Bitcoin: ¿Dinero del futuro o burbuja al estilo antiguo?

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Bitcoin ha estado últimamente de moda. La cosa, o su inexistencia, funciona con una tecnología peer-to-peer, está completamente descentralizada, no tiene patentes y es código abierto. Actualmente existen casi 11 millones de bitcoins y la cantidad máxima de unidades de bitcoins que se crearán nunca por la lógica de su diseño son 21 millones. Para más detalles sobre cómo funciona, ver el reciente Mises Daily “The Money-Ness of Bitcoins”, del economista Nikolay Gertchev.

La cosa

Aunque los bitcoins están diseñados para que no puedan hiperinflarse nominalmente, indudablemente pueden hiperinflarse en sustancia. Ya hay implantadas numerosas imitaciones como litecoin, namecoin y freicoin. Esto es algo particularmente importante, porque bitcoin es una estrella de mar, es decir, está completamente descentralizada. Como decían Ori Brafman y Rod A. Beckstrom:

La estrella de mar no tiene cabeza. Ni siquiera está al mando su cuerpo central. De hecho, los órganos principales se replican en todos y cada uno de los brazos. Si cortas la estrella de mar por la mitad, tendrás una sorpresa: el animal no morirá y pronto tendrás dos estrellas de mar de las que ocuparte.[1]

Después de que desapareciera el servicio de compartición de música Napster, Niklas Zennström (el creador of Skype) apareció con su creación llamada Kazaa, que no tenía servidor central que pudiera cerrarse. Esos programas peer-to-peer acabaron siendo más numerosos, incluyendo Kazaa Lite, eDonkey, eMule, BitTorrent, etc. Aunque esto puede ser una buena noticia para gente a la que le gusta descargar y compartir contenido gratis, indudablemente no lo es para gente que esté bajo la impresión de que Bitcoin es una cobertura contra la inflación. Quienes comparan a Bitcoin con un idioma olvidan el hecho de que la mayoría de la gente no tiene un incentivo para crear un nuevo idioma de la nada. Por otro lado, una gran parte de la historia humana consiste en gente buscando la piedra filosofal para producir oro mágicamente. No puede haber ninguna duda de que bitcoin tiene un mecanismo de fiebre del oro, que ya ha inundado litecoin y sin duda inundará también subsiguientes imitaciones.[2]

Dinero

¿Coincide la bitcoin con la definición austriaca del dinero? La única forma de descubrirlo es leer lo que tienen que decir los grandes austriacos. Empecemos con Carl Menger. En sus Principio de economía política, Carl Menger apuntaba que el dinero, un medio general de intercambio, siempre tiene a ser el producto más “vendible” (es decir “mercable” o “líquido”) del momento.

¿Qué es la vendibilidad? No es simplemente valor. Uno puede tener un Picasso en casa, que obtendría una buena suma en una subasta de Sotheby’s durante un auge, pero un Picasso, como un poema de Friedrich Shiller, una obra en sánscrito o una botella de vino añejo nunca pueden ser el bien más vendible. Como dijo Menger, la vendibilidad es la

facilidad con la que puede venderse [un bien] en un mercado en cualquier momento a precios actuales de venta o con más o menos disminución del mismo. (…) Comparad solo el número de personas a quienes se puede vender pan y carne con el número a quienes puede venderse instrumentos astronómicos.

Menger continuaba apuntando que el ganado era el producto más vendible en el mundo antiguo. Esto es perfectamente comprensible en un mundo en el que la mera subsistencia es una realidad para la mayoría de la gente y la estructura de producción es virtualmente inexistente. Sin embargo, al ir progresando la sociedad, el ganado se hizo cada vez menos vendible.

Al progresar la civilización, Menger dice que

los pueblos fueron adoptando un patrón cobre como resultado de las circunstancias materiales bajo las que se desarrolló su economía, pasando de los metales menos preciosos a los más preciosos, del cobre y el hierro a la plata y el oro, con el mayor desarrollo de la civilización y especialmente con la extensión geográfica del comercio.

El oro triunfó por varias razones, como ser duradero, amalgamable, maleable, divisible, homogéneo y raro. Aun así, la razón definitiva del triunfo del oro fue que era el material más vendible. Como continuaba en su escrito Menger:

Las pepitas de oro extraídas de las arenas del río Aranyos por un gitano transilvano sucio son tan vendibles en sus manos como en las manos de dueño de la mina de oro, siempre que el gitano sepa cómo encontrar el mercado correcto para su material. Las pepitas de oro pueden pasar por muchas manos sin ninguna disminución en su mercabilidad. Pero artículos de ropa, cama, comidas preparadas, etc. serían sospechosos y casi invendibles, o en todo caso muy depreciados en valor en las manos del gitano, aunque no los haya usado o incluso si desde el principio los adquirió solo con la intención de intercambiarlos.

Esto nos lleva a otra crítica a los bitcoins: nunca pueden ser el bien más vendible. El razonamiento para esto es bastante sencillo. Hasta que la mayoría de los 7.000 millones de personas que habitan este planeta tengan o un Smartphone o un acceso frecuente a Internet, es imposible una divisa digital.

El oro, por otro lado, es fácilmente reconocible, frente a la plata que puede confundirse con otros metales, como el níquel. Además, funde a una temperatura relativamente baja y es un metal relativamente blando, que proporciona una amalgama superior y explica en parte por qué triunfó históricamente sobre metales como el platino. Si uno cuestiona al papel del oro en el actual sistema monetario, uno solo tiene que pasear por la calle en un área metropolitana y ver un cartel de “Compramos oro”. Además, los bancos centrales almacenan oro, y mucho. No mantienen ganado, trigo, granos de soja, cobre, plata o bitcoins.

Menger también escribía:

Estoy dispuesto a admitir que, bajo condiciones altamente desarrolladas de comercio, el dinero es considerado por muchos hombres economizadores como solo una señal. Pero es bastante cierto que esta ilusión se desvanecería inmediatamente si se perdiera el carácter de las monedas como cantidades de materiales industriales en bruto.[3]

Aunque puede ser verdad que algunos primeros adoptantes valoraran las bitcoins con lo que Menger describía como valor imaginario, merece repetirse lo dicho sobre los bienes más vendibles. El oro es y se ha visto como un objeto de belleza desde el inicio de la civilización. Así que el argumento de que las bitcoins están de acuerdo con el teorema de la regresión porque un puñado de gente los consume como se hubiera hecho con un Piacsso es como decir que el papel moneda tiene valor porque a John Law o Ben Bernanke en realidad disfrutan jugando al Monopoly. De hecho, podríamos decir que la alquimia funciona, considerando que una cantidad significativa de la historia y la energía humanas se han empleado en intentar encontrar la piedra filosofal. Alguna gente puede disfrutar del trabajo por el trabajo. Por desgracia, no es justificación suficiente para la esclavitud ni la teoría del valor trabajo.

Anonimato

Con el meme de la inminente hiperinflación desvaneciéndose y no teniendo ya mucha base, la nueva razón para tener bitcoins es el anonimato, no, la libertad que proporciona. ¿Quieres jugar en línea o comprar algo ilegal? Los bitcoins son la solución. Es una forma de evitar a las autoridades y leventar el comercio libre voluntario, o eso se dice. Por desgracia para muchos mal informados, la realidad es toto caelo. Sería mejor verla con el desarrollador de Bitcoin, el propio Jeff Garzik. La diversión empieza en el 3:20.

Lo irónico de esto es que todos y cada uno de los que han participado en actividades ilegales utilizando bitcoins, supuestamente porque pensaban que eran anónimos, tienen ahora un registro permanente de cada una de sus transacciones en la contabilidad pública. Quienes piensan que son listos utilizando utilidades como Tor se engañan tanto como los que piensan que las tarjetas de prepago o los smarthpones son anónimos. Imaginad si los bitcoins hubieran existido hace 50 años. Lo más posible es que ninguno de los últimos tres presidentes (incluyendo a Barack Obama) hubieran optado al cargo.

¿Tiempo de burbuja?

La pregunta que queda por responder es si Bitcoin está tomando o no la forma de una burbuja. La respuesta es que sí. Hay presente un patrón reflejo de gente comprando porque los precios están subiendo porque la gente está comprando. Los miopes están extrapolando la tendencia de los precios de los cuatro meses anteriores, que consideran normal y al hacerlo la exacerban positivamente, atrayendo así a más engañados. El punto de inflexión vendrá cuando se rompa la continuidad del pensamiento alcista. Una cosa es segura, la cantidad de ingenuos que quedan que están dispuestos a subirse al tren en marcha y acelerando se está haciendo delgada, igual que sus bolsillos.

Cuando los precios de un activo van en parábola, hacen daño técnico a un gráfico. Es como si alguien decidiera ir a máxima velocidad en una maratón. Indudablemente, se le vería bien unos pocos minutos. Sin embargo, en cierto momento uno inevitablemente se derrumbaría, con las posibilidades de acabar la carrera muy disminuidas, no digamos de hacerlo tan bien como lo haría en otro caso.

El oro fue en parábola hacia la segunda mitad de 2011, hasta 1.900$ la onza, lo que produjo muchísimo daño técnico a los gráficos que el oro está ahora empezando a sacudirse. Como Ícaro, que subió demasiado alto y derritió la cera de sus alas, los movimientos parabólicos siempre acaban en una corrección y, si se prolongan, un crash. Irónicamente, lo mejor que puede pasarles a los negacionistas de los bitcoins es que estos se disparen a los 300$/btc en una semana.

No hay nada anti-austriaco en reconocer que existe en el mercado un montón de participantes ingenuos, irracionales y mal informados. Por ejemplo, durante la burbuja de las punto com una empresa de mantenimiento y construcción llamada Temco Services casi triplicó su valor en minutos en 1998. La razón es que en 1998 cualquier persona corriente participaba en el mercado. Así que disminuyó significativamente el nivel de competencia. El símbolo del ticker para Temco es TMCO, que era muy parecido al de Ticketmaster Online, que era TMCS. Ticketmaster Online (entonces TMCS) empezó justamente a operar por primera vez el día en que Temco Services triplicó su valor. El aumento en los precios de los activos crea euforia y la euforia rebaja significativamente la cociente intelectual de los participantes.

Otra razón por la que los bitcoins son tan susceptibles a un comportamiento de burbuja es porque se percibe como algo nuevo. El pensamiento “nueva era” siempre atrae mucha atención. El tulipán se introdujo en Europa a través de Turquía a mediados del siglo XVI. (De hecho la palabra tulipán viene del turco y significa turbante). El tulipán se percibió como algo nuevo para Ámsterdam, un país que en ese momento poseía una abundancia de oro y plata recién descubiertos en América. Igualmente, la burbuja del Mississippi, que fue perpetrada por John Law, prometía enormes riquezas a obtener de América. Las fiebres en ferrocarriles, radio, Internet, lo que queráis, la mayoría implicaban algo nuevo o algo que se percibía como nuevo.

No cabe duda de que los bitcoins son una respuesta espontánea a la inestabilidad monetaria que vemos hoy a nuestro alrededor. A un lado la gente se preocupa por la glorificada divisa conocida como euro y al otro sobre la cantidad de daño que Bernanke está dispuesto a infligir a la divisa de reserva mundial. Sin embargo no nos enamoremos tanto de una solución innovadora sin estado como para olvidar la economía austriaca y unir el vagón del libertarismo a algo que se encamina a la catástrofe.


[1] The Starfish and the Spider se publicó originalmente en 2006.

[2] Considerad que Bitcoin empezó a 35$/btc en marzo y está actualmente en 185$/btc, lo que supone un aumento del 429%. Sin embargo, litecoin empezó en 0,07$/ltc en marzo y hoy está en 4,49$/ltc, un aumento del 6.134%. Tiene mucho sentido que la gente acuda a las imitaciones por los beneficios potenciales, debido a que al empezar con una base mucho menor son exponencialmente más altos. Este es el mecanismo de la fiebre del oro en funcionamiento.

[3] Cursivas añadidas por el autor.


Publicado el 9 de abril de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.