Además, es considerable el valor impactante del análisis de estos casos. Al exponer despiadadamente unos casos “extremos” que, por lo general, son garantía de una afectación en la sensibilidad del lector, Walter le obliga a reflexionar y reconsiderar sus actos reflejos emocionales, y ganar una nueva y más sensata apreciación de la teoría económica y de las virtudes y obras de la economía de mercado libre. Incluso muchos lectores que se consideran partidarios del mercado libre deben estar preparados para asimilar en su totalidad las implicaciones lógicas del apoyo a una economía libre. Este libro supondrá una apasionante e impactante aventura para la mayoría de los lectores, hasta para aquellos que estimen haber sido ya convertidos a las dignidades de la economía de mercado libre.
Está bien, convendrán algunos lectores, concedemos que esa gente está llevando a cabo importantes servicios económicos, pero ¿por qué, por el amor de Dios, llamarles “héroes”? ¿Por qué un chulo o un narcotraficante iban a ser más “heroicos”, y, con ello, de alguna forma moralmente superiores a otros productores más respetables, como los tenderos, los sastres, o los trabajadores de la industria siderúrgica? La respuesta se halla precisamente en la excesiva falta de respeto a la que están condenados los cabezas de turco de los que habla Walter, pues a los tenderos, o a los miembros de la siderurgia, entre otros, se les permite llevar sus negocios con normalidad, sin ser acosados, y lo que es más, reciben el respeto y el prestigio de sus conciudadanos. Lo contrario sucede en el caso de los cabezas de turco, pues no solo no se reconocen sus servicios económicos, sino que tienen que enfrentarse al escarnio, ira y desprecio de prácticamente todos los miembros de la sociedad, y a las restricciones y prohibiciones añadidas por el gobierno. Reprobados e injuriados sin piedad por la sociedad y el Estado, condenados al ostracismo social, y proscritos, la colección de cabezas de turco de Walter sigue adelante con sus negocios pese a todo, comportándose como héroes al colaborar con sus servicios económicos en medio de una tormenta de escarnio e ilegalidad. Si son héroes es debido al tratamiento injusto que reciben de manos de la sociedad y el sistema.
Héroes, sí, pero no necesariamente santos. Cuando el autor confiere el estatus moral de héroes a esquiroles, usureros y proxenetas, entre otros, no trata de dar a entender que sus actividades sean intrínsecamente de una moralidad superior a otras cualquiera. En un mercado libre, y en una sociedad donde se tratara al usurero, al casero de los suburbios, y al que trabaja por un salario indigno de la misma manera en que se trata a cualquier otra ocupación, ya no serían héroes, pues su moral no sería superior a la de ningún otro. Su estatus heroico, según el parecer de Walter, deriva exclusivamente de las injustas restricciones que otra gente les ha ido imponiendo. La curiosa paradoja de este libro es que solo si se siguieran sus consejos, y los hombres y mujeres descritos en sus páginas dejaran de ser sometidos al escarnio y a la coacción de la ley, ya no serían héroes. Si no le gusta la idea de que un usurero o el casero de un suburbio sean héroes, debe saber que la única manera de privarles de este estatus es rompiendo las cadenas que les han sido puestas por gente mal informada.
Traducción de Diego González Calles para la edición en español publicada por Unión Editorial (www.unioneditorial.net ) y Editorial Innisfree (www.editorial-innisfree.com).