El salario injustificado de Elizabeth Warren

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Murray N. Rothbard solía decir que es imposible convencer a los ignorantes económicos con reducciones al absurdo. ¿Por qué? Porque el mismo propósito de este tipo de argumento lógico es avergonzar a nuestros amigos en la izquierda (y también en la derecho, es triste decirlo, ver más abajo) tomando las premisas de sus propuestas y aplicándolas a casos no contemplados por ellos. Pero supongamos que son incapaces de avergonzarse. Supongamos que no puedan ver la mentira de su propia posición, aunque sea evidente para todos los que tengan al menos medio cerebro. Entonces, aunque la lógica de la crítica sea impecable, aún no puede convencer a los verdaderos creyentes privados de inteligencia.

Por ejemplo, los defensores de los controles de rentas que creen que esta legislación ayudaría a los pobres, plantea un control de rentas de 1 centavo mensual por piso (0,01$). Es de esperar que esta gente que está a favor de la “justicia social” en la vivienda se den así cuenta de que con una renta mensual tan baja, ningún propietario de vivienda podría permitirse pagar los gastos necesarios para los arrendatarios de viviendas y esto sería la sentencia de muerte para el mercado del alquiler residencial. Luego el economista apuntaría que cualquier renta por debajo del mercado libre reduciría, aunque no necesariamente a cero, la oferta de pisos y esto crearía una escasez, exactamente lo contrario de lo que el defensor del control de rentas supuestamente quiere y espera. Pero si este “defensor de los pobres” no entiende el primer punto, el segundo tampoco le convencerá.

Algo parecido está ocurriendo ahora en relación con el debate sobre la ley de salario mínimo. Obama quiere aumentarlo de 7,25$ a 9,00$ la hora. Su política pretende supuestamente, ayudar a los pobres, aumentando sus ingreso del primer nivel al segundo.

Por supuesto, cualquier que tenga el más mínimo conocimiento de la ciencia lúgubre (alguien, por ejemplo, que haya leído y asimilado La economía en una lección de Hazlitt) sabe muy bien que el salario mínimo no requiere que un empresario contrate a un empleado. Más bien, ordena que si lo hace, debe pagar al menos lo que estipula la ley: actualmente, 7,25$ por hora, 9,00$ por hora si Obama puede implantar su nueva política. Pero supongamos que la productividad marginal del trabajador es, por ejemplo, de solo 3,00$ por hora. Esto significa que si la empresa le ofrece un trabajo a esa persona, perderá cada hora 4,50$ en la situación actual y 6,00$ por hora con el salario mínimo superior. Si la empresa hace eso, perderá beneficios y por tanto la batalla con los competidores y se dirigirá a la bancarrota (siempre suponiendo que no haya rescates al estilo de Detroit). Así que será incapaz de emplear a nadie más.

¿Cuál es la reducción al absurdo contra esta locura económica? Es acusar a Obama de ser mezquino. Dado que la ley de salario mínimo aumenta los salarios (¿quién dice que no tengo sentido del humor?) ¿por qué detenerse en un rácano 9,00$ por hora? Nadie puede tener realmente un buen estilo de vida basado en ese salario. El agarrado de Obama debería aumentar el nivel a 90$ o 900$ o 9.000$ o 90.000$ por hora (ya veis por dónde voy). Así todos seremos RICOS. Tiene poder para hacerlo. Nuestro presidente es todo lo que se interpone en el camino de la cura de la pobreza de una vez por todas y todo con un solo toque de bolígrafo. El genio de Aladino no es nada comparado con el poder económico potencial de Obama. ¿Defiende nuestro presidente este plan más ambicioso? No.

Sin embargo, la senadora Elizabeth Warren (demócrata, sindicatos) ha dado al traste con la posibilidad de que usemos esta reducción al absurdo. Con su salario mínimo de 22$ por hora (¿o es de 33$?) no lo ha visto, aumentado y doblado y en cualquier otra forma posible demostrado que es inmune a la lógica y la economía básica. Sin embargo uno se pregunta también por su racanería. ¿Por qué no un salario de 220$ o 2.200$ o 22.000$, etc. por hora? Su respuesta podría ser que simplemente está diciendo: “Si empezamos en 1960 y dijimos que al subir la productividad, es decir, al producir más los trabajadores, el salario mínimo ha de subir igual. Y si ese fuera el caso entonces el salario mínimo hoy estaría en torno a 22$ la hora”. Bueno, sí, eso es en concreto lo que dijo. Pero basándose en sus consiguientes preguntas en esta audiencia en el Senado, está claramente queriendo decir que el nivel del salario mínimo tendría que aumentarse, ya sea a esta cantidad o a alguna otra. Esto es, dijo además: “Así que mi pregunta es (…), con un salario mínimo de 7,25$ por hora, ¿qué pasó con los demás 14,75$? Sin duda no fueron al trabajador”.

Warren llega a la cifra de 22$ a partir de un informe del Center for Economic Policy Research que dice:

Si el salario mínimo hubiera continuado moviéndose con las productividad media después de 1968, habría llegado a los 21,72$ por hora en 2012.

Pero incluso suponiendo que las cifras de productividad media del CEPR sean correctas y tengan sentido (lo que es dudoso, ya que es la productividad marginal, y no la media, la que determina los niveles salariales), ¿por qué, oh por qué, Miss Warren, deberíamos suponer que la productividad marginal de los trabajadores menos productivos aumenta necesariamente en proporción exacta con la productividad media en toda la economía? ¡Las mentes versadas en economía quieren saber! Es dudoso que los trabajadores menos productivos, menos capacitados en la economía actual generen realmente un producto marginal de 21,72$. Si lo hicieran, sus salarios de mercado realmente convergirían hacia los 21,72$.

¿Qué tienen que ver con esto los sindicatos? ¿Por qué digo que Warren está representando a los sindicatos y no a Impuestochusetts? ¿Por qué afirmo con mi habitual agudeza que Warren está llevando agua al molino de los sindicatos? El valor real del salario mínimo ha estado disminuyendo debido a la inflación. Un salario mínimo de 1,00$ en 1960 en dólares constantes de 1996 equivalía a 5,30$; un salario mínimo de 3,35$ en 1983 en dólares constantes de 1996 equivalía a 5,28$. El actual salario mínimo (de 2012) en estos dólares constantes es de solo 4,97$. Como la cantidad real en términos de poder adquisitivo del salario mínimo ha caído (desde 1960, de 5,30$ a unos meros 4,97$), ha estado disminuyendo la afiliación a sindical en el sector privado (de un 20,1% en 1983 a un 11,8% en 2011; un 6,6% en el sector privado en 2012).

¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Los sindicalistas cualificados bien pagados están siempre y en todas partes en competencia con los trabajadores no cualificados, peor pagados. Siempre que los sindicatos reclaman una subida de salarios, el primer pensamiento del jefe es sustituir al factor de producción repentinamente más caro por el que ahora resulta relativamente más barato. Si hay que pagar más los miembros de sus filas, la idea es despedir a algunos y contratar trabajadores no cualificados adicionales. A grandes líneas, uno es sustituible por el otro (las proporciones fijas son una rareza). Pero lo último que quieren los sindicatos es que alguno de sus miembros pierda su trabajo en favor de alguien no cualificado. Antiguamente, a estos últimos se los llamaría “esquiroles” y se intentaría pincharles los neumáticos, apalearlos, etc. El problema es que estos últimos respondieron. Como eran en su mayor parte negros e hispanos y los sindicatos en su mayor parte blancos, no parecían muy “progresistas”. Pero luego prevalecieron los más listos. Los sindicatos idearon un plan mucho más eficaz: poner a los trabajadores competidores fuera del mercado mediante el precio. En primer lugar, hacer que se apruebe una ley que reduzca el incentivo para que la empresa contrate a estos “esquiroles”. ¿A qué no adivináis cuál es esta legislación? Sí, la ley del salario mínimo. Si pudiera elevarse lo suficiente, los jefes de los sindicatos no tendrían que temer a la competencia.

¿Debería ir la senadora Warren a la cárcel con todos los demás responsables no solo por aumentar el salario mínimo, sino por implantar esta horrenda ley en primer lugar? Bueno, consideremos esta idea, por muy extravagante que parezca en una primera consideración. Como hemos visto, la ley del salario mínimo, a cualquier nivel en que se implante, hace difícil, al cabo incluso imposible, conseguir empleo para quienes tengan niveles de productividad por debajo de ese punto. Un título más apropiado para esta legislación sería algo así como “Una ley ordenando el desempleo”. Su pongamos que Warren y Obama y todas las demás partes culpables, en lugar de esconderse tras la barrera de aumentar salarios fueran más honrados y dijeran, sí, a punta de pistola vamos a hacer imposible que la gente no especializada consiga un empleo, cualquier empleo. A quien les contrate, le meteremos en la cárcel por violar nuestra ley. ¿Quién se ocupará de esta gente? Hasta donde yo sé, no hay ley contra obligar a la gente a estar en el paro. Pero, evidentemente, debería haberla. Pues es una violación mucho mayor de derechos obligar a posibles trabajadores a una vida de ocio forzoso que robarles sus bicicletas o celulares. Sin duda tenemos leyes contra esto último. Si fuéramos coherentes lógicamente, deberíamos tenerlas también para lo primero.

No estoy hablando de escritores como Krugman y Stiglitz que se limitan a estar a favor de la ley de salario mínimo, por muy malvados que sean. Tienen derecho a la libre expresión y, en el peor de los casos, solo están incitando a tipos como Warren y Obama (Romney, por cierto, también estaba a favor de la ley de salario mínimo; aunque divagaba sobre esto, igual que hizo sobre casi todo lo demás). No, estoy hablando de gente que es parte integral del proceso de utilizar en realidad violencia para impedir que los no cualificados consigan empleos bajo el disfraz de aumentar sus salarios.

Es el momento de añadir el racismo, la discriminación por edad y el sexismo a la explicación. La tasa de desempleo para jóvenes varones negros es más alta que la de ningún otro grupo de género, edad y raza. Mucho más alta. En diciembre de 2012, llegó al 44,3%. No, no es una errata. (Para más estadísticas, ver aquí, aquí, aquí, aquí y aquí). Y las cifras serían incluso mayores si no fuera por ciertas habilidades del BLS. Estas estadísticas excluyen a los que una vez buscaron empleo, se desanimaron y ahora no lo buscan y por tanto ya no cuentan como desempleados.

Según algunos comentaristas que realmente tendrían que saberlo y cuyos nombres no mencionaré para proteger al culpable, no es verdad que todos los trabajadores con productividades (descontado el ingreso marginal) por debajo del salario mínimo perderían sus empleos. Solo lo harían algunos. Los otros experimentarían un aumento en la paga. Ja. Dejadme ir más allá hasta incluir aun los Card, los Krueger, los Stiglitz, los Krugman y gente de este tipo. En su opinión, el salario mínimo quitará su empleo a unos pocos trabajadores no cualificados, conceden, pero aumentará la paga de la mayoría de la gente en esta categoría.

Supongamos que alguien, llamémosle Mr. X, fuera al centro de la ciudad, donde predominan desproporcionadamente los trabajadores en la parte baja de la escala y roba 100$ a una de las personas que encuentra allí, llamémosle Mr. Y. Luego X distribuye los 100$ que robó a Y a otros vecinos, llamémosles Z. Esto parecería ajustarse a la reclamación de los analistas de “izquierda” de que la ley de salario mínimo costaría su empleo a muy pocos trabajadores, pero beneficiaría a muchos otros. ¿Cómo podemos calificar el comportamiento de X? ¿Diríamos que X fue un benefactor de la comunidad? Después de todo, gracias a su esfuerzo, 20 de 21 trabajadores se beneficiaron, los Z y se redujo el bienestar económico de solo uno, Y.

Afirmamos que no cabe duda de que X sería calificado apropiadamente como el ladrón que es y sería encarcelado sumariamente por su acción ilícita. X sería considerado un paria en el barrio, no un benefactor. Sin embargo, de acuerdo con el análisis del salario mínimo que aquí estamos calificando como “izquierdista” hay un paralelismo bastante ominoso entre esta ley y el comportamiento de Mr. X. Ambos empobrecen a una minoría de trabajadores y, por estipulación, benefician a muchos. Si pondríamos a X en la cárcel por su delito, ¿por qué deberían merecer los que perpetran la ley de salario mínimo cualquier reacción diferente?

Aunque no soy partidario de encarcelar a la gente por delitos de leyes de salario mínimo, consideremos el caso de Sandra Day O’Connor, la primera mujer juez del Tribunal Supremo. En una entrevista en la NPR el 5 de marzo de 2013, dijo:

Sobre tratar de conseguir una entrevista de trabajo después de acabar en la facultad de derecho:

John O’Connor decidimos casarnos y él estaba un año por detrás. Así que había terminado en la facultad de derecho y a ambos nos gustaba comer, así que eso significaba que uno de nosotros iba a tener que trabajar y esa fui yo. Necesitaba un trabajo y quería trabajar como abogado. Me había graduado alto en mi clase y pensaba que probablemente podría conseguir un trabajo. Había avisos en nuestro tablón de anuncios de empleo de la Facultad de Derecho de Stanford que decían: “Graduados en derecho de Stanford: Llamadnos si queréis conseguir una entrevista de empleo. Nos encantaría hablar con vosotros”. Llamé al menos a 40 de esas empresas pidiendo una entrevista y ninguna de ellas me daría una entrevista. Era una mujer y decían: “No contratamos mujeres” y eso me sorprendía. Era una sorpresa total. No debería haberlo sido. Yo debería saberlo. Debería haber visto lo que pasaba, pero no. Y fue una verdadera sorpresa porque lo había hecho bien en la facultad de derecho y nunca me había planteado no poder siquiera conseguir una entrevista.

En este punto en su entrevista continúa (no pude acceder a sus palabras exactas, así que el parafraseado es aquí mío):

“Sin embargo, sí conseguí obtener una entrevista después de todas estas malas experiencias. Fue con un fiscal público en Arizona (¿California?). La buena noticia es que me ofreció un trabajo. La mala es que en ese momento no tenía presupuesto para pagarme. Pero dijo que tan pronto como recibiera un aumento en sus presupuestos, me pondría en nómina. Así que trabajé para él unas pocas semanas (¿meses?) haciendo lo que hacen los nuevos juristas, adquiriendo habilidades valiosas y experiencia. Finalmente, aumentó su presupuesto y fue capaz de pagarme un salario”.

Lo que importa es que, durante un periodo de tiempo, varias semanas o meses en la década de 1950, Mrs. O’Connor trabajó ¡SIN PAGA! ¡Estoy furioso! La ley de salario mínimo estaba en vigor en ese momento (empezó en 1968). Así que, hablando estrictamente (y cómo podemos hablar si no en un asunto de tal importancia), esta futura juez del Tribunal Supremo (junto con su jefe, el fiscal público) se confabularon para violar la ley de salario mínimo. ¡Deberían haber sido juzgados por su acto delincuente! Al menos en el código legal libertario, tal y como yo lo entiendo, no hay disposiciones de prescripción en el derecho. Por tanto, no es demasiado tarde. Ambos deberían ir inmediatamente a la cárcel, incluso hoy.

En 1955, el salario mínimo era de 0,75$ por hora. Supongamos que la productividad de O’Connor fuera en ese momento de solo 0,50$ por hora. Supongamos que una empresa de derecho privado la hubiera contratado, pero no a 0,75$, pues hubieran perdido, por estipulación, 0,25$ por hora en ella. ¿Habría estado mejor Mrs. O’Connor con o sin el salario mínimo de 0,75$ por hora? Con él, su “salario” habría sido de cero, ya que no habría sido contratada. Sin él, podría haber ganado 0,50$ por hora y conseguido habilidades y experiencias valiosas. Por supuesto, 0,50$ por hora no es mucho. Nadie podía vivir bien con esa cantidad ni siquiera a mediados de la década de 1950. Pero 0,50$ por hora es más que cero por hora. Esperad, podemos hacer un cálculo exacto: sí, 0,50$ por hora es mejor que cero en exactamente 0,50$, aparte de lo beneficios no pecuniarios antes mencionados.

Acabemos. Un salario mínimo de 7,50$ por hora en la práctica desemplea a todos con un nivel de productividad de 7,49$ o menos (en equilibrio). Si se aumenta a 9,00$ por hora, entonces toda esa gente adicional cuya productividad caiga entre 7,50$ y 9,00$ por hora también se convertirá en incontratable. Si se aumenta a 22$ por hora, como dice la senadora Warren (demócrata, grandes sindicatos), entonces toda aquella gente adicional cuya productividad caiga entre 7,50$ y 22,00$ por hora se convertirá en incontratable. ¿Y para qué? ¿Por qué toda esta pauperización de gente pobre no cualificada, desproporcionadamente negra? Sería para poner un monumento a la ignorancia económica y pagar a los sindicatos por votar a los demócratas.


Publicado el 26 de marzo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.