven el vídeo son los simplones que supone Meyer, podría haber explicado que la Fed compra bonos de una forma muy parecida a la que ustedes y yo compramos cosas usando nuestras tarjetas de crédito. No se usa papel moneda: la propiedad de un depósito (sea cuenta corriente, cuenta de ahorro o depósito de tarjeta de crédito) se transfiere electrónicamente. La diferencia es que mientras que ustedes y yo transferimos depósitos existentes, la Fed ha creado nuevos depósitos (es decir, “fondos económicos recién creados”).
Estos depósitos pueden convertirse en efectivo en cualquier momento. No hay nada que impida que los que vendan bonos a Meyer utilicen un cajero electrónico como cualquier otro. Los depósitos creados electrónicamente se convierten en billetes de la reserva Federal: la Fed ha pagado con dinero ipso facto.
Supongamos, como sugiere Meyer, que los vendedores de bonos no gastan sus nuevos depósitos: “Si los fondos permanecen en el banco, el banco puede aumentar sus préstamos, comprar más activos o engrosar las reservas que tiene en depósito en la Fed”. Solo en el último caso se detiene la creación de dinero y la expansión de dinero se limita así a las compras del vendedor original de bonos. El aumento en las reservas extraordinarias en buena parte coincide con las reservas totales, sugiriendo que éste ha sido el caso. Sin embargo, si los bancos hacen préstamos adicionales (es decir, compran activos adicionales) se crean nuevos depósitos a la vista. Aunque puede discutirse la relación, algunos de estos nuevos depósitos se intercambiarán por papel moneda. Siempre que la Fed cree los nuevos depósitos o lo hagan los bancos, habrá alguna conversión a papel moneda.
Meyer dice:
Más en general, las compras de títulos de la Fed aumentan la cantidad total de reservas que el sistema bancario mantiene en la Fed. El que las compras de la Fed lleven a un aumento en la cantidad de dinero circulando en la economía depende de lo que los bancos hagan con las nuevas reservas y lo que los vendedores hagan con los fondos que reciben.
Esto es verdad solo si los bancos son los vendedores de bonos y se quedan con los ingresos de la venta de bonos. En la medida en que los vendedores de bancos sean miembros del público no bancario (es decir, cualquiera que sea un banco, la Fed o el Tesoro de EEUU), la oferta monetaria, bajo cualquier definición, ha aumentado. Además, en la medida en que los vendedores de bonos retiran efectivo de sus nuevos depósitos, hay un aumento en el papel moneda.
Aunque los defensores de la economía keynesiana podrían ver éste análisis como quisquilloso, la razón de ser del vídeo es disipar la frecuente acusación de que la Fed está “tirando de imprenta” y exponiéndose al consiguiente peligro de inflación de precios.
Meyer reconoce esto, diciendo que “Si la Fed fuera a continuar comprando títulos hasta que los bancos acabaran expandiendo sus préstamos, entonces la oferta monetaria podría aumentar demasiado aprisa y la inflación podría ser demasiado alta: los dirigentes de la Fed están decididos a evitar ese resultado”. Mientras que Meyer está igualmente preocupado por la inflación, el poder adquisitivo del dinero (es decir, el precio del dinero) está en el asiento trasero del precio del crédito en las prescripciones keynesianas. Esta actitud esté óptimamente reflejada en el vídeo de la WGBH “The Commanding Heights” cuando, reflexionando acerca de la financiación en la era de la Depresión, John Kenneth Galbraith decía: “no te preocupa acumular deuda o, más precisamente, te preocupa, pero lo haces de todas formas”.
Siempre que la Fed compra títulos en el mercado abierto, hay inflación monetaria. Este aumento en la oferta de la materia prima dinero disminuirá el poder adquisitivo del dinero (es decir, disminuirá el poder adquisitivo del dinero, ceteris paribus). Un aumento en la demanda de dinero por el público no bancario puede compensar este aumento en la oferta de tal forma que la inflación de precios no se refleje en ninguna medición de precios (es decir, en el índice de precios del consumo). Pero como apuntaría Bastiat, la inflación de precios resultante de la inflación monetaria habría sido mayor si no hubiera habido un aumento en la demanda de dinero.
No es el objetivo de este artículo ahondar en la eficacia de las prescripciones keynesianas. Pero los economistas de la corriente principal callan cuando se les inquiere sobre la capacidad de la Fed de controlar el precio del crédito (es decir, los tipos de interés). Cuando se trata de la oferta de crédito, la Fed es un pez pequeño en un gran lago. Nadie está en desacuerdo en que la Fed puede controlar la oferta de dólares de EEUU. Al mismo tiempo, todos están de acuerdo en que no hay una cantidad óptima de dinero. Como medio de intercambio, una pequeña cantidad de dinero de alto precio puede hacer el mismo trabajo que una gran cantidad de dinero de bajo precio. Tal vez lo mejor que podamos decir es que la existencia de cestas de “pon un penique, quita un penique” sugiere que se ha creado mucho dinero, mientras que la división de dólares españoles en “piezas de a ocho” sugiere que existe demasiado poco dinero.
Publicado el 28 de julio de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.