En septiembre participé en la magnífica Cumbre de Simpatizantes, realizada en la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias de Viena, donde en su tiempo dio clases Eugen von Böhm-Bawerk. Después de mi visita a Austria, aproveché para hacer una excursión a Eslovaquia donde me sorprendió descubrir una gran cantidad de fans del Instituto Mises y Ron Paul.
Peter Gonda, trabajando en Conservative Economic Quarterly Lecture Series, se las arregló para que yo pudiera dar una conferencia: “Dinero y banca: El Estado frente al Mercado”, a dos audiencias distintas. (Los vídeos de la conferencia y las preguntas y respuestas están aquí). Mi conferencia fue bastente teórica, explicando la perspectiva de Menger/Mises en la evolución del dinero y la banca, así como la perspectiva de Rothbard de los peligros de la banca centralizada y el dinero fiduciario.
Sin embargo, en el turno de preguntas y respuestas de la conferencia y durante mis entrevistas con periodistas locales, la mayoría de la gente quería discutir la crisis de la deuda griega y el destino del euro. Incluso aquí mostré la relevancia de las ideas austriacas: Alemania, Eslovaquia y los demás países frugales estaban en este embrollo solo porque el euro era una moneda fiduciaria. Si hubiera estado respaldado al 100% por una materia prima como el oro, entonces las deudas del gobierno griego serían irrelevantes para los demás.
La crisis de deuda soberana de los PIIGS
Los inversores están muy alarmados ante la posibilidad de que los gobiernos de los llamados PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) impaguen sus bonos. Al momento de escribir esto, la crisis se centra en Grecia, pero puede extenderse pronto a otros países. El siguiente gráfico muestra cómo los locos rescates y el gasto en estímulo, junto con las decrecientes recaudaciones por impuestos, ponen a los gobiernos en problemas fiscales:
Deuda pública en porcentaje del PIB, medias anuales
Fuente: http://www.economist.com/content/global_debt_clock
Cuando estaba en Eslovaquia, el asunto candente era si su gobierno debería contribuir al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), una entidad de 440.000 millones de euros que compraría bonos, daría avales y realizaría otras transacciones para reducir la incertidumbre sobre la deuda emitida por los atribulados PIIGS. Los eslovacos eran históricamente un pueblo pobre pero frugal y a muchos les dolía rescatar a los griegos que eran unos derrochadores a pesar de tener un mayor nivel de vida. (A quienes no les gustan los estereotipos, no me manda correos electrónicos irritados: solo repito lo que me dijeron los eslovacos).
El eslovaco medio estaba en la misma desgraciada posición que el estadounidense medio en el otoño de 2008: se le decía que tenía que pagar impuestos más altos para rescatar a ricos que habían tomado malas decisiones financieras. Cuando se dijo a los estadounidenses que tenían que pagar los 700.000 millones de dólares del TARP, el secretario del Tesoro Paulson y otros advertían que no hacerlo llevaría a un desplome del sistema bancario. En la misma línea, hoy se advierte a los europeos que necesitan rescatar a los gobiernos de los PIIGS si no quieren que se desplome el euro, arrastrando con él a los bancos.
Reglas de deuda y moneda fiduciaria
Cuando se introdujo inicialmente el euro, la gente era consciente de este gran peligro. Por eso el Tratado de Maastricht contenía reglas para los países que desearan incorporarse a la unión monetaria del euro. En concreto los déficits presupuestarios públicos no debían exceder el 3% del PIB y la deuda pública total no debía exceder del 60% del PIB.
Evidentemente, las reglas del Tratado de Maastricht eran tan obligatorias como la Declaración de Derechos en Estados Unidos. Ayudado en parte por manipulaciones que incluían swaps de moneda diseñados por Goldman Sachs, el gobierno griego incumplió los límites de los déficits durante años. Y así estamos donde estamos, en el mismo escenario de pesadilla del que advirtieron algunos economistas (como Milton Friedman) en el momento de la concepción del euro.
Perdidas entre todos los análisis de la teoría del “área monetaria óptima”, las posibilidades de un impago estructurado, las consecuencias de un desplome del euro, etc., hay dos preguntas sencillas: ¿Por qué el comportamiento del gobierno griego tiene algo que ver con los contribuyentes en Alemania? ¿Por qué tenía el Tratado de Maastricht original reglas acerca de la política fiscal como parte de los criterios para la unión monetaria?
La respuesta es que el euro es una divisa fiduciaria y, como tal, siempre generará gobernantes con la tentación de monetizar déficits fiscales. Por eso los ciudadanos de la tradicionalmente halconera Alemania (que crecieron con cuentos de terror sobre hiperinflación) serían muy cautelosos a la hora de incorporarse a una unión monetaria con gente que elige a gobiernos derrochadores y tiene banqueros centrales que son palomas inflacionistas.
Traté de explicarme a mis audiencias eslovacas con un experimento mental: Supongamos que en lugar de la aproximación fiduciaria, el euro se hubiera respaldado desde el primer día l 100% con reservas de oro. En este caso, una organización en Bruselas tendría una impresora y una gran caja fuerte. Cualquiera en todo el mundo (ya fueran ciudadanos privados o bancos centrales extranjeros) podría obtener euros siempre que depositara en la caja fuerte la cantidad de oro fijada. Así que, en cualquier momento, cada euro en circulación estaría respaldado por el oro correspondiente en la caja de Bruselas.
En este escenario, la gente que emitiera los euros no tendría que hacer una verificación del perfil de la gente que pida billetes nuevos. Mientras las solicitudes se hagan en oro real, a la gente que imprima euros no le preocupará si el solicitante es el gobierno alemán o Bernie Madoff. Incluso si algún país hubiera adoptado el euro (respaldado por oro) como su propia divisa y luego el gobierno impagada sus bonos, no habría repercusiones en las demás regiones que utilicen el euro como moneda. La gente sabría que sus propios euros están respaldados al 100% por oro en la caja de Bruselas, igual que siempre.
Para una audiencia estadounidense, tengo otra forma de explicar esto. Ahora mismo hay una posibilidad de que estados como California e Illinois impaguen sus bonos. Aún así, esto actualmente no supone ningún problema para otros estados, ni hace que los inversores se preocupen acerca del “destino de la dolarzona”. Porque poca gente espera que la Fed realice una intervención masiva para impedir impagos a nivel estatal.
Sin embargo, supongamos que la Fed sí actúa y empieza a comprar cantidades masivas de bonos emitidos por California, Illinois, Michigan, etc. En ese momento (una vez que quede claro que los déficits a nivel estatal influirían en la política de la Reserva Federal) bien podríamos ver algo similar a la crisis actual en Europa. Podríamos ver cómo el tipo de cambio del dólar varía en relación con otras divisas en respuesta a los informes de cambio en las condiciones fiscales de los gobiernos estatales estadounidenses.
Conclusión
Desde que el mundo abandonó los últimos vestigios del patrón oro en 1971, la economía global ha ido a la deriva. Los tecnócratas siguen asegurándonos que pueden dirigir la economía mucho más eficientemente que con el “obsoleto” patrón oro, aunque una serie continua de crisis sugieren otra cosa. Podemos alcanzar el sueño del euro (una unión monetaria integrada en la que personas y negocios planean sus actividades abarcando varios países sin miedo a un riesgo de tipo de cambio) sin sus correspondientes escollos, pero solo si la gente vuelve a usar un dinero genuinamente metálico.
Publicado el 10 de octubre de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.