Hace unos años, Mises.org publicó un artículo de primera categoría escrito por Gary North en 1978 titulado “Entrando en un trampa”.
Hasta donde yo sé, era la primera vez que alguien había proporcionado un modelo dinámico detallado que explicara cómo el gobierno atrapa y captura un sector que regula.
El artículo proporcionaba un plan de acción apropiado para el proceso gradual multianual por el que doctores, hospitales e industrias médicas en general desde entonces han sido y están siendo capturados y convertidos en esclavos de los funcionarios públicos.
La escuela de economía de Chicago estaba y sigue estando a favor de la teoría de la “captura regulatoria”. Según esta teoría, un sector o algunas partes de un sector trabajan al gobierno para conseguir leyes y normas que favorezcan al sector.
El gobierno intercambia favores por aquello que quiere. Los políticos consiguen contribuciones políticas, pagos compensatorios y votos a cambio de que se les vea controlar el sector. El sector captura a los reguladores. Fin de la historia.
North iba mucho más allá. Llamaba al primer paso de la obtención de favores “cebar la trampa”. Pero la cosa no acaba aquí, apuntaba. La trampa está lista cuando el sector se encuentra cómodo son su subvención, su desgravación fiscal, su arancel, su posición exclusiva, su licencia o lo que sea. Luego empieza a conseguir rentas de monopolio y rebajar la calidad del producto.
Esto lleva después a pasos posteriores como la queja del público y una demanda del gobierno al sector para que se autorregule. Luego llega la crisis, más intervención regulatoria y finalmente un control absoluto del gobierno sobre todo el sector mediante una panoplia de consejos y controles de precios. Aquí es cuando salta la trampa. El mercado es reemplazado por el poder público y los burócratas. El gobierno, con su objetivo de control, atrapa y captura el sector.
A corto plazo, los grupos de intereses utilizan el estado contra el público. A largo plazo, el estado y sus burócratas mandan en el gallinero. Al final, se expanden las burocracias públicas. El papeleo y las prebendas gobiernan el sector, se eclipsan innovación y competencia y el público sufre la pobre calidad del producto y los altos precios.
Extendiendo el modelo
Creo que el modelo de North puede extenderse, profundizarse y enriquecerse en varias direcciones.
Primero, si la regulación y control por el estado se hace lo suficientemente mala, podemos predecir que aparecerán industrias sustitutivas porque la demanda básica de servicios sigue existiendo y esto crea oportunidades de beneficio. El mercado puede encontrar nuevas maneras de proporcionar los mismos tipos de servicios. Si se mata el sector del ferrocarril, entonces camiones, autobuses, automóviles privados y transporte aéreo tienen incentivos para reemplazar a los trenes. Si declina la práctica médica, entonces pueden florecer los dispositivos médicos en el hogar. O la AMA puede tener competencia de otro tipo de doctores, nacionales y extranjeros. La competencia por atender las necesidades continuará bajo nuevas formas.
Segundo, el gobierno verá aparecer los sustitutivos. Tiene un incentivo para detenerlos o controlarlos. Puede hacerlo extendiendo la regulación a estos nuevos mercados. El mismo sector bajo regulación probablemente pida la regulación de los nuevos competidores para mantener así su posición de monopolio. Utilizarán justicia, equidad, competencia justa y seguridad (por decir unas pocas) como historias que lo justifiquen.
El gobierno añadirá explicaciones propias, como la naturaleza esencial del servicio o la afirmación de que forma un monopolio natural o que es crítico para la defensa nacional. No importa si las justificaciones son falsas siempre que suenen plausibles y mantengan al público apático o incluso algo receptivo.
El gobierno estará encantado de atender la demanda de nueva regulación, Puede trabajar sobre las regulaciones de seguridad o los requisitos de licencia que aumentan costes en las industrias en competencia o ralentizan su crecimiento. Así, en el caso de los ferrocarriles, podemos predecir que también llegarán a regularse camiones, autobuses y transporte aéreo.
Hay un atisbo de esperanza en todo esto. Gary North, en correspondencia privada, apunta que “los reguladores están normalmente por debajo de la curva en tecnología y creatividad. Están regulando el modelo de la pasada década”. El mercado se le adelanta entonces y el público tiene un aplazamiento.
Tercero, podemos predecir que se generarán movimientos de reforma política o liberalización. Hay oportunidades políticas de beneficio para reformistas populistas que prometan reformar un sistema que rinde poco. Al prometer que el estado aflojará su control sobre el sector, pueden conseguir apoyo del público y ganar elecciones. Consecuentemente, podemos incluso ver privatizaciones, como ocurrió con Thatcher en Inglaterra.
Dentro de los sistemas comunistas aparentemente monolíticos de la Unión Soviética y China hemos visto facciones rivales compitiendo por el control. Los reformistas más liberales han ganado y relajado la centralización. Lo mismo pasa en otros países esencialmente no liberales. Incluso la Cuba de Castro ha visto una tendencia a aflojar porque no puede matar del todo al paciente. Y hay facciones más moderadas y más estatistas en Irán.
Cuarto, cuando dichos movimiento de reforma llegan a ser lo suficientemente profundos como para ser apreciables, raramente llegan a volver a un alto grado de libertad. Y después de un tiempo, el entusiasmo se apaga y las fuerzas contraliberales empiezan a reagruparse y a reafirmar su dominio. Esto ocurre en parte porque los movimientos de reforma a menudo no son suficientemente radicales. Si mantienen grandes vestigios de los anteriores sistemas regulatorios, se les echará la culpa cuando las cosas vayan mal. Y las cosas a menudo sí van mal salvo que se produzca una desregulación completa. Los estatistas hicieron su agosto en California debido a la lamentable y parcial desregulación en el sector eléctrico.
Quinto, el gobierno no encuentra que todos los sectores sean la misma presa. Tiene un incentivo para controlar aquellos sectores (a) que no puedan huir tan fácilmente del país y (b) para los que haya menos sustitutivos. En el momento en que el gobierno de EEUU empezó a controlar los ferrocarriles, no existían automóviles y aviones. Y las grandes inversiones de capital fijo de los ferrocarriles dentro de los Estados Unidos continentales los hacían buenos blancos fijos. Igualmente, los servicios médicos han de ofrecerse a los individuos sobre el terreno dentro de las fronteras del país y los dispositivos médicos en el hogar como los actuales no estaban extendidos en 1910, aunque siempre haya habido remedios caseros.
Sexto, cuando se produce la sobrerregulación y se cierra la trampa, predecimos que el sector tratará de escapar al extranjero si puede o los clientes los consumidores llevarán sus negocios al extranjero si pueden. Buscarán lugares de costes más bajos para hacer negocios. Se producen muchos claros ejemplos bajo la regulación financiera porque muchos elementos de los acuerdos financieros pueden realizarse en el extranjero, con lo cual puede crecer un mercado de eurodólares. La regulación Sarbanes-Oxley lleva a cotizar en el extranjero o incluso a trasladar la sede social. Las regulaciones excesivas de los intercambios llevan a comercia con costes más bajos en Londres o a hacer intercambios en formatos informales.
Séptimo, si las empresas huyen del país, como pasa con algunos servicios financieros, entonces predecimos que el gobierno responderá de nuevo para mantener su control. Un método de control es formar un cártel político con otros gobiernos. Es un movimiento en dirección a un gobierno mundial. Normalmente se le llama “armonización”. El gobierno que tenga regulaciones más duras tratará de hacer que los demás gobiernos “mejoren” su regulación, es decir, que copian la del regulador más duro. Esto ocurre bajo el disfraz de estándares laborales, de seguridad y medioambientales, por ejemplo.
El objetivo para el gobierno que está perdiendo el control de los negocios que se van de su territorio es cortar la huida de capital a otros países. El éxito de este tipo de cártel depende de una serie de factores como presiones políticas, pagos compensatorios, asuntos técnicos, capacidad de movimiento del capital y disponibilidad de países contrarios a los cárteles y dispuestos a alojar industrias.
Las firmas extranjeras de ropa pueden saltar a muchos países. La banca puede moverse bastante fácilmente, pero tiene algunos problemas en crearse una buena reputación. Los centros financieros requieren técnicas de banca y liquidación. Pero en general incluso los cárteles de gobiernos generan problemas de engaños y aplicación de reglas. Pobre del consumidor cuando no lo hacen.
Más en general, habrá algunos gobierno muy controladores que traten de hacer que otros armonicen sus políticas fiscales y monetarias con las suyas. Alternativamente, un gobierno puede imponer varios tipos de controles para impedir que industrias y capital abandonen su país.
Merece la pena apuntar que los gobiernos estatales y locales pueden asimismo jugar al mismo juego de la regulación, Pero no pueden controlar a aquellos sectores que puedan huir fácilmente del estado y hacer negocios en otro estado. Por eso los estados se centran en intereses orientados más localmente como peluqueros, constructores, etc. Aun así, afrontan la amenaza final de la despoblación del estado o la localidad. Sin embargo una pequeña localidad como un pueblo universitario, puede imponer controles de rentas ya que puede contar con que la universidad permanecerá en el área y los estudiantes pueden no querer viajar o pensar que el tiempo y los costes de viaje son altos.
El sector de la solvencia crediticia
El sector de la solvencia crediticia proporciona un ejemplo reciente del análisis de North en un nuevo contexto.
La Securities and Exchange Commission (SEC), que dirige el sector de los valores en Estados Unidos ha ido aumentando gradualmente su control sobre los negocios de valores desde 1933, utilizando como base legislación como la Ley de Valores de 1933, la Ley de Intercambio de Valores de 1934 y posteriormente la Ley de Garantía de Contratos de 1939, la Ley de Compañías de Inversión de 1940, la Ley de Consejeros de Inversión de 1940, la Ley de Protección de Inversores en Valores de 1970 y otras.
El ritmo de la regulación de la SEC ha aumentado en los últimos 25-30 años. El personal de la Sec llega ahora a las 4.000 personas y la mayoría de la gente se sorprendería de en cuántas tartas ha metido el dedo. Un subsector que regula la SEC es el sector de la solvencia crediticia: empresas que valoran emisiones de deuda pública y corporativa y emiten calificaciones sobre ellos.
La quiebra de Enron proporcionó a la SEC un hueco para extender su control preexistente sobre este sector, es decir, para cerrar la trampa. Se acusó a las agencias de calificación de no advertir lo suficientemente rápido las deudas ocultas de Enron ni rebajar las calificaciones de Enron. Esto está de acurdo con la predicción del modelo de North de que acaba produciéndose una crisis dentro del sector regulado.
La SEC cebó y creó la trampa mucho antes. En 1975, la SEC creó una designación para agencias de calificación: Nationally Recognized Statistical Rating Organization (NRSRO). La SEC decretó crear un cártel de 3 empresas: Standard & Poor’s Credit Market Services, Moody’s Investors Service, and Fitch, Inc., siendo las únicas empresas cualificadas para ser usadas por intermediarios financieros al satisfacer otra de las normas de la SEC sobre capital neto. Como predice el modelo de North, las agencias de calificación se las prometían muy felices al tragarse el cebo y apoyar esta disposición.
El tema de la armonización está en el aire porque la International Organization of Securities Commissions (el cártel agente de los reguladores públicos de valores) y el Parlamento Europeo están asimismo investigando a las agencias de calificación. El colapso de la empresa italiana Parmalat en 2003 fue la Enron de Europa y llevó a esta crítica, así como a alguna conversación para crear agencias de calificación competidoras en Europa.
En Estados Unidos, la ley Sarbanes-Oxley pedía a la SEC que investigara a las agencias de calificación. El informe de la SEC sugiere que se produciría ahora supervisión y control adicionales. Las áreas mencionadas incluyen hacer que las NRSRO hagan pública más información de cómo llegan a sus calificaciones y hacerles divulgar más ampliamente las calificaciones. Ambas medidas socavarán el negocio de la solvencia crediticia.
El informe habla de obligar a los emisores de deuda a proporcionar más información acerca de diversos contratos financieros. Reclama intentar resolver los conflictos percibidos de intereses que sean algo parecidos a los que tuvo la SEC entre empresas contables y grandes empresas. Estos incluían el hecho de que las empresas compren calificaciones, de que los analistas de solvencia tengan un contacto directo con aquellos a los que califican y de que la agencia de calificación tenga actividades secundarias que hagan también negocios con la empresa cuyas emisiones de deuda esté clasificando.
Si la SEC adopta medidas en esta línea, significan grandes cambios para las agencias de calificación y mucho más control sobre lo que hacen. Probablemente también signifique servicios de solvencia financiera de peor calidad con costes superiores.
Después el informe sugiere que la SEC investigue supuestas prácticas anticompetitivas y revise también sus normas sobre NRSRO. Estas disposiciones dan la posibilidad de que haya nuevas entradas en el negocio de la solvencia crediticia. Las posibilidades en contra son altas. Es mucho más probable que la SEC opte por más normas que supuestamente hagan que el sector de comporte competitivamente.
Tal vez lo más importante y sorprendente en el informe de la SEC sea que la SEC “investigue si está asegurada una supervisión más directa y constante de las NRSRO” y, si es así, “investigue si es recomendable pedir al Congreso una autoridad de supervisión legislativa concreta”. Si esto se implanta, vamos a ver movimiento hacia lo que North llama la etapa final de “despellejar a la víctima”. En esta etapa, el gobierno crea consejos de control de calidad y empieza a influir en los precios. La calidad en el sector de la víctima se deteriora y empieza a operar con pérdidas.
Conclusión
El modelo de trampa o captura pública de Gary North proporciona una serie abundante de predicciones acerca de cómo los gobiernos acumulan poder y control sobre las industrias. Se aplica bien a un caso reciente, el sector de la solvencia financiera. He aportado algunas extensiones del modelo que sugieren qué sectores son los más vulnerables y que tipo de dinámicas posteriores podrían producirse después de que el gobierno capture un sector.
Publicado el 28 de septiembre de 2006. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.