El problema del cálculo económico

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[Economic Calculation In The Socialist Commonwealth (1920)]

Ya que acontecimientos recientes han ayudado a partidos socialistas a obtener poder en Rusia, Hungría, Alemania y Austria y han hecho así de la ejecución de un programa de nacionalización socialista un asunto de discusión, los propios escritores marxistas han empezado a ocuparse más de cerca de los problemas de la regulación de la comunidad socialista. Pero incluso ahora evitan cautelosamente la cuestión crucial, dejándola a los desdeñados “utópicos”. Ellos mismos prefieren limitar su atención a lo que hay que hacer en el futuro inmediato: están siempre creando programas de la vía al socialismo y no del propio socialismo. La única conclusión posible de todos estos escritos es que no son siquiera conscientes de gran problema del cálculo económico en una sociedad socialista.

A Otto Bauer, la nacionalización de los bancos le parece el paso final y decisivo en el desarrollo del programa socialista de nacionalizaciones. Si todos los bancos fueran nacionalizados y agrupados en un solo banco central, entonces su consejo de administración se convertiría en

la autoridad económica suprema, el órgano administrativo jefe de toda la economía. Solo por la nacionalización de los bancos obtiene la sociedad el poder de regular su trabajo de acuerdo a un plan y de distribuir sus recursos racionalmente entre los varios sectores productivos, para adaptarlos a las necesidades de la nación.[1]

Bauer no explica las disposiciones monetarias que prevalecerían en la comunidad socialista después de completar la nacionalización de los bancos. Como otros marxistas, trata de demostrar lo sencilla y evidentemente que el futuro orden socialista de la sociedad evolucionará a partir de las condiciones que prevalecen en una economía capitalista desarrollada. “Basta con transferir a los representantes de la nación el poder que ahora ejercen los accionistas de los bancos a través del Consejo de Administración que eligen”,[2]para socializar los bancos y así poner el último ladrillo en el edificio del socialismo. Bauer deja a sus lectores completamente ignorantes del hecho de que la naturaleza de los bancos cambia completamente en el proceso de nacionalización y agrupación en un banco central. Una vez los bancos se integran en uno solo, su esencia se transforma completamente: están en disposición de emitir crédito sin ninguna limitación. De esta manera desaparecería el sistema monetario tal y como hoy lo conocemos.

Cuando además se nacionaliza el banco central único en una sociedad, que de otra forma ya está completamente socializada, desaparecen los acuerdos del mercado y se derogan todas las transacciones comerciales. En algún momento el Banco deja de ser un banco, sus funciones concretas se extinguen, pues ya no tiene ningún espacio en la sociedad. Puede que se mantenga el nombre de “Banco”, que al Consejo Económico Supremo de la comunidad socialista se le llame Consejo de Administración del Banco y que lleve a cabo sus reuniones en un edificio ocupado anteriormente por un banco. Pero ya no es un banco: no desempeña ninguna de aquellas funciones que desempeña un banco en un sistema económico que se base en la propiedad privada de los medios de producción y el uso de un medio general de intercambio (dinero). Ya no distribuye ningún crédito, pues una sociedad socialista hace imposible necesariamente el crédito. El propio Bauer no nos dice qué es un banco, pero empieza su capítulo sobre la nacionalización de los bancos con la frase: “Todo el capital disponible fluye a un fondo común en los bancos”.[3] ¿Cómo marxista no debería plantear la pregunta de cuáles serían las actividades bancarias después de la abolición del capitalismo?

Todos los demás escritores que se han ocupado de los problemas de la organización de la comunidad socialista son culpables de confusiones similares. No se dan cuenta de que las bases del cálculo socialista se eliminan por la exclusión del intercambio y el mecanismo de precios y que algo debe sustituirlo si no se elimina toda la economía y resulta un caos sin esperanzas. La gente cree que las instituciones socialistas podrían evolucionar desde una economía capitalista sin más. No es así en absoluto. Y resulta aún más grotesco cuando hablamos de bancos, dirección bancaria, etc. en una comunidad socialista.

Las referencias a las condiciones que se han desarrollado en Rusia y Hungría bajo el gobierno soviético no prueban nada. Lo que tenemos allí no es sino una imagen de destrucción un orden social existente de producción, que ha sustituido a una economía familiar campesina cerrada. Todas las ramas de la producción que dependen de una división social del trabajo están en un estado de completa disolución. Lo que está ocurriendo bajo el gobierno de Lenin y Trotsky es una mera destrucción y aniquilación. El que, como sostenían los liberales, el socialismo debe inevitablemente traer estas consecuencias a remolque o el que, como responden los socialistas, sea solo el resultado del hecho de que la República Soviética sea atacada desde el exterior, no es una cuestión que no interese en este contexto. Todo lo que ha de establecerse es el hecho de que la comunidad socialista soviética ni siquiera ha empezado a discutir el problema del cálculo económico ni tiene ninguna razón para hacerlo. Pues mientras aún haya cosas fabricadas para el mercado en la Rusia soviética a pesar de las prohibiciones del gobierno, éstas se valorarán en términos de dinero, existirá en esa medida propiedad privada de los medios de producción y los bienes se venderán a cambio de dinero. Ni siquiera el gobierno puede negar la necesidad, que confirma aumentando la cantidad de dinero en circulación, de mantener un sistema monetario al menos durante el periodo de transición.

El que la esencia del problema a afrontar aún no haya visto la luz en la Rusia soviética lo demuestra claramente las declaraciones de Lenin en su ensayo Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht. En las deliberaciones del dictador recurre allí siempre a la idea de que la tarea inmediata y más urgente del comunismo ruso es “la organización de la contabilidad y control de estos asuntos, en los que los capitalistas ya han sido expropiados y de todas las demás preocupaciones económicas”.[4] Aún así, Lenin está lejos de darse cuenta de que aquí hay un problema completamente nuevo que es imposible de resolver con los instrumentos conceptuales de la cultura “burguesa”. Como un político verdadero, no se preocupa por asuntos más allá de sus narices. Aún se encuentra rodeado por transacciones monetarias y no se da cuenta de que con la progresiva socialización el dinero también pierde necesariamente su función como medio de intercambio en su uso general, en la medida en que la propiedad privada y con ello desaparecería el intercambio.

La implicación de las reflexiones de Lenin es que le gustaría reintroducir en los negocios soviético la contabilidad “burguesa” sobre una base monetaria. Por tanto también desea restaurar los “expertos burgueses” a un estado de gracia.[5] Del resto, Lenin es tan poco consciente como Bauer del hecho de que de en una comunidad socialista las funciones de un banco son impensables en su sentido existente. Desea ir más allá en la “nacionalización de los bancos y proceder “a una transformación de los bancos en el punto nodal de la contabilidad social bajo el socialismo”.[6]

Las ideas de Lenin sobre el sistema económico socialista, al que trata de llevar a su pueblo, son en general oscuras.

“El estado socialista”, dice

solo puede aparecer como un total de comunas de producción y consumo, que registran concienzudamente su producción y consumo, se ocupan de su trabajo económicamente, aumentan ininterrumpidamente su productividad laboral y así alcanzan la posibilidad de rebajar la jornada laboral diaria a siete o seis horas o incluso menos.[7]

Todo factor, toda villa aparece como una comuna de producción y consumo que tiene el derecho y la obligación de aplicar la legislación soviética general a su manera (‘a su manera’ no en el sentido de su violación, sino en el de la variedad de sus formas de realización) de resolver a su manera los problemas de calcular la producción y distribución de productos.[8]

“Las comunas principales deben servir y servirán a las más atrasadas como educadoras, profesoras y líderes estimulantes”. El éxito de las comunas principales debe divulgarse en todos sus detalles para proporcionar un buen ejemplo. Las comunas “que muestren buenos resultados de negocio” deberían ser recompensadas de inmediato “recortando la jornada laboral diaria y con un aumento en los salarios y permitiendo una mayor atención a los bienes y valores culturales y estéticos”.[9]

Podemos inferir que el ideal de Lenin es un estado de sociedad en el que los medios de producción no son propiedad e unos pocos distritos, municipios o incluso de los trabajadores afectados, sino de toda la comunidad. Su ideal es socialista y no sindicalista. Esto no hace falta destacarlo especialmente en un marxista como Lenin. No es extraordinario para Lenin el teórico, sino para Lenin el estadista, que es el líder de la revolución rusa sindicalista y de los pequeños campesinos. Sin embargo, de momento nos ocupamos del Lenin escritor y podemos considerar por separado sus ideales, sin dejar que nos distraiga el retrato de la cruda realidad.

Según Lenin el teórico, toda gran ocupación agrícola e industrial es miembro de la gran comunidad del trabajo. Quienes sean activos en esta comunidad tienen derecho al autogobierno: ejercen una profunda influencia en la dirección de la producción y también en la distribución de bienes que son asignados al consumo. Aún así, el trabajo es propiedad de toda la sociedad y como sus productos también pertenecen a la sociedad, esta dispone por tanto su distribución. ¿Cómo, debemos preguntarnos ahora, se lleva a cabo el cálculo económico en la economía de una sociedad socialista que esté así organizada? Lenin nos da una respuesta muy inadecuada remitiéndonos a la estadística. Debemos dar estadísticas a las masas, de forma que la población activa aprenda gradualmente por sí misma a comprender y darse cuenta de la cantidad y tipo de trabajo que debe realizarse, de la cantidad y tipo de diversión que debe tomarse, de forma que la comparación de los resultados industriales de la economía en el caso de comunas individuales se convierta en objeto de interés y formación general.[10]

Con estas insuficientes alusiones es imposible inferir lo que Lenin entiende por estadísticas y si está pensando en el cómputo monetario o in natura. En todo caso, debemos volver a lo que hemos dicho acerca de la imposibilidad de conocer los precios monetarios de los bienes de producción en una comunidad socialista y acerca de las dificultades que aparecen en el camino de la valoración in natura. Las estadísticas solo serían aplicables al cálculo económico si pudieran ir más allá del cálculo in natura, cuya impropiedad para este fin hemos demostrado. Es naturalmente imposible donde no se realicen relaciones de intercambio entre bienes en el proceso de comercio.


[1] Cf. Otto Bauer, Der Weg zum Sozialismus (Viena: Ignaz Brand, 1919), p. 26 y s.

[2] Cf. Otto Bauer, Der Weg zum Sozialismus (Viena: Ignaz Brand, 1919), p. 25.

[3] Cf. Otto Bauer, Der Weg zum Sozialismus (Viena: Ignaz Brand, 1919), p. 24 y s.

[4] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), pp. 12 y s., 22 y ss.

[5] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), p. 15.

[6] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), pp. 21 y 26. Comparar también con Bukharin, Das Programm der Kommunisten (Zurich: no pub., 1918), pp. 27 y ss.

[7] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), pp. 24 y s.

[8] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), p. 32.

[9] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), p. 33.

[10] Cf. V.I. Lenin, Die nächsten Aufgaben der Sowjetmacht (Berlín: Wilmersdorf, 1919), p. 33.


Publicado el 9 de enero de 2012. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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