El precio erróneo… y también Krugman

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Cada cierto tiempo, Paul Krugman da una lección moral en economía keynesiana y su modus operandi generalmente es el siguiente:

  • Crear una caricatura de otros puntos de vista que se basa en suposiciones defectuosas y representaciones completamente falsas de la posición real.
  • Desacreditar esa falsa caricatura.
  • Proclamar su victoria.

En un reciente post de su blog, Krugman se ocupa del desempleo y sus causas, atribuye a los austriacos algo en lo que no creen y luego afirma que la vía keynesiana es moral y económicamente superior a pesar de que su descripción de la “solución” keynesiana es hacer exactamente lo que ha condenado en otros casos: recortar los salarios reales. Dicho de otra manera, es más de lo mismo. Escribe:

Así que empecemos con nuestro gran problema, que es el desempleo masivo. El análisis básico de oferta y demanda dice que se supone que no deberían producirse cosas como estas: se supone que los precios aumentan o caen para liquidar los mercados. ¿Qué pasa entonces con este aparente exceso masivo y persistente de oferta de mano de obra?

En general, el desequilibro del mercado es una señal de precios desencajados y la mayoría de la gente que comenta nuestros líos acepta la idea de que uno o más precios por alguna razón no se están ajustando. La gran división se produce sobre la cuestión de qué precio es erróneo.

Luego salta sobre los austriacos:

Tal y como yo lo veo, todo el lado estructural/clásico/ austriaco/del lado de la oferta/lo que sea de este debate cree que el problema reside en el mercado laboral. (Lo sé, los austriacos lo negarán, pero no importa lo que digas sobre su postura, cualquier declaración comprensible lleva a irritadas afirmaciones de que no entiendes sus profundidades). Por alguna razón, argumentarían que los salarios son demasiado altos dada la demanda de mano de obra. Algunos aceptan la idea de que es debido a la rigidez de los salarios nominales a la baja; más, pienso, creen que se anima a los trabajadores a mantenerse en salarios insostenibles con programas amigos de los gorrones como cupones de comida, prestaciones de desempleo, seguro de discapacidad y lo que sea.

En realidad, no es la postura austriaca en absoluto. Los austriacos sostienen que un auge inflacionista acaba siguiendo su curso de acción y cuando se desploma el auge ciertos segmentos de la economía ya no pueden operar como antes y uno de los efectos para estos sectores es despedir empleados (y en muchos casos desaparecer completamente). En cierto modo es verdad que los sectores han perdido “demanda” para sus bienes, pero la demanda original se basaba en una insostenible inyección de crédito.

Tomemos por ejemplo el tristemente famoso auge inmobiliario. El gobierno, mediante el Sistema de la Reserva Federal, bancos y otras agencias dirigió enormes sumas de dinero al sector inmobiliario. En los primeros días de ese auge, la gente podía pedir prestado muy por encima de su patrimonio real, liquidar su antigua hipoteca, utilizar el nuevo dinero no solo esencialmente para recomprar o refinanciar su casa, sino tener un montón de dinero restante con el que compraron bienes de consumo.

Lo grande era que los nuevos pagos de la vivienda también eran menores (debido a los tipos de interés más bajos) de lo que habían sido nunca y los propietarios podían tener todo tipo de nuevos bienes que esencialmente les resultaban “gratis” o no aumentaban sus obligaciones mensuales de pago. No es difícil ver cómo los estadounidenses se convirtieron pronto en adictos a ese proceso. (Una persona cuyos pagos de principal se habían más que doblado me dijo: “¡Eh, es el estilo americano!”)

Cuando se extendió el auge de la refinanciación a las viviendas y a cambiar de casa, los estadounidenses también se hicieron adictos a esa forma de aumentar su riqueza. Ahora, la lógica te diría que este auge/burbuja no podría continuar durante mucho tiempo (incluso Krugman y los austriacos estarían de acuerdo en eso) y cuando llegó el fin, la economía estaba condenada a encogerse ya que las malas inversiones que se habían acumulado ya no podían sostenerse financieramente.

Donde Krugman y los austriacos se alejan de verdad es en cómo manejar los efectos secundarios, incluyendo los problemas de desempleo que aparecen al reajustarse la economía tras el crash. Cuando los austriacos apuntan que lo salarios en otro lugar es probable que tengan que bajar, están señalándolo porque un montón de precios de activos caen durante las contracciones inmediata y secundaria. Los austriacos creen que los mercados deberían ajustarse porque cuando más rápido sea el ajuste, antes empezará la recuperación. Krugman, por el contrario, declara:

Lo que reclamaría mi bando en el debate sería, por el contrario, una reducción en tipo real de interés, si es posible, aumentando la inflación esperada y a falta de esto, más gasto público para aumentar la demanda y poner a trabajar los recursos ociosos. (Las cursivas son mías)

Ahora bien, Krugman, que también ha venido reclamando salarios mínimos superiores (es decir, producir aumentos en los salarios reales para los trabajadores menos cualificados) también parece seguir la línea del “truco” que recomendaba el propio Keynes: utilizar la inflación para recortar los salarios reales. Estos parafraseando porque mi copia de la Teoría General está en mi oficina en Frostburg, pero creo que esto es una evaluación justa de su postura:

Keynes expresaba, en numerosos pasajes en la Teoría general, la opinión de que los salarios eran “rígidos” en términos de dinero. Apuntaba, por ejemplo, que trabajadores y sindicatos tendían a luchar con uñas y dientes contra cualquier intento de los empresarios de reducir los salarios monetarios (la suma real de dinero que reciben los trabajadores, frente al verdadero poder adquisitivo de estos salarios, teniendo en cuenta los cambios en el coste de la vida), aunque fuera un poco, de una forma en que no lucharían por aumentar los salarios cada vez que hubiera un pequeño aumento en el coste de la vida erosionando sus “salarios reales”.

La idea era “recortar” los salarios reales vía inflación, ya que el trabajador, según Keynes, estaba solo interesado en sus “salarios monetarios”. Keynes no argumenta que esa acción recuperara el pleno empleo, pero sí creía que era menos probable que los trabajadores advirtieran que su poder adquisitivo se había erosionado.

Ahora, creo que la administración actual no sostiene ese punto de vista. Muchos en el trabajo no hemos visto aumentar nuestras rentas en muchos años, pero el precio de casi todo lo que compramos ha subido, con algunas cosas mostrando aumentos considerables de precios, incluyendo combustible y comida. No es casualidad: los años de Obama han sido duros para mucha gente y para los negros la situación es desesperada. (Sospecho que si hubiera habido un republicano blanco en la Casa Blanca desde 2009 y a los negros les hubiera ido con él como les ha ido con Obama, el republicano sería acusado de ser un racista que ha dirigido deliberadamente el desempleo contra los negros. Obama, por el contrario, tiene bula).

La estrategia de recortar salarios mediante inflación es parte de la argumentación de cara-yo-gano-cruz-tú-pierdes de Krugman. Primero acusa a los austriacos de creer que todo lo que hace falta para restaurar el pleno empleo en la economía es que todos tengan un recorte salarial y cuando los austriacos protestan por ese sinsentido, les acusa de tratar de ser místicos o algo similar.

Krugman intenta luego utilizar un “remedio” que recorta los salarios reales como parte de la restauración del pleno empleo, afirmando al tiempo que son los austriacos los que quieren que otros pasen hambre. (Paul Krugman siempre está del lado del humanitarismo y ansía que se obligue a otros a financiar sus instintos humanitarios).

¿Qué creen los austriacos acerca de permitir que bajen salarios y otros precios de activos? Creen que permitir que los precios vuelvan a niveles de mercado apresurará la corrección y llevará más rápidamente a una situación en la que los empresarios son capaces de trasladar los activos de usos menos valorados a usos más valorados y fortalecer la economía. Los precios desajustados de activos son solo un problema, pero sí impiden que se produzcan los ajustes necesarios. Estos precios son el efecto de un auge y tienen que volver a niveles realistas tras el fin de la expansión insostenible. Rothbard escribe:

Como los factores deben trasladarse de los órdenes superiores a los inferiores de producción, es inevitable un desempleo “de fricción” en una depresión, pero no tiene que ser mayor que el desempleo que se produzca en cualquier otro gran cambio en la producción. En la práctica, el desempleo se agravará con las numerosas quiebras y los grandes errores revelados, pero aun así solo tendría que ser temporal. Cuando más rápido sea el ajuste, más fugaz será el desempleo. El desempleo aumentará bajo la etapa de “fricción” y se convertirá en verdaderamente grave y duradero solo si los niveles salariales se mantienen artificialmente altos y se impide que bajen. Si los niveles salariales se mantienen por encima del nivel del libre mercado que liquida la demanda y oferta de mano de obra, los trabajadores permanecerán permanentemente desempleados. Cuanto mayor sea el grado de discrepancia, más grave será el desempleo.

Rothbard deja bastante claro que salarios y otros precios desequilibrados de activos son el resultado del final del auge previo. No han causado la recesión: son el resultado de la contracción. En otras palabras, Krugman confunda el proceso de causa-efecto que utilizan los austriacos, afirmando que estos creen que los efectos son realmente la causa del problema. No tiene sentido, pero esa mala explicación es una constante en el arsenal intelectual de Krugman.

Krugman, por el contrario, insiste en que la manera de corregir la recesión es crear otro auge más. No importa que el auge que acaba de desplomarse fuera insostenible y que cualquier nuevo auge alimentado por el crédito también se eche por tierra en una fecha futura. Sin embargo, Krugman parece querer que creamos que esa manipulación económica puede durar eternamente.

Pero Krugman no ha acabado, declarando:

¿Cómo puedes decir entonces qué bando tiene razón? Bueno, estas opiniones divergentes producen predicciones divergentes. Si crees que el problema son los salarios excesivos, crees que la economía está sufriendo fundamentalmente una limitación del lado de la oferta. En ese caso, el gobierno que toma prestado está compitiendo con el sector privado por una cantidad limitada de recursos, así que grandes déficits presupuestarios deberían llevar a un aumento en los tipos de interés; al tiempo, como la oferta de bienes es limitada, grandes aumentos en la oferta monetaria deberían llevar a un aumento de la inflación. Ah, y los recortes en el gasto público deberían, como mínimo ser expansionistas porque ambos entregan recursos al sector privado y hacen más dura la vida a los trabajadores que tratan de vivir de las prestaciones públicas.

Si, por el contrario, crees que el problema reside en una escasez de demanda debido al límite cero inferior, crees que el que el gobierno tome prestado no tiene que subir los tipos, porque pone a trabajar recursos no utilizados; esa expansión monetaria no será inflacionista, porque el dinero simplemente estará ahí, y la austeridad fiscal será fuertemente contraccionista.

Salvo que no es eso lo que dicen los austriacos que ocurrirá. No he leído a ningún comentarista austriaco que prediga “un aumento en los tipos de interés” y aunque algunos han predicho mucha inflación, uno tiene que recordar lo que significa “inflación” para los austriacos frente a los keynesianos.

Para un keynesiano, la inflación es un aumento en el Índice de Precios del Consumo del gobierno y nada más. Es una media estadística ponderada que puntúa unos datos que han creado los economistas y que supuestamente reflejaría la vida económica de Juana y Juan Español. Mientras el IPC no aumente en más de un pequeño porcentaje, para un keynesiano hay poca o ninguna inflación.

Con el IPC sin mostrar mucho más de un aumento anual del 2% en su tasa oficial de inflación, Krugman puede decir que lo que están haciendo la administración Obama y el Sistema de la Reserva Federal es bueno, porque ha “estimulado” la economía y no ha generado ningún problema de inflación.

De hecho, Krugman mira los resultados de las acciones del gobierno y concluye que es evidente que el punto de vista de los keynesianos no solo es correcto económicamente, sino también moralmente, ya que los keynesianos están tratando activamente de devolver al trabajo a la gente, mientras que los austriacos quieren esperar al lento e impredecible mercado para que acabe con la miseria. El modelo keynesiano bien puede ser un modelo crudo y gigantesco de entrada-salida con una entrada (demanda agregada) y una salida (oferta agregada), pero sin embargo es fácil de explicar y fácil de creer para muchos.

Sin embargo, como apunta Jeffrey Tucker en este artículo, la caricatura de Krugman del pensamiento austriaco sencillamente es errónea. Primero, los austriacos no creen que la inflación se mida necesariamente con una estadística del gobierno: es el aumento del dinero en circulación, punto, y los efectos de la inflación no siempre se aprecian fácilmente en las cifras de Juana y Juan Español. Por el contrario, hoy encontramos corrientes de dinero tras activos como las acciones. (El actual mercado alcista se vende como resultante del genio económico del presidente Obama, igual que la burbuja bursátil de finales de la década de 1990 se atribuyó a la sabiduría del presidente Clinton. George W. Bush presumía sobre la vivienda durante su administración hasta que estallo toda la burbuja).

Los precios inmobiliarios son más altos de lo que deberían ser e indudablemente más altos de lo que reflejarían las actuales condiciones económicas y aunque los beneficios empresariales sean grandes, el mercado bursátil tiene todas las trampas propias de otra burbuja financiera más que sigue a la burbuja financiera que la Fed está ayudando a crear en la deuda soberana de EEUU. En otras palabras, estamos viendo que el dinero nuevo sigue ciertos caminos que están afectando a los valores de los activos, pero que no se están reflejando necesariamente en los precios generales del consumo.

Las excepciones son aquellos bienes ligados muy de cerca de las materias primas, incluyendo alimentos, combustible y, sí, metales preciosos. Además, como mencioné antes, la mayoría de los estadounidenses han visto caer sustancialmente sus rentas reales; saben que se están empobreciendo y la mayoría de la gente no cree que la economía de EEUU descanse sobre una base sólida. Tucker escribe:

Como anticiparía Mises, lo que parece progreso económico no es del todo falso pero tiene un problema. Las rentas no están aumentando realmente, porque el capital no se está acumulando. Existe la prosperidad  y continúa rápidamente, pero tiene unos cimientos muy débiles. No es más un “castillo en el aire”, como diría Mises. (En el original alemán, la palabra es Luftschloss, que significa un sueño que no es realista).

Advirtamos que el escenario que señala aquí Mises puede incluir cosas como la historia y leyenda de la hiperinflación, pero no tiene que ser así. El dinero malo daña en todo caso. Y el daño es a largo plazo,  no una crisis mañana o pasado mañana, sino un efecto a largo plazo que erosiona las bases de una economía en crecimiento.

Esto no quiere decir que la expansión monetaria no tenga ningún efecto sobre los precios del consumo y la producción. De hecho, como los austriacos mantienen un visión utilitaria marginal del dinero (la expansión de la existencia de dinero reduce el valor de la unidad marginal de dinero, lo que empuja al alza los precios monetarios), las enormes expansiones dólar impulsadas por la Fed van a empujar los precios aún más arriba. Sin embargo no ha habido una hiperinflación, porque la mayoría de la existencia aumentada de dinero está en cuentas como reservas bancarias que no se han convertido en dólares realmente en circulación. No es la misma situación que hacer que el gobierno imprima dólares que vayan directamente a los trabajadores, como pasó en Zimbawe, Bolivia e incluso la Alemania de Weimar.

No, los problemas en nuestra economía no se “resolverán” con un gigantesco recorte de salarios ni por el mercado ni por decreto ni por un estallido de inflación, ni tampoco se resolverán con el gobierno tomando prestado, imprimiendo y con la Fed comprando activos sin valor para tratar de mantener la “confianza” en instituciones financieras y gobiernos.

Kugman puede ridiculizar el paradigma austriaco de dinero fuerte, ahorro y emprendimiento, pero funciona y funciona bien. Escribe Tucker:

La gente puede vivir mucho tiempo en una casa sin prestar atención a la realidad de que los cimientos que sostienen el edificio se están rompiendo y pudriendo.

Ahora mismo, la mayoría de los estadounidenses cree que algo va mal, pero las clases políticas y un gran número de economistas universitarios como Krugman les aseguran e insisten en que los cimientos económicos de esta casa son sólidos. Al mismo tiempo, la misma gente que proclama estas garantías está tomando el martillo pilón contra la estructura mientras insisten en que están construyendo una economía, no echándola abajo.


Publicado el 18 de abril de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.